sábado, 31 de octubre de 2009

La historia del niño amerindio



por Bruno Mateo
Obra: Alí corazón de selva
Autor: Cruz Noguera
Grupo: Cuenta peregrino
Fecha: 25.10.2009
Lugar: TEATREX. El Hatillo. Gran Caracas
“Atravesando el Orinoco llegaré / al otro lado de la selva está la gran ciudad...” dice una de las canciones de la obra para niñ@s “ALÍ, CORAZÓN DE SELVA” de Cruz Noguera y música original de Juan Carlos Aleixandre, la cual presencié el domingo 25 de octubre de 2009 alas 2.30 pm en la sala del TEATREX del Centro Comercial el Hatillo, ubicado en la Gran Caracas.
Empiezo esta crónica- crítica reconociendo que me cuesta ir a esa sala, porque los caraqueños aún tenemos en el pensamiento al Hatillo como un lugar para alejarse de la ciudad; sin embargo, venciendo esta imagen, fui a ver este montaje. ¡Excelente decisión! La obra para niños del grupo CUENTA PEREGRINO se aleja totalmente de los montajes infantiles con estética de los años 80 (plumas, maquillaje, canciones, lentejuelas) y se adentra en una temática, que para muchos y muchas, no deberían pertenecer a la infancia. El texto habla de la lucha entre lo autóctono (aborigen) y la “civilización”. Este tópico no es extraño en nuestra imaginería escritural venezolana, verbigracia, la magnífica novela DOÑA BÁRBARA (1929) del venezolano Rómulo Gallegos, y así, podría hacer una ristra de títulos inherentes a la problemática. No es el punto. Aquí en “ALÍ, CORAZÓN DE SELVA” se muestra a través del niño aborigen (Alí) la inocencia o, mejor, la pureza de la selva amazónica en contraste con la devastadora presencia de la mala manipulación de la tecnología en beneficio de unos pocos en detrimento del ambiente y de nuestra cultura ancestral.
A pesar de que la sala, realmente, estaba casi vacía, pude observar cómo los niños reaccionaban frente al hecho teatral poco ortodoxo para las salas privadas, quienes nos tienen acostumbrados a mostrar historias alejadísimas de nuestra realidad. ¡Bravo al TEATREX por ello! Los chamit@s (venezolanismo que significa niños) atrapados por las desventuras de Alí, personificado por el actor infantil Steven Dávila, no dejaban de participar dentro de las acciones de la puesta.
Por cierto, en cuanto a la puesta en escena realizada por Cruz Noguera puedo decir que estuvo acorde con los distintos momentos del texto. Los elementos escénicos fueron los mínimos necesarios. Tal vez, y esto es una sugerencia, ¡Jamás! Un atentado sobre algo ya creado, se deberían cuidar un poco más la utilería en cuanto a los colores y al acabado. La dirección del trabajo fue llevado con la típica estructura de la poética Aristotélica del drama. Un poco pensando la logicidad que nosotros los adultos creemos tienen nuestros niños, y por ende, imponemos.
Yo me senté en la primera fila, o sea al frente de “la corbata” del escenario. Justo al lado de un caballero que grababa la obra, a pesar del aviso de: ¡Prohibido tomar fotos y grabaciones! Me doy cuenta de que la “viveza” criolla es algo cultural. Toda la historia se centra en la búsqueda por parte de Alí hacia su padre, quien al parecer se había quedado en la capital (Caracas). Cosa que resultó ser falsa. El padre de Alí fue secuestrado por “El Señor”, dueño de una empresa que comercializa con los secretos de la medicina tradicional indígena. El padre de Alí es el Piache de la etnia. Al final, como toda historia ficcional para niños, liberan al padre de Alí y ambos regresan a su selva querida.
La obra respeta las tradicionales estrategias de un montaje teatral infantil. Piruetas, carreras, canciones, juegos. Lo que sí es importante hacer notar es el tema que desarrollan en la puesta. Un tópico ajeno al teatro para niñas y niños en Caracas. Desde hace mucho tiempo no se utilizaba en las producciones infantiles elementos propios de nuestro gentilicio amerindio. En realidad, no recuerdo la ultima puesta referida a la temática indigenista. El grupo CUENTA PEREGRINO se arriesgó a presentar en una sala enteramente comercial (sala que produzca dinero. No implica mala calidad) algo que pareciera ser su antitesis. Lo hizo y lo logró con un buen pie.

lunes, 26 de octubre de 2009

¿Qué sucede detrás del escenario?

