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sábado, 19 de enero de 2019

LAS DRAGAS

Por Bruno Mateo
Twitter: @bruno_mateo
IG: @brunomateoccs
(Pieza para Bares y Tascas).


PERSONAJES:
(Todos son “Drags Queens”. No son transgéneros ni transexuales. Son travestis exagerados)

·         Lady Selene Mistique: Travesti o “Drag” de unos cuarenta y tanto años. Le gusta lo místico y los astros.
·         Madame Valquiria: Travesti de unos cuarenta y tantos años. Su característica es que es cocainómana y muy fuerte de carácter, pero de gran corazón. Muy buena gente.
·         Bella Afrodita: “Drag” bastante ingenua. Contemporánea con Madame Valquiria y Lady Selene Mistique.  Sueña con casarse con un hombre heterosexual con vestido de novia. Ellas tres son como hermanas.
·         Diosa Calypso: Travesti o “drag” de unos veinticuatro años. Sueña con ser la estrella del bar. Diferente al resto porque pertenece a otra generación.
·         Doña Úrsula Maoli Amaranta Michel Rince Quintero.  Travesti dueña del bar La Funeraria. Aparentemente fallecida. De edad indefinida, pero muy entrada en años.


(Se encuentran en una especie de bar, específicamente en un pequeño escenario o tinglado donde noche a noche hacen representaciones fonomímicas. Tres  Drags, Madame Valquiria, bella Afrodita y Lady Selene Mistique,  hacen un pequeño círculo tomadas de las manos y entonan un sonoro “OMMMMM”)
Lady  Selene: Hoy, después de 20 años de alegría, haciendo reír y disfrutar a la gente. A todos quienes la acompañamos noche a noche…”ommmmm”…y  sintieron la alegría por vivir a través de sus locuras…”ommmmmm”…. ¿Por qué nos abandonaste señora Úrsula? ¿Ahora qué haremos sin tu guía?...”ommmmmm”….¿Sin tu sabiduría?...”ommmmm…¿sin esa alegría por hacer las cosas bien?....”ommmmmm”….¿Por qué? ¿Por qué?... ¿Por qué nos abandonaste?
Madame Valquiria: ¡Chica! Porque se murió…Se murió… ¿No entiendes?...Se murió
Lady Selene: ¡Como siempre! La impertinente.
Madame Valquiria: Mi nombre es Madame Valquiria
Lady Selene: ¡Ah! Valquiria. Eso suena como a vaca
 Madame Valquiria: ¡Fea!...Valquiria es una Diosa Vikinga
Lady Selene: ¿Lo buscaste por Google?
Madame Valquiria: ¡Sí! Y busqué también el pueblito ese donde tú naciste porque como no se encuentra en ningún mapa. No sabía si tú eras de verdad o eras una pesadilla.
Lady Selene: Pero, por lo menos no tengo esas piernas de elefanta por estar parada en la avenida esperando machos
Bella Afrodita: Muchachas no vayan a pelear. Miren que hoy es una noche  de paz.
Lady Selene: Es verdad bella Afrodita. No voy a permitir que cierta bruja me eche a perder el ritual. ¿Dónde quedé? ¡Ah ya sé. ¡Tómense  de las manos! Vamos a  hacer un viaje al cosmos
Madame Valquiria: Abróchense el cinturón que pronto despegaremos del aeropuerto La funeraria. Al mando la gorda, fea y becerra comandante Lady Selene  con  sus asistentes  la Bella Afrodita y Madame Valquiria.
Lady Selene: (Se suelta bruscamente. Rompe el círculo. Se dirige directo a Madame Selene. Sin levantar la voz) ¡Escúchame bruja! (Respira profundo. En tono conciliador) ¿Por qué siempre tratas de joder todo lo que yo hago?
Bella Afrodita: Recuerden estamos rezando por el eterno  descanso de nuestra querida  Doña Úrsula Maoli Amaranta Michel Rince Quintero.
Lady Selene: Guardemos un minuto de silencio.
Bella Afrodita: (Al cabo del minuto) ¿Prometen portarse bien?
Ambas: Lo prometemos por Madonna… ¡Salve a la Reina! (Suena música de Madonna)
Bella Afrodita: Y por la Reina Madre Cher.
Ambas: Dios salve a la Reina Madre Cher (Música de Cher).
Lady Selene: ¿Qué hora es?
Bella Afrodita: Cerca de las once
Madame Valquiria: (Hacia Lady Selene) Mira muchachita. ¿Terminaste con todo esto?
Lady Selene: Si, ¿por qué?
Madame Valquiria: Porque tenemos   que arreglar el bar.
Bella Afrodita: ¿Y la muchachita del bar?
Lady Selene: Chica, no la he visto.
Madame Valquiria: De seguro está oliendo coca por ahí.
Lady  Selene: “Cada ladrón juzga por su condición”.
Madame Valquiria: ¡Ay si! ¡Santa Lady Selene!... ¡PUTA!
Lady Selene: ¿Y tú? Fumona… ¡No!... ¡Drogadicta!.... ¡No! ¡No! ¡No! …Mejor… ¡Enferma!  (Madame Valquiria se abalanza contra Lady Selene. La bella Afrodita se mete en el medio)
Bella Afrodita: ¡Muchachas! ¡Tranquilas!...Vamos repite: ¡Nam miojo rengue kio!
Madame Valquiria: ¡Nam miojo rengue kio!
Bella Afrodita: ¡Otra vez! ¡Nam miojo rengue kio!
Madame Valquiria: ¡Nam miojo rengue kio!
Bella Afrodita: ¡Muy bien! Última vez. ¡Nam miojo rengue kio!
 Madame Valquiria: ¡Nam miojo rengue kio!
Bella Afrodita: Ahora tú Lady Selene
Lady Selene: ¡Nam mioja rengue kio! Me envuelvo en una luz rosada
Madame Valquiria: ¡Envuélvete en una luz de mierda!... ¡Sapa! (Lady Selene se encima contra Madame Valquiria. La bella Afrodita se vuelve a meter)
