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domingo, 19 de octubre de 2014

Por la calle del medio va “La callejera”.

Luis Vicente González es Perla

Por Bruno Mateo
@bruno_mateo
@avencrit

 

Poderoso, reflexivo, dinámico, profundo, humano, energético, apasionado, real, doloroso, así puede ser catalogado el montaje teatral CALLEJERA de Luis Vicente González dirigido por Carlos Díaz para el Grupo Séptimo piso que se viene presentado durante este mes de octubre de 2014  en la histórica sala Rajatabla de Bellas artes en Caracas en donde un joven de quince años, oriundo de Güiria un pueblo de Oriente de Venezuela y que acostumbraba a travestirse, es asesinado en una verbena del Día del amor y de la amistad en pleno patio de su liceo por un “tiro de odio” ejecutado por el muchacho de quien estaba enamorado.

En estos tiempos cuando se está viviendo una época de reivindicación  de los derechos civiles y humanos de la comunidad sexodiversa a la vez que han venido apareciendo grupos que se oponen fervientemente a reconocer dichos derechos, incluso llegando a cometer crímenes de odio y en nuestro país ni estamos cerca de discutir en la Asamblea Nacional dicha  homologación; los creadores vienen demostrando que hay que advertir sobre esta situación, es por ello que este año 2014  hacia el mes de junio se organizó en el Celarg el 1er Festival de teatro Rosa para presentar variadas propuestas al respecto; al igual que se muestran trabajos escénicos durante el año; es así que esta pieza de CALLEJERA es una muestra muy acertada de ello.

El trabajo actoral de Luis Vicente González como el adolescente travesti llamado Perla , quien además es el autor, de esta historia más narrativa que dramaturgística, es poderoso con mucha energía quien a lo largo de los 80 minutos de espectáculo nos desnuda su interpretación de este joven violento quien dice que se pone tacones y camina por la calle del medio en venganza de una comunidad que lo rechaza por su sexualidad; el trabajo corporal de su cuerpo estilizado nos golpea con su historia de vida; la plástica de la performance de González dibuja un doloroso cuadro de una realidad humana que debemos combatir: la homofobia.

La puesta en escena de Carlos Díaz potencia la aridez de la temática. Muy bien apoyada por las potentes voces de Simona Chirinos y Antonieta Colón cuyas voces tejen un vínculo emocional entre “Perla” y el personaje referente de su madre. Los elementos escenográficos fueron los justos y necesarios para completar este corpus minimalista. La iluminación de Dairo Piñeres juega en un tono expresionista con los típicos claroscuros en su composición

En CALLEJERA se aborda un tópico recurrente de la contemporaneidad: la homofobia, sin embargo, lo novedoso en este montaje  es la concepción del personaje del travesti, quien deja de ser la “loca” débil y delicada para ser un jugador de baloncesto callejero con un carácter masculinamente violento.

 

sábado, 4 de octubre de 2014

El olvido de Nicomedes

Foto cortesía de Jonathan Contreras

Por Bruno Mateo
@bruno_mateo
@avencrit

 

Este viernes 3 de octubre de 2014 se estrenó en el Teatro Alberto de Paz y Mateos, ubicado hacia la av. Andrés Bello de Caracas, antigua sede del grupo Theja y que ahora pasó a manos del Estado venezolano la pieza del uruguayo Ricardo Grasso NICOMEDES O EL OLVIDO  bajo la dirección general de Luis Alejandro Villegas, producción del grupo  Teatral Scenik-arte, obra del género del absurdo, o bien como dice la sinopsis escrita por la agrupación, una pieza que nos conduce a través de un humor inteligente a la reflexión sobre los diversos arquetipos de nuestra sociedad. El elenco estuvo conformado por Francisco Díaz Paco como Nicomedes, Yonyi Alberto Gutiérrez es el hombre, Mariana Calderón (Mujer), el cartero es Julio César Marcano, Melissa Hernández es la modista  y la niña es Ana Victoria Moreno. El diseño de vestuario es de Freddy Mendoza, la iluminación de David Blanco.  La producción general está a cargo de Miosothis Pineda y José Félix Moreno.

