sábado, 28 de junio de 2008

Cuento taoista

Este es un cuento que me envió Graciela De Zordo por Internet


Por qué, venerable maestro, a quien presume de alguna virtud o habilidad nunca deja usted de decirle afablemente pero con firmeza, que se acuerde del tigre? Es que acaso tiene rayas el engreimiento como la piel de ese felino?-Quizas no tenga rayas para ti- respondio con voz queda y gesto acogedor el anciano varon-, pero para el desventurado Tong-Wei no solo tuvo rayas sino tambien colmillos...No sabes lo que sucedio?-Confieso mi ignorancia, sapientisimo guia; pero si mi naturaleza basta y mis groseras inclinaciones no se lo impiden, tal vez acceda usted -de ningun modo lo merezco- a contarme esa historia.-Lo hare, claro que lo hare-dijo el interpelado-; sientate sobre esta esterilla y pronto habre satisfecho tu curiosidad. Escucha, es una fabula que rueda de boca en boca. A mis abuelos la contaban sus abuelos, quienes a su vez las oyeron de labios de los suyos. Si a lo que narra damos fe, habitaba en las selvaticas y calurosas comarcas que banan las aguas rojizas del Rio de las Tortugas un hombre llamado Tong-Wei, cuya destreza en las artes de la arqueria hicieronle famoso. Donde el ojo ponia enviaba la flecha. Nadie lo vio jamas fallar un solo tiro. Llego a ser tan indiscutible su maestria con el arco y tantos sus triunfos en los innumerables torneos en los que participara, que Tong Wei se volvio jactancioso. No era acaso el mejor? No aceptaban todos su evidente superioridad? Fue asi como cierto atardecer, mientras cazaba, le deparo el azar un encuentro imprevisto; al cruzar unos matorrales espinosos, se halla el subito, en el claro del bosque, frente a un tigre gigantesco y amenazador. Mas rapido que la centella coloca la saeta, apunta, estira a cuerda, ya va a disparar... Fue entonces cuando el animal feroz atino a decir:-No dudo, Tong-Wei, de que cuando sueltes tu flecha dejare de existir; y honrado me sentire de haber caido victima de tan extraordinario cazador. Sin embargo, si la postrera suplica de tu condenado logra conmover la nobleza de tu espiritu, yo te pediria que, antes de hacer diana en mi cuerpo, me demuestres tu sin par talento clavando el dardo en el nudo de aquel viejo roble.Soprendido, pero tambien halagado por las encomiasticas palabras de la fiera, se voltea Tong-Wei hacia el tronco, y en su mismo centro encaja la saeta.-Maravilloso disparo!-exclama el carnivoro- Y podrias darle a la despreocupada lagartija que se solaza al sol sobre esa roca?Alcanza a tanto tu virtud?Sin pensarlo dos veces lanza el arquero la flecha sobre el diminuto blanco y parte en dos la lagartija...-Formidable! Increible!- grita entusiasmado el temible felino-; y a la avecilla que trina en la copa de esa alta palmera, acaso puede tu afilado proyectil hacerla callar?Asi, Tong-Wei, cuya fatuidad el tigre lamia y relamia con la obsecuente solicitud de un perro fue, una tras otra, dilapidando en inocentes objetos sus mortiferas armas... Y el rayado depredador no cesaba de elogiarlo:-Eres portentoso, eres unico, eres genial. Ningun cazador pudo acometer la mitad de tus hazanas.Cuando el arquero, con su fatal soberbia no le cabia en el pecho, lanzo contra una misera arana su ultimo dardo, el tigre, que no esperaba otra cosa, salto sobre el ahora indefenso cazador y en un abrir y cerrar de ojos hizo del sorprendido maestro de arqueria deleitoso festin.-Pero, es verdadera esa historia, maestro?- pregunto incredulo el joven catecumeno.-Esto nunca podremos saber, hijo mio.Mas de algo puedes estar seguro: donde el presumido se deja olfatear no tarda en aparecer un peligroso tigre... aunque no tenga rayas.

Cuento Taoista-Leon David-Ed. Grijalbo

viernes, 27 de junio de 2008

Pequeño parlamento

MEZZOHIPOTÁLAMO
por Bruno Mateo

(La acción comienza cuando el escritor español Federico García Lorca escribe su obra La casa de Bernarda Alba en Granada. Año 1936. La habitación sugiere un lugar de estudio)


FEDERICO: ¡La mujer me servirá!... Ella serás tú... No es posible que tus hijos se salgan del camino... ¡No! Como si el sol se saliera de su órbita. Como si por primera vez ese disco amarillo tan lejano a mi piel se fuera a dar un paseo por otros senderos desconocidos, ¿vale? Eres cruel, mujer, demasiado cruel. Acaso la única que posee la verdad. ¡Perdón! No quiero tus verdades. Finalizaría el bostezo eterno del tiempo. Mi existencia se perdería para siempre. Eres una especie de frío mármol de tumba. ¡No te resisto! Eres dura. ¡A la mierda! No soportas que desee ser poseído. No soy un antifaz que baila en un carnaval de nupcias. ¿Entiendes? Con tu hipocresía me basta. No puedo engañar al Ser más delicado que he conocido, mordería sin deseo la aterciopelada piel de Salvador. Tú sabes lo que es amar con esa pasión que te hace atentar contra ti mismo. Sí lo sabes. Amaste con locura a Antonio María Benavides. Él sembró sus semillas en tu tierra fértil. En ese vientre abierto dispuesto a recibir su hombría con dolor. Sentiste cuando tus caderas se abrieron para dar paso a sus hijas. ¡Malhaya! Nacieron hembras. ¿Por qué no las amas? ¿Me amas, mujer seca? ¡Qué absurdo! Por supuesto que no. Yo soy tu hijo. Siempre seré tu hijo y tu creador. Deja a un lado tus odios y tus falsedades. La represión no podrá sostener al deseo de libertad. Me vienen imágenes... Ríos de sangre. Aires de miedo. Fuego de hambre. Tierra de muertos... Muertos como tu hija... La pequeña... El benjamín de la familia. No pudiste controlarlas a todas. La moza hizo lo que quiso. Consiguió su libertad y ahora camina entre las sombras de la memoria. Ella es grande. Le aplaudo. Su voz grita a todos los oídos. Ella liberó el aire. El cuerpo que creemos nuestro no nos pertenece, ¿vale? Somos aire. Somos voces. Somos un grito. Somos libertad (Silencio)
¿Dónde está esa libertad? ¿En este perfeccionado papiro manchado de palabras de una pobre marica? ¿Por qué? ¿Por qué? Necesito respuestas... (Se escuchan graznidos de aves marinas. Aparecen recuerdos de la gran manzana) Te recuerdo. Estás colocada sobre las aguas del Hudson. Inamovible, tan irónica como tu pueblo. La ciudad que nunca descansa. La ciudad llena de plazas, de gentes, de negros, de muelles... y de hombres. Muchos hombres. La ciudad ideal para esa ¿libertad? (Con mucha energía) ¡Un gran circo romano! No. ¡Una corrida de toros! ¡Vamos! Quitemos la realidad y coloquemos en el lienzo del cielo azul un enorme sol que seque la humedad. Calor al máximo del sadismo. Unas guapas mujeres dando vítores a los hermosos toreros. Tan delgados y tan provocativos. (Al personaje de la obra) No me digas que no te gustan los trajes de luces. Esos jóvenes que huelen a tierra andaluza. Huelen a hombres y a campo. Los abanicos de las guapas mujeres se agitan con velocidad como tratando de calmar las palpitaciones internas. Yo al centro. La masa histérica de verme. Salen los toros y los toreros. Me lanzo al ataque. No lo puedo embestir. Me lanzo nuevamente. ¡Estocada! De mi lomo sale la sangre a borbotones. Gota a gota se dibuja un mar carmelita. Me río. Caigo en la arena. La multitud aplaude. Son aves rapaces sedientas. Pierdo las fuerzas. Sólo veo entre tinieblas. La sangre corre. Los hombres se ríen. Me río...Libertad... Libertad...