Bella Afrodita: (Señala hacia la puerta) ¡Miren quién viene allí! (Aparece un gay medio trans, pero que no lo es)
Diosa Calypso: ¡Abran los caminos que llegó la Diosa!
Madame Valquiria: ¡Por fin la niña aparece!
Lady Selene: ¿Cómo te llaman a ti? ¿La aparecida?
Diosa Calypso: (Besa a la bella Afrodita) Hola mi bella Afrodita. Tú eres la única chica decente aquí.
Bella Afrodita: Hola mi Diosa Calypso.
Lady Selene: La energía del cosmos me dicen que pronto te van a despedir.
Madame Valquiria: Es decir, que te van a botar para el coño de su madre.
Diosa Calypso: Mejor me voy a preparar todo para abrir esta noche.
Bella Afrodita: ¡Anda! ¡Anda!
Diosa Calypso: Nada será igual sin Doña Úrsula Maoli Amaranta Michel Rince Quintero.
Bella Afrodita: Así es. Ya la funeraria no será lo mismo sin ella.
Lady Selene: Que en paz descanse
Todas: Por Santa Madonna
Lady Selene: Dentro de unos segundos   las puertas de La Funeraria abrirán.
Madame Valquiria: Que en paz descanse…
Todas: Por santa Madonna
Diosa Calypso: Y por… (Pausa. Todas la ven) Lady Gaga
Las tres: (La miran con rabia) ¡¿Qué?!
 Diosa Calypso: ¡Está bien!... Por santa Madonna.
Madame Valquiria: ¿Por qué creen ustedes que este bar se llama la Funeraria?
Lady Selene: Dejemos eso para después. ¡Muchachonas! ¡Lindas! (Mira a Madame Valquiria y la señala) y tú… fea. ¡A prepararnos! (Salen todas. Quedan Diosa Calypso y Bella Afrodita)
Bella Afrodita: (Aplaude) ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! (Salta como una niñita. Aparece Madame Valquiria).
Madame Valquiria: Esta niña… Bella Afrodita. ¿A ti como que te falta litio en la cabeza? O ¿tienes un cromosoma menos?
Bella Afrodita: ¿Qué es litio?
Madame Valquiria: ¡Ay chica!... Búscalo por google… ¡Entra!
(Queda Diosa Calypso limpiando. De pronto se consigue una caja de música. La abre y dentro tiene una carta)
Diosa Calypso: ¡Muchachas! ¡Muchachas! ¡Vengan!
(Desde dentro)
Voces: ¡Ya  va chica! ¡Espérate!
Diosa Calypso: ¡Tienen que venir ya! La Doña dejó una carta.
(Salen todas)
Todas: ¿Una carta?
Diosa Calypso: ¡Sí! Una carta.
Lady Selene: ¡Dame acá! (Se la arranca de las manos)
Madame Valquiria: ¡Cuidadito con esa carta!
Lady Selene: Yo la voy a leer.
Madame Valquiria. (Irónica) ¿Y tú sabes leer?
Lady Selene: ¿La leo o no?
Bella Afrodita: Termina de leer. Me tienes en ascuas (Todas voltean y la miran)
Madame Valquiria. ¿Cómo dijiste?
Bella Afrodita: Me tienes en ascuas.
Diosa Calypso: Ella ha dicho: “Me tienes en ascuas” (Pausa .Todas ríen)
Bella Afrodita: Termina de leer la carta, ¿quieres?
Lady Selene: (Como quien no sabe leer) Que…ri…das…mu…cha…chas…a…quí…les….de…jo…es…ta…car…ta….
Madame Valquiria: Lady Selene, ¿dónde fue que me dijiste que estudiaste?
Lady Selene: En el Colegio de las monjitas del camino de las lágrimas derramadas frente  a la cruz de Jesús. (Todas se miran y sueltan una sonora carcajada)
Diosa Calypso: Yo la leo.
Bella Afrodita: Que la lea la más virginal de todas…jejejeje. (Voltea para todos lados)  Soy yo.
Lady Selene: Que la lea Bella Afrodita. Ella aún es virgen.
Madame Valquiria: (Se le acerca) ¿De verdad tú nunca has dado…?
Bella Afrodita: Que si no he dado qué.
Madame Valquiria: Lo de atrás.  Porque cosita no tienes. (Bella Afrodita se pone a llorar teatralmente)
Lady Selene: De verdad que tú eres malandra.
Diosa Calypso: (Abraza a Bella Afrodita) Madame Valquiria eres una insensible.
Madame Valquiria: ¡Ay sí! Ninguna ha visto un tremendo….
Lady Selene: ¡Chica! Deja las groserías. (A Bella Afrodita) Ya mi niña. (A Madame Valquiria) ¿Tú no ves que está muy triste porque su marinero no ha venido más?
Madame Valquiria: (A Bella Afrodita) Como decía mi abuela: “Pájaro que comió. Pájaro que voló”… ¡Chica! Olvídate de ese hombre y ya.
Bella Afrodita: (Toma la actitud de una actriz de telenovela melodramática  con movimientos y gestos exagerados) ¡No puedo! ¡No puedo! ¡No puedo olvidarlo!
Lady Selene: (En la misma tónica. Sigue el juego) ¡Hija! ¡Hija mía! Olvida ese hombre. El ya no te quiere. Se ha ido para… (En tono sepulcral) Siempre.
Bella Afrodita: ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? Sin él no quiero seguir viviendo. El prometió casarse conmigo… ¿Por qué Marco Aurelio Relio Verelio Del Altaltelio Del Tipiri Tipelio me abandonaste?
(Entra al juego Madame Valquiria y Diosa Calypso)
Lady Selene: (Señala a Madame Valquiria) ¡Ella! ¡Ella! Tu abuela es la culpable de todo.
Madame Valquiria: (En tono natural) ¿Cómo que la abuela?
Lady Selene: ¿Chica? Hazte la loca. Sigue
Bella Afrodita: (Tono melodramático) ¿Por qué me hiciste eso? Yo creí que me amabas… ¡Tú!... Mi querida abuela…
