martes, 26 de julio de 2011

La casa de Teresa.

por Bruno Mateo.
IG: @brunomateoccs
Twitter: @bruno_mateo

Querida amiga, por fin te puedo escribir, me dieron el permiso para hacerlo. Te cuento que aquí las cosas no son tan malas como dicen por ahí. ¿Recuerdas aquella vez abajo en el Litoral, no recuerdo la playa, recogimos aquella cantidad de conchas marinas? Mi mamá se puso furiosa, nos queda viendo y dice: “¡Estas niñas! ¡Estas niñas!” Tú y yo juntas éramos un terremoto. No te niego que en ocasiones me siento sola, más que sola, desolada, desterrada. Tengo la sensación de que en este rellano de paz es mi prisión. ¿Por qué no has venido a visitarme? Ayer… ¿Ayer?… ¡No sé! Uno de estos días me asomé por la ventana porque creí oír tu voz que se acercaba, pero no eras tú. Había un niño arrojando piedras al techo de la casa. Mi mamá no dijo nada. Te digo algo en secreto: mi mamá se fue de la casa. ¿No lo crees? ¡Sí! En serio… No la he visto desde hace mucho tiempo. Creo que me abandonó como hizo papá con ella.

Amiga Lydia, eres lo único que me queda. Nunca pude casarme. Yo no quería casarme con ningún hombre. No tengo hijos y de eso me arrepiento un poco. No tengo ánimos de hacer nada. Me siento en la mecedora, aquella que me regalaste, la primera vez que peleamos. No sabía que tenías novio y te apareciste con él. Me molesté mucho porque no me dijiste nada. Eso fue cuando te fuiste a Buenos Aires y yo me quedé en Macuto, de pronto, me dices: “Teresa, te presento a mi novio”, para mí fue un duro golpe a nuestra amistad. ¿Por qué lo hiciste? No debiste. Pero eso pasó hace tiempo, te perdoné. ¿Cómo no hacerlo? Ahora estoy sola en la casa que una vez ocupamos tú, mi mamá y yo. Los muebles, la casa se me vienen encima. Estas líneas que escribo son para pedirte que vengas a visitarme de vez en cuando. Ahí está la mecedora. Más allá el juego de comedor. ¡Mira! El reloj aún está pegado en la pared. La alfombra vino tinto en medio del salón. Ellos no tienen valor. No tienen valor porque no hay nadie que las disfrute. Son sólo recuerdos. Lydia, por favor, ven para que conversemos. No quiero estar en un mundo escindido. Todas esas imágenes que vienen a mi mente forman un caleidoscopio de mi persona. Ahí está todo lo que nos gustaba: la mecedora, la radio vieja de tu abuelo en Cuba, el parabán que trajimos de Paris, amiga mía, cuando te fuiste terminaban los objetos por escurrirse de la memoria que transportaban.

A veces, oigo gente que entra, no se dan cuenta de que estoy arriba, escucho que hablan de mi como si perteneciera al pasado. Cada semana viene alguien diferente, me les acerco para preguntarles qué hacen en mi hogar, pero no responden, sólo dicen: “Muchas gracias, pero esta casa es extraña, se siente una energía muy fuerte, no la vamos a comprar”. Salen. Quedo sola otra vez. Amiga del alma, voy a finalizar de escribir, estoy un poco cansada, me recostaré pensando en aquellos días, cuando éramos niñas, a orillas de las playas de Macuto.

Caracas, Julio 2011.

domingo, 24 de julio de 2011

Desde mi butaca: Una mantuana en la esquina de Cipreses


Obra: Joaquina Sánchez.
Autor: César Rengifo (1915/1980)
Director general: Ibrahim guerra
Lugar: Teatro Nacional (esquina de Cipreses, av. Lecuna, Caracas)
Fecha: 23 de julio de 2011.
Hora: 6 pm.