El concepto escenográfico de Luis Alejandro Villegas funciona armónicamente para el espacio de representación, dando la sensación exacta de un edificio derruido, tal cual denota el texto dramático, con ciertos elementos que connotan la relación metafórica con nuestra realidad venezolana, tal es el caso de la puerta que dice “La quinta”, la cual abría el proceso para enjuiciar a  Nicomedes y que nunca llegó, y que simboliza el lento proceso judicial de esta Quinta República. La iluminación ayudó a potenciar los ambientes requeridos en cada unidad de acción del drama. La puesta en escena se desenvuelve entre el teatro de la acción física y una naturalidad un tanto farsesca,  sin embargo, en muchas ocasiones los actores perdían esa condición, lo que hacía poco convincentes algunas acciones. La escena de los “títeres-humanos” puede resultar bastante atractiva lo que ayuda al espectáculo a insuflarlo de creatividad.

NICOMEDES O EL OVIDO es una pieza que sale de la estructura tradicional aristotélica recomendada para apreciar la diversidad escénica. Las funciones son hasta el domingo 5 de octubre de 2014.

martes, 16 de abril de 2013

Fui a ver “Con una pequeña ayuda de mis amigos”.

Foto de Henry Delgado para el-nacional.com. Su usa para fines de divulgación no comerciales

 
Por Bruno Mateo

@Bruno_Mateo

 El pasado sábado 13 de abril de 2013 a las 7 pm, a un día de las súbitas  elecciones presidenciales de Venezuela originadas por el fallecimiento de Hugo Chávez Frías, pude presenciar “Con una pequeña ayuda de mis amigos” de Néstor Caballero , dirección general de Pepe Domínguez, una producción de William López para el grupo de la Fundación Rajatabla. Esta pieza se estrenó en el año 1983 en el Teatro Nacional de la esquina de Cipreses  en Caracas.  Hoy, treinta años después  se realiza este nuevo montaje impreso de la estética rajatablina: música, movilización de masa de gentes, desnudos, humo, luces , todo bastante espectacular. En el texto de Caballero se nos habla de cuatro personajes que se reúnen con la finalidad de revivir el movimiento hippie de los años sesenta del siglo 20. Aquí se contrasta la vida del presente con el pasado de cinco personajes, Zulay,  La Chata , Álvaro ,Saturno y Gilberto. Ellos   traicionaron sus ideales, La Chata, mujer encantadora pasó a ser una alcohólica, Saturno, de místico y vegetariano a ser conocido como “La Loly”, Álvaro de artista a un profesor de inglés triste y pederasta, Gilberto de guerrillero a policía metropolitana (1983) y Zulay intentando reunirlos para recuperar esa generación que pudo cambiar  el mundo, pero que se perdió en le camino.

El montaje recrea totalmente la época de la revoluciones , el hombre se dejó crecer el cabello,  la homosexualidad reclama sus espacios, el sexo interracial, las drogas son un camino para encontrar el “nirvana”, la lucha contra el Imperialismo yanqui se manifiesta, en Caracas, con las guerrillas urbanas.  Domínguez conoce muy bien los elementos  identitarios de ese momento histórico y es por ello que utiliza murales intervenidos del artista plástico pop Andy Warhol, música de Janice Joplin,  y de los Beatles así como  la banda sonora del musical “Hair” con su “Acuario” lo que  nos traslada a ese episodio tan fecundo de la humanidad.

Los personajes de Caballero nos encantan por la veracidad de su lenguaje, la historia es una metáfora de la realidad de una generación que experimentó los cambios más radicales de la cultura occidental y sin embargo, se extraviaron en algún momento del devenir del tiempo.  Zulay, simboliza, la irrealidad de querer regresar, ir “en busca del tiempo perdido” . Este texto de Néstor Caballero  indaga sobre la historia contemporánea de nuestro país, busca las raíces de nuestros frutos. “Con una pequeña ayuda de mis amigos” nos apunta hacia el presente, el cual,  es irremediablemente consecuencia del pasado.  El montaje es una postal en tecnicolor.