FIN.

Caracas, Venezuela.
1993.

VISITA ANGÉLICA (1996)

Tres ángeles hermosos con alas batientes, tal vez, sin hechizos
en un árbol posados,
están los benditos;
uno cose el vestido, el otro piensa la vida y el otro osado entona su himno.
Tres criaturas sin nombre nos abren el velo de lo oculto,
de aquello del misterio y cual estampa mágica,
enviados del cielo
continúan sus labores sin ser perturbados
¿Qué traerán?
¿Qué habrán dejado?
Al pie del cuadro, están los curiosos
deseando algún milagro
mientras la letanía angélica de música, pensamiento y costura
conforman la sinfonía del trío.

Por Bruno Mateo

miércoles, 25 de junio de 2008

Eugenio Montejo (1938-2008)

Reseña biográfica

Poeta y ensayista venezolano nacido en Caracas en 1938.Su poesía se caracterizó por la rica gama textual y el gran dominio de las formas, constituyéndose en un gran representante de la poesía suramericana. Publicó, entre otros, los libros: "Elegos" en 1967, "Muerte y memoria" en 1972, "Algunas palabras" en 1977, "Terredad" en 1978, "Trópico absoluto" en 1982, "Alfabeto del mundo" en 1986 y "Chamario" en 2003. Es autor también de importantes ensayos, tales como, "La ventana oblicua" en 1974, "El taller blanco" en 1983, y "El cuaderno de Blas Coll" en 1981.Recibió importantes galardones por su obra literaria y le sirvió a su país en el campo diplomático como embajador en Lisboa durante varios años.
Falleció en junio de 2008.

ADIÓS AL SIGLO XX
a Alvaro Mutis

Cruzo la calle Marx, la calle Freud;
ando por una orilla de este siglo,
despacio, insomne, caviloso,
espía ad honorem de algún reino gótico,
recogiendo vocales caídas, pequeños guijarrostatuados de rumor infinito.
La línea de Mondrian frente a mis ojosva cortando la noche en sombras rectas ahora que ya no cabe más soledad en las paredes de vidrio.
Cruzo la calle Mao, la calle Stalin;
miro el instante donde muere un milenio y otro despunta su terrestre dominio.
Mi siglo vertical y lleno de teorías...
Mi siglo con sus guerras, sus posguerrasy su tambor de Hitler allá lejos,
entre sangre y abismo.
Prosigo entre las piedras de los viejos suburbiospor un trago,
por un poco de jazz, contemplando los dioses que duermen disueltosen el serrín de los bares, mientras descifro sus nombres al pasoy sigo mi camino.

FÁBULA DEL ESCRIBA

Que no se valga la araña de mi mano
y permanezca sola en su silencio
tejiendo su tela solitaria.
Conozco demasiado sus vocales,
las ocho vocales de sus patas,
cuando cierra mis dedos desde lejos
y empuña aquí sobre la mesa
su lápiz.

Que no escriba por mi desde otro mundo
ni con mi insomnio hile la urdimbre
de su cábala.
¡Hay ya tanto misterio aquí en la tierra,
tantos arpegios en busca de algún arpa!
En fin, que no disponga de mis letras
con su astucia de geómetra
para cifrar sus jeroglíficos,
ya basta.

Y tú, pequeña abeja, que de pronto,
llegas en pos del polen alfabético,
recoge aquí cuanto estos signos puedan darte,
pero elude las voces entrelíneas,
las mentiras del mundo
y sus cantos arácnidos...
Oh, sor amiga, acuérdate de Ulises,
hay sirenas que cantan por el tacto.


AMANTES

Se amaban. No estaban solos en la tierra;
tenían la noche,
sus vísperas azules,
sus celajes.

Vivían uno en el otro, se palpaban
como dos pétalos no abiertos en el fondo
de alguna flor del aire.

Se amaban. No estaban solos a la orillade su primera noche.
Y era la tierra la que se amaba en ellos,
el oro nocturno de sus vueltas,
la galaxia.

Ya no tendrían dos muertes.
No iban a separarse.Desnudos, asombrados, sus cuerpos se tendían
como hileras de luces en un largo aeropuerto
donde algo iba a llegar desde muy lejos,
no demasiado tarde.

sábado, 14 de junio de 2008

Del libro A ORILLAS DEL PENSAMIENTO

BANDIDO (1996)
por Bruno Mateo

Hermosa vestida de piel
entre el verdor me extasío.

Son esos labios,
tal vez dulces de miel
los toco en mis sueños vacíos.

Eres libre como la hoja caída al descuido
no hay bribón atrevido que no tema morir
tu oscuro cuerpo me abre el sendero.

El agua
espejo derretido
adorna tu color
mi pie comienza a sangrar por la punta de un guijarro
ahonda un canal
mis esperanzas nadan.

¡Tiemblo!
No soy de hombre
soy de papel
mi cuerpo no se mueve
mis ojos se ciegan
persigo tu imagen;
¡El Silfo fisgón!
Su sonrisa sádica me incita a pelear.

Hermosa vestida de piel
entre el verdor me extasío.

Los árboles traviesos me abren el camino
parezco un insecto volando escondido
a orilla de ella.