Una mantuana en la esquina de Cipreses.
por Bruno Mateo


El espectáculo dirigido por el reconocido director de teatro y televisión Ibrahim Guerra a propósito de la reinauguración del abandonado Teatro Nacional en la esquina de Cipreses del pleno centro de Caracas con base en el texto teatral histórico “Joaquina Sánchez” del venezolano César Rengifo (1915/1980) fue un verdadero deleite, el dispositivo escénico utilizado como escenografía impacta desde el primer momento. Dos sendas escaleras que se unen en un rellano plano a unos cuantos metros del suelo. La iluminación un poco expresionista con matices de rojos, azules pálidos obsequia al montaje una atmósfera que atrapa. Los cambios de vestuarios del personaje de Joaquina (lamento que no hayan podido repartir volantes) dan un verdadero aire de mujer mantuana del siglo XVIII en la Capitanía General de Venezuela; digo que lamento no saber el nombre de los actores porque algunos de ellos, como la actriz que hizo de Joaquina estuvo muy acertada, como el Comendador (Alcalde de Macuto), el pregonero, excelente voz, los actores morenos que personificaron a los esclavos atinados en sus papeles, en fin en líneas generales me convencieron. Cabe una mención especial el actor Alejandro Corona que dio un toque humorístico a tan terrible drama. En cuanto a la dirección de Ibrahim Guerra puedo decir que, nuevamente, atinó, como lo hizo con aquel Marat Sade (Premio Municipal de Teatro 2009) de Unearte en la sala Rajatabla, certeramente. Toda la puesta en escena, incluyendo el desplazamiento actoral era estrictamente marcado lo que hace que el montaje sea impecable. Siempre he dicho, como investigador de la obra de Rengifo, que los textos de este autor necesitan de un buen director de escena para insuflarle esa chispa viva en los personajes para que realmente vivan en la ficción del escenario. Los personajes rengifianos son arquetipos, símbolos y como tales se comportan. En este trabajo de Guerra me entusiasmó el hecho de trabajar con contradicciones entre la aridez del texto y la vivacidad de la puesta.

Para mí, desde mi butaca puedo decir que este montaje dio una dimensión de grandeza a la obra maravillosa de Rengifo y que fue una excelente manera de comenzar la programación del Teatro Nacional.

sábado, 23 de julio de 2011

Desde mi butaca (nueva sección)


Cantan “Patria” desde el Principal.
de Bruno Mateo

Obra: Esa espiga sembrada en Carabobo.
Autor: César Rengifo.
Lugar: Teatro Principal (1931).
De Conde a Principal, Plaza Bolívar de Caracas.
Fecha: 22 de Julio de 2011.


A eso de las 5 pm me acerqué al recién inaugurado Teatro Principal (de Conde a Principal) en la Plaza Bolívar de Caracas para ver el montaje “Esa espiga sembrada en Carabobo” del dramaturgo venezolano César Rengifo (1915/1980). El ambiente que se sentía en los alrededores del teatro fue festivo, me dio la sensación de que los habitantes de la capital de Venezuela estaban orgullosos de lo que tienen. Celebro que el Gobierno de Caracas haya invertido una buena cantidad de dinero en la recuperación de este espacio que aumentará potencialmente la posibilidad de mostrar más montajes teatrales en la ciudad. La obra “Esa espigada sembrada en Carabobo” de Rengifo se inscribe dentro de su ciclo escritural que han llamado histórico. Este autor es uno de los pocos escritores de dramas que se (pre) ocupó de recoger hechos y personajes que marcaron el devenir de la Historia venezolana en dramaturgia. La estructura interna de la pieza escrita es una cantata (literalmente, la cantata es una pieza que se canta y se distingue de la pieza para ser tocada o «sonada» en acontecimientos católicos (la «sonata»), sin embargo cuando este género artístico llega a América ésta es utilizada para abordar temas políticos y sociales. La puesta en escena respeta estos parámetros, coloca unos tres músicos en vivo que se inscriben dentro del entramado teatral. El aire acondicionado del recinto puso frío el espacio, yo estaba sentado cómodamente en la butaca, cuando de pronto la productora del espectáculo grita: “¡Voy a dar sala”. Empiezo a sentir un “sustico” en la boca del estómago. La función comienza. Los músicos y actores hacen lo que saben hacer. El cuento de la pieza es sencillo, unos campesinos ven llegar a unos hombres con un cadáver a cuestas, preguntan quién es el difunto a lo que los recién llegados responden que era un soldado que falleció en la Batalla del campo de Carabobo, haciendo referencia a la épica Batalla de Carabobo del 24 de Junio de 1821 en Venezuela que sella la expulsión de los conquistadores españoles de Caracas, hecho que se logrará de manera definitiva en 1823 con la Batalla Naval del Lago de Maracaibo y la toma de las fortalezas de Puerto Cabello, fue entonces cuando, utilizando el recurso onírico, aparecen personajes arquetípicos que dieron su vida para la liberación de América del yugo europeo, tales como: Caupolicán (líder mapuche), Guaicaipuro (indígena venezolano), José Leonardo Chirinos (zambo revolucionario venezolano), la pareja José María España (uno de los primeros blancos en oponerse al Rey de España) y Joaquina Sánchez (la bordadora de la primera bandera venezolana), entre otros. Al finalizar este desfile de personajes aguerridos y a medida que cada personaje hablaba a manera de arenga y con sentimiento patrio, el público aumentaba su empatía , se podía ver en los ojos de los personas sentadas, cierto brillo, sus cuerpos se veían rígidos, expectantes. La música y las palabras de los actores se conjugaron para revivir un sentimiento de pertenencia que se permeó desde el escenario hacia las butacas y que fue rematado por la aparición de un personaje de un niño actual que irrumpe en el escenario y pregunta el significado de la Batalla de Carabobo, es un recurso “bretchtiano” un poco forzado, pero funcional; el niño distancia el hecho artístico para que el público reflexione.

