miércoles, 29 de septiembre de 2010

PISO 13



Original de Bruno Mateo
Twitter:@bruno_mateo
IG:@brunomateoccs

Es acaso acercarse al borde del edificio lo que me produce esa sensación de desapego hacia todo lo que me rodea o por el contrario el desapego que siento hacia lo material lo que me impulsa a acercarme tanto a las orillas del techo del edificio.

Como cada mañana. Temprano. Cuando aún el sol no finaliza de alumbrar todo el verdor del cerro Waraira Repano me dirijo directo a la azotea del edificio donde vivo por allá hacia los lados de Cotiza. Es una sensación difícil de explicar. Caminar. Ver la montaña. Sentir el aire frio que baja y que te penetra en los poros. El estómago vacío. Llegar justo al borde del techo a unos 21 pisos del nivel del suelo. Mirar hacia abajo. Mirar hacia abajo. Para mi es lo máximo. Es como practicar un deporte extremo. De esos que veo en las noches por la televisión por cable. Siempre lo hago aproximadamente hacia las 4 de la madrugada. Todavía Caracas está dormida. De vez en cuando se ve raudo un carro que pasa por la avenida Boyacá, esa tira de asfalto que parece una serpiente bordeando el pie del Guaraira. Negra y solitaria. Reptil que espera a sus víctimas impávidas. Sin moverse. Sólo aguarda en el silencio y la quietud de un espacio sin luz y sin tiempo. Y yo ahí.Parado. Una atalaya que mira lo que podría ocurrir. El observador de un terreno de lo que no ocurre, del lugar del subjuntivo. Desde el borde de la azotea de mi edificio.

Luego bajo al apartamento y comienza mi rutina de siempre. Selecciono la ropa que me pondré para salir a trabajar al Ministerio donde laboro. Busco el interior. Empiezo a tocarme el pene hasta lograr una erección. Me siento en el sillón frente al televisor. Pongo una película porno y me masturbo. Debo hacerlo. No tengo mujer. Transcurre como 15 minutos de onanismo. Me ducho y me voy. Yo vivo en el piso 13. Espero el ascensor. Esa tarde debo ir a ver a mi ex esposa (cosa que no me agrada nada). Ella me estuvo hablando de nuestro hijo Diego. Que está muy rebelde. Que no le quiere hacer caso para nada. Que la otra vez llego tarde a la casa. Pero qué quiere ella. Es un chamo de 14 años. Hijo único de padres separados. Varón. En pleno desarrollo y si salió como yo, ni hablar. Es capaz de dar lo que sea por una buena hembra. Aunque en realidad no lo conozco bien. Tal vez es gay. Me apresuro un poco. A las 5.30 de la mañana la gente comienza a salir. El ascensor se llena de personas y hoy no quiero agarrar tanto tráfico en Caracas. ¡Este ascensor que no llega!, digo en voz alta. Creo que mi mamá tiene razón, pienso, tengo que traer a Diego un tiempo para que viva conmigo. Al final soy su papá. Aunque nunca tuve un Padre que me dijera lo bueno y lo malo que se debía hacer en la vida. Acaso hay alguien que lo pueda decir. Eso no importa. Lo que creo es que a Diego sí le hace falta llamarle la atención. Coloco de nuevo la llave digital para llamar al ascensor. ¡Nada! A lo mejor la vieja del piso 15 lo paró. Ella tiene como cuatro hijos y la muy desgraciada hasta que no entra cada muchacho no suelta el ascensor. Ni modo. Me queda esperar. Ahí viene. Está lleno. Han pasado unos 10 minutos desde que salí del apartamento. Ahora el ascensor baja 13 pisos para después subir y no se sabe si se detendrá aquí.

Diego es un buen muchacho. Un carajo un poco encerrado. No sale de la computadora, según me dijo la bruja de su mamá. Pero, entonces me parece genial que salga a joder por ahí. Le hace falta. El es hombre y necesita conocer la calle para que no le pase lo que a mí. Yo llegué a Caracas hace treinta y cinco. Ahora tengo cuarenta. ¡Este ascensor que no termina de llegar! Antes las cosas en la ciudad estaban más a la mano. Yo voy a tener que escribir la historia de mi vida. Un muchacho oriental que se vino con su mamá hacer alguien en la vida. Que hizo lo indecible para obtener un puestico en el Ministerio y poder tener una quincena. Un muchacho que se acostó con cuanta mujer se encontró a su paso y algunos maricos también, que en realidad fueron los que me dieron el trabajo. ¡Por fin llegó el ascensor al piso trece!

Mañana hablaré con Diego…



Todos los relatos de mi autoría se encuentran registrados bajo la Ley del Derecho de Autor en Venezuela.

jueves, 16 de septiembre de 2010

El aullido


por Oscar Perdomo

(Pesadilla y realidad. No pretendo encantar todos los oídos)

Sentí que se acercaba. Yo trataba de esconderme, huir lejos y donde quiera que iba percibía la presencia de algo que todavía no puedo definir. ¿Eran pasos? ¿ Una respiración jadeante? Lo ignoro. Quizá se trataba del particular sonido del terror, eso que solo uno lo escucha. Mi ritmo cardiaco era un caos y aún desconozco si era yo mismo quien provocaba todo aquello, creo a veces que se trataba de pánico y lo representaba como un sádico sin forma que se había apoderado de mí. De aquello hace diez años y a veces me parece que ocurrió ayer o que está sucediendo, cuando cierro los ojos y experimento el grito prolongado e interminable de lo que pudiera ser la soledad interior.

Convivo en relación con mucha gente, pero dentro de mí hay un enorme vacío y cuando la puerta de la casa que tengo adentro se abre, penetran por ella los ruidos más detestables del universo, las angustias existenciales que me acosan y me las imagino formando una gruesa soga invisible enroscándose alrededor de mi cuello; entonces pienso en esos pobres diablos condenados a la horca en Inglaterra y me puedo imaginar el detestable rostro de Enrique VIII gozoso cuando mandaba a liquidar a alguna de sus infelices esposas. Esa señora princesa de Aragón, quizá por ser española, fue la más desgraciada. A lo mejor escuchaba el azadón de la muerte que se le acercaba cuando se esforzaba sin lograrlo en darle un heredero aquel sicópata coronado. La pobre no fue al cadalso del Rey, pero su vida fue un suplicio.

El sufrimiento nos une a todos, por eso cuando pienso en lo que me ocurrió es como si acudieran a mí los horrores soportados por toda la gente del mundo. Cuando niño me hablaron de un tal doctor Mengele que experimentaba en vivo y sin anestesia con sus forzados pacientes judíos, confinados en los campos de concentración del nuevo orden nazi ¡Pobres conejillos de indias! Creo que pude haber sentido, mejor dicho, percibido el taladro del sádico médico alemán dando vueltas, acercándoseme inexorable para despedazarme lentamente. Confieso que amo al pueblo judío y le tengo un gran respeto que se fortalece cuando he visto filmes como “El violinista sobre el tejado”; a Chaplin, a Woody Allen, enterneciéndome la vida o a ese magnífico Roman Polansky con “El Pianista” que refuerza la solidaridad con el gran pueblo hebreo.

