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lunes, 2 de marzo de 2020

¡Dígalo ahí, menor!


Original de Bruno Mateo.
IG: @brunomateoccs
Twitter: @bruno_mateo
Poema de Luis Alfredo García Marcano.



RESERVADO TODOS LOS DERECHOS.  Prohibido cualquier uso
que se le quiera dar a esta obra, incluyendo la reproducción total
o parcial de la misma, sin el consentimiento escrito del autor.
Para el permiso o cualquier información, escribir a:
Bruno Mateo bmateo@gmail.com

Sociedad de autores y compositores de Venezuela Sacven N° 9.070.



(Entra un muchacho de unos 16 a 17 años vestido con toga y birrete. Es su graduación de bachiller de la República)

Pastor Marcano Bolívar: (Entra despacio se sitúa en un pequeño círculo dibujado en el piso. Tose un poco y se aclara la voz) ¡Buenos días! Hoy voy a presentarle el discurso de despedida de todos mis compañeros y compañeras (Pausa. Respira profundo. Toma aire). Hoy es el día de nuestra graduación de bachiller. Yo soy Pastor Marcano Bolívar. Nuestra promoción se llama “Los hijos de este siglo”…. Queremos agradecer a todo la Directiva de nuestro colegio Unidad Educativa Bolivariana César Rengifo, a todo el personal administrativo, al personal obrero, al Ministerio del Poder Popular para la Educación, al cuerpo de vigilancia, a la señora Francisca de la cantina, al señor Marcelino que nos abría el teatro para ensayar en las tardes, al señor Héctor que abría el gimnasio para practicar deportes los sábados,  a nuestros padres, a los señores que venden empanadas cerca  de la iglesia de la esquina de nacimiento, a los mototaxistas  que muchas veces nos traían al liceo temprano, en fin a todas y todos los presentes en el día de hoy…Una mañana radiante…Radiante como fueron nuestros estudios durante estos cinco años que dieron como resultado esta graduación “Los hijos de este siglo” . Nuestra graduación de bachilleres. Yo, al igual que todos mis compañeros, vimos cristalizados nuestros sueños y por ello permítanme leer un pequeño discurso (Saca de su bolsillo un pergamino de tela, el cual, al abrirse cae al suelo como una larga lista) Voy a comenzar. (Se prepara para leer. Pausa. Ve a la audiencia. Ríe) ¡No se asusten! No voy a leer este largo discurso (Comienza a enrollarlo) En realidad, no queremos  hacer esto tan extenso. Solamente diré unas cuantas cositas. Yo recuerdo cuando llegué de mi pueblo a  Caracas. Todo me parecía súper bien. Vine  a estudiar a la ciudad. Yo ya tenía tercer año aprobado en el Liceo Unidad Educativa Antonio José de Sucre. Tenía quince años recién cumpliditos. Llegué a casa de una tía segunda. Mi tía Cristina. Ella está casada con el primo de mi papá. Después de unos meses me tuve que ir a una residencia en la Pastora. La señora creía que yo era su muchacho de mandados. (Imita la voz de su tía) ¡Pastor!, ¿podrías traerme del mercado unas cositas?... ¡Pastor!, ¿podrías poner los bombillos de la escalera del edifico que se quemaron?... ¡Pastor!, ¿podrías traerme el periódico? Y Pastor para acá y Pastor para allá  (Con su voz) ¡Basta!... ¡Suficiente! Tampoco la cosa es así. Yo puedo colaborar con la casa, pero tampoco para tanto. Uno viene a  Caracas a estudiar no a cachifear (Observa  hacia su lado derecho) Creo que no hay derecho de tanto abuso (Voltea con más insistencia. Mira al público. Le hace seña de que se aguanten) ¡Un momentico, por favor! (Va hacia su lado derecho y recoge una hoja de papel. Regresa al círculo) Aquí dice que continúe y que recuerde agradecer a los profesores (Al público) ¿Yo no le agradecí a los profesores y profesoras? ¡Qué raro! Yo creo que sí lo hice…De acuerdo, si no lo hice, ahora lo hago… Quiero agradecer al profesor de matemáticas José Luis Velásquez (Cambia de tono) ¿Será que tenemos que agradecerle que nunca nos dio clases? ¡Ay! Profesor pa´malo. El hombre ni siquiera nos hacía exámenes. El llegaba al salón. Ni buenos días daba. Yo creo que dar los “Buenos días” a alguien no nos quita nada. El tipo llegaba. Escribía un poco de ecuaciones copiadas del libro, nos decía ¡copien! y se sentaba a hablar por el celular. El de lo único que estaba pendiente era de que si habían depositado la quincena.  (Buscan en el público) ¡Profe!..¡Profe!... ¿Está allí?... No vino…. (En tono de burla) ¡Qué raro! …A veces pasaba una semana y ni venía. (Sigue leyendo la hoja de papel) Al profesor Manuel  Palacios… ¡Ajá! De ese, precisamente quiero hablar (Al público) Si está entre el público diga ¡Presente! (Pausa) Tampoco vino. ¿Cómo es posible que un profesor la agarre con un alumno? Yo creo que usted está muy  viejo para la gracia. Primero, ese profesor nunca nos daba el plan de evaluación. Yo saqué en  el primer lapso veinte puntos, pero después en el segundo lapso me puso diez y en el tercero diez otra vez. Nunca entendí. Yo le entregaba los trabajos  a tiempo. Llegaba puntual a la clase y respondía todas las preguntas del examen y ¡Zácata! Diez por el pecho. Una vez, comparé mi examen con el de su alumno preferido que por cierto, faltaba bastante a clases, no traía los ejercicios y de hecho, no se graduó con nosotros…Pero a él sí le ponía quince o catorce como mínimo. ¿Y ustedes saben por qué la agarró conmigo? Porque una vez se puso a decir que  los venezolanos éramos flojos. Yo me molesté y le dije que eso era mentira. Y me dice: ¡Claro!, tú estás bien porque tu mamá trabaja para el gobierno. Yo agarré una arre…. Me paré y le dije: ¡Mire, profesor, no le permito que usted hable de mi mamá de esa manera! y por ahí se fue la cosa...Menos mal que ya salí de usted. No quiero escuchar más sus gritos. Con el cuentico ése de que Usted tiene la voz fuerte le grita a todo el mundo. Aunque yo creo más bien que esa voz es falsa…Como Usted (Toma la hoja de papel y la dobla) No necesito esta hoja para decir lo que tengo que decir. Quiero agradecer el apoyo que nos dio la profesora de castellano y literatura, María Antonia,  quien defendió a una alumna que era lesbiana. A la muchacha la encontraron  en el baño con su novia. ¿Dónde más se podían besar? Si lo hubieran hecho en el patio…la matan. Ella tiene su novia. ¡Sí! Su novia…. Nosotros…Todo el grupo lo sabíamos. ¿Cuál es el problema? Ella es un ser humano también. Se tuvo  que ir porque la hicieron sentir vergüenza. ¡Vergüenza! ¿Por qué? ¿Por ser lesbiana?  