Era un buen caldo de cultivo que permitió, aunque fuera por el tiempo que duró el montaje, crear un imaginario propio de nuestra venezolanía y que podía, de un momento a otro, gritar: ¡Viva mi Patria Venezuela!

jueves, 21 de julio de 2011

Efecto VinoTinto

por Bruno Mateo.

Venezuela está viviendo, yo diría que por primera vez en mis años de vida, una algarabía inusitada por la excelente actuación de la VinoTinto, selección nacional de futbol, algunos "opiniólogos" de oficio dicen que necesitamos urgentemente asirnos de algo que no tenemos, o sea de un imaginario que continentalice la identidad nacional , tal vez ,Venezuela vino sufriendo un deterioro de su "personalidad". Yo no abogo por un exacerbado nacionalismo, abogo por una venezolanía, pero no un espacio identitario sin arpa, cuatro y maracas, como oigo constantemente decir a muchos, yo quiero al país de Gallegos , quiero al país de Dudamel, al país de los miles de hombres y mujeres de a pie, al país de los que claman por una igualdad de géneros, al país que acogió a emigrantes desesperados de hambre, al país de negros, al país de blancos, al país de rojos, al país que piense en su país y quiero mi arpa, cuatro y maracas.

El futbol, deporte ajeno (hasta ahora), logró unir en una sola voz al pueblo venezolano, con sus respectivas deserciones, ahora bien, ¿cómo se logra esto? por una voluntad política de catapultar a los valores propios y eso es innegable. A fiinales del siglo 19 y principios del 20 la literatura venezolana viene creando un corpus imaginario de identidad nacional, por supuesto, nuestra nación arrastra un hecho histórico desagarrador: la masacre de los españoles hacia los autóctonos y con ello el arrase cultural amerindio para imponer un "algo" sin saber siquiera la lengua de ellos. Aqui no voy a discutir sobre los "aportes" de los europeos a América. Y después la consecuente Gesta Libertadora y por último la Guerra Federal Sólo quiero apuntar el asunto hacia la merma de nuestra autoestima; luego con los distintos Presidentes que hemos tenido la cosa como que se vino afianzando más y más (con sus honrosas excepciones), no por la transculturación en si misma, que ya es mucho decir, sino por la exclusión de los círculos imaginarios de poder a la que fue sometido el grueso de la población, mayoritariamente parda de Venezuela, es indiscutible que los venezolanos (as) nos sentíamos ajenos a lo propio. ¡Qué terrible es no (re) conocerse! y veíamos en el "musiú" la salvación, al Mesías. Yo sé que es chocante pensar en ello porque todos nosotros tenemos un "musiú" en casa. Tal vez, exagero, no sé, pero esto no pretende encontrar la respuesta a la poca estima de mis coterráneos.