Me regreso bandido.

martes, 10 de junio de 2008

Federico García Lorca
Conferencia de Federico García Lorca a propósito de las nanas infantiles:
Señoras y señores:
En esta conferencia no pretendo, como en anteriores, definir, sino subrayar; no quiero dibujar, sino sugerir. Animar, en su exacto sentido. Herir pájaros soñolientos. Donde haya un rincón oscuro, poner un reflejo de nube alargada y regalar unos cuantos espejos de bolsillo a las señoras que asisten.
He querido bajar a la ribera de los juncos. Por debajo de las tejas amarillas. A la salida de las aldeas, donde el tigre se come a los niños. Estoy en este momento lejos del poeta que mira el reloj, lejos del poeta que lucha con la estatua, que lucha con el sueño, que lucha con la anatomía; he huido de todos mis amigos y me voy con aquel muchacho que se come la fruta verde y mira cómo las hormigas devoran al pájaro aplastado por el automóvil.
Por las calles más puras del pueblo me encontraréis; por el aire viajero y la luz tendida de las melodías que Rodrigo Caro llamó "reverendas madres de todos los cantares". Por todos los sitios donde se abre la tierna orejita rosa del niño o la blanca orejita de la niña que espera, llena de miedo, el alfiler que abra el agujero para la arracada.
En todos los paseos que yo he dado por España, un poco cansado de catedrales, de piedras muertas, de paisajes con alma, me puse a buscar los elementos vivos, perdurables, donde no se hiela el minuto, que viven un tembloroso presente. Entre los infinitos que existen, yo he seguido dos: las canciones y los dulces. Mientras una catedral permanece clavada en su época, dando una expresión continua del ayer al paisaje siempre movedizo, una canción salta de pronto de ese ayer a nuestro instante, viva y llena de latidos como una rana, incorporada al panorama como arbusto reciente, trayendo la luz viva de las horas viejas, gracias al soplo de la melodía.
Todos los viajeros están despistados. Para conocer la Alhambra de Granada. por ejemplo, antes de recorrer sus patios y sus salas, es mucho más útil, más pedagógico comer el delicioso alfajor de Zafra o las tortas alajú de las monjas, que dan, con la fragancia y el sabor, la temperatura auténtica del palacio cuando estaba vivo, así como la luz antigua y los puntos cardinales del temperamento de su corte.
En la melodía, como en el dulce, se refugia la emoción de la historia, su luz permanente sin fechas ni hechos. El amor y la brisa de nuestro país vienen en las tonadas o en la rica pasta del turrón, trayendo vida viva de las épocas muertas, al contrario de las piedras, las campanas, las gentes con carácter y aun el lenguaje.
La melodía, mucho más que el texto, define los caracteres geográficos y la línea histórica de una región y señala de manera aguda momentos definidos de un perfil que el tiempo ha borrado. Un romance, desde luego, no es perfecto hasta que no lleva su propia melodía, que le da la sangre y palpitación y el aire severo o erótico donde se mueven los personajes.
La melodía latente, estructurada con sus centros nerviosos y sus ramitos de sangre, pone vivo calor histórico sobre los textos que a veces pueden estar vacíos y otras veces no tienen más valor que el de simples evocaciones.
Antes de pasar adelante debo decir que no pretendo dar en la clave de las cuestiones que trato. Estoy en un plano poético donde el sí y el no de las cosas son igualmente verdaderos. Si me preguntan ustedes: "¿Una noche de luna de hace cien años es idéntica a una noche de luna de hace diez días?", yo podría demostrar (y como yo otro poeta cualquiera, dueño de su mecanismo) que era idéntica y que era distinta de la misma manera y con el mismo acento de verdad indiscutible. Procuro evitar el dato erudito que, cuando no tiene gran belleza, cansa a los auditorios, y en cambio, persigo subrayar el dato de emoción, porque a vosotros os interesa más saber si de una melodía brota una brisa tamizada que incita al sueño o si una canción puede poner un paisaje simple delante de los ojos recién cuajados del niño, que saber si esa melodía es del siglo XVII o si está escrita en 3 por 4, cosa que el poeta debe saber, pero no repetir, y que realmente está al alcance de todos los que se dedican a estas cuestiones.
Hace unos años, paseando por las inmediaciones de Granada, oí cantar a una mujer del pueblo mientras dormía a su niño. Siempre había notado la aguda tristeza de las canciones de cuna de nuestro país; pero nunca como entonces sentí esta verdad tan concreta. Al acercarme a la cantora para anotar la canción observé que era una andaluza guapa, alegre sin el menor tic de melancolía; pero una tradición viva obraba en ella y ejecutaba el mandado fielmente, como si escuchara las viejas voces imperiosas que patinaban por su sangre. Desde entonces he procurado recoger canciones de cuna de todos los sitios de España; quise saber de qué modo dormía a sus hijos las mujeres de mi país, y al cabo de un tiempo recibí la impresión de que España usa sus melodías para teñir el primer sueño de sus niños. No se trata de un modelo o de una canción aislada en una región, no; todas las regiones acentúan sus caracteres poéticos y su fondo de tristeza en esta clase de cantos, desde Asturias y Galicia hasta Andalucía y Murcia, pasando por el azafrán y el modo yacente de Castilla.
Existe una canción de cuna europea, suave y monótona, a la cual puede entregarse el niño con toda fruición, desplegando todas sus aptitudes para el sueño. Francia y Alemania ofrecen característicos ejemplos, y entre nosotros, los vascos dan la nota europea con sus nanas de un lirismo idéntico al de las canciones nórdicas, llenas de ternura y amable simplicidad.
La canción de cuna europea no tiene más objeto que dormir al niño, sin que quiera, como la española, herir al mismo tiempo su sensibilidad.
El ritmo y la monotonía de estas canciones de cuna que llamo europeas las pueden hacer aparecer como melancólicas, pero no lo son por sí mismas; son melancólicas accidentalmente, como un chorro de agua o el temblor de unas hojas en determinado momento. No podemos confundir monotonía con melancolía. El cogollo de Europa tiende grandes telones grises ante sus niños para que duerman tranquilamente. Doble virtud de lana y esquila. Con el mayor tacto.
Las canciones de cuna rusas que conozco, aun teniendo el oblicuo y triste rumor eslavo, pómulo y lejanía, de toda su música, no poseen la claridad sin nubes de las españolas, el sesgo profundo, la sencillez patética que nos caracterizan. La tristeza de la canción de cuna rusa puede soportarla el niño, como se soporta un día de niebla detrás de los cristales; pero en España, no. España es el país de los perfiles. No hay términos borrosos por donde se pueda huir al otro mundo. Todo se dibuja y limita de la manera más exacta. Un muerto es más muerto en España que en cualquiera otra parte del mundo. Y el que quiere saltar al sueño se hiere los pies con el filo de una navaja barbera.
No quiero que crean ustedes que vengo a hablar de la España negra, la España trágica, etc., etc., tópico demasiado manoseado y sin eficacia literaria por ahora. Pero el paisaje de las regiones que más trágicamente la representan, que son aquellas donde se habla el castellano, tiene el mismo acento duro, la misma originalidad dramática y el mismo aire enjuto de las canciones que brotan en él. Siempre tendremos que reconocer que la belleza de España no es serena, dulce, reposada, sino ardiente, quemada, excesiva, a veces sin órbita; belleza sin la luz de un esquema inteligente donde apoyarse y que, ciega de su propio resplandor, se rompe la cabeza contra las paredes.
Se puede encontrar en el campo español ritmos sorprendentes o construcciones melódicas llenas de un misterio y una antigüedad que escapa a nuestro dominio; pero nunca encontraremos un solo ritmo elegante, es decir, consciente de sí mismo, que se vaya desarrollando con serenidad querida aunque brote del pico de una llama.
Pero aun dentro de esta tristeza sobria o este furor rítmico España tiene cantos alegres, chanza, bromas, canciones de delicado erotismo y encantadores madrigales. ¿Cómo ha reservado para llamar al sueño del niño lo más sangrante, lo menos adecuado para su delicada sensibilidad?