Madame Valquiria: Tengo que decirte la verdad. Aunque te duela. Por fin mi plan malévolo da resultado (Ríe exageradamente) jajajajajajaja. Marco Aurelio Relio Verelio Del Altaltelio Del Tipiri Tipelio te abandonó porque ama a otra mujer.
Bella Afrodita y Lady Selene: ¡Noooooooooooo!
Bella Afrodita: Y, ¿quién es esa otra mujer?
Madame Valquiria: Esa otra mujer es….
Diosa Calypso: (Haciendo un comercial) Si quieres que tu hombre siempre se vuelva loco por ti. Cómprate las nuevas pantaletas “Agarra nalgas” Las únicas pantaletas que moldean tu cuerpo… Recuerda que para pedidos al mayor puedes llamar al número que ves en pantalla.
Madame Valquiria: ¡Ya! Chica. Ya me cansé. Estoy agotada
Lady Selene: Por eso hacías el papel de la abuela…Por vieja.
Madame Valquiria: y tú, ¿quieres hacer el papel de la muerta?
Bella Afrodita: ¡Ya! Muchachas. ¿Hacemos más Nam miojo rengue kio?
Todas: ¡Noooooo!
Bella Afrodita: ¡Ay, si! No quieren que hagamos más Nam miojo rengue kio?
Madame Valquiria: Mira, chama… Tú… Lady Selene como para cuándo lees la carta.
Lady Selene: Anda Diosa Calypso, finaliza de leer la carta de Doña Úrsula Maoli Amaranta Michel Rince Quintero
Bella Afrodita: Que Dios la tenga en su santa gloria.
Todas: Por santa Madona.
Madame Valquiria: ¿Por qué le pondría a un bar como éste el nombre de La Funeraria? Miren que la vieja Úrsula era ociosa.
Diosa Calypso: (Se la quita de las manos) ¡Yo la leo! (Empieza a leer la carta.  No se debe oír lo que dice la carta. Hace fonomímica de que lee. Las otras ponen caras de asombro. Gestos grandes y exagerados de estupefacción) y eso es todo lo que dice la carta.
Bella Afrodita: O sea que tenemos que…
Todas: ¡Ssssshhhhh! Cierra la boca
Bella Afrodita: Yo no iba a decir nada.
Madame Valquiria: Empiezo yo.
Lady Selene: ¿Por qué tú?
Diosa Calypso: ¡No comiencen a joder!
Bella Afrodita: Dale, Madame Valquiria, la de la lengua bífida.
Lady Selene: ¿Qué dijiste? ¿Bífida? A ti, en vez de llamarte La Bella Afrodita, deberían llamarte la señorita Google.
Madame Valquiria: ¡Siéntense allá! (Señala hacia el público. Las demás se sientan en el público) Yo les voy a cantar. (Canta)
Todas: ¡Bravo! ¡Bravo! Lo hiciste muy bien (Suben al escenario)
Bella Afrodita: Lo hiciste muy bien. ¡Muy bien!
Diosa Calypso: Eres mi ídolo Madame Valquiria. Yo quiero ser como tú cuando llegue a tu edad.
Madame Valquiria: ¡Atrevida! Yo apenas tengo apenas 35 años.
Lady Selene: Treinta cinco años que llegaste aquí a La Funeraria. (Se hace un aparte. Este soliloquio puede ser incluido en el montaje o no).
Madame Valquiria: ¡No señor! ¡No señor! ¡Déjeme! ¡No quiero tragarme eso! ¡No, por favor! Por el Divino niño. No lo haga señor… (Con mucha angustia) ¡No!... Yo apenas era una niña… ¡Diez? ¿Once? (Pausa) ¡No sé! Solo recuerdo que mi mamá me dijo que acompañara a ese hombre. Era muy lindo. Él sonreía y parecía un actor de cine. Salimos de madrugadita. Iba él y yo. Nada más. Mi mami nos preparó el desayunito y arrancamos. Al cabo de un rato. Nos detenemos en un monte. El quería orinar. Yo me quedé sentadita. Tenía curiosidad por verle aquello. El empieza a orinar y me saluda. Yo lo miro allí abajo. Los ojos se fueron solos. El se da cuenta. Se lo empieza a agarrar. Se le puso duro. Yo me pongo como caliente de ver aquello. El se sonríe. Se veía bello.  Se acerca. Yo me puse roja de la vergüenza. Agarra mi mano y me la coloca en su miembro. ¡Qué cosa tan grande! ¡Es duro! Lo suelto. El se sube y me agarra la cabeza y hace que me lo trague. Fue horrible. No me cabe en la boca. Yo tenía… ¿Diez? ¿Once?  El empezó a meterme duro su cosa en mi boca. Me dolía. No podía respirar. Hasta que el hombre da un grito y siento un líquido pegajoso en mi garganta. “Bébaselo, mamita que es de su marido”. Fue la primera vez que me hacían tomar eso tan asqueroso. Me dijo que siempre lo haríamos. Yo le dije que no le dijera nada a mi mamá y el muy desgraciado se ríe. “Tu mamá te vendió. Ahora eres mío. ¡No!... Mejor mía….Porque serás mi mujer”. De allí nunca más vi mi mamá. ¿Mamá? A pesar de que la odio por venderme, a veces, la extraño. Por dos o tres años me penetraba dos veces al día hasta que un día me dijo que tenía que hacerle un favor a su marido. Trajo un polvito y me enseñó a olerlo. De allí empezó toda esta adicción. Ya no valía nada. Me penetraban… ¡No!...Me violaban  todos los días. Él y sus amigos policías que le traían el polvo. A veces eran cinco  hombres. Uno tras otro. Tomábamos y olíamos el polvito blanco.  Pero un día, gracias al Divino niño, decidí abandonarlo. Me vine para Caracas y una noche en plena avenida Libertador, donde trabajaba, Doña Úrsula me encontró. Yo lloraba porque estaba sola. Nadie quería ser mi amiga. La Doña me trajo a La Funeraria y allí conocí a la perra de Lady Selene. A ella la quiero como a una hermana. Mi única hermana (Vuelve la escena anterior)