Cuando hoy recuerdo aquel miedo inmenso que me persigue como mi propia sombra, estoy pensando también en los niños destrozados a machetazos por los guerrilleros de la UNITA en Angola ¡Nunca vi tantos pequeños mutilados sobrevivientes de ojos tristes que no encuentran respuesta a sus eternos porqués! Los estoy viendo ahora en un gran patio, todos con prótesis de tecnología avanzada, supliendo grotescamente piernas y brazos, moviéndose, inexpresivos los rostros, con epiléptico frenesí, casi sin control, como muñequitos de cuerda. Estaban allí en exhibición para el reportero extranjero de televisión o el corresponsal de agencias noticiosas; yo los vi, era uno de esos reporteros acreditados en Luanda, invitados al espectáculo. Los niños destrozados estaban allí vivos, gracias a la caridad de instituciones internacionales, de esas que obtienen ayuda humanitaria de países ricos cuyos traficantes engordan con la venta de armas a la violencia. Siento, cuando pienso en aquella noche del 22 de diciembre de 1993, que este mundo es una tremenda torta de hipocresía y hay que ser bien pendejo o insensible para no darse cuenta de que todos somos manipulados.

Nos repiten tantas veces que alguien es malo y terminamos gritando: “¡Mátenlo!” Me imagino, que a las turbas de Jerusalén las manipularon para que ciegas e histéricas gritaran al ver al hijo de José y María: “¡Crucificadle!” Fue tanto el odio y el fanatismo ciego que un funcionario de Roma se lavó las manos y legionarios extranjeros clavaron al inocente en la cruz. Aquello fue tan grotesco como lo es hoy que algunos culpen al pueblo hebreo del asesinato del mártir del Gólgota o negar el holocausto de veinte millones de judíos, rusos, polacos, armenios y gitanos. Yo también siento el terror de decenas de miles de iraquíes y kurdos torturados y asesinados y enterrados en fosas comunes por los esbirros de Saddan y el horror de la rabia cuando la televisión me mostró al sátrapa caer como mansita paloma escondido en un hueco y pidiendo negociar. A veces pienso que el hombre debió suicidarse como lo hizo Hitler. No quiero imaginarme al guiñapo Adolfo sometido a tribunales internacionales. Todo eso me da terror, intensifica mis miedos existenciales; esas imágenes y mensajes que alimentan mis largas pesadillas nocturnas.

A pesar de que todo se mezcla dentro de mí, tengo algunas cosas claras cuando llego a la terrorífica conclusión de que el fariseísmo es la carta negociadora de los poderosos, sea una potencia o un predicador de la moral. Recuerdo a un diplomático árabe que daba recepciones con jugos, frutas y mazapanes ¡Jamás con licor! Porque la religión de Mahoma se lo prohibía, pero cuando terminaba su fiesta pública, empezaba una muy particular con abundante Whisky quizá para celebrar que era un fiel cumplidor de los preceptos del Corán. La manipulación es un negocio perverso y Dios no se mete en los negocios, aunque estos chorreen sangre.

He visto a algunos pillos, dándose golpes de pecho en la misa de los domingos. Van a la Iglesia a botar las culpas por sus fechorías y me imagino que se sienten aliviados con el cuarto interior vacío para llenarlo de nuevas tropelías la semana siguiente. Eso me da miedo y también los perros de la guerra, los mercenarios y hasta algunos guarda espaldas adiestrados para matar. Siento verdadero escalofrío al pensar que la muerte, el oficio de matar es la moneda más sobrevaluada del mundo, acecha en todas partes. Con tantos factores generadores de pánico ¿Dónde me meto? Por allí creo explicarme lo que viví aquella noche, hace exactamente hoy una década. ¡Qué espanto pensar en un gran mercader de la guerra! lo puedo llamar gobierno, país, Peter, Rudolf “Grupo N.” Para simplificar, digamos Martínez, por aquello de lo común del apellido y Adán para recordar al padre bíblico de la criatura humana. Adán Martínez dice:

“Yo te vendo juguetes de guerra, sustancias químicas para matar, te doy a buen precio NAPALM y fósforo vivo y además te entreno, pero te reprimo y hasta puedo exterminarte si usas todo eso sin mi consentimiento” o lo otro: “Tengo 17, 20, 25 millones de consumidores confesos de droga. Te vendo químicos prohibidos, todos los que quieras; sirven para elaborar cocaína, ácido lisérgico, el alucinógeno que se te ocurra, pero si los produces y te descubren no tendré piedad contigo. Si la mercancía entra por los caminos verdes, me haré de la vista gorda; aquí tenemos muy buenos ciudadanos solventes que pagan sus impuestos y no prejuzgo de dónde sacan tanto dinero”

No sé, pero me imagino que aquella noche experimenté todo el horror que causa la droga. Allí tiene su criadero maravilloso la explosión criminal, que sobre todo sacude al mundo de países pobres. El terror que siento tiene que ver con todo eso, con este mundo en el que me toca sobrevivir y si, hay una relación entre ese horror y lo que me ocurrió aquella noche de luna llena cuando a través de la ventana veía la silueta de un perro, arañando los cristales, emitiendo alaridos desesperados. Tuve la intención de hacer entrar a la habitación a aquel pobre animal, tan indefenso como yo. Pero en el lecho, ella, mi compañera estaba dormida profundamente y sé que nunca le gustaron los perros ni los gatos; ningún animal que hediera, soltara pelos, ladrara o maullara y llenara por añadidura la casa y el jardín de porquería.

Daba lástima aquel perro –entonces yo no entendí el mensaje, pero a lo mejor el animal era una proyección de mí mismo, de todas las cosas que me hacen temblar de miedo- Sentí que debía hacer entrar al animal en la casa. Ese algo que me atemorizaba lo tenía hecho un guiñapo aterrorizado y me lo trasmitía, sentía todo el pánico que experimentaba el perro y en ese sentido, éramos como hermanos acosados por la misma presencia misteriosa, sórdida, espeluznante que me torturaba aquella noche.

Luché denodadamente entre hacerlo pasar a la habitación o dejarlo afuera y no sé si yo quería escaparme y que fuéramos dos dando alaridos de horror al otro lado de la ventana. Lo cierto es que el can no entró y tampoco yo pude hacer nada para que entrara. Había salido varias veces de la habitación para explorar la casa, pero todo estaba herméticamente cerrado. No existía escapatoria ni para el perro del otro lado ni para mí de este.

De repente reinaba un silencio eterno, pesado. El perro aparecía arañando los cristales y desaparecía. Por instantes tenía la sensación de escuchar campanas lejanas. Oía pasos acercarse y alejarse, martillazos, chirridos metálicos, quejidos, risas grotescas, respiraciones agitadas, gemidos. Sentía que me estaba deshidratando por que sudaba copiosamente y ahora que recuerdo, tomé un pañuelo para limpiar un pedazo de vidrio de la ventana y ver con más nitidez que acontecía del otro lado; que curioso, dentro de la arboleda emergía un hombre melenudo, trajeado de negro con rostro sin ojos ni boca, simplemente blanco como de yeso, cerré los ojos, volví a abrirlos y ya no estaba. Cuando desperté recordé exactamente por asociación, la imagen de Julio Iglesias dando saltitos en el escenario con su traje impecable, su corbata infaltable, su figura algo desfasada que un poco se parece a la de Luis Miguel. Eso todavía no lo puedo dilucidar, debe ser porque a un cantante terroríficamente nos lo venden en la publicidad como el refresco de moda.