Vergüenza deben sentir Ustedes…. ¡Profesores! Entre comillas. Fue mucho el chalequeo. La única que la defendió fue la profe de castellano y a ella también la empezaron a llamar lesbiana. No nosotros. ¡Ustedes!…Los que están allí sentados…Ella  se fue por todo lo que le hicieron…. ¡Ah!... Pero Usted profesor Carlos Flores, nunca dijo lo que soñó conmigo… ¡A ver!...Déjeme recordar sus palabras exactas (Imita la voz del profesor) “Hola Pastor, ¿sabes que soñé anoche contigo? ¿Soñé que estábamos haciendo el amor?” (Vuelve a su voz) Eso sería como una película de horror…”Amo a mi momia”… ¡Señor!... Usted no se da cuenta que yo soy un menor de edad. ¿No se ha visto en el espejo? Usted es un viejo. Búsquese a alguien de su edad. No se equivoque. Y si yo hubiera sido un rolo de malandro… ¡Lo quiebro!...Por abusador… Por eso es que los matan. De pana, cada oveja con su pareja. ¿Será que todos los gays son así de lanzados?... ¡No creo!... Para mí que ese señor tiene que ir a un psiquiatra. Ese día no lo denuncié porque no quise tener problemas en el liceo. Seguro no me creerían, si no le creyeron a Esperanza cuando les dijo que el instructor de kárate le estaba diciendo cosas morbosas. ¡Ah! No le creyeron porque el hombre es el marido de la directora. ¡Así son las cosas!... ¿Por qué ven en los alumnos un desahogo? Yo creo que un tipo viejo no debe estar buscando muchachitas ni muchachitos. Se ve ridículo. A menos que quiera que lo chuleen…. (Cambio) Nosotros tenemos muchas ideas. Queremos hacer. Hacer. Hacer…Y no podemos empatarnos con viejas. No por nada. Es que Ustedes tienen su camino. Nosotros no. Tenemos que hacerlo….  Tal vez, hoy es el último día que nos veamos. En el camino se quedaron muchos compañeros. Algunos porque no quisieron seguir. Como aquella chica que se fue porque quedó preñada y sus papás la corrieron  de la casa. ¡Qué cosa tan loca! ¿Cómo vas a botar a una chama a la calle porque metió la pata? Yo creo que después es peor. Nosotros recogimos dinero para dárselo al  bebé. (Señala al público) Ella, creo, está sentada en algún lugar. (Haciendo una visión panorámica) ¿No está?...No está… Ella debería estar aquí parada junto con el grupo. (Ríe) Creo que tengo que seguir con el discurso. (Al público) ¡Disculpen por salirme!... (Saca la hoja de papel que tiene en el bolsillo. Tono de discurso) Nuestra promoción “Los hijos de este siglo” es producto de la culminación de cinco años de estudios…Aunque yo estudié solamente cuarto y quinto año en este liceo…Durante nuestro camino pudimos descubrir el lado científico de las cosas, gracias  a materias como biología, física y química, descubrimos a los escritores más representativos de la literatura universal y nacional, nos paseamos por la gesta libertadora que dejaron nuestros héroes (Pausa) ¡Verga! Pero si el profesor de Historia decía que con la Patria no se come. ¡De pana! El tipo decía que estudiáramos algo que nos diera plata  o que nos metiéramos a vender…que eso era lo que daba real… ¿Y entonces?... ¿Por qué ponen esto aquí? El profesor no le gusta nada de lo que se hace en Venezuela. Que si el metro no sirve…que si las calles estás llenas de huecos…que los hospitales se están cayendo…que a los buhoneros deberían sacarlos…que los mototaxistas es culpa de la falta de gobierno…que Caracas está llena de basura…que los venezolanos son flojos…que las universidades deberían ser privadas para que funcionen mejor…el profesor… ¡de pana!...se pone fastidioso con eso. ¡Ah! Disculpen lo de verga, pero ese profesor es bien “vendío” con los extranjeros… Esta bata me está dando calor. ¡Bata, no! Toga. Voy a terminar de leer esto para que nos entreguen los títulos… (Lee) Agradecemos a los profesores de música, teatro, danza por enseñarnos tanto… (Cambio) Que, por cierto, a ninguno de nuestros padres les gusta. Con nosotros estudiaba un pana…estudiaba porque se salió…Creo que me dijeron que se fue a Cuba o a Europa con una beca. Ese chico  sí era chévere. Sacaba buenas notas y todo. Pero le gustaba el teatro y la danza. A sus papás no les gustaba. El papá es militar. Decía que eso era de maricos. El carajo tiene novia. Se fueron juntos.  ¿Quién dijo que si te gustaba algo de teatro o baile o pintura eras raro? Por eso se fue. ¿Ves? Allí sí se justifica que se vaya. No por las pendejadas que decía el profesor de Historia….Mejor sigo leyendo…Agradecemos al profesor de dibujo técnico Luis Volcán… (Pregunta hacia adentro) ¿Quién es ese? (Pausa)… ¡Ah! ¡Ya!..¿El embustero?.... (Ve al público) ¡No! De verdad…El profe es tremendo mentiroso. El cree que es lo mejor de lo mejor. Su teléfono es el más caro del mercado. No hay más. Ese el único modelo en el mercado. ¿Qué tal?...Déjenme contarle un viaje de sus vacaciones…Todo esto lo decía en clases…. Nunca dio clases. Llegaba y nos echaba todos sus cuentos. La otra vez…Enero… llegamos de vacaciones y Volcán nos empieza a decir lo bien que les fue en sus vacaciones. Primero, fue  a París, allí estuvo en un hotel carísimo, después se fue a España y conoció a…no sé qué reina…después a Roma…El tipo es tan mentiroso que nos muestra sus fotos…Y las fotos están editadas… o sea, son un  montaje…La cosa no queda en Roma…De allí va a una vaina que se llama las islas Fiji, luego se regresa a Los Ángeles…Los Ángeles a Nueva York y de Nueva York a Maracaibo para visitar a su mamá…Y de Maracaibo a Caracas…Todos quedamos cansados del viaje (Ríe) (Cambio) ¡Ahora serio!....Nuestro eterno agradecimiento a quienes día tras día estuvieron allí presentes en las casas. Haciendo el desayuno. Hablando con nosotros para que estudiáramos. A nuestros padres. Esos guías que siempre están allí. (Cambio) Yo quiero darle las gracias a mi abuela. Una mujer que dio lo mejor de ella para criarme….Mi abuela y yo nos sentábamos en la tarde, afuera y conversábamos de todo. Ella me enseñó a cocinar .La extraño tanto desde que me vine. No pudo venir a mi graduación. Está muy enferma. Pero la siento aquí…Aquí cerquita A mi abuela Verónica…  
Para Maíta en el pueblo chiquito de su angelito negro en Caracas… (Pausa larga)