BACKSTAGE …o detrás del escenario

LOs PrOductOres A.C en Co-Producción con TEATREX llevan a escena un espectáculo musical dedicado a todas las personas que hacen posible cada montaje teatral.

Es natural que en un teatro los que sueñen sean los actores y algunas veces - con suerte- algún espectador decidido a vivir a través de algún personaje. Pero, es acaso imposible que los “otros” también sueñen? Los otros son esos seres que detrás del escenario hacen que la magia parezca realidad, esos que aparecen en los programas de mano como el equipo técnico.

BACKSTAGE …o detrás del escenario, narra la historia de los sueños de gente que también es artista, pero que aun no han tenido la oportunidad de demostrarlo o no han querido. En medio de la rutina que implica un final de función, nuestros personajes se irán descubriendo los unos a los otros como seres que también quieren ser reconocidos, como personas que desean interpretar personajes, sin saber que ellos mismos ya lo son.

A través de conocidos temas del repertorio de los grandes musicales de Broadway, interpretados en español, estos personajes demostraran de qué están hechos y se darán cuenta que para ser reconocidos como una estrella, no hace falta estar siempre bajo la luz de un reflector. El elenco de esta pieza está conformado por Simona Chirinos, Gabriel Blanco, Roy Lorenzo, Domingo Balducci, Celsa Castillo, Gabriel Agüero y Sarah Scuzzarello. La dirección coreográfica es de Roy Lorenzo, la dirección vocal está a cargo de Domingo Balducci, el diseño de iluminación es de Alfredo Caldera, las fotografías de Andrea Hunck, la producción ejecutiva es de Alyeska Gil, la producción general está a cargo de Robert Chacón mientras que la dirección general es de nuestro querido Gabriel Blanco.

BACKSTAGE …o detrás del escenario se estará presentando en TEATREX del Centro Comercial Paseo El Hatillo, Piso 5. A partir del 29 de octubre de 2009, los jueves musicales con doble función a las 08:00 p.m. y a las 10:00 p.m. Las entradas están a la venta a través de www.teatrex.com.ve / www.solotickets.com / en las tiendas Esperanto / por el Call Center (0212) 2115311 y taquillas de Teatrex.