Todo este montaje requiere de un conocimiento de  usos y costumbres del momento histórico a tratar, por ello, considero que el grupo de actores en general  atinaron  la interpretación, Ángel Pájaro, encanta desde su entrada a lo Henry Stephen del personaje Álvaro , Gerardo Luongo muy bien con su interpretación de Gilberto,  esbirro (PM) y en concordancia con su par joven José Luis Bolívar, el actor Vicente Bermúdez interpretando al homosexual logra conmovernos, La Chata, creación de Eliana Terán, bien lograda,  el Tigre conceptualizado por Jean Franco De Marchi, perfecto en imagen para estos años que logra el amante de Saturno, pero que no quiere aceptar su orientación sexual , la Zulay de Dora Farías, la percibo un poco caricaturesca que, en comparación con las actuaciones más naturales del grupo, pareciera ser una nota discordante, todo ellos apoyados por el trabajo arduo de los jóvenes del Taller nacional de teatro.

Rajatabla, continúa con sus montajes , indagando en textos que nos hablen desde un sujeto de la enunciación con nuestro mismos códigos interpretando mundos en común.

domingo, 17 de febrero de 2013

El pasado no se recupera en “Nosotros que nos quisimos tanto”



Por Bruno Mateo

 
En la terraza del  Ateneo de Caracas, ahora ubicado en Los Caobos, se presentó el monólogo “Nosotros que nos quisimos tanto” de Mariela Romero con la actuación del actor venezolano Gustavo Rodríguez, monólogo que se lleva  a escena, por primera vez, en el año 1998, luego en el 2008 y ahora por dos únicas funciones este montaje de Armando Gota se realizó los días 16 y 17 de febrero de 2013.

Esta es una historia de despecho, Marco Antonio llega a un bar para esperar a su esposa. La espera se hace larga. En el ínterin  de la espera, conversa con el pianista y la cantante es entonces cuando nos damos cuenta de su historia. El hombre abandona a su esposa por una “carajita” de 18 años que conoció al azar  en la Cota mil. Al final de la historia, entre boleros en vivo, interpretados intensamente por la bolerista Gisela Guédez acompañada al piano por Ludwin Salazar conoce por  su esposa, vía telefónica, que salió  la sentencia de divorcio. Ya pasa a ser un hombre divorciado. Es un discurso ligero, a mi parecer, con un lenguaje televisivo, bien llevado, sin pretensiones lingüísticas ni semánticas.
Marco Antonio representa una clase media caraqueña. Tomador de “güisqui”. Su cultura musical no pasa de boleros y mariachis. En su juventud viaja a Europa gracias a la beca Gran Mariscal de Ayacucho lo que implica que su familia está relacionada con la política de la IV República. Como dice él mismo. “coquetea con la izquierda”. Es la historia de un hombre resentido. Se percata de que perdió la felicidad que tuvo con su esposa. Intenta fallidamente regresar el pasado.

El dispositivo escénico, para la terraza del Ateneo, merece ser revisado ya que el actor no se ve cuando se sienta en la mesa. La puesta en escena de Armando Gota es un diálogo entre Marco Antonio, la música incidental y los boleros. El unipersonal es hilado en toda su estructura por el elemento del género musical del bolero. El público, en su mayoría, de la llamada tercera edad responde favorablemente al trabajo escénico. Tal vez, al estilo de las tragedias griegas de la antigüedad, hacen catarsis con lo visto por la identificación inmediata del personaje. Su lenguaje posee unos marcadores lingüísticos propios de una clase social en Caracas que va desde la incredulidad hacia los ideales de cualquier teoría que conlleva al bien social e individual hasta lo pedestre del lenguaje traducido en metáforas obtenidas de la cotidianidad.

El montaje es un unipersonal de un drama cotidiano de un hombre de sesenta años perteneciente a la clase trabajadora venezolana, en este caso profesor universitario,   que se toma  unos “güisquis” a la espera de resarcir los errores del pasado.

Por favor, aún no.