Maíta, aquí no me levanto  con el olor a café recién colado.
 Aquí me levanto con el taconear frenético de la vecina del segundo piso.
Los senderos de aquí no me los conozco como me conocía los del pueblo.
Aquí siempre me pierdo como Adán el día de las madres.
 Aquí  florecen las cachupinas a destiempo.
Y también las pasiones alucinaciones y algunas sonrisas azules en la hora pico del metro.
No me quejo Maíta no puedo ir contra el progreso.
Pues los todos los días se descubren caminos.
Así tú me lo enseñaste.
Me despido diciéndote que esta ciudad es impredecible.
Pero fácilmente se puede viajar de lo material a lo sublime en el suburbio.
¡Bendición! Espero seguir siendo el angelito negro de tu cielito lindo.

(Silencio) ¿En qué quedé?...Extraño mucho a mi gente…Extraño mucho a mis playas…Pero debo continuar. (Al público) Disculpen. Es que la gente no sabe de lo que otros tienen que hacer para conseguir lo que quiere. Y despegarse de su casa no es  fácil. ¿Por qué  hay personas que no quieren el lugar donde nacieron? En el liceo hay un profesor que repite a cada instante  que él es un ciudadano del mundo… ¿Qué es eso?...  Yo soy un venezolano en el mundo…No hay nada más sabroso que una arepa, caraotas negras con queso blanco rallado, huevo frito, aguacate  y una taza de café con leche.  A ese también tenemos que agradecerle muchísimas cosas. Él daba el proyecto comunitario… ¿Saben cuál fue nuestro proyecto comunitario? No fue ir a un hospital. No fue presentar una obra de teatro. No fue repartir volantes para prevenir el Sida. Nuestro proyecto comunitario fue pintar su apartamento. ¡Sí! Como lo oyen…pintar su apartamento… ¿Quieren que siga agradeciendo a los profesores? Porque tengo mucho más cosas que agradecer…. (Toma la hoja de papel y continúa leyendo) Para finalizar queremos agradecer a todos ustedes por haber venido y escucharme con mucha atención.  En nombre de “Los hijos de este siglo”  le decimos… ¡Gracias!