“Desapareció el hombrecillo”, me dije con cierto alivio en medio de aquella pesadilla, fui al lavabo y escuché el sonido interminable de chirridos metálicos. De la tubería cuando abrí la llave porque necesitaba refrescar mi rostro salió ondulante una serpiente y se multiplico llenando toda la sala de baño. La visión fue rápida, lo único constante era el aullido del pobre perro. En cierto momento la desesperación por salir creció con fuerza y me sentí estrujado, alargado, entrando por la tubería del lavabo y saliendo por el ducto del aire acondicionado de la habitación que compartía con mi mujer. Era el regreso al cuarto donde empezó todo, algo que podía decirme: “no puedes moverte de aquí, paga tus culpas entre estas paredes”¿Pero qué culpas?

Creo que no le debo a nadie, que estoy solvente con la vida, salvo todos los horrores del mundo que parecen somatizar en mis angustias, los que represento a veces como una inyectadora gigante, el taladro de un dentista, la máquina destripadora de papel para eliminar secretos, todo lo que succiona y horada, aquello que duele y causa dolor; el ruido de las llaves del carcelero cuando viene a buscar al preso a la hora de la tortura; la búsqueda permanente de algo y no encontrar lo buscado; la muerte en el campo minado, la anemia endémica de Biafra, los esqueletos forrados de Treblinca cuando terminó la guerra en el 45, mirando con ojos inexpresivos como esos que nos dicen, tienen los marcianos; el azul siniestro proyectado por la luna en las oscuridades de la habitación; las descargas de relámpagos, las luces cortantes, ese sentir que un cuchillo te va alcanzar el cuello en una función de circo como espectáculo para alimentar el morbo de la gente ¿Qué diferencia hay entre esa excitación ante el show que puede ser muerte o no, pero la anuncia y le llaga cerca y el placer del César, su corte y la plebe romana, viendo despedazarse a los gladiadores en el circo o los cristianos servidos como bocados a los leones en el Coliseo? ¿Qué es eso sino horror? El mismo miedo de Hiroshima y Nagasaki, la bomba atómica matando doscientos mil, trescientos mil de una sola vez ¡Qué terror me causa el alto clero español completo rodeando a Franco cuando juramentada a sus fieles de la falange! Eso lo vi en imagen de archivo, en el largo metraje Soldado de Salamina.

Que de miedos tengo con el hambre que mata cien mil, 200 mil niños cada día, con las parturientas que no debieron nacer, con los traficantes y fabricantes de veneno y balas en vez de alimentos, con el barco botando en alta mar la compota y el arroz para que no bajen de precio, con los 50 mil y más víctimas fatales del terror en las torres gemelas de Nueva York, con los budas gigantes destruidos en Afganistán. Tengo el terror de la masacre de Ruanda y el millón de asesinados por orden de Polt Pot, tengo miedo del futuro y de la condición humana sublime y esplendorosa como el sol que acaricia las colinas en el polo norte, tras una larga noche de seis meses u oscura como la hoguera de la Santa Inquisición. Tengo el terror de que algún día pueda acabarse la última gota de agua de la tierra. Eso lo sentía concentrado dentro de mí aquella noche tan larga como el aire que se me agotaba en los pulmones. Cuando por fin logré abrir la puerta del cuarto y con el poco aliento que quedaba en mí, tomar a mi mujer por la cintura y salir, dejando atrás la oscuridad y el miedo para enfrentarnos con el alba, sentí que emprendía el regreso y fue así.

Desperté muy cansado. Yo creo que hay una habitación sombría dentro de nosotros cargada de duendes. Ellos requieren el alimento del terror para que yo pueda contar lo que paso la noche del 22 de diciembre de 1993. Todo fue muy real, pero ¿acaso lo soñé? Hay algo a lo que todavía no encuentro explicación: cuando salí, del otro lado de la puerta del cuarto había un perro muerto que me miraba con sus grandes ojos desmesuradamente abiertos.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Machera “Héroe Cotidiano”


Autor: José Antonio Matos

En el Cementerio de El Espejo (Mérida) se encuentra la tumba de Luis Cerrada Molina, conocido como “Machera”. Nació en Mérida el 28 de julio de 1956 y murió el 1º de octubre de 1977. Machera, al igual que otros personajes como los malandros deificados en el culto de María Lionza (Ismael Sánchez, Negro Antonio, Petróleo Crudo,…) es reconocido por sus acciones solidarias: “asaltaba farmacias para dar medicinas a los enfermos, supermercados para llevar comida a los indigentes”. Se ha convertido así, en un ícono como malandro generoso que robaba a los ricos para darles a los pobres. Su tumba repleta de placas de agradecimiento evidencia la variedad de peticiones y de devotos. Entre los agradecimientos y ofrendas encontramos la composición escrita de una gaita a Machera en nombre de Julio Cristal Urdaneta, Eduardo Ravel y la Agrupación Cristal, un título de Abogado, una placa de reconocimiento como espíritu benefactor por parte de un grupo espiritual llamado “Centro Bolivariano de la Paz”, así como muchas placas agradeciéndole los favores concedidos.

Según Rosa, madre de Machera y cuidadora de la tumba desde su entierro, afirma que la fe hacia él crece cada día más. La prueba más contundente es la gran cantidad de ofrendas que recibe, cuestión que conllevó a agrandar el espacio de la tumba y convertirlo en un verdadero santuario. Cabe destacar que son varios los “guardianes de la tumba”; además de su madre y el padrastro se encuentran varios trabajadores del cementerio.

En el recinto a través de sus “cuidadores” se puede conseguir las estampitas y su novenario que se utiliza para rezarle y solicitarle favores. El santuario se ha convertido para algunos de sus familiares (madre y padrastro), amistades y creyentes, un espacio de socialización en donde se reúnen no sólo con la exclusiva finalidad de rezar, hacer peticiones y cuidar el lugar. Debido a su ambiente familiar propicia vínculos de sociabilidad entre los visitantes. En tal sentido, Manuel un joven estudiante universitario merideño, me comentó que ha conocido muchas personas en el recinto, entre ellas a su novia Teresa: “ella es una devota de Machera que viene a pedirle para que salga bien en sus estudios universitarios. En una ocasión coincidimos en la tumba. En la actualidad, seguimos viniendo y agradecemos doblemente por ayudarnos en nuestros asuntos y por habernos conocido en su tumba y enamorarnos” (Entrevista 20 de agosto de 2010).

“Machera”, a pesar de haber tenido sólo 6º grado de instrucción, fue reconocido como un delincuente con habilidades y muerto a temprana edad en un tiroteo con la policía en la actualidad es uno de los muertos milagrosos junto a Jacinto Plaza más visitados en Mérida. Los estudiantes son como se evidencia en las placas una gran mayoría. Este aspecto al parecer contradictorio que un delincuente, a pesar de su actitud solidaria con algunas personas después de muerto ayude a estudiantes, no resulta contradictoria en el culto a los muertos en cementerios urbanos y en centros mágico religiosos. Se trata, en términos de Francisco Franco (2009) de una “superación de carácter social y espiritual” explícita en los relatos sobre los muertos milagrosos, si al parecer en vida habían factores que obstaculizaron su superación (muerte – fatalidad), muerto alcanzaría la “evolución o superación espiritual” a través de los milagros. En esta perspectiva, la antropóloga Jacqueline Clarac de Briceño afirma que en el culto urbano a los muertos se produce una “inversión de valores por inversión de símbolos”. Esto ocurre cuando “el personaje muerto violentamente se transforma en protector contra la muerte, el malandro matado a tiros protegerá a los otros hombres contra la policía y contra la muerte a tiros (…) el drogadicto muerto que nunca ha podido estudiar ayudará a los estudiantes universitarios a pasar sus exámenes… (1995: 469). En efecto, se “sublima” el aspecto negativo realizando su acción milagrosa. Además, la proliferación de relatos y anécdotas sobre el muerto milagroso contribuye a su status de “héroe cotidiano” y “espíritu benevolente”.