Diosa Calypso: Ahora me toca  mí.
Lady Selene: ¿A ti? ¿Tú leíste la carta? Allí dice que…
Bella Afrodita: No importa lo que dice.
Madame Valquiria: Menos mal que la vieja esa se acordó de nosotras.
Lady Selene: De verdad chica que tú no tienes remedio… ¡Malagradecida!
Bella Afrodita: ¡Ay! ¡Ya! Dejen la pelea…Dale tú, Lady Selene
Lady Selene: ¡Está bien!
Bella Afrodita: Nosotras a sentarnos (Se sientan con el público)
Lady Selene: A petición de mi querido público que reclama mi presencia en estos escenarios…
Madame Valquiria: ¡Chica no seas ridícula!
(Lady Selene hace su actuación y todas aplauden)
Lady Selene: (Emocionada) ¿Cómo lo hice?
Bella Afrodita: Lo hiciste estupendo.
Diosa Calypso: Lo hizo muy bien Lady
Bella Afrodita: Recuerden que tenemos que escoger  a la mejor.
Diosa Calypso: Sin hacer trampas.
Madame Valquiria: (Sirviéndose un trago en la barra) Y todo para ver quién se queda con un sitio que se llama la funeraria.
Diosa Calypso: ¿Por qué será que Doña Úrsula Maoli Amaranta Michel Rince Quintero le puso ese nombre tan feo?
Lady Selene: (Abstraída) Yo no sé por qué la vieja le pondría a este cuchitril ese nombre. Lo único que sé es que  ésta es mi casa. Cuando yo llegué a Caracas venía  con mucha rabia. (Aquí la escena se paraliza. Ella se adelanta) Tenía muchas ganas de salirme de aquel pueblucho donde nací. Los primeros siete años de mi vida lo sentía como lo más bello del mundo. Hasta que los demás se dieron cuenta de que era diferente. Me gustaba todo lo de las niñas. Mi papá siempre me veía de una manera que me daba miedo. Un día que mi mamá salió. El me llama a su cama. Vi que se estaba acariciando aquello que me pareció enorme. Ahora sé que no era tan grande. Los he tenido mejores. Esos días no pude ir a la escuela porque estaba roto allá atrás. Eso se repitió por muchos días. Ya mi pueblo no era la cosa más bella del mundo. Era un infierno. Cuando llegué a esta ciudad quería salirme de ese abismo. Salir de ese desgraciado que noche a noche me llevaba con sus amigos “machos” para que se acostaran conmigo. El muy maldito cobraba 5 Bs por cada uno de ellos. Sus amigos me vestían de mujer. Me maquillaban y se me montaban encima uno tras otro hasta que me llenaban de su asqueroso líquido pegajoso y caliente. Lo bueno es que no me dolía.  El viejo borracho que no servía ni para un coño me vendía. Sólo servía para venderme. Yo se lo dije a mamá. Ella no hizo nada. La mujer a quien yo más amé en esta vida lo sabía. Mi mamá era cómplice de eso. Lo hacía para que mi papá no la dejara. Una noche, un viejo sádico de esos le pagó 20 bs para que me dejara toda la noche con él. Quería que yo fuera su mujercita. Tendría trece o catorce años.  Lo hice tomar mucho aguardiente y esperé a que se durmiera. Cuando estaba rendido como un cerdo. Agarré un poco de dinero que tenía guardado en un cajón. Me llevé su reloj de oro Me  fui directo a la carretera. Allí me recogió un camionero que se convirtió en mi chulo por un tiempo hasta que conocí a Doña Úrsula en la ciudad. Me trajo a este lugar. La funeraria se convirtió en mi hogar. En mi único hogar. (Vuelve la escena anterior)
Bella Afrodita: ¿Y yo?
Madame Valquiria: ¿Tú qué?
Lady Selene: Yo te anuncio.
Bella Afrodita: Yo me pongo para allá atrás (Camina al fondo. Está de espaldas) Cuando tu digas mi nombre…Me volteo. (Las otras dos se van hacia los lados del escenario)
Lady Selene: (Con voz de hombre fuerte y grave anuncia) ¡Esta noche! (Todas la miran asombradas)
Todas: ¡Niñaaaaaaa!
Madame Valquiria: ¿Te tragaste un camionero?
Lady Selene: (Con su voz) ¡Necias! (Continúa con la voz de hombre fuerte y grave) Muy buenas noches damas y caballeros. Este escenario se viste de gala para presentar a una estrella que ha recorrido los mejores escenarios del orbe…
Madame Valquiria: ¿Del quéeeeee?
Lady Selene:   Esta noche nos honra con su extraordinaria belleza…Con ustedes la pura y virginal Bella Afrodita (Bella Afrodita voltea y saluda)
Madame Valquiria: (Grita) Sobre todo virginal.
Lady Selene: (A Bella Afrodita) ¿Cómo se siente al estar en este país?
Bella Afrodita: (Hablando como si fuera una persona de lengua inglesa que, más o menos, habla español) Yo estar agradecida de este mucho país.
Madame Valquiria: (Se le acerca) ¿Y tú de dónde eres?
Bella Afrodita: Mi ser de la Inglaterra.
Lady Selene: (A Madame Valquiria) Gracias…Gracias… Tomen sus asientos… (A Bella Afrodita) y ahora, ¿qué nos vas a interpretar?
Bella Afrodita: Ser sorpresa. Una canción mucho bonita.
Lady Selene: Y con ustedes la Bella Afrodita…
(Canta la Bella Afrodita. Todas entran al escenario. La abrazan)
Diosa Calypso: ¡Estuviste divina!