sábado, 24 de octubre de 2009

Escribir un libro es construir un laberinto


José Sánchez Lecuna
Quiero agradecer al jurado, Mariana Libertad Suárez, Arnaldo Valero y Carlos Sandoval, el haberme otorgado una mención por mi novela Memorias de la esperanza. A Ficción Breve por haber organizado este Premio de la Crítica y a las demás voluntades que hicieron posible este certamen. A todos mi agradecimiento sincero.
Quiero además felicitar a Norberto José Olivar por haber sido el ganador de este Premio de la Crítica por su novela Un vampiro en Maracaibo, deseándole inspiración para seguir escribiendo y éxitos futuros para sus publicaciones.
A Leonardo Milla de la Editorial Alfa quien me dio la oportunidad y la suerte de publicar mi novela y a todo su equipo, Ulises su hijo, Carolina, Diana, que, con paciencia e intuición, supo crear una vistosa y original edición de mi novela.
Y, finalmente, a Ana María por compartir los densos y arduos días de escritura.
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Escribir un libro es construir un laberinto, un laberinto cuyos círculos concéntricos delimitan los contornos de nuestro propio rostro interior, un laberinto construido pacientemente por las heridas y los cansancios del alma y que se parece a las cicatrices labradas en la arcilla de la conciencia, día a día, por la perseverante paciencia del tiempo.
Una novela es un relato que se construye a sí mismo como una memoria que se contempla constantemente. Una cierta armonía se impone cuando las imágenes imaginadas se reconcilian con las imágenes creadas por el lenguaje. Es cuando las palabras comienzan a recorrer los meandros del misterio que nos lleva hacia la creación de un espacio, un espacio-tiempo, siempre imaginario, que tiene el privilegio de revelar a la vez el carácter ficticio de la vida y el fondo real de la ficción. ¿Cómo concebir una diferencia entre ambos? ¿Cómo separarlos, la vida y lo que imaginamos de ella? ¿Es la vida realmente lo que imaginamos de ella? ¿Y es lo que imaginamos más real que la realidad?... Confusión y contradicción. Nos enredamos en una paradoja sin salida.
Escribir resuelve de alguna manera este dilema.
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Memorias de la esperanza nos habla del nacimiento, del apogeo y de la decadencia de una concepción de la existencia concebida por una familia imaginaria y mítica cuyos padres fundadores, Sixto y Margarita, la pareja primigenia, dan nacimiento a la saga de los sixtinos y de los milpanos, sus descendientes. En esta novela somos testigos del nacimiento del arte y del folklore, de las costumbres y de una cierta tradición cultural, de la poesía y de los encantamientos o las melopeyas de toda tradición, del arte culinario y de la ecología, de la concepción cósmica de la realidad y de la creación de la lectura del misterio de las estrellas, y así a lo largo y ancho de la novela que culmina en la esperanza: esta esperanza que es en el fondo lo que hace que los seres humanos le den un sentido a sus gestos, a sus palabras, a sus vidas y a su muerte.
¿Esperanza para qué? Es justamente la pregunta que me hago a lo largo de la novela. Sin embargo, una respuesta a esta pregunta, una respuesta entre muchas otras, se da en la última línea, con una imagen. Y esta imagen contiene, encierra y abraza toda la historia que está contada y que justifica toda la existencia de este pequeño mundo donde mis personajes han vivido intensamente sus pasiones.
La pequeña aldea de Tintorero, donde habitan mis personajes, es una aldea arquetípica y mítica, al igual que la ciudad de Orán de Albert Camus en su novela La peste, al igual que la ciudad de Dublín de James Joyce en su novela Ulises, ciudades que representan igualmente el mundo, contenido en un microcosmos, contenido y continente, que se convierte en una metáfora que explica e implica un sentido de la existencia: Tintorero es el mundo, aquí y ahora.
Aldea perdida en medio de una planicie desértica y hostil, imagen del gran desierto que es el mundo donde vivimos, Tintorero es una metáfora de ese espacio/tiempo que ocupamos diariamente, y muy particular y especialmente en América Latina. Sus habitantes son personas simples y complejas a la vez, que crean un universo imaginario, fantástico e igualmente humano, es decir, un universo creado como si la realidad no fuera más que un sueño. Y la realidad no es más que un sueño: un sueño real y maravilloso a la vez. Un sueño esencialmente humano: insignificante y efímero como el Macondo de García Márquez o el Comala de Juan Rulfo. Es por esta razón que nada subsiste al final. De ahí la caída de la Torre de papel que tiene lugar hacia el final de Memorias de la esperanza. De ahí la decadencia. De ahí la destrucción de todo, hasta de la ilusión. Sin embargo, algo permanece y ese algo es inefable..., y es lo que salva Tintorero, que es también el mundo, tal vez el nuestro...
Quizás comprendamos de pronto que a pesar de todo el dolor, de todas las pruebas, de lo insoportable, de la agonía y de la ausencia de sentido, siempre quedará para los seres humanos, cómplices y víctimas de un devenir común, un cabo de hilo al alcance de la mano como último recurso para seguir tejiendo la esperanza.
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La literatura trasciende la inmediatez y la literalidad de los gestos de todos los días ya que nos permite crear lazos con los espacios infinitos de la pasión y de la agonía, de la lucha y del sentimiento humano, como ceremonia de un acto religioso y sagrado. Es también el único medio de interpretar el largo silencio de Dios.
La literatura es la tierra fértil de la fe donde los hombres vuelven a encontrar su verdadero rostro de la esperanza que los reconcilia con ellos mismos, con los demás, con la vida y con el sufrimiento, porque justifica su razón de ser.
Y la escritura es a la literatura lo que el arte es al conocimiento ya que es la única razón de ser de una aventura del espíritu que nos libera del peso de la vida, y de la carga que es la conciencia, para hacernos descubrir nuestra inmensa riqueza ética y nuestra inagotable imaginación, tesoros que compartimos todos como una sola herencia, a la vez particular y universal.
La literatura permite ponernos a la escucha de la vida y nos otorga el privilegio de moldear con la arcilla que es el lenguaje una suerte de semblanza del mundo con la que reconocemos lo que somos: apenas algunos granos de polvo, polvo que, con un poco de fe y de buena voluntad, puede hacer reflorecer los ramos de ilusiones del espíritu como si fueran todos un regalo del cielo porque, como lo dijo una vez Augusto Monterroso, “Dios todavía no ha creado el mundo; sólo está imaginándolo, como entre sueños. Por eso el mundo es perfecto, pero confuso”.
Tomado de: letralia.com