Fin de ¡Dígalo ahí menor!


Caracas, 01 de junio de 2012.



martes, 28 de enero de 2020

MALAS PALABRAS


por Perla Szuchmacher
Textos de las canciones: Antonio Machado.

Personaje: Flor, una mujer adulta.



Espacio: El lugar de trabajo de Flor.

Una mesa y una silla.

Sobre la mesa: una máquina de escribir mecánica, papeles, pilas de libros, un diccionario, una lámpara, lápices, plumas, engrapadora, clips, etc.

La actriz animará los objetos que están sobre la mesa para ir contando la historia. A cada personaje corresponderá un objeto.

Es imprescindible que en el trabajo de montaje, la actriz improvise con todos los objetos, para encontrar los más adecuados a cada personaje. De la misma manera se crearán las imágenes que se sugieren en el texto. Los objetos también se utilizarán para producir sonidos y enriquecer las atmósferas.

El aspecto sonoro debe ser tan importante como el aspecto visual.


Flor:
Canta:

Moneda que está en la mano

quizá se deba guardar;
la monedita del alma
se pierde si no se da.
(Al público)
La tarde que  mi madre me enseñó esa canción, estaba bordando y se picó el dedo con la aguja. Se quedó mirando la gotita de sangre, los ojos se le llenaron de lágrimas, y yo pensé que era horrible picarse el dedo con una aguja y que nunca me iba a dedicar a bordar, ni a coser, ni a operar personas porque después hay que coserlas.
PAUSA
Yo tenía un amigo, el Pelos, así le decíamos, no había manera de que estuviera peinado, siempre parecía recién levantado. Bueno, con el Pelos jugábamos, platicábamos, armábamos rompecabezas y teníamos una actividad secreta.
Nos encerrábamos en mi cuarto con el diccionario a buscar palabras prohibidas, groserías. “Malas palabras”, así les decíamos. ¡Cómo nos divertíamos, era apasionante!  A veces mi mamá entraba al cuarto y nos veía tan metidos en la lectura del diccionario que no nos quería interrumpir.
Yo la oía comentar con mi papá: Están estudiando, no los molestes. Al rato llegaba con una charola con chocolate y pan dulce para merendar.

PELOS: Entonces yo estaba subido en la banca cantando con los pantalones abajo, cuando entró la maestra.
FLOR NIÑA: ¿Y te regañó?
PELOS: No, le dio mucha risa y no me dijo nada. Trae el diccionario, hoy nos toca la P.
FLOR NIÑA: Pendiente, pendular, pendenciero, ¡mira ésta!
PELOS: Está buenísima, ¿llamamos a  Benítez y se la decimos por teléfono?
FLOR (al público)
Benítez, era el vecino de enfrente. Era un niño flaquito y asustadizo. Los papás de Benítez  eran horribles. Le gritaban todo el tiempo, le pegaban  y habían decidido mandarlo a una escuela militarizada “para ver si se compone” decía su papá. Ah...pero eso sí, le compraban unos juguetes carísimos, lo llenaban de juguetes, tenía de todo. Por eso lo invitábamos a jugar, para usar sus juguetes.
PELOS: Ya háblale.
FLOR NIÑA: Bueno, ¿Está Benítez? De parte de Flor y el Pelos. ¿Benítez, por qué lloras? ¿En serio? Ni modo, que te sea leve. Está castigado, otra vez.
PELOS: Siempre está castigado.
FLOR NIÑA: ¿Armamos un rompecabezas?
PELOS: No, ya me voy, me dejaron mucha tarea.
FLOR NIÑA: ¡La tarea!  Mamá, mamá, mamá ¡Mamá, en la escuela me pidieron que lleve una foto de cuando era bebé - bebé!
MAMÁ: ¿Para qué?
FLOR NIÑA: Es un secreto. No puedo decir nada.
FLOR (al público)
Se acercaba el día de la madre y estábamos preparando el regalo. El mío era un portarretratos, le iba a pegar fideos en todo el borde y luego los iba a pintar de colores, en el centro se ponía la foto. La maestra había insistido en que fuera una foto de las primeras, de recién nacidos.
MAMÁ: Deja que busque.

FLOR (al público)

Fue por el álbum y se tardó un largo rato. Volvió con los ojos húmedos y una foto.
MAMÁ: Ten, ésta puede servirte.

FLOR NIÑA: ¡No! Ya estoy muy grande.

MAMÁ: Tenías casi dos años.
FLOR NIÑA: Tiene que ser de bebé - bebé.
MAMÁ: Eras una preciosa bebé a los dos años.
FLOR NIÑA: ¡No! La maestra dijo de bebé - bebé, de meses.

MAMÁ: No tenemos, lo siento.