Al aparecer la VinoTinto, con un apoyo irrestricto del actual Jefe de Estado, como un equipo que se perfila como una buena agrupación de futbol, por lo menos en América, la cosa cambia, se nos despierta el orgullo de haber y de ser nacido en la tierra de "el Arauca vibrador". Los narradores de noticias, casi todos los medios de difusión masiva nacionales y extranjeros dicen que el equipo venezolano es bueno y si ellos (venezolanos) son buenos yo (venezolano) soy bueno. Se crea una empatía generalizada de nación. ¿Ilusoria? ¿Portátil? Eso lo dirá el tiempo.

Por lo momentos digo: La VinoTinto...continuará.

jueves, 14 de julio de 2011

Mi cuarto de matas

de Bruno Mateo

Siempre espero que sean las 4 de la tarde. A esa hora bajo de mi casa. Corro apurado las escaleras, pensando en mi guarida. Es un jardín tupido de matas, no hay flores. Se parece a mi cuarto, pero con paredes de árboles. Es medio frío y oscuro. Es buenísimo para ocultarme. Desde allí puedo inventar muchas cosas. A veces hago casa de piedras. Cada vez las hago mejor. Al principio, mis casas eran de hojas verdes y amarillas, sólo tiene cuatro paredes y un techo. Ahora, las hago de dos y hasta de tres pisos y ya no son de hojas. Las casas de hojas se desbarataban el mismo día, pero las de piedra son fuertes, no se caen tan fácil. En mi guarida secreta yo me escondo. Yo tengo amigos y otros que no lo son. Pero, con mis matas yo soy muy feliz. Es como si las matas fueran amigas porque ellas me oyen y no dicen nada, siempre les cuento todo. Les digo sobre mis clases, sobre mis compañeros, les hablo de todo. Una vez, les conté que a mí no me gusta hacer educación física, me gusta más leer, pero mi profesor me obliga a hacerla. Mis amigos se burlan de mí. Me siento extraño. Yo me pregunto: ¿por qué se ríen de mí si no me gusta la educación física? A ellos no les gusta leer. No me importa porque ellos son mis amigos. Las matas de mi guarida me dicen que nos les haga caso. Yo estoy feliz allí porque estoy solo, pero la verdad es que me gustaría hacer educación física para que me inviten a sus fiestas. Nunca me invitan. En mi casa de matas paso bastante tiempo. La otra vez, jugué con las pepas de mango. Después de comerlos todos, las tomé con la boca, luego les hice cabellos parados, como si tuvieran una cresta, entonces con un lápiz les puse ojos, boca, nariz, hasta corbatas les dibujé. Algunos mangos eran varones y otros eran niñas. Hice una fiesta por el cumpleaños de una de las pepas. Bailaron todos, varones con hembras juntos, hembras con hembras, varones con varones. Mi fiesta no es como las de la escuela. Esta era mi fiesta y los mangos hacen lo que quieren. Mi cuarto de matas tiene algo que me gusta mucho. No hay ruidos ni voces.

Una vez, en la escuela nos pusieron una tarea, tenemos que dibujar un huevo, de esos que mi mamá me da para comer, primero le abrimos un pequeño hueco en la punta y le sacamos lo de adentro. El huevo queda vacío. Entonces me puse a pintar con mucha alegría, lo pinto de amarillo, azul y rojo, como la bandera de Venezuela. Los huevos eran los adornos del árbol de navidad del salón. Yo vi mi dibujo muy bonito y se lo llevo a mi maestra. Ella se le queda viendo y me dice: “Este huevo está muy feo y no lo voy poner en el árbol”. Yo agarro el huevo con mucha rabia y lo aprieto duro, la maestra me grita y me castiga. Esa tarde, corro hacia mi casa de matas con colores y hojas blancas. Dibujo, dibujo y dibujo. Le enseño mis dibujos a las matas y a ellas sí les gusta mis dibujos. Entonces guindo todo en las paredes. Ahí está mi arbolito de navidad, por eso yo digo que mi casa de matas es mi lugar preferido.