No debemos olvidar que la canción de cuna está inventada (y sus textos lo expresan) por las pobres mujeres cuyos niños son para ellas una carga, una cruz pesada con la cual muchas veces no pueden. Cada hijo, en vez de ser una alegría, es una pesadumbre, y, naturalmente, no pueden dejar de cantarles, aun en medio de su amor, su desgano de la vida.
Hay ejemplos exactos de esta posición, de este resentimiento contra el niño que ha llegado cuando, aun queriendo la madre. no ha debido llegar de ninguna manera. En Asturias, se canta esto en el pueblo de Navia:
Este neñín que teño nel collo
e d'un amor que se tyama Vitorio,
Dios que madeu, treveme llongo
por non andar con Vitorio nel collo.
Y la melodía con que se canta está a tono con la tristeza miserable de los versos.
Son las pobres mujeres las que dan a los hijos este pan melancólico y son ellas las que lo llevan a las casas ricas. El niño rico tiene la nana de la mujer pobre, que le da al mismo tiempo, en su cándida leche silvestre, la médula del país.
Estas nodrizas. juntamente con las criadas y otras sirvientas más humildes, están realizando hace mucho tiempo la importantísima labor de llevar el romance, la canción y el cuento a las casas de los aristócratas y los burgueses. Los niños ricos saben de Gerineldo de don Bernaldo, de Tamar, de los amantes de Teruel, gracias a estas admirables criadas y nodrizas que bajan de los montes o vienen a lo largo de nuestros ríos para darnos la primera lección de historia de España y poner en nuestra carne el sello áspero de la divisa ibérica: "Solo estás y solo vivirás".
Para provocar el sueño del niño intervienen varios factores importantes si contamos, naturalmente, con el beneplácito de las hadas. Las hadas son las que traen las anémonas y las temperaturas. La madre y la canción ponen lo demás.
Todos los que sentimos al niño como el primer espectáculo de la Naturaleza, los que creemos que no hay flor, número o silencio comparables a él hemos observado muchas veces cómo, al dormir y sin que nada ni nadie le llame la atención, ha vuelto la cara del almidonado pecho de la nodriza (ese pequeño monte volcánico estremecido de leche y venas azules) y ha mirado con los ojos fijos la habitación aquietada para su sueño.
"¡Ya está ahí!", digo yo siempre, y, efectivamente, está.
El año de 1917 tuve la suerte de ver a un hada en la habitación de un niño pequeño, primo mío. Fue una centésima de segundo, pero la vi. Es decir, la vi... como se ven las cosas puras, situadas al margen de la circulación de la sangre, con el rabillo del ojo, como el gran poeta Juan Ramón Jiménez vio a las sirenas, a su vuelta de América: las vio que se acababan de hundir. Esta hada estaba encaramada en la cortina, relumbrante como si estuviera vestida con un traje de ojo de perdiz, pero me es imposible recordar su tamaño ni su gesto. Nada más fácil para mí que inventármela, pero sería un engaño poético de primer orden, nunca una creación poética, y yo no quiero engañar a nadie. No hablo con humor ni con ironía; hablo con la fe arraigada que solamente tienen el poeta, el niño y el tonto puro. Al hablar incidentalmente de las hadas cumplí con mi deber de propagandista del sentido poético, hoy casi perdido por culpa de los literatos y los intelectuales, que han esgrimido contra él las armas humanas y poderosas de la ironía y el análisis.
Después del ambiente que ellas crean hacen falta dos ritmos: el ritmo físico de la cuna o silla y el ritmo intelectual de la melodía. La madre traba estos dos ritmos para el cuerpo y para el oído con distintos compases y silencios, los va combinando hasta conseguir el tono justo que encanta al niño.
No hacía falta ninguna que la canción tuviese texto. El sueño acude con el ritmo solo y la vibración de la voz sobre ese ritmo. La canción de cuna perfecta sería la repetición de dos notas entre sí, alargando su duración y efectos. Pero la madre no quiere ser fascinadora de serpientes, aunque en el fondo emplee la misma técnica.
Tiene necesidad de la palabra para mantener al niño pendiente de sus labios, y no sólo gusta de expresar cosas agradables mientras viene el sueño, sino que lo entra de lleno en la realidad cruda y le va infiltrando el dramatismo del mundo.
Así, pues, la letra de las canciones va contra el sueño y su río manso. El texto provoca emociones en el niño y estados de duda, terror, contra los cuales tiene que luchar la mano borrosa de la melodía que peina y amansa los caballitos encabritados que se agitan en los ojos de la criatura.
No olvidemos que el objeto fundamental de la nana es dormir al niño que no tiene sueño. Son canciones para el día y la hora en que en niño tiene ganas de jugar. En Tamames se canta:
Duérmete, mi niño,
que tengo que hacer,
lavarte la ropa,
ponerme a coser.
Y a veces la madre realiza una verdadera batalla que termina con azotes, llantos y sueño al fin. Nótese cómo al niño recién nacido no se le canta la nana casi nunca. Al niño recién nacido se le entretiene con el esbozo melódico dicho entre dientes, y en cambio, se da mucha más importancia al ritmo físico, al balanceo. La nana requiere un espectador que siga con inteligencia sus accidentes y se distraiga con la anécdota, tipo o evocación de paisaje que la canción expresa. El niño al que se canta ya habla, empieza a andar, conoce el significado de las palabras y muchas veces canta él también.
Hay una relación delicadísima entre el niño y la madre en el momento silencioso del canto. El niño permanece alerta para protestar el texto o avivar el ritmo demasiado monótono. La madre adopta una actitud de ángulo sobre el agua al sentirse espiada por el agudo crítico de su voz.
Ya sabemos que a todos los niños de Europa se les asusta con el "coco" de maneras diferentes. Con el "bute" y la "marimanta" andaluza, forma parte de ese raro mundo infantil, lleno de figuras sin dibujar, que se alzan como elefantes entre la graciosa fábula de espíritus caseros que todavía alientan en algunos rincones de España.
La fuerza mágica del "coco" es precisamente su desdibujo. Nunca puede aparecer, aunque ronde las habitaciones. Y lo delicioso es que sigue desdibujado para todos. Se trata de una abstracción poética, y, por eso, el miedo que produce es un miedo cósmico, un miedo en el cual los sentidos no pueden poner sus límites salvadores, sus paredes objetivas que defienden, dentro del peligro, de otros peligros mayores, porque no tienen explicación posible. Pero no hay tampoco duda de que el niño lucha por representarse esa abstracción, y es muy frecuente que llame "cocos" a las formas extravagantes que a veces se encuentran en la Naturaleza. Al fin y al cabo, el niño está libre para poder imaginárselo. El miedo que le tenga depende de su fantasía, y puede, incluso, serle simpático, yo conocí a una niña catalana que. en una de las últimas exposiciones cubistas de mi gran compañero de Residencia Salvador Dalí, nos costó mucho trabajo sacarla fuera del local, porque estaba entusiasmada con los "papos", los "cocos", que eran cuadros grandes de colores ardientes y de una extraordinaria fuerza expresiva. Pero no es España aficionada al "coco". Prefiere asustar con seres reales. En el Sur, el "toro" y la "reina mora" son las amenazas; en Castilla, la "loba" y la "gitana", y en el norte de Burgos se hace una maravillosa sustitución del "coco" por la "aurora". Es el mismo procedimiento para infundir silencio que se emplea en la nana más popular de Alemania, en la cual es una oveja la que viene a morder al niño. La concentración y huida al otro mundo, el ansia de abrigo y el ansia de límite seguro que impone la aparición de estos seres reales o imaginarios llevan al sueño, aunque conseguido de manera poco prudente... Pero esta técnica del miedo no es muy frecuente en España. Hay otros medios más refinados y algunos más crueles.
Muchas veces la madre construye en la canción una escena de paisaje abstracto, casi siempre nocturno, y en ella pone, como en el auto más simple y viejo, uno o dos personajes que ejecutan alguna acción sencillísima y casi siempre de un efecto melancólico de lo más bello que se puede conseguir. Por esta escenografía diminuta pasan los tipos que el niño va dibujando necesariamente y que se agrandan en la niebla caliente de la vigilia.