Lady Selene: Ahora si vas a conquistar a tu marinero.
Bella Afrodita: ¿Tú crees, Lady Selene?
Diosa Calypso: ¡Claro que sí!  Tú eres la más hermosa de la Funeraria.
Lady Selene: (Al oído de Bella Afrodita) Yo creo que tu marinero vino esta noche.
Madame Valquiria: No seas mentirosa.
Lady Selene: ¡Ven! Vamos a buscarte un nuevo marinero (Van hacia el público. Dialogan con la gente. Después entran al escenario)
Diosa Calypso: No importa, bella que no hayamos encontrado a tu marinero.
Madame Valquiria: ¡Chica! ¿Cuál es la paja con ese bendito marinero? ¿Dónde lo conociste? (Bella Afrodita queda pensativa. Se adelanta. Las otras permanecen quietas)
Bella Afrodita: ¡Marcos! ¡Marcos! ¡Marcos! ¿Dónde estás? A él lo conocí en el terminal del Nuevo Circo. Yo vendía cigarrillos. Era chiquitica. Tendría como trece años. Ya era toda partidita. Marcos era un tipo grandote. Moreno. De brazos fuertes. Estaba vestido de blanco. Un poco sucio. Su piel contrasta con su uniforme. Me miró y dijo: “Dame uno”. Su voz hizo que me estremeciera. El se dio cuenta. Comenzamos a hablar. Era oriental. Tenía unos días libres. Quería conocer a Caracas. Me preguntó por mis padres. Le comenté que habían muerto allá en los Andes .Que vivía con una tía. Yo odiaba a esa mujer porque me tenía como su esclava particular. Así pasamos horas hablando.  Dijo que vendría a buscarme al día siguiente.  Me pidió que me vistiera como su mujercita porque parecía una hembrita. Nunca me había vestido de mujer.  Me puse bonita y vine  por primera vez aquí a este lugar. A la Funeraria. Todo iba bien. Mi marinero bebía mucho. Su carácter cambia. Dice que quiere cogerme. Yo le digo que no. El insiste. Le digo que no. El insiste. Le digo que no. El insiste. Le digo que no. “¡Marico!”. Me grita. “Tú eres un pobre marico”. No es cierto. “Tú no eres ninguna mujer” Me golpea la cara. Me la toco y veo que tengo sangre. La Doña interviene. Lo sacan a golpes de aquí. Yo quedé sola en esta Funeraria.
(Sigue la escena anterior)
Diosa Calypso: ¿Qué importa dónde lo conoció?
Lady Selene: Dejen tranquila a la virginal Bella Afrodita.
Madame Valquiria: Yo no sé ustedes, pero ésta que está aquí (Se señala a sí misma) está cansada y se va a descansar.
Lady Selene: ¡Vamos todas a descansar y después decidimos quien se queda con la Funeraria. (Comienzan a caminar hacia el fondo)
Diosa Calypso. ¡Esperen! Falto yo por hacer mi chou. (Se acerca Madame Valquiria)
Madame Valquiria: Mira esta niña. Tú no vas hacer ningún chou porque eso es para las grandotas.
Diosa Calypso: ¿Las más viejas?
Madame Valquiria: (Indignada) Las más viejas…no…las más experimentadas.
Diosa Calypso: Pero yo….
Madame Valquiria: (La interrumpe) Te dije que ¡no! (Se van. Queda sola Diosa Calypso)
Diosa Calypso: ¿Qué no? ¿Quién dijo que no? ¿Ellas? (Señala hacia adentro) ¡Pues, no!...La carta dice… ¿Dónde está la carta? (Busca la carta. La consigue) Aquí dice: (La voz puede ser voz en off o el mismo actor) “Queridas niñas, les dejo como herencia la Funeraria, pero eso sí, la dueña de todo será aquella que sepa ganarse al público con sus aplausos. Será el público quien decida la que será dueña de la Funeraria. Todas deben hacer su chou…Dije… ¡Todas!”…Si aquí dice todas…Es porque somos todas…Así que…Abran los caminos porque llegó su Diosa  (Comienza la música y Diosa Calypso hace su espectáculo) (Entran al escenario y se paran atrás. Su presencia no debe perturbara la escena. Permanecen quietas. La Diosa finaliza)
Diosa Calypso: ¡Gracias!... ¡Gracias!... ¡Gracias!
Madame Valquiria: (Directo hacia la Diosa) Yo te dije que no hicieras nada.
Diosa Calypso: Deja la envidia, chica.
Madame Valquiria: ¿Envidia? ¿Envidia? ¿Yo?
Bella Afrodita: ¿Por qué lo hiciste Diosa Calypso?
Diosa Calypso: (Enseña la carta) Porque aquí en la carta dice que todas debemos hacer el chou.
Madame Valquiria: A mí no me importa lo que la vieja esa haya escrito…La ganadora soy yo.
Lady Selene: ¡No señora! La ganadora soy yo.
Bella Afrodita: Creo que lo que hacen no es correcto. El público es quien decide.
Diosa Calypso. El público va a decidir por mí.
Lady Selene: (Al público) ¿Verdad que yo soy la mejor?
Madame Valquiria: ¿Tú? (Ríe ruidosamente) La ganadora soy yo.
Bella Afrodita: (Grita) ¡Basta! (Pausa) Que decida el público…. (A los espectadores) ¡Señoras y señores! Disculpen a estas muchachas. Vamos a elegir a la que será la dueña de La Funeraria, según el testamento de nuestra Doña Úrsula Maoli Amaranta Michel Rince Quintero….Pregunto: ¿Quién fue la mejor? (Todas empiezan a pelearse y a tratar de convencer al público) (Sale una voz en off o aparece una drag entrada en años).
Doña Úrsula: ¡Yo no estoy muerta! Estaba de parranda.
Todas: (Extrañadas) ¿¡Doña Úrsula!?....¡Noooooo! (Apagón)
Fin.