jueves, 15 de octubre de 2009

Compañía Teatral Prometeo cumple 10 años



"Una boda" y una juguetería para celebrar un aniversario

El colectivo dirigido por Noel de la Cruz convoca a los públicos infantil y adulto al Celarg
Con el estreno simultáneo de dos espectáculos, la Compañía Teatral Prometeo celebra 10 años de actividades. Para adultos presentarán La boda, del emblemático escritor cubano Virgilio Piñera, adaptada por Raúl Martin. Los niños, por su parte, podrán disfrutar de La juguetería, de Noel de la Cruz y Rodolfo Valdez. De la Cruz –quien está al frente de este colectivo- dirige ambas propuestas.

"La boda" es una ácida comedia que raya en el teatro del absurdo, donde el matrimonio a celebrarse entre los acaudalados Flora y Alberto se tambalea ante la indiscreción del novio, quien revela a su mejor amigo un defecto de su amada. “Todo el mundo sabe que todo el mundo habla de todo el mundo”, es la premisa que mueve esta propuesta dramatúrgica, donde una inoportuna confidencia cambia la predestinada felicidad de los personajes.

Caracteres sórdidos que se divierten con la desgracia ajena, la puerilidad con la que se asumen a veces decisiones esenciales; el engaño, los secretos guardados a voces, el culto a la perfección y la frivolidad socavan los decadentes valores sociales. El elenco está conformado por Aymara Ramia, Jorge Concha, Franca Peri y Rogers Lombano.

Por su parte, La juguetería es un encantador relato infantil, donde los ancianitos Paco y Paca se dedican a fabricar muñecos que representan personajes de los más famosos relatos para niños. A la medianoche, éstos tomarán vida y celebrarán. Pero una pareja de hampones irrumpirá en el local, detonando así entretenidas situaciones.

Catorce actores dan vida a esta anécdota, destinada a rescatar los más tradicionales valores del cuento para niños y de la estética teatral; en contrapartida a un mundo donde la velocidad y la inmediatez nos llevan a perder el goce de lo artístico.

La Compañía Teatral Prometeo es una agrupación que apunta a la investigación, docencia y realización de puestas en escena de obras teatrales; así como la organización de talleres permanentes que contribuyan a expandir la cultura teatral y artística a un número cada vez mayor de personas. Esta agrupación está integrada por actores de larga trayectoria en Teatro y T.V., egresados del Instituto Universitario de Teatro (IUDET), Escuela de Teatro Juana Sujo, Laboratorio Teatral Anna Julia Rojas, entre otros.

Su propósito es contribuir con la difusión de la dramaturgia nacional y universal a través de la formación e inserción de nuevos talentos en el medio teatral.

"La boda" se presentará viernes y sábados a las 8:00 de la noche y los domingos a las 6:00 de la tarde; mientras La juguetería se podrá disfrutar sábados y domingos a las 3:00 de la tarde. Ambos espectáculos permanecerán en cartelera hasta el 30 de noviembre.

Contacto de Prensa: Lic. Carlos Roa Viana / C. N. P. 9.367
0416 613 05 22 / 0414 150 75 23


Sobre Virgilio Piñera, autor de "La boda"

El cubano Virgilio Piñera Llera nació el 4 de agosto de 1912 en Cárdenas y falleció el 18 de octubre de 1979 en La Habana. Narrador, poeta, ensayista, constituye hoy, junto a su obra toda, una de los más notables figuras de la cultura de Cuba.

Algunos de sus cuentos y de sus poemas han sido traducidos al inglés, italiano, alemán, ruso, húngaro, polaco, etc. En su teatro destacan: Electra Garrigó (1941), Jesús (1948), Falsa Alarma (1948), La boda (1957), Aire frío (1958), El flaco y el gordo (1959) y Dos viejos pánicos (1967).

Algunos de los estrenos de estas obras de acido retrato social, estuvieron marcados por la polémica. Debates en los que el autor, con esa sublime bendición de la réplica mordaz y lúcida que lo caracterizaba, se mostró siempre en defensa de una literatura viva, ajena a prejuicios o normas.