A esta clase pertenecen los textos más suaves y tranquilos por los que el niño puede correr relativamente sin temores. Andalucía tiene hermosos ejemplos. Es la canción de cuna más racional. si no fuera por las melodías. Pero las melodías son dramáticas, siempre de un dramatismo incomprensible para el oficio que ejercen, yo he recogido en Granada seis versiones de esta nana:
A la nana, nana, nana,
a la nanita de aquel
que llevó el caballo al agua
y lo dejó sin beber.
En Tamames (Salamanca) existe ésta:
Las vacas de Juana
no quieren comer;
llévalas al agua,
que querrán beber.
En Santander se canta :
Por aquella calle a la larga
hay un gavilán perdío
que dicen que va a llevarse
la paloma de su nío.
Y en Pedrosa del Príncipe (Burgos).
A mi caballo le eché
hojitas de limón verde
y no las quiso comer.
Los cuatro textos, aunque de personajes diferentes y de sentimientos distintos, tienen un mismo ambiente. Es decir: la madre evoca un paisaje de la manera más simple y hace pasar por él a un personaje al que rara vez da nombre. Solamente conozco dos tipos bautizados en el ámbito de la nana: Pedro Neleira, de la Villa del Grado, que llevaba la gaita colgada de un palo, y el delicioso maestro Galindo de Castilla, que no podía tener escuela porque pegaba a los muchachos sin quitarse las espuelas.
La madre lleva al niño fuera de sí, a la lejanía, y le hace volver a su regazo para que, cansado, descanse. Es una pequeña iniciación de aventura poética. Son los primeros pasos por el mundo de la representación intelectual. En esta nana (la más popular del reino de Granada),
A la nana, nana, nana,
a la nanita de aquel
que llevó el caballo al agua
y lo dejó sin beber...,
el niño tiene un juego lírico de belleza pura antes de entregarse al sueño. Ese aquel y su caballo se alejan por el camino de ramas oscuras hacia el río, para volver a marcharse por donde empieza el canto una vez y otra vez, siempre de manera silenciosa y renovada. Nunca el niño los verá de frente. Siempre imaginará en la penumbra el traje oscuro de aquel y la grupa brillante del caballo. Ningún personaje de estas canciones da la cara. Es preciso que se alejen y abran un camino hacia sitios donde el agua es más profunda y el pájaro ha renunciado definitivamente a sus alas. Hacia la más simple quietud. Pero la melodía da en este caso un tono que hace dramáticos en extremo a aquel y a su caballo; y al hecho insólito de no darle agua, una rara angustia misteriosa.
En este tipo de canción, el niño reconoce al personaje y, según su experiencia visual, que siempre es más de lo que suponemos. perfila su figura. Está obligado a ser un espectador y un creador al mismo tiempo, ¡y qué creador maravilloso! Un creador que posee un sentido poético de primer orden. No tenemos más que estudiar sus primeros juegos, antes de que se turbe de inteligencia, para observar qué belleza planetaria los anima, qué simplicidad perfecta y qué misteriosas relaciones descubren entre cosas y objetos que Minerva no podrá nunca descifrar. Con un botón, un carrete de hilo, una pluma y los cinco dedos de su mano construye el niño un mundo difícil cruzado de resonancias inéditas que cantan y se entrechocan de turbadora manera, con alegría que no ha de ser analizada. Mucho más de lo que pensamos comprende el niño. Está dentro de un mundo poético inaccesible, donde ni alcahueta imaginación, ni la fantasía tienen entrada; planicie con los centros nerviosos al aire, de horror y belleza aguda, donde un caballo blanquísimo, mitad de níquel, mitad de humo, cae herido de repente con un enjambre de abejas clavadas de furiosa manera sobre sus ojos.
Muy lejos de nosotros, el niño posee íntegra la fe creadora y no tiene aún la semilla de la razón destructora. Es inocente y, por tanto, sabio. Comprende, mejor que nosotros, la clave inefable de la sustancia poética. Otras veces la madre sale también de aventura con su niño en la canción. En la región de Guadix se canta:
A la nana, niño mío,
a la nanita y haremos
en el campo una chocita
y en ella nos meteremos.
Se van los dos. El peligro está cerca. Hay que reducirse, achicarse, que las paredes de la chocita nos toquen en la carne. Fuera nos acechan. Hay que vivir en un sitio muy pequeño. Si podemos, viviremos dentro de una naranja. Tú y yo. ¡Mejor, dentro de una uva!
Aquí llega el sueño, atraído por el procedimiento contrario al de la lejanía. Dormir al niño, habiendo un camino delante de él, equivale un poco a la raya de tiza blanca que hace el hipnotizador de gallos. Esta manera de recogimiento dentro de sí es más dulce. Tiene la alegría del que ya está seguro en la rama del árbol durante la turbulenta inundación.
Hay algún ejemplo en España, Salamanca y Murcia, en el cual la madre hace de niño, al revés:
Tengo sueño, tengo sueño,
tengo ganas de dormir.
Un ojo tengo cerrado,
otro ojo a medio abrir.
Usurpa el puesto del niño de una manera autoritaria, y, claro está, como el niño carece de defensa, tiene forzosamente que dormirse.
Pero el grupo más completo de canciones de cuna, y el más frecuente en todo el país, está compuesto por aquellas canciones en las cuales se obliga al niño a ser actor único de su propia nana.
Se le empuja dentro de la canción, se le disfraza y se le pone en oficios o momentos siempre desagradables.
Aquí están los ejemplos más cantados y de más rica enjundia española, así como las melodías más originales y de más acentuado indigenismo.
El niño es maltratado, zaherido de la manera más tierna: "Vete de aquí; tú no eres mi niño; tu madre es una gitana". O "Tu madre no está; no tienes cuna; eres pobre, como Nuestro Señor"; y siempre en este tono.
Ya no se trata de amenazar, asustar o construir una escena, sino que se echa al niño dentro de ella, solo y sin armas, caballero indefenso contra la realidad de la madre.
La actitud del niño en esta clase de nanas es casi siempre de protesta, más o menos acentuada, según su sensibilidad.
Yo he presenciado infinidad de casos en mi larga familia en los cuales el niño ha impedido rotundamente la canción. Han llorado, han pataleado hasta que la nodriza ha cambiado, con gran disgusto parte de ella, el disco y ha roto con otra canción en la cual se compara el sueño del niño con el bovino rubor de la rosa. En Trubia se canta a los niños esta añada, que es una lección de desencanto.
Crióme mi madre
feliz y contentu,
cuando me dormía
me iba diciendo:
"¡Ea, ea, ea!,
tú has de ser marqués,
conde o cabaIleru";
y por mi desgracia
yo aprendí a "goxeru".
Facía los "goxos"
en mes de Xineru
y por el verano
cobraba el dineru.
Aquí está la vida
del pobre "goxeru».
"¡Ea, ea, ea!", etc., etc.
Oigan ahora ustedes esta nana que se canta en Cáceres, de rara pureza melódica, que parece hecha para cantar a los niños que no tienen madre y cuya severidad lírica es tan madura que más bien parece canto para morir que canto para el primer sueño:
Duérmete, mi niño, duerme,
que tu madre no está en casa,
que se la llevó la Virgen
de compañera a su casa.
De este tipo existen varias en el norte y oeste de España, que es donde la nana toma acentos más duros y miserables.
En Orense se canta otra nana por una doncella cuyos senos todavía ciegos esperan el rumor resbaladizo de su manzana cortada:
Ora, ora, niño, ora;
¿quién vos hai de dar la teta
si tu pai va no monte
y tua mai na leña seca?
Las mujeres de Burgos cantan:
Échate, niño, al ron ron,
que tu padre está al carbón
y tu madre a la manteca
no te puede dar la teta.
Estas dos nanas tienen mucho parecido. La antigüedad venerable de las dos está suficientemente clara. Ambas melodías están escritas en un tetracordo, dentro del cual desenvuelven su esquema. Por la simplicidad y su puro diseño son canciones que no tienen par en ningún cancionero.
