Por Alejandro Moreno.
Basta revisar un poco la
historia de la salsa – sus protagonistas, sus canciones, etc. -
para sospechar que ésta ha sido un género profundamente machista,
misógino y homofóbico (aunque el verdadero término debería ser
transfóbico, es decir, fobia a los transexuales), como machista,
misógina y homofóbica ha sido la historia de toda la música. Hace
falta escuchar el tema “El gran varón”, de Willie Colón, para
constatar que un mundo de prejuicios, clichés y mucha intolerancia
se esconde detrás de muchos temas salseros que han tocado el tópico
de la homosexualidad. Incluso resulta curioso que Willie Colón un
músico que ha demostrado en otros campos una profunda sensibilidad
social y un profundo apego a principios de igualdad y solidaridad y
que hasta con su actividad política en la ciudad de Nueva York se ha
mostrado cercano a la lucha contra la exclusión y la marginalidad,
sea precisamente él quien interprete la mencionada canción, escrita
por el panameño Omar Alffano. “El gran varón” recoge en su
temática todos los prejuicios en torno a la homosexualidad y la
transexualidad. A pesar de estar bien cantada y muy bien arreglada,
es una canción que mueve a la reflexión.
En primera instancia
Simón hace lo que parece lógico: debido a un entorno que él intuye
que le hará un juicio sumario por su identidad sexual, se aleja de
la casa paterna (la figura de la madre no aparece en ningún momento
en la canción, quizás porque resultaba difícil no darle un papel
de protectora y tolerante de la situación de su hijo), agobiado tal
vez por el hecho de que no puede desarrollar una vida normal con la
identidad sexual con la que siente cómodo. Aparece el primero de los
clichés de la canción: Simón desea irse a otro país porque de
alguna manera estar en el suyo no le permitiría llevar la vida de
“desenfreno” sexual que finalmente lo conduce al desenlace que
tendrá su vida:
Al extranjero se
fue Simón
lejos de casa se le
olvidó aquel sermón.
Otro de los clichés que
se hace presente es el hecho de que se la identidad sexual de Simón
como una conducta patológica. Esto en el marco de la supuesta ironía
que representa que tendrá que ser “un gran varón” . Simón
había estado de alguna manera bajo el régimen totalitario que
regía en la casa paterna. Y pareciera insinuarse levemente que este
ahogo, esta disciplina rígida a la que está sometida su vida
finalmente es lo que lo conduce a ese abismo en el cual se supone que
sucumbe Simón. Y además de eso había sido inducido a cumplir por
su condición de homosexual:
Fue criado como los
demás
con mano dura, con
severidad, nunca
opinó.
Cuando crezcas vas
a estudiar la misma vaina que tu papá,
óyelo bien,
tendrás que ser un gran
varón.
En “El gran varón”
priva indudablemente esa necesidad de Simón de hacerse otro, un
desdoblarse y asirse al género con el que se identifica plenamente,
la esencia femenina que en la canción queda suprimida y frivolizada.
El encuentro con el padre se establece como una cuestión de
“hombres”, pero el problema es que uno de ellos no asume. El
propio Simón ironiza sobre su condición homosexual cuando dice
“Simón, tu hijo, el gran varón”. Pero en realidad
el que ironiza sobre los homosexuales es el propio narrador de la
historia. Pareciera haber un tono de menosprecio, una cierta
superioridad moral de la cual el narrador se siente ungido:
Cambió la forma de
caminar,
usaba falda, lápiz
labial y un carterón.
Cuenta la gente que
un día el papá
fue a visitarlo sin
avisar, ¡vaya que
error!
Que una mujer le
habló al pasar,
le dijo: “Hola,
¿qué tal, papá, cómo te va?
¡No me conoces! Yo
soy Simón,
Simón, tu hijo, el
gran varón.
De alguna manera, la
canción pretende solidarizarse con los homosexuales y con la
discriminación de la que son víctimas:
Hay que tener en
compasión
basta ya de
moraleja y
el que esté libre
de pecado que tire la
primera piedra.
Sin embargo, el guiño
homofóbico llega en el coro cuando con esa autoungida y pretendida
superioridad moral se pregona lo siguiente:
No se puede
corregir a la naturaleza
palo que nace
doblao jamás
su tronco endereza.
Con el final del tema
todo queda dicho: la masacre moral queda consumada, se ha linchado al
villano, al malo de la película, al que tiene necesariamente que
pagar el precio de una vida abyecta, torcida: se ha hecho justicia.
El hecho de ser homosexual finalmente lo ha castigado como merecía.
Sin familia y sin amigos Simón ha pagado el precio de su
atrevimiento.
Creo que durante años
(yo en lo particular escuché esta canción como un himno que buscaba
mayor tolerancia hacia los homosexuales) hemos visto este tema como
una canción para celebrar la tolerancia, pero cuando vemos con un
poco más de cuidado nos damos cuenta de que nunca quedó mejor
registrada la homofobia en una buena canción:
En la sala de un
hospital de
una extraña
enfermedad murió Simón.
Es el verano del 86
al enfermo
de la cama 10 nadie
lloró.
Simón, Simón.
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