En 1959, con Aire frío, el trasgresor Virgilio se despide paradójicamente de la escena con un ejercicio de reencuentro e identidad. Casi la totalidad de su obra sería desterrada de los escenarios y condenada al ostracismo público por el joven régimen revolucionario cubano, que vio en él a un autor incómodo ante las marcadas directrices por las que debía encauzarse el nuevo arte revolucionario.

Esta censura se mantuvo desde 1960 hasta algún tiempo después de su muerte; hecho que deja tras de sí el ansiado sabor de una polémica imposible ante el también imposible estreno, en época de su creación, de obras como La niñita querida o Los siervos, tan fervientemente revalorizadas por el teatro cubano de los años noventa.

Nota en el programa de mano de "La boda"

Por supuesto, nunca he estado en el Paraíso (no el caraqueño, sino ese que nos prometen por allá por las alturas, si nos portamos bien, cuando todo lo de acá abajo se acabe). No puedo asegurar que sin tetas no haya Paraíso. Pero lo que sí puedo decir con absoluta seguridad es que sin tetas no hay boda. Desde febrero de 1958 los cubanos tenemos esa convicción. Sí. Nada más y nada menos que medio siglo con esa certeza.

Como en febrero siempre hay un frío que pela en La Habana, dicen que el estreno de “La Boda” se hizo en una pequeña salita en la calle Galiano, en el centro de la ciudad, donde las olas del frente frío no llegaban y era posible estar más abrigado. No obstante, las tetas de Flora no dejaron de explayarse en una insólita puesta en escena, que para el momento, en el ámbito latinoamericano, constituyó uno de los sucesos teatrales más sobresalientes.

El sentido de esta pieza está en ese despliegue de signos que desatan una proyección simbólica de lo real y a la vez hacen posible el advenimiento de una realidad sin artificiosidad.

“La boda” es la historia de las tetas de Flora. También es la historia de un chisme, un enredo a través del irradiante absurdo del mundo de la vida al que acude Virgilio Piñera sin necesidad de desmontar intrincadas situaciones sociopolíticas. “La historia de mis tetas”, declara Flora. Porque “todo el mundo sabe que todo el mundo habla de todo el mundo”. “Diga que no hay boda porque hay tetas caídas”.
Y punto. Se acabó. Calabaza, calabaza...

Roberto Pérez León


Carlos Roa 0414 150 75 23
0416 613 05 22
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miércoles, 14 de octubre de 2009

¿Quién es García?

"Yo soy García" vuelve a TEATREX

“Una comedia decente en un mundo indecente” es la premisa de esta singular pieza que con frescura y un humor sumamente inteligente nos enfrenta con las ironías de la sociedad actual.
ü "Yo soy García" fue la obra de graduación de la XVIII Promoción del Taller Nacional de Teatro y se presentó durante una temporada en la sala Rajatabla el pasado mes de marzo. Debido a su éxito vuelve nuevamente a escena, pero esta vez en el ya concurrido Teatrex de El Hatillo.

Durante tres lunes consecutivos -a partir del lunes 19 de octubre y hasta el lunes 02 de noviembre- se presentará en TEATREX, la divertida comedia: Yo soy García, una adaptación libre de la XVIII Promoción del Taller Nacional de Teatro de la Fundación Rajatabla sobre la obra Rebeldías Posibles escrita por Luis García-Aráus y Javier García Yagüe. Germán Mendieta, reconocido actor y director del teatro venezolano, dirige la pieza en la que jóvenes y adultos se sentirán en más de un momento identificados.

"Yo soy García" es una historia contemporánea que nos habla de alguien decente en un mundo indecente. Es la fábula de un mundo inmerso en la resignación -donde estamos acostumbrados a los abusos, a los malos tratos, a la mediocridad- pero en el que a pesar de todo ese inmovilismo que nos rodea siempre hay espacio para decir "Basta Ya". Una fantástica ironía de la vida actual en la que los personajes despiertan y deciden cambiar sus accidentadas vidas.
García es un hombre muy normal que un día decide no resignarse ante la burocracia del sistema. Así, decide enfrentarse a su compañía de teléfonos y después de intentarlo por todos los medios a su alcance, reclamarle por vía judicial la devolución de un redondeo injusto que le costó 28 céntimos en una de sus facturas.