Caracas, 2010.



sábado, 25 de agosto de 2018

La muerte de Madonna

(Santiago de Chile 1952- Ibídem 2015)
De Pedro Lemebel.



Fue la primera que se pegó el misterio en el barrio San Camilo. Por aquí, casi todas las travestis están infectadas, pero los clientes vienen igual, parece que más les gusta, por eso tiran sin condón.

Ella sola se puso Madonna, antes tenía otro nombre. Pero cuando la vio por la tele se enamoró de la gringa, casi se volvió loca imitándola, copiando sus gestos, su risa, su forma de moverse. La Madonna tenía cara de mapuche, era de Temuco, por eso nosotros la molestábamos, le decíamos Madonna Peñi, Madonna Curilagüe, Madonna Pitrufquén. Pero ella no se enojaba, a lo mejor por eso se tiñó el pelo rubio, rubio, casi blanco. Pero ya el misterio le había debilitado las mechas. Con el agua oxigenada se le quemaron las raíces y el cepillo quedaba lleno de pelos. Se le cala a mechones. Nosotros le decíamos que parecía perra tiñosa, pero nunca quiso usar peluca. Ni siquiera la hermosa peluca platinada que le regalamos para la Pascua, que nos costó tan cara, que todos los travestis le compramos en el centro juntando las chauchas, peso a peso durante meses. Solamente para que la linda volviera a trabajar y se le pasara la depre. Pero ella, orgullosa, nos dio las gracias con lágrimas en los ojos, la apretó en su corazón y dijo que las estrellas no podían aceptar ese tipo de obsequios.

Antes del misterio, tenía un pelo tan lindo la diabla, se lo lavaba todos los días y se sentaba en la puerta peinándose hasta que se le secaba. Nosotros le decíamos: Éntrate niña, que va a pasar la comisión, pero ella, como si lloviera. Nunca le tuvo miedo a los pacos. Se les paraba bien altanera la loca, les gritaba que era una artista, y no una asesina como ellos. Entonces le daban duro, la apaleaban hasta dejarla tirada en la vereda y la loca no se callaba, seguía gritándoles hasta que desaparecía el furgón. La dejaban como membrillo corcho, llena de moretones en la espalda, en los riñones, en la cara. Grandes hematomas que no se podían tapar con maquillaje. Pero ella se reía. Me pegan porque me quieren, decía con esos dientes de perla que se le fueron cayendo de a uno. Después ya -no quiso reírse más, le dio por el trago, se lo tomaba todo hasta quedar tirada y borracha que daba pena.

Sin pelo ni dientes, ya no era la misma Madonna que tanto nos hacía reír cuando no venían clientes. Nos pasábamos las noches en la puerta, cagadas de frío haciendo chistes. Y ella imitando a la Madonna con el pedazo de falda, que era un chaleco beatle que le quedaba largo. Un chaleco canutón, de lana con lamé, de esos que venden en la ropa americana. Ella se lo arremangaba con un cinturón y le quedaba una regia minifalda. Tan creativa la cola, de cualquier trapo inventaba un vestido.

Cuando se puso la silicona le dio por los escotes. Los clientes se volvían locos cuando ella les ponía las tetas en la ventana del auto. Y parece que veían a la verdadera Madonna diciendo: Mister, lovmi plis.

Ella se sabía todas las canciones, pero no tenía idea lo que decían. Repetía como lora las frases en inglés, poniéndole el encanto de su cosecha analfabeta. Ni falta hacía saber lo que significaban los alaridos de la rucia. Su boca de cereza modulaba tan bien los tuyú, los miplís, los rimernber lovmi. Cerrando los ojos, ella era la Madonna, y no bastaba tener mucha imaginación para ver el duplicado mapuche casi perfecto. Eran miles de recortes de la estrella que empapelaban su pieza. Miles de pedazos de su cuerpo que armaban el firmamento de la loca. Todo un mundo de periódicos y papeles colorinches para tapar las grietas, para empapelar con guiños y besos Monroe las manchas de humedad, los dedos con sangre limpiados en la muralla, las marcas de ese rouge violento cubierto con retazos del jet set que rodeaba a la cantante. Así, mil Madonnas revoloteaban a la luz cagada de moscas que amarilleaba la pieza, reiteraciones de la misma imagen infinita, de todas formas, de todos los tamaños, de todas las edades; la estrella volvía a revivir en el terciopelo enamorado del ojo coliza. Hasta el final, cuando no pudo levantarse, cuando el sida la tumbó en el colchón hediondo de la cama. Lo único que pidió cuando estuvo en las despedidas fue escuchar un cassette de Madonna y que le pusieran su foto en el pecho.