FLOR NIÑA: ¿Nadie me sacó fotos de bebe - bebé? ¿Ni la tía, que me quiere tanto? ¿Estaba muy fea, o qué?
MAMÁ: No teníamos cámara en esa época, la compramos después.
FLOR (al público)
El día de la madre le entregué el portarretratos con mi foto de dos años y le gustó mucho. Se puso a llorar, para variar, pero de alegría.
Desde el día de la foto yo me había quedado con la sensación de que mi mamá me ocultaba algo.
PELOS: ¿Armamos un rompecabezas?
FLOR NIÑA: No.
PELOS: ¿Jugamos a algo?
FLOR NIÑA: No.
PELOS: ¿Buscamos malas palabras?
FLOR NIÑA: No.
PELOS: ¿Qué te pasa?
FLOR NIÑA: Nada, no quiero hacer nada.
PELOS: Bueno, entonces me voy.
FLOR NIÑA: No, espérate, te quiero contar algo.
FLOR (al público)
Le conté lo de las fotos y también que un día había estado buscando ropa de bebé para vestir a las muñecas y tampoco la había encontrado.
PELOS: ¿Se cambiaron de casa? A veces en las mudanzas se pierden cosas.
FLOR NIÑA: No, siempre hemos vivido aquí. Bueno, eso creo.
FLOR (al público)
Me quedé pensando en lo de la casa, a lo mejor sí habíamos vivido en otra casa y yo no lo sabía.
FLOR NIÑA: ¿Mamá, siempre vivimos en esta casa?
MAMA: Si.
FLOR NIÑA: ¿Desde que yo era bebé – bebé?
MAMÁ: Esta casa era de tus abuelos, y ahora es nuestra, siempre vivimos aquí.
FLOR NIÑA: ¿Y yo?
MAMA: Tu también, ya te lo dije.
FLOR   (al público)
Mi papá estaba leyendo en la sala, parecía que no oía, pero en ese momento, dejó el libro, miró a mi mamá, levantó las cejas, y... siguió leyendo.
Mi mamá estaba pálida, pálida y tomaba aire, así, como cuando uno se prepara para decir algo importante. Pero no dijo nada, suspiró y no dijo nada.
En la noche, después de cenar, se encerraron en su cuarto y hablaban y hablaban y mi mamá lloraba y mi papá la consolaba, pero en realidad no podía oír de qué estaban hablando. Oía palabras sueltas, fotos, casa, pero no entendía nada.
Empecé a tener pesadillas horribles, me despertaba gritando.
ESCENA SIN TEXTO: LAS PESADILLAS DE FLOR.
FLOR NIÑA: ¡Mamá!
MAMÁ: ¡Flor! ¿Qué pasa, chiquita?
FLOR NIÑA: Tuve un sueño horrible.
MAMÁ: Cuéntamelo.
FLOR NIÑA: No me acuerdo, sé que era algo horrible, pero no me acuerdo.
MAMÁ: Ya, Flor, no pasa nada, duérmete.

FLOR: (al público)

Un día empecé  a recordar mis sueños. Ya no eran horribles, eran raros.