Nota: la palabra "mata" es un venezolanismo que equivale a arbusto o planta.


Caracas, Julio 2011

Sacven No. 9070

miércoles, 6 de julio de 2011

public- ARTE Julio 2011. Reportaje especial a Ligia Tapias, actriz y docente teatral por más de 30 años en Venezuela


“Yo era la única niña inscrita de la escuela”.
Reportaje a la maestra Ligia Tapias.
Por Bruno Mateo

Mis primeros pasos.

Mis primeros pasos en el teatro, realmente los di en con Juana Sujo en sus primeros cursos de actuación en Venezuela. Yo era la única niña inscrita en su escuela. Yo sin pedirles permiso a mis padres, era menor de edad fui y me inscribí y por supuesto, Juana se sintió muy halagada porque era la primera chica en los cursos de actuación que daba en el Museo Bellas Artes de Caracas. Yo tomé el curso de las 6 de la tarde porque estudiaba en el liceo. En esa promoción se inscribió Esteban Herrera, Maritza Caballejos, Carmen Antillano, Paul Antillano, un montón de gente ¿Recuerda el año? Eso fue como en el año 48 a 49. ¿Podría contarme alguna anécdota? Por ejemplo, no le puse la seriedad que debía. Era demasiado joven. Recuerdo que después de 2 años que estudiamos hicimos un ensayo general de la obra final que Peer Gynt de Henrik Ibsen, pero aparte de eso se hicieron montajes individuales, monólogos que cada uno de nosotros debía interpretar para luego hacer un ensamblaje y hacer un montaje general; como ya éramos varias mujeres por los cursos de actuación de día el monólogo escogido se repartió entre varias chicas. Yo me tomé la cosa muy deportivamente y un buen día que estábamos en un ensayo, mi padre fue porque se había hecho muy amigo de Juana Sujo, cuando se enteró de que me escapaba del liceo para ir a clases de teatro. Se sentaron los dos a ver el ensayo; Juana me dijo: ¡Eso es horrible! Y es una lástima porque ella consideraba que yo era buena, pero como no lo tomaba muy en serio, se lo iba a dar a otra persona, con eso ella me picó el amor propio. ¡Total! Dijo eso para que mi papá viera la poca seriedad que le ponía al trabajo. Entonces, me concentré y empecé a decir mi monólogo hasta el final, cuando terminé, me volteé a mirar a Juana y ella estaba llorando y me dice: “yo sabía que tenías talento, pero aparte tienes lo que yo llamo cristal, tienes ángel… Tú mueves…Tú llegas… Ese personaje es tuyo” Y ese fue el personaje con el que me gradué. ¿Y luego, de esa experiencia con Juana Sujo como alumna empezó a trabajar en el teatro profesional? No. Yo seguí con Juana en el montaje de “Las Coéforas” con el personaje de Electra que hacía Manola García Maldonado. Estábamos todo el grupo apoyando sus montajes. No sólo montajes de teatro sino como telefilmes ¿sería? Las obras de teatro se grababan en formato de fotografías y eso se publicaba en una revista nacional. Hacíamos mucho ese trabajo. ¿Fotonovelas? ¡Eso! Estuvimos haciendo eso por mucho tiempo y por otra parte… (La entrevista se interrumpe porque en ese momento el actor Héctor Campobello se acerca a saludarla y a mí también).

Ahora con el Ateneo de Caracas.