Nemesio Antúnez y Madonna

Seguramente entonces, por allá en los años ochenta, cuando el arte corporal era el boom de la cultura chilena. Cuando el cuerpo expuesto podía representar y denunciar los atropellos de la dictadura. Quizás, en ese alambrado marco cultura nadie hubiera imaginado que la metáfora «LO QUE EL SIDA SE LLEVÓ» se coagularía en varios de los personajes que participaron de aquella acción de arte en la calle San Camilo. Un perdido reducto del travestismo prostibular que desaparecía en Santiago.

La intervención escenografíaba un homenaje, una estrellada nocturna desplegada en el cemento sucio. Una parodia de Broadways en el barro de la sodomía latinoamericana.

Las estrellas, pintadas en positivo y negativo, reafirmaban la poética del título de la acción «LO QUE EL SIDA SE LLEVÓ». El montaje hollywoodense de los, focos y cámaras de filmación, las travestis más bellas que nunca, engalanadas para la premier, posando a la prensa alternativa, mostrando la silicona recién estrenada de sus pechos. Todo el barrio deslumbrado por el fulgor de los flashes. Y toda la resistencia cultural en dictadura, políticos artistas, teóricos del arte, fotógrafos y camarógrafos sapeando la performance de «Las Yeguas del Apocalipsis», que regaron de estrellas el paseo comercial del sexo travesti.

Así, el barrio pobre por una noche se soñó teatro chino y vereda tropical del set cinematográfico. Un Malibú de latas donde el universo de las divas se espejeaba en el cotidiano tercermundista. Calle de espejos rotos, donde el espejismo enmarcado por las estrellas del suelo, recogía la mascarada errante del puterío anal santiaguino.

Allí la Madonna fue la más fotografiada, no por bella, sino más bien por la picardía tramposa de sus gestos. Por ese halo sentimental que coronaba sus muecas, sus contorsiones de cuerpo mutante que se reparte generoso a las llamaradas de los fotógrafos.

Fue la única que se la creyó del todo estampando sus manos gruesas en la cara del asfalto. La única que eligió a una camarógrafa mujer para que la videara. La única que le posó desnuda bajo la ducha. Tal como dios la echó al mundo, pero ocultando la vergüenza del miembro entre las nalgas. El candado chino del mundo travesti, que simula una vagina echándose el racimo para atrás. Una cirugía artesanal que a simple vista convence, que pasa por la timidez femenina de los muslos apretados. Pero a la larga, con tanto foco y calor, con ese narciso tibio a las puertas del meollo, el truco se suelta como un elástico nervioso, como un péndulo sorpresa que desborda la pose virginal, quedando registrado en video el fraude quirúrgico de la diosa.

Pasó el tiempo, vinieron los cambios políticos y la democracia organizó la primera muestra oficial del arte negado por la dictadura. El Museo Nacional de Bellas Artes y su repuesto director, Nemesio Antúnez, dieron el vamos al Museo Abierto, una gran muestra plástica que abarcaba todos los géneros, incluyendo la performance, la fotografía y el video.

Una de las salas del edificio se habilitó para exhibir las producciones de los videístas, y fue numeroso el público que repletó el espacio de libertad creativa propuesto por Nemesio Antúnez. La exposición no tenía censura previa, por lo que la Madonna de San Camilo pasó colada en el video «Casa Particular», que Gloria Camiruaga había realizado con las «Yeguas del Apocalipsis» en la calle travesti. Solamente a mediodía, cuando los colegios visitan los museos con su algarabía revoltosa, en ese tiempo libre que la educación destina al arte, una patrulla scout de niños ecológicos se instaló con su jefe Daniel Boom en la sala de videos para culturizar sus prácticas de salvataje. Y tras correr y correr las cintas testimoniales, las películas lateras de los videistas que quieren ser cineastas, las escenas intelectuales y narrativas del nuevo video pop, y tanto, tanto sopor de los cabros chicos obligados a gozar el arte. En medio de esa clase aburrida, la pantalla se ilumina con, el cuerpo desnudo de la Madonna y estallan en aplausos los críos, sobre todo los más grandecitos. Hasta el instructor Daniel Boom se puso lentes para seguir el paneo de la cámara por el cuerpo depilado de la loca; su perfil nativo, sus hombros helénicos, apretados en el gesto tímido de la ninfa, sus pequeños pezones abultados al juntar los brazos. Y los brazos, y su estómago plano donde la cámara resbala como en un tobogán. Y todos acezantes, los péndex agarrándose sus tulitas verdes. Los más grandecitos sofocados por la excitación de la cámara bajando en silencio por esa piel del vientre. Los pantalones cortos de los scouts levantando la carpa del marrueco, casi al mismo tiempo que el ojo de la pantalla aterriza en los pastizales púbicos. Todos en silencio, apretados de silencio, pegados a la imagen recorriendo esa selva oscura, ese pliegue falso, esa hendidura de la Madonna conteniendo el aliento, sujetándose la próstata entre las nalgas, simulando una venus pudorosa para las bellas artes, para la cámara que hurga intrusa sus partes pudendas. Entonces, el elástico se suelta y un falo porfiado desborda la pantalla. Casi le pega en la nariz al jefe de brigada. Y en un momento todo es risa y aplausos de los péndex, todo es sorpresa cuando el desborde genital, de la Madonna se convierte en un grito morse que escandalea la sala. Todo es fiesta cuando la sala se repleta de otros escolares que visitaban el museo, tocándose, jugando a los agarrones, viendo una y otra vez la rápida metamorfosis, la repetición incansable del video reiterado en la cinta. Todo es emergencia para los empleados del museo tratando de cortar la película. Para el jefe de los scouts gritando que pararan esa obscenidad, ese escándalo sin nombre para los menores que se apretaban la guata riendo. Y una y otra vez el miembro reventaba la imagen. Una y otra vez la Madonna mostrando el truco, la verga travesti que campaneaba como un péndulo llamando a todo el museo, haciendo que corrieran las secretarias y auxiliares hasta la sala, provocando tanto despelote, tanto grito de los profesores y del jefe scout tocando el pito, vociferando que cortaran esa suciedad, que eso no era arte, eso era pornografía, pura mugre libertina que desprestigiaba a la democracia. Que cómo el director, el respetado Nemesio Antúnez, había permitido la exhibición. Que alguien lo llamara para que se hiciera responsable del bochorno. Porque sólo él podía dar la orden de parar la cinta. Entonces llegó Nemesio, que nunca habla visto el video, y después de conocer a la Madonna con su títere juguetón, dio orden de cortar la cinta. Y dando disculpas, dijo que en ese caso era aplicable la censura.