FLOR NIÑA: Ma ¿te cuento un sueño? Ma, viste que en los sueños siempre pasan cosas raras y las cosas son pero al mismo tiempo no son. ¿Cómo te explico? Por ejemplo el otro día soñé que  íbamos a casa de la tía y llegábamos a una casa que no era para naaaaada la casa de la tía, pero en el sueño yo sabía que era la casa de la tía.
MAMÁ: ¿Y cómo era la casa?
FLOR NIÑA: ¿Cuál casa?
MAMÁ: La de la tía.
FLOR NIÑA: Era...no me acuerdo, lo que te quiero contar es otra cosa, otro sueño.
En este otro sueño estaban tú y papá, pero diferentes, eran otros, pero yo sabía que eran ustedes, bueno, resulta que esos otros que yo sabía que eran ustedes me daban una carta, bueno no me la daban así no más, yo la tenía que encontrar, como cuando jugamos a la búsqueda del tesoro, me iban dejando pistas, por fin la encontraba y cuando la quería leer todas las letras salían volando y yo las perseguía y cuando  las alcanzaba y las ponía otra vez en el papel  estaban todas revueltas y no se entendía nada.
FLOR (al público)
Ese día mi mamá me enseñó otra canción:
Canta:
Si vivir es bueno, es mejor soñar,
y mejor que todo, madre, despertar
Por algún tiempo se me olvidó el tema de las fotos. Tenía otras preocupaciones.
MAESTRA:
Flor está muy distraída en clase.
Flor no trae las tareas.
Flor se pelea con sus compañeros.
Flor ha bajado sus calificaciones.
Me los traes firmados para mañana, y quiero hablar con tu mamá.
FLOR NIÑA:
Flor está muy distraída en clase.
Son bien aburridas sus clases.
Flor no hace las tareas.
Sí las hago, pero mis tareas son diferentes.
Flor se pelea con sus compañeros.
Ellos siempre me están molestando
Flor ha bajado sus calificaciones
Ay, ni que hubiera bajado tanto. Tenía seis.
PELOS: Ay Flor, te deberías aplicar un poco.
FLOR NIÑA: Uy, si, Pelos, el aplicado. A ti te suspendieron por cantar en calzones sobre la banca.
PELOS: Bueno, ya, vamos a buscar palabras.
FLOR NIÑA: ¡Encontré una que está buenísima!
PELOS: ¿A ver?
FLOR NIÑA: Gofrar.
PELOS: ¿Y qué quiere decir?
FLOR NIÑA: Adivina.
PELOS: Ya sé, es cuando te subes a un caballo y vas galopando y galopando y de repente, el caballo se para, levanta la cola y se pone a gofrar.  
FLOR NIÑA: No. Cómo crees.
PELOS: Es cuando te subes en un carrusel que da vueltas y vueltas y vueltas. Y a ti te dan ganas como de gofrar. ¡Ya bájenme que quiero gofrar!
FLOR NIÑA: No. Eso tampoco es gofrar.
PELOS: ¿Pero gofrar  es una “mala palabra”?
FLOR NIÑA: No, es que las “malas palabras” ya me aburren, son siempre las mismas. Búscala en el diccionario y también busca otorrinolaringólogo.
PELOS: ¿Qué?
FLOR NIÑA: Otorrinolaringólogo. Es el doctor que cura los ornitorrincos.
PELOS: ¿De veras?
FLOR NIÑA: No, menso. Y ya me voy,  que hoy viene mi tía a comer.
FLOR (a público)
Unos días antes de cumplir los 10, vino mi tía de visita. Durante la comida yo noté algo extraño. Mi tía, que siempre era muy alegre, estaba seria. Mi mamá  se olvidó de servir la sopa y cuando se dio cuenta se quedó mirando la cuchara y los ojos se le llenaron de lágrimas. Mi papá estaba distraído y no se acabó su postre. Eso era rarísimo pues siempre pedía más. Cuando mi mamá sirvió el café me mandaron a jugar afuera. Yo usé un truco que había visto en muchas películas, ese de hacer ruido con la puerta pero quedarse del lado de adentro y así pude escuchar esta conversación.
TÍA: ¿Qué están esperando para decirle?
MAMÁ: Que sea  un poco más grande.
TÍA: Ya está por cumplir 10 años. Debieron habérselo dicho antes.
MAMA: ¿Tú crees? Estamos bien así.
FLOR (a público)
Estaban hablando de mí, no había ninguna duda. Yo era la que estaba por cumplir 10 años.
¿Pero, qué era lo que debieron haberme dicho antes?
Yo no me movía, casi ni respiraba, para que no notaran mi presencia y  así poder seguir escuchando, cuando de repente, lo típico, me empezó a picar la nariz.
MAMÁ: ¿Flor, estás ahí?
TIÁ: ¿Flor, estás ahí?
FLOR NIÑA: No, si, estaba saliendo, adiós.
FLOR (al público)
Corrí al jardín y allí me quedé toda la tarde tratando de adivinar, mientras me columpiaba, qué sería eso que debieron haberme dicho antes.
DOS OBJETOS ACOSAN A FLOR.
OBJETO 1:   Pssst, Flor...
FLOR NIÑA: ¿Que?
OBJETO 2 : Pssst, Flor...
FLOR NIÑA: ¿Que?
OBJETO 1: Ya dile...
FLOR NIÑA: ¿Que?
OBJETO 2: Dile tú...
FLOR NIÑA: ¿Que?
OBJETO 1: ¡Vas a tener un hermanito!
FLOR NIÑA:¿De veras?¡Qué bueno!
OBJETO 2: ¡Se van a cambiar a otra ciudad y tendrás que dejar tu escuela!
FLOR NIÑA: ¡Qué bueno, no me gusta esa escuela!
OBJETO 1: ¡No te van a festejar tu cumpleaños!
FLOR NIÑA: ¡No es cierto!
OBJETO 2: ¡Tus papás se van a divorciar!
FLOR NIÑA: ¡Es mentira!
OBJETO 1: Si, se van divorciar.
FLOR NIÑA: ¡Ya cállense!
OBJETO 1: Déjala ¿no ves que se está asustando?
OBJETO 2: Niña miedosa y escandalosa. Niña espantada, niña espantosa.
FLOR (al público)
Cuando regresé a la casa, estaban encerrados en su recámara y discutían. Primero fuerte, luego supongo que me oyeron entrar y siguieron hablando muy bajo. Así se pasó toda la tarde.
Cuando salieron del cuarto, vi que mi madre tenía los ojos rojos, rojos de llorar, pero ya los tenía secos y con una expresión firme, decidida. Miró a mi papá y ahora ella levantó las cejas. Y a mi papá se le humedecieron los ojos, algo que yo nunca había visto. El mundo se estaba poniendo de cabeza, nada era como siempre había sido. Y en ese momento yo no sabía que eso era solo el comienzo.
PAPÁ: ¿Estás segura?

MAMÁ: Si, ya es el momento.

ESCENA SIN TEXTO, EN LA QUE FLOR SE ENTERA QUE ES UNA NIÑA ADOPTADA.