Por otra parte, según el sociólogo Orrin Klapp (1962), “los héroes expresan el ethos (el carácter de un pueblo) y el tipo de cosas que la gente aprueba” (p. 55). La figura heroica, asegura el autor, es ambivalente. Es decir, en ocasiones suele parecerse al villano, ya que lo que realmente importa son sus acciones en pro de la causa de su grupo. Esto nos lleva a afirmar que lo relevante es el reconocimiento de un grupo social, comunidad o barrio. De igual manera, es la misma comunidad y los pueblos la que eterniza sus personajes emblemáticos al deificarlos como santos y ánimas milagrosas populares.

Bibliografía

De Briceño C., J. (1996). La Enfermedad como Lenguaje en Venezuela. Mérida, ed. ULA.
Franco, F. (2009). Muertos, Fantasmas y Héroes. El Culto a los Muertos Milagrosos en Venezuela. Mérida, ed. ULA.
Klapp, Orrin E. (1965). Héroes, Villanos y Locos. México, ed. Grijalbo.

domingo, 12 de septiembre de 2010

TRES VETERANAS DEL PERIODISMO SE ESTRENAN COMO ACTRICES


En un bolero la vida
por Inés Muñoz Aguirre

Con la novedosa participación de tres reconocidas periodistas como lo son Mary Carmen Sobrino, Elsy Manzanares y Jesmín Royé se estrena el 22 de septiembre la pieza teatral “En un bolero, la vida” de la dramaturga y también periodista Inés Muñoz Aguirre. Esta obra que se dará a conocer en lectura dramatizada cuenta con la presentación de Carmen Cabas y la participación especial del actor y dramaturgo José Antonio Barrios. Las presentaciones de “En un bolero, la vida” se realizarán en la Terraza de la nueva sede del Ateneo de Caracas, ubicada en la Av. La Salle de La Colina, en todo el frente de Venevisión, durante tres miércoles consecutivos, ya que el planteamiento de la producción realizada por Tony Bernal, es la de llevar esta propuesta a diversas salas.

En un “Bolero, la vida” fue escrita por Inés Muñoz Aguirre en el año 2006, y es una divertida pieza que nos presenta a cuatro mujeres que trabajan en una “línea caliente”, tratando de satisfacer vía telefónica las necesidades de sus clientes. Cada una crea historias con las cuales dar respuesta a las llamadas que reciben, partiendo de sus propias personalidades. Raiza, el personaje que leerá Jesmin Royé sueña con ser bella y vende la imagen de una mujer completamente diferente a lo que ella es. Mary, el personaje de Carmen Cabas es una colombiana, tranquila, que no le gustan las discusiones y sueña con ser feliz, Matilde el personaje de Elsy Manzanares es el de una señora que sufre de lumbago y que trabaja para ayudar a su marido, finalmente el personaje de Ana, será leído por Mary Carmen Sobrino, quien representa a una joven e impulsiva mujer, dispuesta siempre a conquistar a los que tiene a su alrededor. La obra se desarrolla en un día especial en el que gracias al juego de futbol los clientes parecen perder el entusiasmo sexual, poniendo a estas mujeres trabajadoras en el aprieto de inventar actividades con las cuales llenar su tiempo. La vida de estas mujeres se aproxima a cambiar drásticamente cuando uno de los hombres que llama de forma habitual, es cual es representado por José Antonio Barrios, exige que le sea interpretado un bolero de Felipe Pirela, con el cual pretende hacer frente a sus necesidades más intimas.

Inés Muñoz Aguirre, una de nuestras más reconocidas dramaturgas, autora de numerosas piezas como Tocados de luna, Satelite y no visión, Pasajero de un largo viaje y Color Naranja entre otras; ha trabajado en esta pieza unos personajes característicos que parecen competir entre sí, mostrándonos la cara oculta de un Call Center o Centro de Llamadas. La situación que les toca vivir hará que los espectadores pasen un rato diferente con esta propuesta que nos enfrenta a lo que podría ser una realidad, aunque realidad divertida. La gran novedad que enriquece aun más el texto de En un Bolero la vida, será la participación de estas tres periodistas quienes sin temor se enfrentan al texto teatral, para demostrarle a quienes las siguen que no sólo son capaces de hacer entrevistas y dar a conocer importantes informaciones, sino que aceptan el reto de compartir de forma amena, divertida y novedosa con sus espectadores.

Estas presentaciones, las cuales se realizarán los días miércoles en el Ateneo de Caracas, a partir del 22 de septiembre, serán el inicio de una gira por distintos espacios con esta obra que se presenta con el respaldo de PUBLIC-ARTE el periódico de la cultura. Las siguientes fechas serán el miércoles 29 de septiembre y el miércoles 6 de octubre.

Las funciones serán a las 7 y 30 de la noche, con un costo de Bs. 65,00 entrada general y Bs. 45,00 para estudiantes y tercera edad. Entradas a la venta en www.solotickets.info, Tiendas Esperanto del C.C. San Ignacio y Tolón, Tiendas Confetti del C.C.Sambil y Galerías Prados del Este y en la Taquilla del Ateneo.

El nuevo Ateneo de Caracas, cuenta con Valet Parking, para mayor comodidad de los asistentes. Final Avenida La Salle, Colinas de Los Caobos, Quinta La Colina, diagonal a Venevisión.

viernes, 10 de septiembre de 2010

public-ARTE: "teatro infantil" Sept. 2010



ENTREVISTA A ROBLAN PIÑERO
por Bruno Mateo

1.BRUNO MATEO: Puedes contarme sobre tus inicios en el teatro y cuándo y por qué escogiste a esta actividad como una profesión.

ROBLÁN PIÑERO: Yo comencé en el teatro cuando tenía 13 años en el Ateneo de Anaco. Todo comenzó como una curiosidad, pero el director del aquel entonces, descubrió en mi un gran potencial y de allí fui seleccionado del taller juvenil para pasar a la planta actoral del taller de los adultos. Escogí esta profesión porque descubrí que es lo que me hace feliz y llena de vida, y más aun cuando actúo para los niños. Creo que cuando uno es feliz haciendo lo que le gusta, se demuestra en su trabajo y eso lo capta el público quienes se sienten agradecidos al ver un actor que entrega todo su ser.

2.BM: ¿Cuándo se inicia tu agrupación “TEATRO BENGALA”? y ¿por qué decidiste hacer tu propia agrupación?

RB: “Teatro Bengala” nace en el año 1998 en la ciudad de Anaco como producto de un taller de formación actoral patrocinado por la Dirección de Cultura del Edo Anzoátegui, es producto de un taller experimental donde se fusiona el títere con el teatro. Muy pronto se transformó en un impacto cultural dentro del estado y, tanto el estilo como los trabajos que a futuro se crearían, transformarían a teatro bengala en lo que es hoy en día, una institución con sede propia y proyección nacional e internacional. Decidí hacer mi propia agrupación porque era la única manera de darles vida en escena a todas mis ideas a través de los actores y los títeres.

3.BM: ¿Desde cuándo escribes para niñas y niños?

RB: Desde los 17 años, a principios del año 1985.

4.BM: ¿Cuáles piensas tú son los aportes que haces a través de tu dramaturgia al teatro infantil? Y ¿crees que el teatro hecho para niñas y niños es diferente al teatro para adultos?

