martes, 12 de marzo de 2019

Dama de Isla Blanca y La Chinigua

La Chinigua

Dama de Isla Blanca.

Era caraqueña, bella y de muy buena familia. A fines del siglo XIX tuvo que viajar a París para comprar su ajuar de novia o trousseau, como hacían entonces las muchachas de la alta sociedad. En aquella época no se conocían las embarcaciones de motor, y todo el mundo viajaba en barcos de vela.

Al regreso, en medio del océano, el navío fue sorprendido por una “calma chicha”. En términos marineros, se trata de una calma excesiva. El viento casi no sopla y los barcos a vela se detienen. En las largas tardes del océano la joven y el capitán del barco se hicieron amigos. Conversaban todas las noches de poesía, de historia y hasta de astronomía. De esa amistad surgió un apasionado amor, al que se entregaron sin meditar en las consecuencias. Pero en dos semanas comenzó de nuevo a soplar el viento, y al fin la nave pudo proseguir el rumbo trazado.

Ya se acercaban a las costas  venezolanas, estaban cerca de la isla conocida como “La Blanquilla” o “Isla Blanca”, cuando de pronto, la muchacha se dio cuenta del grave error que había cometido. Reflexionaba profundamente, sin encontrar la solución a su problema. Amaba al capitán del barco, pero era casado, nunca podría unirse lícitamente. Además, en Caracas la esperaba su prometido, que no merecía su abandono. Sería una gran afrenta, y una vergüenza para su familia. Llena de pena y culpa, la pobre se arrojó al mar una noche, cerca de “la Blanquilla”. Su cuerpo nunca fue recuperado, pero el capitán puso una cruz en la isla, en recuerdo de su amada.

Los pescadores margariteños nunca dejan que los agarre la noche en la isla, porque afirman que al salir la luna, la Dama de Isla Blanca se pasea por las blancas arenas, con un hermoso traje blanco. Y quienes duermen allí sienten sus caricias invisibles y su voz apasionada que busca a lo largo de los siglos el amor perdido.

La Chinigua.   
                                                                      
Parecida a la Sayona, y sin duda pariente de ella. La Chinigua es una hermosa mujer que se presenta a los pescadores margariteños cuando pescan en tierra.

Aparece envuelta en un bello manto negro, pero cuando lo abre, tan solo se ve un esqueleto, cuyos huesos resuenan macabramente chocando entre sí.


Tomado del libro: Diccionario de Fantasmas, Misterios y leyendas de Venezuela. Mercedes Franco. Editorial CEC, SA. Los libros de El Nacional. 1era. Edición, 2001. Caracas, Venezuela.


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