Ceretón.
Duende
enamoradizo, habitante de la Sierra de Falcón. Es llamado también “Cachuchón”
por llevar un amplio sombrero. Su morada son los “aitones” de la Sierra,
enormes agujeros que normalmente habitan los coy-coy o guácharos.
Los
ceretones es una herencia que dejaron en Falcón los Welser, temibles
conquistadores alemanes que despoblaron la región durante el siglo XVI. Al igual
que muchos duendes teutónicos, son enamoradizos y declaran su pasión a las jovencitas.
En ocasiones las secuestran y se las llevan a las montañas.
Muchos
brujos falconianos dicen conocer el secreto para “ceretonizar” a las personas,
volviéndolas invisibles: matar un gallo negro, enterrarlo bajo la luna llena y
al tercer día, desenterrarlo, sacar el hueso del muslo, limpiarlo y llevarlo en
la boca atravesado. De esta forma, el hombre rechazado por una joven podrá “ceretonizarse”,
es decir, hacerse invisible para poder acercarse a su amada sin ser visto por
ella ni por sus familiares.
Aparecida del espejo.
Una familia
de la Pastora, un barrio caraqueño de los más antiguos, se mudó a una casa
vieja. No tenían muebles y la dueña de la casa decidió venderles algunos de los
que amoblaban la casa. Se quedaron con las camas, unas cuantas sillas y una
peinadora antigua, con un buen espejo. Aquella misma noche, cuando la nueva
dueña fue a peinarse, vio reflejada en
el espejo la imagen de una muchacha rubia y pálida. Esa noche durmió con
sus hijos y al amanecer puso inmediatamente en venta el mueble embrujado, lo
compró una vecina quien también lo vendió porque cada vez que se miraba, veía
el rostro de la aparecida del espejo. La peinadora antigua fue pasando de mano
en mano, hasta que no se supo más de ella. Tal vez se encuentre en alguna venta
caraqueña de antigüedades.
Tomado del libro: Diccionario
de Fantasmas, Misterios y leyendas de Venezuela. Mercedes Franco.
Editorial CEC, SA. Los libros de El Nacional. 1era. Edición, 2001. Caracas,
Venezuela.
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