RB: Los aportes que he dado a la dramaturgia infantil son de conllevar al niño a una reflexión constante, a través de planteamientos fantásticos pero con un lenguaje muy actual y sencillo. El teatro para niños amerita más acción, mayor colorido y un planteamiento que mantenga al público en expectativa. Tiene que haber elementos sorpresas cada 7 u 8 minutos, en cambio, el teatro para adultos, está más abierto a todas las posibilidades, puede ser denso, jocoso, agresivo, dramático, en fin, el adulto es capaz de soportar cualquier planteamiento.

5.BM: Hablando un poco sobre “LA LECCIÓN DE PIRITA”, la cual recientemente ganó el Premio municipal al MEJOR TEATRO INFANTIL 2010, me puedes decir ¿por qué escribiste una pieza como ésta?

RB: Cuando escribí “LA LECCIÓN DE PIRITA” apenas tenía 18 años, corría el año 87. En aquel entonces era facilitador de un taller de Teatro para niños de un plan vacacional del Ateneo de Anaco, donde tenia que enseñar a los niños herramientas básicas para el desenvolvimiento escénico dentro del teatro y así culminar el taller con una puesta en escena. Para aquel entonces, era muy difícil conseguir textos para teatro de niños, lo único a la mano eran textos de Aquiles Nazoa. Me vi en la necesidad de inventarme una historia donde los mismos niños del taller me sirvieron de inspiración. Es como una Alicia en el País de las Maravillas, pero a diferencia de esta, Pirita, viaja al mundo de la basura a través de un sueño.


6.BM: ¿Cómo ves el teatro infantil en Venezuela? ¿Vale la pena seguir haciendo teatro para niñas y niños?

RB: Claro que sí. A los niños les encanta el teatro y tanto los directores, escritores, y productores, tienen que estar conscientes de que cuando hacemos teatro para niños, estamos educando y sensibilizando a las futuras generaciones, por eso es importante, en tener conciencia de que los textos deben tener un trasfondo educativo y reflexivo. El teatro infantil en Venezuela ha estado y seguirá muy bien, es sorprendente lo que en todo el país se está haciendo en materia de teatro para niños. Definitivamente en Venezuela hay un gran potencial, lo único que hace falta es una mayor difusión, para que estos esfuerzos, de muchos artistas, lleguen a la mayor cantidad de niños posibles.

7.BM: Dime cómo te ves proyectado dentro de unos años como teatrero.

RB: Aunque tú no lo creas, como el titiritero mas importante del país y de Latinoamérica. En mi vida, en el mundo del teatro, he escrito obras teatrales, actuado, dirigido, diseñado escenografías, diseñado vestuarios, pero un buen día descubrí que mi pasión son los títeres y es en lo que actualmente trabajo muy fuerte para ser cada día mejor.

8.BM: ¿Te gustaría agregar algo más?

RB: Me siento inmensamente orgulloso por el gran talento derrochado en la obra “LA LECCIÓN DE PIRITA” que se logró a través de KJC Producciones. Cuando uno como creador ve en escena lo que escribimos es muy satisfactorio, sobre todo cuando el director, de dicha obra, logro comprender la escencia, lo que quiere uno como escritor, mostrar al público y sobre todo cuando se cuenta con un elenco de jóvenes muy profesionales.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Noche blanca (cuento)


Sidonie Gabrielle Colette (Saint-Sauveur-en-Puisaye, Francia, 28 de enero de 1873 - París, Francia, 3 de agosto de 1954), fue una novelista francesa.
Fue elegida miembro de la Academia Goncourt en 1945.
Biografía
Última hija del matrimonio al que ella rebautizó como Sido y el capitán Colette (seudónimo que adoptará), disfrutó de una infancia feliz en la pequeña villa de Bourgogne. Adolescente, conoció a Henry Gauthier-Villars, apodado ‘’Willy’’ con el que se casó el 15 de mayo de 1893 en Châtillon. Willy autor de novelas populares, un vividor parisino que subsistía a costa de explotar a sus colaboradores, descubrió enseguida las facultades escritoras de su esposa y la animó a escribir sus primeras obras, la serie de las Claudine (1900-1903) recuerdos de la época escolar de Colette y que, sin ningún escrúpulo, fueron firmadas por su marido. Indignada por las infidelidades de su marido,— Willy fue el amante de Marie Lousie Servat (llamada Germaine) esposa de Émile Courtet con la que tuvo un hijo, Jacques Henry Guthier-Villars—, y desesperada por verse constreñida a su papel de esposa escarnecida y burlada, Colette fue liberándose poco a poco de su tutela y animada por Georges Wagne se dedicó a satisfacer sus ambiciones teatrales en el music-hall. Son años de escándalo y liberación moral en los que tuvo varias aventuras con otras mujeres. En 1906 se divorció de ‘’Willy’’. Durante esos años, no obstante, Colette va afianzándose como escritora: precisión en las palabras que describen la belleza de la naturaleza, el análisis y sensibilidad de los animales, la voluptuosidad y sensualidad libremente expresadas, reivindicando los derechos de la carne sobre el espíritu y los de la mujer sobre el hombre, son las líneas maestras de esta escritora que aún no ha sido reconocida por la crítica literaria eminentemente machista.
Después de su divorcio Colette conoce a Henry de Jouvenel, político y periodista con el que se casará en 1911, de esta unión nacerá su única hija, Colette a la que ella llama Bel-Gazou. En el periódico Le Matin, del que es redactor jefe Jouvenel, Colette colabora con diversos artículos y reportajes. En 1923 se divorcia de Jouvenel.
A los cuarenta años se convierte en mentora del hijo de Henry, Bertrand de Jouvenel, de 17 años, iniciándole en la escritura. Esta experiencia le servirá a Colette para desarrollar los temas y situaciones de Chéri y Le Blé en herbe.
La escritora, en el cenit de su talento y de su gloria se instala en su apartamento del Palais-Royal en el que vivirá hasta su muerte. Amigo de antaño, Maurice Goudeket, la ayudará a soportar su artritis y, pese a su discutible reputación, Colette es la única escritora francesa que tuvo derecho a unos funerales nacionales. Fue enterrada en el cementerio Père Lachaise París.
(tomado de: http://www.es.wikipedia.org/wiki/Colette)

Noche blanca.

Escrito por Colette


No hay en nuestra casa más que un lecho, demasiado ancho para ti, un poco estrecho para nosotros dos. Es casto, blanco del todo, desnudo del todo; ningún cubrecama oculta, en pleno día, su honesto candor.

Los que vienen a vernos lo miran tranquilamente, y no vuelven los ojos con un aire cómplice, porque está marcado, en medio, por un solo valle, como el lecho de una muchacha que duerme sola.

Los que entran aquí no saben que cada noche el peso de nuestros cuerpos juntos ahonda un poco más, bajo su mortaja voluptuosa, ese valle no más amplio que una tumba:

¡Oh, nuestro lecho desnudo! Una lámpara deslumbrante, inclinada sobre él, lo desviste más todavía. No buscamos, en el crepúsculo, la sombra sabia, de un gris de araña, que filtra un dosel de encaje; ni la luz rosa de una lamparilla color de conchas marinas... Astro sin alba y sin ocaso, nuestro lecho no cesa de irradiar más que para hundirse en una noche profunda y aterciopelada.