Este pequeño gesto de García y lo insignificante de su reclamo le ocasiona la incomprensión de una sociedad acostumbrada a tolerar inevitablemente toda clase de abusos pero, por otro lado, alrededor suyo se va formando un extraño grupo de personajes que lo toman como ejemplo para tratar de resolver sus propios problemas: Carmen, una chica damnificada que no consigue cooperación ni de su constructora, ni de los organismos públicos, ni de la comunidad; Pedro, un viudo cuya hija padece anorexia y que se frustra cada vez más con la deficiencia de la atención hospitalaria y Luis, un pobre hombre que quiere apostatar para tratar de librarse de las angustias que su represiva educación religiosa le ha causado.

Participan en el montaje: Mariana Calderón, Carlos Alberto Núñez, Jhonny Torres, Yuleima Mata, Julio Rodríguez Dos Ramoz y Wilfredo Argüello, acompañados de los actores invitados: Emilshen Acevedo y Luis Villegas.
Las presentaciones serán los lunes 19 , 26 de octubre y el 2 de noviembre a las 9:00 pm en Teatrex. (Centro Comercial Paseo El Hatillo).
Entrada General Bs. 50,00

Prensa:

Lic. Mariana Calderón
Comunicadora Social
Móvil: 0412-5931567.
Correo electrónico: prensamarianac@gmail.com