FLOR (al público)
Me quedé pasmada.
Adoptada, yo era una niña adoptada. Mis padres me habían elegido  a mí, cuando tenía un año y medio de entre un montón de niños huérfanos de la Casa Cuna.
Habían hecho muchos trámites, habían firmado infinidad de  papeles  y me habían traído a esta casa, donde ya tenían un cuarto preparado para mí.
Me tomó un tiempo entenderlo.
Pero ese día no sabía qué pensar, ni sabía qué sentir, estaba tan confundida. Entonces hice algo que había hecho muchas veces, aunque mis papás no lo sabían.
Me subí al techo  y allí me quedé, escondida, muchas horas.
Los oí llamarme, buscándome por toda la casa, los escuché hablar por teléfono  a los parientes y a  todos mis amigos,  oí a mi mamá llorar a los gritos y no podía bajar. No podía decir: ¡Aquí estoy, ya no se preocupen! Simplemente no podía. Empezó a llover y yo seguía en el techo, empapándome y no me importaba.
Después de muchas horas, escuché la voz inconfundible del Pelos.
PELOS: Señora, yo creo que sé dónde puede estar Flor. Por favor no le diga que yo le dije, porque es un secreto, pero a ella le gusta mucho subirse al techo.
FLOR (al público)
Mi papá se subió y en un momento ya me tenía abrazada. Nos quedamos así un rato, sin hablar y después me hizo bajar con mucho cuidado.
Me encerré en mi cuarto y busqué el diccionario, necesitaba leer todas las malas palabras, las peores, las más groseras.
 Adoptivo, va: dícese de la persona o cosa que uno mismo elige, a impulsos del amor, para tenerla por lo que realmente no es con respecto a él: hijo adoptivo, patria adoptiva. No entendí mucho, ¿qué era eso de a impulsos del amor?
Oía a mi mamá y a mi papá cuchicheando en la puerta, por fin tocaron
MAMÁ: Flor, abre la puerta, tenemos que platicar.
PAPÁ: Flor, por favor, abre la puerta.
FLOR NIÑA: No quiero verlos, no quiero hablar, son unos mentirosos los dos, los odio, los odio. ¡Ojalá se mueran!
FLOR (a público) 
Me la pasé llorando, llorando y dando patadas a los muebles en mi cuarto, rompí muchos juguetes, los que más quería y también me lastimé una mano. Todavía tengo la cicatriz.
Más tarde, en la noche, oí a mi mamá que dejaba una bandeja frente a mi puerta.
MAMÁ: Flor, por si tienes hambre, aquí te dejo algo.

PAPÁ: Sería bueno que comieras, te compramos tu pan favorito.


FLOR (al  público)
No contesté, quería que sufrieran como yo estaba sufriendo. Además ya había decidido dejarme morir de hambre. No comí nada y me dormí en el piso. 
Al otro día amanecí con fiebre.
Mientras estuve enferma, el Pelos venía a visitarme, pero yo nunca lo quise ver. Estaba tan enojada. Me había traicionado, él era el único que sabía de mi escondite y me había traicionado.
Yo había escrito un letrero que decía: “El Pelos tiene prohibida la entrada a esta casa por traidor y mal amigo”, y lo había pegado en la puerta de mi cuarto.
Pero el Pelos venía y venía, un día hasta me trajo flores.
En una de esas veces,  lo oí despedirse de mi mamá, tan triste, que estuve a punto de gritarle: ¡Aquí estoy, ven a charlar! Pero me contuve, para que aprendiera que a los amigos no se les traiciona.
Cuando lo oía llegar, me tapaba la cabeza con la almohada y me hacía la dormida.
Pero el Pelos insistía, así que cada vez que venía, mi mamá tenía que inventar alguna excusa.
MAMÁ: ¿Quién?
PELOS: El Pelos ¿está Flor?
MAMÁ: Está dormida.
PELOS: Ah...bueno, luego vengo.
PASO DE TIEMPO
MAMÁ: ¿Quién?
PELOS: El Pelos ¿está Flor?
MAMÁ: Le duele la panza.
PELOS: Ah...bueno, luego vengo.
PASO DE TIEMPO
MAMÁ: ¿Quién?
PELOS: El Pelos ¿está Flor?
MAMÁ: Tiene mucha tarea.
PELOS: Ah...bueno, luego vengo.
PASO DE TIEMPO
MAMÁ: ¿Quién?
PELOS: El Pelos ¿está Flor?
MAMÁ: Se fue al dentista.
PELOS: Ah...bueno, luego vengo.
FLOR (al público)
Pero el Pelos insistía, eso era bueno, digo, amigo traidor pero pertinaz. ¡Qué bonita palabra, pertinaz! Yo la había encontrado en un libro, “lluvia pertinaz” y me hubiera  gustado compartirla con el Pelos.
Al fin no me pude resistir el día que llegó a visitarme por enésima vez.
MAMÁ: ¿Quién?
PELOS: El Pelos ¿está Flor?
MAMÁ: ¡Fíjate que se acaba de dormir!
PELOS: Qué lástima,  porque  traigo un diccionario nuevo, que me acaban de regalar.

FLOR NIÑA: ¡Pásate, Pelos, ya me desperté!

PELOS: Tienes meses durmiendo, niña.
FLOR NIÑA: No me digas niña, me llamo Flor.
PELOS: Niña berrinchuda.
FLOR NIÑA: No soy  una niña berrinchuda.
PELOS: ¿Ah, no? Desde el día que te subiste al techo ya no me hablaste. Eso es ser una niña berrinchuda.
FLOR NIÑA: ¿Por qué tuviste que decir que estaba ahí arriba? Ese era un secreto entre nosotros.
PELOS: Te juro que me aguanté todo lo que pude, pero cuando vi a tu mamá tan asustada, tuve que decirle.
FLOR NIÑA: Al fin que ni es mi mamá.
PELOS: ¿Qué?
FLOR NIÑA: Lo que oíste, no te hagas tonto.
PELOS: ¿Cómo que no es tu mamá?
FLOR NIÑA: Mi mamá no es mi mamá y mi papá no es mi papá.

PELOS: Ya, no estés jugando ¿cómo es eso?