Un halo de perfume lo nimba; respira fragancia, rígido y blanco como el cuerpo de una bienaventurada difunta. Es un perfume complicado que sorprende, que se respira con atención, con la preocupación de distinguir el alma rubia de tu tabaco preferido, el aroma más rubio de tu piel tan clara, y ese sándalo quemado que se exhala de mí; pero este agreste olor de hierbas aplastadas, ¿quién puede decir si es mío o tuyo?

¡Acógenos esta noche, oh nuestro lecho, y que tu fresco valle se ahonde un poco más bajo la somnolencia febril con que nos ha embriagado una jornada de primavera en los jardines y en los bosques!

Yazgo sin movimiento, la cabeza sobre tu dulce hombro. Voy a descender, seguramente hasta mañana, al fondo de un negro sueño, un sueño tan obstinado, tan cerrado, que las alas de los sueños vendrán en vano a golpearlo. Voy a dormir... Espera tan sólo que busque, para la planta de mis pies que hormiguea y arde, un sitio fresco del todo... Tú no te has movido. Respiras con largas aspiraciones, pero siento tu hombro todavía despierto, atento a ahuecarse bajo mi mejilla... Durmamos... Las noches de mayo son tan cortas... A pesar de la oscuridad azul que nos baña, mis párpados están todavía llenos de sol, de llamas rosas, de sombras que se mueven, balanceadas, y contemplo mi jornada con los ojos cerrados, como se inclina una detrás del abrigo de una persiana, sobre un jardín de verano deslumbrante.

¡Cómo palpita mi corazón! Oigo también el tuyo bajo mi oreja. ¿No duermes tú? ¿No duermes? Levanto un poco la cabeza, adivino la palidez de tu rostro caído hacia atrás, la sombra salvaje de tus cortos cabellos. Tus rodillas son frescas como dos naranjas... Vuélvete hacia mi lado, para que las mías les roben ese liso frescor.

¡Ah! ¡Durmamos...! Mil hormigas corren mil veces, con mi sangre, bajo mi piel. Los músculos de mis tobillos palpitan, mis orejas tiemblan, y nuestro dulce lecho, ¿está sembrado de agujas de pino, esta noche? ¡Durmamos! ¡Lo quiero!

No puedo dormir. Mi insomnio feliz palpita, alegre, y adivino, con tu inmovilidad, el mismo abatimiento tembloroso... Tú no te mueves. Tú esperas que yo me duerma. Tu brazo se aprieta, a veces, en torno de mí por tierna costumbre, y tus pies encantadores se entrelazan con los míos... El sueño se acerca, me roza y huye... ¡Lo veo! Es semejante a esa mariposa de pesado terciopelo que yo perseguía en el jardín inflamado de iris... ¿Recuerdas? ¡Qué luz, qué impaciente juventud exaltaba toda aquella jornada...! Una brisa ácida y apresurada lanzaba sobre el sol una humareda de nubes rápidas, ajaba al paso las hojas demasiado tiernas de los tilos, y las flores del nogal caían convertidas en orugas enrojecidas sobre nuestros cabellos, con las flores de las paulonias, de un morado lluvioso de cielo parisiense... Los brotes de las grosellas que tú magullabas, la acedera salvaje en forma de rosa en medio del césped, la menta tierna del todo, todavía morena, la salvia vellosa como una oreja de liebre, todo desbordaba un jugo fuerte y pimentado, del que mezclaba en mis labios el gusto de alcohol y de taronjil. Yo no sabía más que reír y gritar, pisoteando la larga hierba jugosa que manchaba mi vestido... Tu alegría tranquila velaba sobre mi locura, y cuando he tendido la mano para alcanzar aquellos agavanzos, ¿sabes? de un rosa tan conmovedor, la tuya ha roto la rama antes que yo, y has quitado, una por una, las espinitas curvadas, color de coral con forma de garras... Me has dado las flores desarmadas...

Me has dado flores desarmadas. Me has dado, para que descanse jadeante, el mejor sitio a la sombra, bajo el árbol de lilas de Persia con racimos maduros. Has recogido para mí las anchas azulinas de las canastillas, flores encantadas cuyo corazón velloso emana olor a albérchigo... Me has dado la nata del botecito de leche, en la hora de la merienda; cuando mi hambre feroz te hacía sonreír... Me has dado el más dorado pan, y veo todavía tu mano transparente al sol, alzada para arrojar la avispa que se ahogaba, cogida en los rizos de mis cabellos... Has colocado sobre mis espaldas una ligera capa cuando una nube más larga ha pasado lentamente, hacia el fin del día, y he temblado toda sudorosa, ebria del todo, de un placer sin nombre entre los hombres, el placer ingenuo de los animales, felices en la primavera... Me has dicho: «Vuelve... Párate... Regresemos.» Me has dicho...

¡Ah! Si pienso en ti se acabó mi descanso. ¿Qué hora acaba de sonar? He aquí que las ventanas azulean. Oigo palpitar mi sangre, o tal vez es el murmullo de los jardines, allá lejos... ¿Duermes? No. Si acercara mi mejilla a la tuya sentiría temblar tus cejas como el ala de una mosca cautiva... Tú no duermes. Espías mi fiebre. Me guareces contra los malos sueños; piensas en mí como pienso en ti, y fingimos, por un extraño pudor sentimental, un apacible sueño. Mi cuerpo entero se abandona distendido, y mi nuca pesa sobre tu dulce espalda pero nuestros pensamientos se aman, discretamente, a través de esta alba azul, tan presta a crecer.

Pronto la barra luminosa, entre las cortinas, va a avivarse, a tornarse rosa... Unos cuantos minutos más, y podré leer en tu hermosa frente, en tu mentón delicado, en tu boca triste y tus párpados cerrados, la voluntad de aparecer dormido... Es la hora en que mi cansancio, mi insomnio enervador no podrán ya callarse, en que sacaré los brazos fuera de este lecho febril y mis talones malvados preparan ya su andar astuto...

Entonces, fingirás que te despiertas. Entonces podré refugiarme en ti, con confusas quejas injustas, con suspiros exagerados, con crispaciones que maldecirán el día llegado ya, la noche tan tarde en terminar, el ruido de la calle... Porque sé que entonces apretarás tu abrazo, y que, si el acunamiento de tus brazos no es suficiente para calmarme, tu beso se hará más tenaz, tus manos más amorosas, y que me concederás la voluptuosidad como un socorro, como el exorcismo soberano que expulsa de mí a los demonios de la fiebre, de la ira, de la inquietud... Me darás la voluptuosidad, inclinado sobre mí, los ojos llenos de una ansiedad maternal, tú que buscas, a través de tu amiga apasionada, el hijo que no has tenido...

lunes, 6 de septiembre de 2010

Teatros en Caracas en más de tres siglos.

Esquina El Conde,Caracas 1934



TEATRO ENTRE LAS ESQUINAS DEL CONDE Y LAS CARMELITAS.


En 1783, el Capitán General de Venezuela, Brigadier Don Manuel González Torres de Navarro, hizo a su costa aquel hermoso y cómodo teatro y lo puso a disposición del Ayuntamiento de Caracas, con oficio de 4 de Mayo de 1784, coliseo como aquel lo llamó, en que se paga un real por entrada general. Este teatro estuvo en donde hoy se halla la cochera número 9, de la casa de habitación del General Guzmán Blanco, y en otra casa, número 11, anexa a dicha habitación de aquel general y que es hoy el establecimiento de huéspedes del señor Efraín A. Rendiles.