viernes, 9 de octubre de 2009

Puro Lusinchi


El Diario de Caracas,
domingo, 29 de agosto de 1993
¡Tú no me vas a joder! ¡Tú no me vas a joder!
Carolina Espada, raro en ella, me llama a las ocho de la noche, preguntándome si me voy a perder a Lusinchi, cuando Lusinchi va y grita, arrechísimo, primo, furioso de espuma, primo, batido de puro arrecho, primo: ¡Tú no me vas a joder! ¡Tú no me vas a joder! ¡Porque eso fue lo que dijo! ¡Tú no me vas a joder! ¡Tú no me vas a joder! ¿Usted me está oyendo, primo? ¡Tú no me vas a joder! ¡Tú no me vas a joder! ¡Lusinchi, en persona! ¡Por televisión! ¡Tú no me vas a joder! Y allí estoy, lunes a las diez y hombre de citas aguardando ansioso mi ración de crónica, la patética pornografía verbal del ex presidente, queso de un ratón en el que no quiero convertirme, diciendo y repitiendo, tú no me vas a joder, tú no me vas a joder.
En efecto la vida no me defrauda porque allí está en su despacho representativo, Jaime Lusinchi señalado por treinta micrófonos, motivo de lente exacto, blanco de lámparas que le hacen sudar, profiriendo, tal como fue anunciado, lo que veinte millones de venezolanos y dieciocho de caribeños acostumbramos proferir en circunstancias semejantes: tú no me vas a joder, tú no me vas a joder, es decir, tú no vas a joder.
La escena es estupenda, de esas que merecen una amplia felicitación de la Directiva de la Gerencia de Noticias dentro de una industria que premia los esfuerzos. Consiste en eso, exactamente: un señor mayor y de anteojos diciendo repetidas veces, tú no me vas a joder. De haberse incluido en un capítulo de telenovela, daría lugar a una multa de treinta mil bolívares con la correspondiente amonestación a cargo del Ministerio de Comunicaciones, pero al formar parte de la realidad, mucho mejor incluso, mucho más convincente que el más tumultuoso diálogo de Por estas calles, la palabra "joder" se convierte en testimonio y deja de ser fantasía. Mucho más: la palabra se hace gesto, porque en algún momento el que la pronuncia prepara el índice de la mano derecha y el albergue de la izquierda, como si deseara agregar un rabillo plástico, aquel mediante el cual los venezolanos acostumbramos prolongar el verbo joder, con la exclamación, ¡Miiiii! Y sin embargo, esta vez, no sucede: joder se queda en el aire transcurrido el estallido.
Joder es el preámbulo de otro joder que viene.
Claro, es Lusinchi el sentado y en estas situaciones, un dignatario, según reza la costumbre, debe comportarse como Don Pedro Grases, sea cuál sea, el estímulo o la causa inicial del enojo. Tú no me vas a joder, dicho así a lo bestia, a lo Cela, es lo que somos a la hora de un deslinde; tú no me vas a joder proviene de la entretela nacional y cabe en un grito de Hernán Cortés al fondo de lo que solemos llamar cultura: ¡Tú no me vas a joder, Tehuantizipantli! Pero un hombre de estado, caballeros, todo un presidente electo, señores, debe ser necesariamente lo que no somos, debe empinarse por encima de nuestras miserables espontaneidades y exclamar con el didactismo del caso algo mucho más honorable, como por ejemplo: ¡tú no me vas a afrentar, Colmenares! ¡Tú no me vas a afrentar, Tehuantizipantli!, que es lo que hubiera dicho Don Miguel de Unamuno a las puertas de Salamanca. Eso haría, desde luego, a Lusinchi mucho más decente y menos cuestionable. Hernán Cortés, después de tanto ¿a quién le importa?
Allí estoy pues, lo confieso, lunes a las diez de la noche, pantalla digestiva, animado a compartir el asombro de Carolina, que ve en estas cosas y no sin razón, los signos de un país dispuesto a disolverse día a día en quincallas y reflejos verbales capaces de sustituir las expresiones. El cerdo que hay en mí disfruta gozoso esta mazorca puesto que nada hay más perversamente cómico que un hombre fuera de sí, sobre todo cuando este mismo ciudadano, escasos años atrás fue amplio motivo de himnos y protocolos institucionales que una modesta colección de videos revelaría no sin sobrecogedores asombros. Se entretiene mi común ante el espectáculo del poderoso humillado puesto que allí se hace patente, explícita, la noción del rasero en nuestro caso, sucedánea de la democracia. Lusinchi, hecho de una sola mejilla, es el gran animador del espectáculo y lo de que no lo va a joder nadie, va en serio. No lo va a joder, Curiel, Curielito que alguna vez le hizo antesala y ahora denigra. No lo va a joder Álvarez Paz, su compañero de viajes representativos. No lo va joder Caldera, que en aquella fiesta le manifestó su desdén por la partida secreta, que antes de salir de Miraflores quemó los archivos de unas denuncias, que rellenó de billetes un maletín destinado a impedir la nominación de Herrera Campíns; no lo va a joder Herrera Campíns, porque él salvó a la honorable esposa de Herrera Campíns en una escena digna de Casa de Muñecas; no lo va a joder Granier que buscaba unos dólares en el artificio de Recadi y fue a Miraflores con esa original demanda; no lo van a joder los homosexuales calamitosos, ni los jorobados agnósticos; no lo va a joder Tablante que era policía a sueldo y acusador ad honorem, no lo va a joder la memoria de su cargo, no lo va a joder nadie, puesto que al fin y al cabo toda la población del país pagó un recibo durante su mandato, necesitó del gobierno, reclamó una deuda, solicitó una intervención de las autoridades, escribió un papelito, se tomó un trago, vivió de un contrato. Nos conocemos, puesto que no es Carolina Espada la única prima en un país de primos. Faltaría decir: todos fueron tan cochinos como yo, tan ilegales como yo, tan soplamocos como yo. Todos somos inocentes, porque todos somos culpables.