Es particularmente triste la nana con que duermen a sus hijos las gitanas de Sevilla. Pero no creo que sea oriunda de esta ciudad. Es el único tipo que presento influido por el canto de las montañas del Norte y que no ofrece la autonomía melódica insobornable que tiene cada región cuando logra definirse. Constantemente vemos en todos los cantos gitanos esa influencia nórdica a través de Granada. Está recogida en Sevilla por un amigo mío de gran escrupulosidad musical. pero parece hija directa de los valles penibéticos. El diseño tiene extraordinario parecido con este canto de Santander, muy conocido:
Por aquella vereda
no pasa nadie,
que murió la zagala,
la flor del valle,
la flor del vaIle,
sí, etc.
Es una nana de este tipo triste en que se deja solo al niño, aun de la mayor ternura. Dice así :
Este galapaguito
no tiene madre,
lo parió una gitana.
lo echó a la calle.
No hay duda ninguna de su acento nórdico, mejor diría granadino, canto que conozco porque lo he recogido, y en donde se traban, como en su paisaje, la nieve con el surtidor y el helecho con la naranja. Pero para afirmar todas estas cosas hay que andar con sumo tacto. Hace años, Manuel de Falla venía sosteniendo que una canción de columpio que se canta en los primeros pueblos de Sierra Nevada era de indudable origen asturiano. Las varias transcripciones que le llevamos afirmaron su creencia. Pero un día la oyó cantar él mismo y al transcribirla y estudiarla notó que era una canción con el ritmo viejo llamado epitrito y que nada tenía que ver con la tonalidad ni con la métrica típicas de Asturias. La transcripción. al dislocar el ritmo, la hacía asturiana. No hay duda de que Granada tiene un gran acervo de canciones de tono galaico y de tono asturiano, debido a una colonización que gentes de estas dos regiones iniciaron en la Alpujarra; pero existen otras infinitas influencias difíciles de captar por esa máscara terrible que lo cubre todo y que se llama carácter regional, el cual confunde y nubla las entradas de las claves, sólo descifrables por técnicos tan profundos como Falla, quien, además, posee una intuición artística de primer orden.
En todo el folklore musical español, con algunas gloriosas excepciones, existe un desbarajuste sin freno en esto de transcribir melodías. Se pueden considerar como no transcriptas muchas de las que circulan. No hay nada más delicado que un ritmo, base de toda melodía, ni nada más difícil que una voz del pueblo que da en estas melodías tercios de tono y aun cuartos de tono, que no tienen signos en el pentagrama de la música construida. Ya ha llegado la hora de sustituir los imperfectos cancioneros actuales con colecciones de discos de gramófono, de utilidad suma para el erudito y para el músico.
De este mismo ambiente que tiene la nana del galapaguito aunque ya más enjuto y de melodía más sobria y patética, existe un tipo en Morón de la Frontera y algún otro en Usana, recogido por el insigne Pedrell.
En Béjar se canta la nana más ardiente, más representativa de Castilla. Canción que sonaría como una moneda de oro si la arrojásemos contra las piedras del suelo:
Duérmete, niño pequeño,
duerme, que te velo yo;
Dios te dé mucha ventura
neste mundo engañador.
Morena de las morenas
, la Virgen del Castañar;
en la hora de la muerte
ella nos amparará.
En Asturias se canta esta otra añada, en la cual la madre se queja de su marido para que en niño la oiga.
El marido viene golpeando la puerta, rodeado de hombres borrachos, en la noche cerrada y lluviosa del país. La mujer mece al niño con una herida en los pies, con una herida que tiñe de sangre las cruelísimas maromas de los barcos.
Todos los trabayos son
para las pobres muyeres,
aguardando por las noches
que los maridos vinieren.
Unos veníen borrachos,
otros veníen alegres;
otros decíen: «Muchachos,
vamos matar las muyeres».
Ellos piden de cenar,
ellas que darles no tienen.
"¿Qué ficiste los dos riales?
Muyer, ¡qué gobierno tienes!!»
Etc., etc.
Es difícil encontrar en toda España un canto más triste y de más cruda salacidad. Nos queda, sin embargo, por ver un tipo de canción de cuna verdaderamente extraordinario. Hay ejemplos en Asturias, Salamanca, Burgos y León. No es la nana de una región determinada, sino que corre por el norte y el centro de la Península. Es la canción de cuna de la mujer adúltera que cantando a su niño se entiende con el amante.
Tiene un doble sentido de misterio y de ironía que sorprende siempre que se escucha. La madre asusta al niño con un hombre que está en la puerta y que no debe entrar. El padre está en casa y no lo dejaría. La variante de Asturias dice:
El que está en la puerta
que non entre agora,
que está el padre en casa
del neñu que llora.
Ea, mi neñín, agora non,
ea, mi neñín, que está el papón.
El que está en la puerta
que vuelva mañana,
que el padre del neñu
está en la montaña.
Ea, mi neñín, agora non,
ea, mi neñín, que está el papón.
La canción de la adúltera que se canta en Alba de Tormes es más lírica que la asturiana y de sentimiento más velado...
Palomita blanca
que andas a deshora
el padre está en casa
del niño que llora.
Palomita negra
de los vuelos blancos,
está el padre en casa
del niño que canta.
La variante de Burgos, Salas de los lnfantes, es la más clara de todas:
Qué majo que eres,
qué mal que lo entiendes,
que está el padre en casa
y el niño no duerme.
Al mu, mu, al mu mu
del alma,
¡que te vayas tú!
Es una hermosa mujer la que canta estas canciones. Diosa Flora, de pecho insomne, apto para la cabeza de la víbora. Ávida de frutos y limpio de melancolía. Esta es la única nana en la cual el niño no tiene importancia de ninguna clase. Es un pretexto nada más. No quiero decir, sin embargo, que todas las mujeres que la cantan sean adúlteras; pero sí que, sin darse cuenta, entran en el ámbito del adulterio. Después de todo, ese hombre misterioso que está en la puerta y no debe entrar es el hombre que lleva la cara oculta por el gran sombrero, con quien sueña toda mujer verdadera y desligada.
He procurado presentar a ustedes diversos tipos de canciones que, con excepción de la de Sevilla, responden a un modelo regional característico desde el punto de vista melódico. Canciones que no han recibido influencia. Melodías fijas que no pueden viajar nunca. Las canciones que viajan son canciones cuyos sentimientos permanecen en un equilibrio tranquilo y que tienen cierto aire universal. Son canciones escépticas, hábiles para cambiar el matemático traje del ritmo, flexible para el acento y neutral para la temperatura lírica. Cada región tiene un núcleo melódico fijo e insobornable y un verdadero ejército de canciones peregrinas que circulan por donde pueden y que van a morir fundidas en el último límite de su influencia.
Existe un grupo de canciones asturianas y gallegas que, teñidas de verde, húmedas, descienden a Castilla, donde se estructuran rítmicamente y llegan hasta Andalucía, donde adquieren el modo andaluz y forman el raro canto de montaña granadino.
La seguiriya gitana del cante jondo, la más pura expresión de la lírica andaluza, no logra salir de Jerez o de Córdoba. y, en cambio. el bolero, melodía neutra, se baila en Castilla y aun en Asturias. Hay un bolero auténtico en Llanes, recogido por Torner.
Los alalás gallegos golpean noche y día los muros de Zaragoza sin poder penetrarla y, en cambio, muchos acentos de muñeira circulan por las melodías de ciertas danzas rituales y cantos de los gitanos del Sur. Las sevillanas, que llegan intactas hasta Túnez. llevadas por los moros de Granada, ya sufren un cambio total de ritmo y de carácter al llegar a la Mancha, y no logran pasar del Guadarrama.
En las mismas nanas de que hablo, Andalucía influye por el mar, pero no logra llegar al Norte, como en otras clases de canciones. El modo andaluz de la nana tiñe el bajo Levante, hasta algún vou-vei-vou balear, y por Cádiz llega hasta Canarias, cuyo delicioso arroró es de indudable acento bético.
Podríamos hacer un mapa melódico de España, y notaríamos en él una fusión entre las regiones, un cambio de sangres y jugos que veríamos alternar en las sístoles y diástoles de las estaciones del año. Veríamos claro el esqueleto de aire irrompible que une las regiones de la Península, esqueleto en vilo sobre la lluvia, con sensibilidad descubierta de molusco, para recoger en un centro a la menor invasión de otro mundo, y volver a manar fuera de peligro la viejísima y completa sustancia de España.