En 1803 y 1804, respectivamente, asistieron al teatro Francisco Depons, naturalista francés y F. X. Balmis, el introductor de la vacuna en Caracas, entonces; habiéndose puesto en escena, un juguete cómico que compuso Andrés Bello, titulado Venezuela Consolada, que dedicó al Rey Carlos IV. En 1808 se estrenó allí por primera vez en Venezuela una companía de ópera francesa, cuya primera Donna fue la celebre Doña Juana Faucompre, siendo tan del agrado del público aquella función que la ciudadanía a pesar de la epidemia reinante no dejo de asistir a ella. Para aquella época ya el teatro tenía orquesta de aventajados filarmónicos, que para el caso habían aprendido en la escuela que el padre Sojo fundara a fines del siglo pasado con los instrumentos y música de clásicos notables que hizo venir de Europa y que el mismo trajo de su viaje a Roma. La primera crónica teatral salió en Caracas en la Gaceta del 30 de diciembre de 1808, a los dos meses de haberse introducido la imprenta en esta capital. Este teatro del Conde a Carmelitas, sirvió también para cuartel en 1806, 1810, 1811 y 1812, hasta que lo derribó el terremoto; y como luego se acentuara más y más la lucha por la independencia, nade podía pensar en tales espectáculos que pedían tranquilidad, actores y músicos que trabajaran allí por haber sucumbido casi todos para el año 1814 al filo de la espada realista.

TEATRO DEL COLISEO.

Durante el ano de 1820, se presentaron en la casa del respetable señor Ambrosio Cardozo, comedias y otros actos análogos y andando los tiempos, para 1831 construyó este señor el teatro que se llamó Coliseo, el cual estuvo en lo que hoy son las casas 38 y 40, entre las esquinas del Chorro y del Coliseo, o sea, del Dr. Sanavria, denominación que tenía antes de fabricarse el teatro, que le dío nombre a la esquina, como se llama actualmente. Este Coliseo, fue más tarde del señor coronel Juan José Ponce y en el tuvieron lugar comedias, óperas, conciertos y otros actos hasta 1854 que terminó por haber sido sustituido con el teatro Caracas, como veremos.

TEATRO DE LA ESQUINA DE VEROES A JESUITAS.

Entre estas esquinas se encuentran hoy las casas marcadas con los números 22 y 24, que juntas formaron la casa que se llamó de los Jesuitas o del Cuño.
En el período de 1831 a 1836, se presentaron en aquellas gran casa algunas comedias, conciertos y otros actos notables por el estilo.

TEATRO CARACAS.

Lo construyó los señores Martín Tovar Galindo, Pardo y Cia., Kenedy y Cía. Y Fortunato Corvaía, inaugurándose a fines de 1854. Fueron sus constructores el ingeniero Mr. Wilson (inglés), el Alarife Victorio Ponce y Mr. N. P. B. Ulstrup, encargado de los trabajos de carpintería.

A poco de inaugurado se vino al suelo el techo del patio por haberse errado las medidas que se enviaron para traer la armazón de techo, encargándose al afamado Ing. Alberto Loutuwsky para su reposición, costando la obra $37.500
Este teatro fue desde su inauguración muy del agrado del público, por lo céntrico, cómodo, elegante y por las demás condiciones llenas en él.

Desde 1854 hasta 1886 tuvo varios duenos, pero hoy es de los senores Dr. Antonio Ramella, José Bocaranda y herederos del Dr. José Tomás Marquéz, habiéndose gastado para ponerlo en el estado e que se halla, a la altura de la civilización, cerca de $ 100.000, en 43 años que lleva de existencia. El que hizo las últimas reformas fue el aplaudido arquitecto General Juan Hurtado Manrique y los pintores escenógrafos Manuel Otero y Jesús María Rivas, los que antes de estas reformas hicieron los telones de boca del escenario y otras decoraciones.

En este teatro no sólo se pusieron en escena óperas muy buenas desde su inauguración, sino las primeras zarzuelas en 1861; y también en 1873, la primera ópera nacional Virginia, que compuso el célebre maestro José Angel Montero.
Centenares de companías líricas y y dramáticas han trabajado allí, extranjeros, venezolanos; y además ha habido conciertos, veladas y otras diversiones públicas, lo mismo que reuniones políticas, populares, literarias, científicas y, finalmente, se han celebrado actos en honor de maestros próceres.
En 1865 se inauguró allí el primer piano hecho en el país, por el Sr. Lorenzo Rodríguez Colina.

CENTRO DE DOCUMENTACION VIRTUAL DEL TEATRO VENEZOLANO (C.D.V.Te.Ve).

Lic. Yris Navas (IUDET - Producción)
Lic. Lisett Torres Olmos (IUDET - Actuación)
Lic. Narvis Bracamonte (IUDET- Actuación)
Lic. Nestor Villegas (Ciencias Náuticas)
Lic. Moraima Carvajal (Comunicación Social)
Lic. Alberto Figueroa (Abogado - IUDET)
Sr. Pedro López Casuso (Artista - Comunicador)

jueves, 2 de septiembre de 2010

Conocer el acontecer teatral durante la Colonia y describir la manera como se hacía Teatro y como eran los locales teatrales.



Unos de los primeros trabajos escritos sobre el Teatro en la Colonia es el de Arístides Rojas (muerto en 1894) titulado ORÍGENES DEL TEATRO EN CARACAS, publicado en el Cuaderno Nº 1 del Centro de Investigación y Desarrollo del Teatro, UCV. Dirección de Cultura, 1966. Arístides Rojas comienza hablando de la Plaza Mayor (hoy Plaza Bolívar) como centro de las diversiones públicas, y que allí, desde 1567 se venían realizando juegos de toros y cañas y se celebraban acontecimientos como las coronaciones de los monarcas españoles, celebraciones religiosas y ajusticiamientos.

En el periodo del Gobernador Osorio y del Procurador Simón de Bolívar, de 1588 a 1597, se comenzaron a representar comedias en esta plaza. Rojas señala que la primera licencia para representar una comedia fue el 28 de junio de 1600, sin embargo, José Antonio Calcaño dice que la más antigua representación teatral de que se tiene noticia en Caracas, fue la efectuada el 21 de agosto de 1595 y agrega que tal vez la hubo antes, porque en los viejos papeles se dice que esta representación se hacía según costumbre.

Si quisiera profundizar en esta obra los datos son los siguientes: Arístides Rojas ORIGENES DEL TEATRO EN CARACAS Publicación Nº 1 Centro de Investigación y Desarrollo del Teatro. UCV. Junio 1960.