Después de ese episodio con Juana (Juana Sujo) decidí hacer teatro de verdad, fue entonces cuando me inscribí en la Escuela del Ateneo de Caracas. ¿Quién dirigía el Ateneo? Horacio Peterson. Hice algo, que creo fue acertado, dije que iba a partir de cero. Me voy a olvidar de todo lo que vi con Juana (Juana Sujo) y voy a comenzar con toda la seriedad y responsabilidad que el teatro amerita. Me fue muy bien. Inmediatamente comenzamos a montar obras. Los cursos con Horacio eran muy exigentes. Él me daba clases. Horacio era el profesor de actuación. Ahí vimos historia social del teatro, filosofía. En la Escuela había una buena formación, brillante. La historia comparada de las artes nos la daba Santiago Magariños. ¿Qué recuerda más del maestro Horacio Peterson (Q.E.P.D)? Horacio no fue solamente mi maestro, él fue mi mentor, mi amigo. Cuasi padre de mis hijas. El las conoció recién nacidas. Y las amaba profundamente. De Horacio recuerdo mucho: su talento. Era un hombre talentoso, realmente brillante. En Venezuela, creo yo, no se le dio la importancia que se merecía por los aportes al teatro en nuestro país. Yo me formé como actriz y como docente con él. Yo trabajé como Directora de teatro con Horacio. ¿Era fácil para una mujer dirigir en esa época? No era nada fácil. Caer en las manos de Horacio era como caer en una tela de araña. Yo hice con Horacio producción de teatro. Empecé a trabajar como productora. Fui la primera mujer productora de teatro. Yo fui a la asistente de dirección de un montaje hermosísimo que hizo Horacio, me refiero a “Hamlet”. ¿Qué personaje recuerda Usted más con esa etapa con Horacio Peterson? Recuerdo con mucho cariño el personaje protagónico de “Callejón sin salida”. También recuerdo al personaje de la obra, que en aquel momento se llamó “Una mínima incandescencia” y después Isaac (Isaac Chocrón) le cambió el nombre por “Amoroso”. Los actores masculinos eran Esteban Herrera y Omar Gonzalo. ¿Ahí trabajó como actriz? Si. Eso me significó un Premio Nacional de Teatro. ¿Cuál fue la primera obra de teatro que dirigió? Hablando profesionalmente, dirigí en el año, creo, 1969, dirigí para un Festival de Teatro “¿Quién asume la responsabilidad?” escrita por Andrés Martínez (actual director de la Escuela de arte dramático “Juana Sujo”). Yo monté 42 actores en escena. A mí no me dieron el premio por ser una debutante, se lo dieron a Romeo Costea con la obra “La cueva”. Yo gané el 2do lugar.

Como Docente.

Yo empecé a dar clases en la Escuela de teatro del Ateneo de Caracas. Horacio poco a poco se fue desprendiendo y me quedé. Horacio se fue para el Instituto de Formación de Arte Dramático IFAD. Esa escuela fue fundada por el Ministerio de Educación. Tuve muchos alumnos brillantes como Alexander Millic.

Luego de ahí la maestra Ligia Tapias no ha parado en su incansable labor como docente. Fue Directora de la Escuela Nacional de artes escénicas “César Rengifo” hasta que el año 2011 deja de prestar sus funciones en dicha Institución.
Ligia Tapias es un baluarte para el teatro venezolano.

domingo, 3 de julio de 2011

Me senté con Bolívar en su mesa.

Me senté con Bolívar en su mesa.
de Bruno Mateo

El Teatro de La Silla Rodante, agrupación del Departamento de artes escénicas del Instituto Pedagógico de Caracas, en sus 18 años (1993/2011) trae a escena el texto “La Sociedad” de Carlos Sánchez Delgado, obra que fue calificada por el autor como “una pieza suprahistórica” tomando prestado un concepto del filósofo Friedrich Nietzsche, el cual constituye un espacio que trasciende los límites específicos de tiempo y espacio.

El montaje teatral, en única presentación el 02/07/2011 en el Teatro Alberto de Paz y Mateos dentro de la programación del X Encuentro de Institutos de Formación Teatral organizado por la Escuela nacional de artes escénicas “César Rengifo”, escenifica la reunión que hizo el Libertador Simón Bolívar junto con otros Patriotas, por ejemplo el llamado Marqués del Toro, para preparar el Acta de Independencia de Venezuela ese 5 de Julio de 1811.

Primero se hace necesario escribir sobre la iluminación, la cual fue un elemento crucial para lograr la atmósfera de conspiración, no se usó para nada el entramado de luces, sino que los actores mismos con linternas en mano alumbraban la escena. Muy atinado por parte de la dirección. La escenografía se limitaba a una gran mesa al centro y sillas a su alrededor. Era el cuadro de la última cena de Leonardo Da Vinci .Tengo la impresión de que la obra no fue concebida para teatro de sala porque la puesta en escena parecía circular, sin embargo, esto no desmejoró en nada lo que veíamos.