Pero en esta respuesta de Lusinchi, desgarradora si se quiere, a la hora de rechazar el joder, se esconde una de las más graves calamidades de lo que en Venezuela hemos convenido en denominar pensamiento político, a falta de una definición más humilde o más reveladora de lo que discurrimos.
Más que una historia, nos estamos refiriendo a unas reputaciones provinciales, más que a un método nos acercamos día a día, suicidamente, estúpidamente, a la simple constatación de unas porquerías sistemáticas. ¿Qué es Jaime Lusinchi, senador de Acción Democrática, jefe habitual de la fracción parlamentaria de ese partido y ex presidente de la República? ¿Dónde concluye su significado? En eso. Tú no me vas a joder.
Y al hacerlo, al cerrarse con una palabrota muchísimo más honda y más legítima que todas las que pronunció en el Congreso o durante el quinquenio, Lusinchi acierta como nunca en el gran conflicto nacional, que consiste en eso exactamente: la memoria del resguardo, la memoria condón que nos acerca a lo precavido y nos ubica en la realidad, aquello que los venezolanos acostumbramos a denominar, hijos de un buen castellano como somos, el rabo de paja.
Álvarez Paz, por ejemplo, no puede hablar y referirse en lo sucesivo al doctor Lusinchi, puesto que no tuvo el menor pudor en sentarse en el avión presidencial durante un ejercicio de comitiva. La simple presencia del ahora candidato en esos vuelos, el culo depositado en un asiento, anula cualquier otro comentario. Herrera Campíns menos, porque si diez años atrás solicitó una hidalguía con la doña, era Lusinchi, tan leproso como ahora o tan corrupto como ahora o tan jodedor como ahora. ¿Cómo puede criticar Curielito, después de lustrar algún butacón de Miraflores antes de pedir la gracia presidencial en un litigio de tierritas?
Así Lusinchi, estable un singular criterio: todos aquellos ciudadanos que alguna vez emprendimos alguna acción en Miraflores durante su gobierno, todos aquellos que alguna vez le narraron una cuita o le dieron una palmadita, somos tan mierdas como él. ¿No es eso?
No me atrevería a decir, sin embargo, que el ex presidente está exento de razones a la hora de renunciar a su papel de víctima. La respuesta visceral, explosión aparte, está a la altura de las acusaciones que le han sido formuladas y resultan tan ligeras como los agravios de una supuesta oposición que sin mediar la menor prueba, día a día lo acusa en la prensa o en la televisión de haber sido el autor o eufemísticamente, el responsable de los sobresbombas y del estallido de un automóvil propiedad del señor Zingg en el Centro Comercial Ciudad Tamanaco. Siendo así, menospreciando el más ínfimo respeto por los procedimientos legales, o incluso, policiales, cualquier joder es posible. Igual podría decirse, es marico porque yo lo oí cuando dijo que algunos homosexuales le caían bien, es el autor del crimen que se le atribuyó al padre Biaggi, es cualquier cosa, lo que usted desee, o mejor dicho, lo que a usted le convenga.
¿Es eso, pregunto, el imprescindible deslinde de unas posiciones? Esa lengua fácil que se va de la boca y que nuestra prensa transcribe a diario, ¿de qué diablos se nutre? ¿Cómo puedo asegurar, sin que me tiemble el pulso, a punta de boleo, a pepa de ojo, que Jaime Lusinchi es el autor de un sobrebomba dirigido al magistrado? ¿No sobra entonces la policía? ¿Tienen alguna vigilancia los tribunales?
País de apodos, la vocinglería de las reputaciones gritadas comienza a resultar bochornosa, sobre todo, cuando se nos invita a preservar la democracia y a condenar el terrorismo. No puedo creer que haya cobardía en las palabras del diputado Pablo Medina, cuando acusa a un sector de las Fuerzas Armadas de andar propiciando un golpe. Pero ¿dónde está el complemento, el argumento detallado, el yo lo vi, yo lo leí, a mí me consta, más allá de la galería complacida por mis cojones? Hasta hace nada la Corte Suprema de Justicia un antro de corruptos y el motivo de un inmenso desprecio, en lo que podría llamarse la matriz de opinión opositora. Juez, igual bandido, se convirtió casi en un resultado aritmético.
La condena de Pérez, redimió a los magistrados y de la noche a la mañana, la misma institución con parecidos hombres, es un ejemplo de idoneidad y dama ciega que ni el quisquilloso Tribunal de Nuremberg. Aquí exalto al golpismo, allá lo condeno, aquí reclamo la libertad de Arias Cárdenas a fin de devolverlo al pueblo, pero el 5 de febrero, apoyo la suspensión de las garantías constitucionales y hago una excepción de mis habituales denuestos contra Pérez, porque el sistema ha sido amenazado.
Y cuando este país presiente la peor de sus pesadillas y haría falta alguna solvencia de juicio, la mínima posibilidad de una campaña electoral donde pueda debatirse un criterio, ahora, cuando ese criterio, ese vislumbrar el mes de enero, resulta indispensable, la respuesta no es más que un repertorio de etiquetas.
Caldera es un viejito populista incapaz de una miserable idea contemporánea.
Caldera no me va a joder.
Álvarez Paz es el continuador exacto de la política económica de Pérez.
Álvarez Paz no me va a joder.
Fermín es la expresión de los reaños de Alfaro.
Fermín no me va a joder.
Curielito me hizo antesala.
Curielito no me va a joder.
Granier quería unos dólares.
Granier no me va a joder.
Lusinchi puso la bomba.
Lusinchi no me va a joder.
Entonces, así... ¿quién nos va a joder?

Por favor, aún no.