José Antonio Calcaño nos hace la referencia de: Las comedias caraqueñas de fines de siglo XVI y XVII tenían algo de música, al decir de los viejos documentos, y esta música no ha podido ser otra cosa que los cantos y bailes tradicionales en la comedia española. Estas actividades musicales del teatro fueron las que llevaron a tantos aficionados caraqueños de entonces a aprender a tocar diversos instrumentos, hasta el punto de que en 1759, fueron de Caracas a San Sebastián de los Reyes a tocar en las comedias, trompetistas, tambores, violinistas y clarinetistas; estas actividades facilitaron la formación de la primera orquesta que surgió en 1766. El primer teatro de Caracas que merezca ese nombre data de 1784. El gobernador Manuel González de Navarra lo fabricó de su propio peculio y estaba situado entre las esquinas de Conde y Carmelitas, en la acera occidental, a mitad de la cuadra. Aunque el Gobernador González Navarra costeó la edificación, los terrenos eran propiedad de Don Fernando Ignacio Ascanio, quien después fue conde de la Granja. Este teatro se llamó Coliseo; años más tarde encontramos la designación de Teatro Público. Se entraba en él desde la calle por dos puertas que daban acceso a unos corredores a cielo abierto. De allí se pasaba al interior de la sala, que tampoco tenía techo, y se componía del patio y de dos órdenes de palcos, a los cuales se subía por dos escaleras. Estos palcos estaban contratados de manera permanente por los principales mantuanos de la ciudad. Los del Gobernador y del Ayuntamiento tenían hermosas cortinas rojas.El escenario si estaba techado. La capacidad del teatro era como para 2.000 personas, incluyendo los que estaban de pie. EL Coliseo de Caracas tenía una utilería que nadie se imaginaría que existiera en aquellos tiempos y en un medio tan pequeño. Los documentos de la época dicen que había allí decoraciones de castillos, la noche, el cielo, el mar, la ciudad y otros. Había tiendas de campaña, carros de guerra, caballos, carrozas, doseles, altares paganos, barcos de madera, mantos imperiales, trajes de soldados, de abate, de griegos y moros, puñales de suela, espadas y cetros de madera, petos, estatuas y copas de hoja de lata viejo y seda. Calzones, chaquetas, batas y sayas de los más diversos colores. De acuerdo con el gusto mitológico de entonces, el telón tenía pintado a Apolo en la cumbre del Parnaso y encima de la cortina, tallado en madera, el escudo de Caracas. En las grandes funciones se gastaban 170 velas y dos botijuelas de manteca, que estaban destinadas a las candilejas. En sus 28 años de vida, este teatro presentó comedias, veladas patrióticas y literarias, acróbatas, autos y ópera francesa. Como no había en Caracas ninguna otra diversión, siempre acudía un público numeroso. Aparte los palcos, que se alquilaban, el público pagaba un real por la entrada y otro real por alquilar una silla. En el interior de la sala podían comprarse algunos comestibles y chucherías, las vendedoras llevaban dulces secos y frutas. La función comenzaba a las ocho, y había una guardia de soldados veteranos. Desde 1793 hubo en el patio separación para hombres y mujeres, a fin de evitar la incongruencia. Sólo el jefe de la familia podía sentarse en el extremo de una fila destinada a las mujeres, si estaba en compañía de los suyos.


El reglamento del teatro dictado por el Ayuntamiento en 1798 dice, entre otras cosas, que ni hombres ni mujeres podrán ponerse el sombrero durante la representación, que no se podrá gritar a nadie, y menos a un cómico, aunque se equivoque, que se prohíbe todo bullicio y falta de compostura hasta en los entreactos, so pena de expulsión. En los palcos de los mantuanos, las cosas eran diferentes, y allí podían estar hombres y mujeres juntos, o ponerse el sombrero si querían.

Entre 1791 y 1796 hubo una larga temporada de comedias, y en el elenco de la compañía figuraban además de los comerciantes, los cantantes que no podían faltar en ninguna farándula de aquellos tiempos. La primera actriz era guaireña y su nombre figura como Teresa Guaireña, lo cual huele a seudónimo. Los actores eran Buenaventura López, que era rey o sea actor de carácter; José Antonio Nuñez, Pedro López y José Manuel Arteaga eran los galanes. Habían otro galán extra, que era Pedro Peña, José María Cuimarena y Pedro Guevara, hacían de criados, pero Guevara cantaba y bailaba también. José María Henri hacía papeles de muchacho; Pascual Calánchez y Vicente Reyes eran barbas, y Vicente Sánchez Tanco hacía de figurón. Los músicos que completaban la compañía eran: José María Amaya, Felix Salas, que era gracioso, José María Ponte, Manuel Andrés Fornes y José María Cordero. Los apuntadores eran Isidro Cordero y José María Castro. Los actores según testimonio del viajero Depons, eran bastante malos; su declamación era semejante al tono con el que un niño de diez años recita su lección mal estudiada; carecía de gracia, de acción y no daban inflexión a la voz, ni al rostro el movimiento natural En 1804 fue introducida la vacuna en Venezuela. La viruela azotaba a la población no había remedio alguno, sino echarse en una cama a esperar el resultado, casi siempre fatal. Las autoridades españolas resolvieron pues, enviar la vacuna a tierras de América. Un buque vino a traerla a Venezuela y otros lugares del Caribe.

EL primer niño vacunado fue Luis Blanco, caraqueño, nacido en 1802. Para celebrar tan extraordinario suceso, se efectuó en el teatro una velada inolvidable, en la cual se puso en escena un juguete dramático del joven Andrés Bello, titulado VENEZUELA CONSOLADA, que corre pareja con la Oda a la Vacuna, del mismo Don Andrés Bello, y dedicadas ambas obras al Rey Carlos IV. A comienzo de 1808 vino la compañía de ópera francesa, trajo ocho óperas que presentó Monsieur Espernu comenzaron a representarse en el mes de mayo, a los dos meses se clausuró el teatro, debido a las graves sucesos que amenazaban a la monarquía española. El día 3 de agosto de ese mismo año, el comercio caraqueño dio una gran fiesta donde hubo un concierto de nuestra orquesta colonial, seguido de refrescos.

Esta función, se comentó fue una de las mejores que Caracas había visto, fue presidida por el Capitán General, y se efectuó en la casa histórica de la esquina de Sociedad. Ya para ese día se había ganado en España la gran batalla de Bailén, que inspiraría un hermoso soneto a Don Andrés Bello. Para esa época se construyó el techo del teatro y se introdujo el uso de los billetes de entrada. A fines de ese año se presentaron la España Restaurada, acto que terminó con una canción patriótica en honor del Rey, que fue coreada con entusiasmo por el público. Después del 19 de Abril de 1810, los patriotas se ocuparon de las actividades teatrales, y el 23 de noviembre de 1811 el Ejecutivo aprobó ciertas solicitudes que en bien del teatro había presentado José Gabriel García. Se montaron para aquel entonces, entre otras varias obras, una opereta llamada El Médico y sus Sobrinos, y también El Bruto de Babilonia del portugués José Seijas, quien era el pintor y el tramoyista del teatro.

El terremoto del 26 de Marzo de 1812, produjo daños muy considerables al teatro, y debido a esto, sólo se efectuaron en él pocas representaciones, hasta el punto que los conciertos organizados por Lino Gallardo tuvieron que realizarse en otros locales.

El teatro sirvió ocasionalmente como cuartel, y Caracas no tuvo teatro verdadero hasta mucho más tarde, cuando se fabricó el nuevo Coliseo en la gallera situada en la esquina de Doña Margarita Sanavria, esquina que después se llamo de Coliseo.

Para mayor información buscar en el libro: EL TEATRO EN LA COLONIA de José Antonio Calcaño. Edición Fundarte. Caracas 1980.

En el libro EL TEATRO EN CARACAS de Juan José Churión, Edición Centro Venezolano del ITI, 1919, este autor nos comenta que Humboldt escribió:

“Hay en Caracas ocho iglesias, cinco conventos y un teatro que puede contener de mil quinientos a mil ochocientas personas: en mi tiempo estaba de tal modo dispuesta la sala de espectáculo que el patio, en el cual estaban separados los hombres de las mujeres, estaba descubierto, y se veían a un mismo tiempo los actores y las estrellas; con el tiempo nebuloso me hacía perder muchas observaciones de los satélites, desde un palco del teatro podía asegurarme si Júpiter estaría visible durante la noche”.

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Tomado de: http://cdvteve.ve.tripod.com/teatrovenezolano/id2.html consultado el día 18.08.2010

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