Los personajes de Sánchez Delgado, aún los de su propia cosecha ficcional como los son las tres mujeres: Bárbara, Señora y Señorita y el negro Miguel (quien no pertenece a ese momento histórico), son figuras muy bien delineadas, una construcción de personajes impecable. Ellos no usaban ropa del siglo XIX y no obstante, en el juego de la verosimilitud, seguían siendo nuestros antepasados de la Historia nacional. Allí estaba el Libertador Simón Bolívar, Vicente Salias (autor del Himno Nacional), El Marqués del Toro, el General Miranda, Francisco Antonio Paul (llamado el Coto Paul) y el Presbítero Juan Vicente Maya (quien se opuso a la Declaración de la Independencia). Los actores y actrices tomaron con rigurosidad sus personajes, lo que repercute en un excelente trabajo actoral. Invitaron al público a sentarnos en su mesa.

Fue fascinante ver cómo los actores, con su voz y gestual, iban (re) creando un momento histórico de hace 200 años. Eso es el Teatro. Eso es esencialmente el teatro: texto, actor y público.

Este montaje de “La Silla Rodante” merece tener muchas funciones en todo el país e incluso fuera de éste. Es un producto exportable.

Desde ya lo propongo para el Premio Municipal 2012 como “Mejor Teatro Académico”.

viernes, 1 de julio de 2011

Ná ´guará de Moliere


Ná ´guará de Moliere
por Bruno Mateo

Obra: Médico a palos
Autor original: Moliere.
Adaptación y dirección general: Rafael Romero.
Grupo: Centro profesional de actores y directores de Venezuela, sede Barquisimeto.
Lugar: Teatro Alberto de Paz y Mateos (Caracas)
Fecha: 30 de Junio de 2011.
Durante el X Encuentro de Institutos de formación teatral.


El Encuentro de Institutos de formación teatral organizado por la Escuela nacional de artes escénicas “César Rengifo” de la ciudad de Caracas, llega a su décima edición en el 2011, teniendo como tema principal: Retos actuales de la docencia teatral en Venezuela.

Este Evento tiene su origen en la idea original de José Gregorio Franquiz en mayo del año 1999 cuando era estudiante de la Institución y que ahora es organizado de una manera impecable por los profesores Gerónimo Reyes, Carlos del Castillo y la psicóloga Blanca Silva con apoyo del profesorado “rengifense”.

Dentro de la variopinta de presentaciones que se vienen realizando desde el 27 de Junio, fecha de apertura del Encuentro, llama la atención el montaje “criollo” del “Médico a palos” del comediógrafo francés Moliere ejecutado por una agrupación barquisimetana en el Teatro Alberto de Paz y Mateos; el trabajo es una adaptación a la cultura del Estado Lara, en donde se incluye la cadencia regional del habla junto con algunos vocablos propios de esta región occidental de Venezuela. Debo aclarar que soy poco ganado a este tipo de transformaciones geoculturales de textos dramáticos, sin embargo, este montaje fue realmente simpático, en el sentido estricto de la semántica de la palabra, el espíritu del montaje fue netamente criollo, recreó completamente la picardía o “viveza” venezolana; las actuaciones sin llegar a lo magistral convencieron al espectador quien respondía con risas y carcajadas. El grupo respetó la historia del dramaturgo, no así sus palabras, pero no mutilaron ni asesinaron la esencia de la fábula a tal punto de desvirtuar la esencia de la comedia. Los personajes de Moliere son arquetipos que se burlan de las Instituciones, en el caso que nos compete de los médicos. Los actores masculinos, exceptuando a los que interpretaron a Leandro y al Padre, lograron dibujar a los personajes, tal vez las actrices, menos la que hizo el personaje del ama de llaves, estaban un poco distraídas en el escenario. La dirección pecó al no utilizar todos los espacios, se limitó sólo a la corbata, al primer plano. La música, creo que no fue la correcta, si el montaje era una adaptación a la geografía larense ¿por qué no utilizar la música regional? Rica por demás.

Resumiendo, el montaje fue simpático, digno de seguir recorriendo los espacios teatrales del país.

Por favor, aún no.