FLOR NIÑA: Mejor no te digo, porque seguro vas a contárselo a todo el mundo. Ya sabemos que no eres muy bueno guardando secretos.
PELOS: ¿Es que nunca me vas a perdonar?
FLOR (al público)
Por supuesto que lo perdoné, era mi mejor amigo y le conté por qué me había subido al techo ese día. Nos pasamos toda la tarde buscando “malas y buenas palabras” en su diccionario nuevo. También le dije qué significaba pertinaz.
El Pelos se volvió loco con esa palabra. La usaba para todo, quería cambiarse el apellido y llamarse Pelos Pertinaz.
PELOS: ¿Bueno, Benítez? Aquí Pelos Pertinaz, vente a jugar. ¿Por qué? ¿En serio? Ni modo, que te sea leve. Está castigado un mes sin salir. ¡No va a poder venir a tu cumple!
FLOR NIÑA: No quiero fiesta, no quiero pastel, no quiero nada. Vete, ya no quiero jugar.
PELOS: Busquemos palabras.
FLOR NIÑA: ¿No entiendes que no quiero jugar? Vete.
PASO DE TIEMPO
FLOR (al público)

Con mis papás seguía enojada ¿Por qué no me habían dicho antes?

Ahora tenía que revisar todo lo que había vivido.
Mis padres eran mis padres y al mismo tiempo no lo eran. Mi abuela era mi abuela, pero no era mi abuela, mi tía... bueno la lista era interminable... Por ejemplo: ¿Los amigos de la familia, en qué categoría entraban? No quise festejar mi cumpleaños de 10, me negué terminantemente. Ellos se pusieron muy tristes, pero respetaron mi decisión.
Tuve una época en la que no les hablaba, les dejaba recados, algunos llenos de “malas palabras” las más horribles, las más groseras.
Un día el Pelos encontró uno de esos recados.
PELOS: ¿Por qué les dejas esos recados tan groseros? Tus papás son muy buenos contigo.
FLOR NIÑA: Ya te dije que no son mis papás.
PELOS: ¿Tu mamá te besa al dormirte?
FLOR NIÑA: Ahá.
PELOS: ¿Tu papá te enseñó a andar en bicicleta?
FLOR NIÑA: Ahá.
PELOS: ¿Tu mamá te cuida cuando estás enferma?
FLOR NIÑA: Ahá.
PELOS: ¿Tu papá te explica las multiplicaciones difíciles?
FLOR NIÑA: Si y qué, no son mis verdaderos padres.
PELOS: Eres muy necia, niña. ¿Y sabes qué? Merecerías que te hubieran tocado los padres de Benítez.
FLOR (al público)
Aunque yo no quería dar mi brazo a torcer, debía reconocer que el maldito Pelos tenía razón, la sola idea de que me hubieran tocado los padres de Benítez  me puso la piel de gallina. Cuando faltaban unos días para cumplir los 11 mi mamá me preguntó qué quería de regalo.
FLOR NIÑA: Quiero ir a la Casa Cuna.
MAMÁ: ¿A la casa Cuna? ¿Para qué?
FLOR NIÑA: No sé, quiero ir a ver.
MAMÁ: No sé si se pueda, supongo que hay que pedir permiso.
FLOR (al público)
Supuse que mi mamá estaba tratando de dilatar el asunto. Pero no, hizo varias llamadas telefónicas, envió una carta y una tarde me llevó.

ESCENA SIN TEXTO EN LA QUE SE VE A FLOR VIENDO A LOS NIÑOS EN LA CASA CUNA.

FLOR NIÑA: ¿Por qué tú y papá me eligieron a mí?

MAMÁ: Estabas tan sonriente, agarrada a los barrotes de la cuna. Nos enamoramos de ti al momento de verte.
FLOR (al público)
Esa noche soñé que  Benítez, el hijo de los vecinos de enfrente, esos vecinos horribles que se gritaban todo el tiempo, era mi hermano.
Me desperté sudando y corrí a la cocina. Allí estaba mi madre, haciendo un pastel que olía delicioso y cantando. La abracé muy, pero muy fuerte. Me encantaba su olor, y tenía la piel tan suave. Después corrí a abrazar a mi papá, que leía como siempre, en la sala.
MAMÁ: Feliz cumpleaños, Flor.
PAPÁ: Feliz cumpleaños, Flor.
FLOR (al público)
Con el tiempo me fui dando cuenta  de que no era tan malo ser adoptada, mis padres me querían mucho, me cuidaban.  Y cuando pasaba por la puerta de la casa de Benítez y oía los gritos, pensaba: ¡Qué suerte tuve de que me tocaran los papás que me tocaron!
Con el paso de los años me fui acostumbrando a la idea. No fue fácil, tenía muchas preguntas. Aún las tengo. ¿Pero quién no se hace preguntas?
¿Por qué me abandonaron? preguntaba todo el tiempo. Mis padres nunca pudieron responderme eso, pero a cambio me dieron seguridad y mucho amor.
Aprendimos a  hacer bromas sobre el tema y  hablábamos y hablábamos sin parar.
De mi mamá heredé las canciones y de mi papá el amor por los libros. Pude estudiar y tener una profesión, soy escritora.
Los juegos del diccionario me sirvieron mucho. Siempre me gustó jugar con las palabras. Las palabras no son buenas ni malas. Lo que importa es cómo se usan. Ahora sé que las  únicas “malas palabras” son las que se callan.
Canta: 
Si vivir es bueno, es mejor soñar,
y mejor que todo, madre, despertar.

 


Por favor, aún no.