Tal vez la Madonna de San Camilo nunca supo del problema que le costó a Nemesio Antúnez un, tirón de orejas del presidente. Nunca supo de las canas verdes que le hizo salir a Nemesio asediado por los periodistas preguntando: ¿Por qué la censura ahora que estamos en democracia? Jamás supo que su inocente performance provocó una serie de expulsiones de otros artistas destapados que habían pasado piola. Además las críticas de la derecha, siempre dispuesta a remoralizar cualquier desborde de la naciente democracia. La Madonna nunca supo nada, ella estaba lejos del aparataje cultural cosiendo sus encajes minifalderos para deslumbrar a su anónimo transeúnte. Se pasaba las tardes pegando lentejuelas al ruedo vaporoso que arrepollaba sus caderas. Probándose cada blonda en el vaivén de ir a la esquina a comprar un cigarro suelto. Allí en el kiosco de diarios, vio la noticia, y supo de la gira de Madonna por Latinoamérica. Supo que vendría a Chile con un rebaño de Boeing que cargaría la estruendosa superproducción de la cantante. Desde entonces no habló de otra cosa. Voy a ser su amiga, decía cuando me vea sabrá que nacimos una para la otra. Hasta es posible que hagamos un show juntas, o me elija como su doble para las entrevistas. Y tantas cosas que tiene que hacer cansada la pobrecita. Tantas giras, tanto avión, tanto hombre siguiéndola después de los conciertos. Yo sería como su amiga intima, su secretaria, su confidente que la mandaría a dormir sin pastillas Un baño tibio con eucaliptus, una agüita de toronjil, un masaje en los pies contándole mi vida, y al final terminaríamos roncando juntas en su enorme cama de raso negro.

Quizás si Madonna hubiera conocido tales sueños, si le hubiera llegado al menos una de sus cartas, habría extendido su gira hasta este fin de mundo. Pero los Boeing nunca atravesaron la cordillera, sólo llegaron hasta Buenos Aires, donde el escándalo de la diva sacó roncha en la moral transandina. Por eso los ecos de aquella actuación motivaron la clausura de su show en Chile. Según las autoridades no hubo censura, solamente que «no había auspiciadores para Madonna en este país». Así todos supieron que detrás de esta blanca excusa había operado la mano enguantada de la moral, desviando la comitiva de la diosa sexy de regreso al primer mundo.

La Madonna de San Camilo nunca se repuso del dolor causado por esta frustración, y la sombra del sida se apoderó de sus ojeras enterrándola en un agujero de fracasos. Desde ese momento, su escaso pelo albino fue pelechando en una nevada de plumas que esparcía por la vereda cuando patinaba sin ganas, cuando se paraba en los taco agujas toda desabrida, a medio pintar, sujetándose con la lengua los dientes sueltos cuando preguntaba en la ventana de un auto: ¿Míster, yu lovrni?

Y así, finalizando su espectáculo, cerró los ojos, como un cortinaje pesado de rímel que cae en el estruendo los aplausos. El último dance queda interrupto. Bruscamente cortada la respiración, el motor del pecho es un auto sport detenido en la costanera francesa. La boca entreabierta, apenas rosada por el plumaje del ocaso, es un beso volando tras el lente que nunca imprimió la última copia de Madonna, la última caricia de su mejilla damasco, apoyada en el hombro salpicado de brillos que estrellan su noche lunar. Desmadejada por dentro, la de cuerpo es tina sombra minifalda como un flaco favor la contextura elástica de la diva. Nadie podría ser pareja de su dancing, girando sola más allá de nuestros ojos, despidiéndose en el aeropuerto quemada por los flashes, divinizada por tanta foto que la descalza en las poses, como muñeca mecano que se reparte múltiple hasta el infinito. Nadie podría alcanzarla, bajando la escalera en retirada al campanazo de la medianoche, esparciendo sus tacos altos en los peldaños de plata. Fugándose prisionera de la farsa, huérfana de sí misma y huérfana de la Monroe, que irónica en el cartel original, retorna a las dos Madonnas al barrio sucio. Quizás el único lugar donde pudieron encontrarse, compartiendo un chicle, entonando alguna canción, o intercambiando secretos de tinturas para el pelo.

Por favor, aún no.