lunes, 9 de junio de 2008

Manga japonesa

¿Por qué los japoneses son tan aficionados al manga?

En el año 2002, los japoneses se gastaron cerca de 500.000 millones de yenes en cómics y fueron publicados unos 2.500 millones de ejemplares, lo que apenas alcanza el 40% del mercado de publicaciones. Dese un paseo por Japón y verá cómo todo el país está saturado de manga.
Los kioscos de las estaciones de tren y las estanterías de las librerías están abarrotados con cómics y revistas de cómic. Existen incluso cafés especializados donde se pueden leer los manga. Los adultos en los trenes viajan fascinados leyendo este tipo de publicación.
¿A qué se debe que un pueblo culto como el japonés esté tan ligado a los manga? ¿Tienen los manga tanta violencia y sexo como con frecuencia tendemos a creer? En un esfuerzo por desvelar la verdad, me dediqué a investigar entre algunas personas.
“Los manga japoneses no son exclusivamente para niños. A medida que se fueron desarrollando se diversificaron para satisfacer las necesidades de los consumidores”, nos comenta Akita Takahiro, Director de la Sociedad Japonesa para el Estudio de los Dibujos Animados y los Cómics.
En la actualidad, existen 281 variedad de revistas de cómic – que transcienden género y generación. Los temas de manga van de lo romántico a lo culinario, así como terror, economía e historia. Hay suficientes temas como para que se divierta el adulto.
“Yo he leído manga desde que era un niño”, me dijo recientemente un viejo amigo retirado a los sesenta. “Solía leerlos en el tren cuando me dirigía al trabajo. Me ayudaban a olvidarme del estrés de la jornada laboral”.
“Japón es la única nación en la que se equiparan los libros de cómic con las novelas o las películas”, nos asegura Frederik Schodt, una autoridad en la materia.
“El manga en Japón no constituye un género sino un medio independiente de expresión”, comenta Minamihata Toshiharu, asesor de Shogakukan, un editor de éxito. El manga, como las novelas o las películas, posee la capacidad de contar una historia. Si en los relatos cotidianos aparecen las lágrimas, las risas, el odio y otros sentimientos, es normal que en algunos capítulos aparezcan expresiones de sexo y violencia, añade Minamihata.
En Japón, los relatos contados por medio de imágenes cuentan con una larga historia. Ya alrededor del siglo XII se datan pergaminos de chojugiga, o dibujos humorísticos de animales y pájaros.
Mucho después, y con un toque de influencia occidental, aparecerían tras la Segunda Guerra Mundial los que se han convertido en el tipo de historia actual de manga. Durante los 50 años siguientes se asistió a una evolución radical del medio, con el mercado de manga alcanzando su cenit en 1995.
La popularidad del manga en Japón parece estar debilitándose, según asegura Sasaki Toshiharu, del Instituto de Investigación para las Publicaciones. Por ello, cada vez más editores se incursionan en los mercados extranjeros.
Quizás muy pronto comiencen a aparecer los manga en las estanterías de las librerías donde usted vive, entonces comprobaremos si la pasión por estas historias conquista también los corazones del público de todo el mundo.

sábado, 7 de junio de 2008

Dramaturgia para niños y niñas

LA DRAMATURGIA EN VENEZUELA

Por: EDDY DÍAZ SOUZA
Fuente: CentroMolinos Revista especializada en Teatro para Niños y JóvenesV
olumen I, Número 2
Caracas, Agosto 2003

La dramaturgia para niños y jóvenes es el más ignorado de todos los géneros literarios. Al menos, en Venezuela. Pero el panorama se torna aún más desolador cuando vemos desaparecer, día a día, las oportunidades de conocer nuevos autores y nuevos textos. Por ejemplo: el Premio de Dramaturgia Aquiles Nazoa, adjudicado por la Fundación José Ángel Lamas, se entregó por última vez en 1997; el Premio de Dramaturgia de la Universidad Central de Venezuela (UCV) en sus dos variantes_ dramaturgia para teatro de actores y teatro para títeres_, corrió con igual suerte; y la Bienal de Dramaturgia, Premio instituido por el Consejo Nacional de la Cultura (CONAC) y el Fondo de Estímulo a la Creatividad (FONDEC), desapareció luego de su primera edición.
Para el Teatro Infantil Nacional (organización TIN), el texto dramático es importante en el contexto de la puesta en escena y premia la obra a partir de lo visto y lo escuchado en las tablas, no de la lectura del manuscrito. El Teatro San Martín de Caracas, también maneja similares criterios a la hora de evaluar y otorgar su preciada Águila. A pesar de que ambas instituciones se esfuerzan por dignificar el género, ninguna de las dos asume la publicación y difusión de los textos galardonados.
Las editoriales nacionales, por su parte, divulgan con mayor interés la narrativa y la poesía para niños, fundamentando sus estrategias en los caprichos del mercado. Salvo contados esfuerzos de instituciones como Fundarte, Fundación José Ángel Lamas, y publicaciones seriadas como La ventana mágica, Teatrino y otros entes aislados, la labor de edición de textos teatrales para niños es bien escasa en Venezuela. Ediciones Ekaré, por ejemplo, una de las editoriales más prestigiosas del país en el área de literatura infantil, ha publicado únicamente La cena de Tío Tigre y otras obras de teatro para niños, original de Clara Rosa Otero Silva Caracas, 1987). La Editora Isabel De los Ríos puede mostrar con satisfacción un apreciable número de títulos donde predomina la obra del poeta, ensayista y dramaturgo Luiz Carlos Neves, su autor de cabecera. La merideña Siembraviva Ediciones también nos regocija con sus breves piezas, aunque debemos apuntar que los textos publicados tienen más afinidad con el lenguaje del narrador oral que con las técnicas del género dramático, tal y como la entendemos.
Vale la pena agregar que, en estos tiempos, la obra de muchos dramaturgos y autores noveles ha quedado reducida a una simple sinopsis que, con motivo a la temporada teatral, es publicada en algún órgano de prensa regional o nacional. Algunos escritores encuentran en los programas de mano, un buen espacio para registrar sus anécdotas. Mucho de esto encontrarán los estudiosos del tema, los investigadores e historiadores de hoy y de mañana a la hora de hablar de la dramaturgia infantil de nuestro tiempo: notas, gacetillas, avisos de prensa y toda suerte de volantes.
Y ante tanta indiferencia, me asalta la duda. ¿Será que la obra de nuestros autores teatrales no posee la necesaria calidad literaria como para merecer un mejor destino? ¿O será que el desdén de las editoriales ha aniquilado el interés por el género? ¿Será que los dramaturgos escriben para almacenar folios en sus gavetas? Veamos: el FesTIN 2002 dejó constancia en su órgano divulgativo (Publicación del Festival Nacional de Teatro para la Infancia, FesTIN 2002) que de un total de 23 espectáculos, 14 obras fueron escritas _en algunos casos adaptadas_ por autores del patio. Pareciera que el hecho de no hallar el texto adecuado, en el momento conveniente, ha motivado a muchos profesionales a incursionar en la modalidad. Sólo la constancia, el talento y el oficio podrán revelarnos si realmente contaremos, en un futuro próximo, con un amplio abanico de autores teatrales. Mientras tanto, nos preguntamos, ¿hacia dónde apunta la política cultural y editorial del país?
Encontrar las respuestas y soluciones, es asunto de todos los que soñamos con un mejor teatro para la niñez y la juventud

miércoles, 4 de junio de 2008

RELACIONANTES SUPRAORACIONALES O CONECTORES

a) Relacionantes aditivos: más aún, todavía más, incluso, aparte, asimismo, encima, además, por lo demás, es más, análogamente, igualmente, parejamente, de igual modo, del mismo modo, de igual manera, de la misma manera, por otro lado, por otra parte, también, tampoco.

b) Relacionantes de oposición o contraargumentación: b.1) Restrictivos (combinados con pero): antes al contrario, no obstante, con todo y con eso, con eso y todo, aún así, ahora bien, ahora, sin embargo, de todas formas, de cualquier manera, después de todo, en cualquie cosa, en todo caso, sea como sea, en todo caso, opuestamente, en contraste, por otra parte. b.2) Exclusivos (combinados con sino): antes bien, más bien.

c) Relacionantes de causalidad: entonces, pues, así pues, por lo tanto, por consiguiente, en consecuencia. de ahí (que), así, por eso, por ello, a causa de esto, por lo cual, por ende, en ese caso, en tal caso, de otro modo, en caso contrario, de lo contrario, pues bien, de hecho.

d) Relacionantes temporales y ordenadores discursivos: d.1) Temporales: en un principio, antes que nada, inmediatamente, al instante, acto seguido, más tarde, en otra ocasión, al cabo de, mientras, entretanto, al mismo tiempo, mientras tanto, a la vez; d.2) Genéricos: para empezar, después, por otra parte; d.3) Enumerativos: en primer lugar, en segundo lugar, a continuación, además, por otra parte, primero, segundo, etc.

Por favor, aún no.