En el pueblo de Bergantín, estado
Anzoátegui, apareció una vez una mujer muy extraña. Llegó tan repentinamente
que nadie la vio llegar. No entendía el castellano y nadie en el pueblo conocía
el raro idioma que hablaba. Su pelo era tan rojo como el fuego y sus ojos
recordaban el color del limo verde de las piedras, en el río. Una señora del
lugar la albergó en su casa y la alimentó. Al ver las agujas de tejer y el
estambre comenzó a tejer. Lo hacía rápidamente y tejía abrigos, chalecos,
suéteres que la gente le compraba a buen precio.
Con el tiempo, ella fue aprendiendo a hablar,
y pudo contar quién era y cómo había llegado hasta allí. Pero el relato era tan
sorprendente que nadie le creyó. Afirmaba haber sido raptada de su pueblo por
enorme ventarrón, que la depositó días después en Bergantín. A pesar de que se
reían de ella, insistía en contar una y otra vez la misma historia.
Desde entonces algunos la evitaban,
por considerarla un ser demoníaco o sobrenatural. Llamaban “la mujer del viento”
y “la aparecida”. Ella sufría mucho y decidió irse. Con el dinero ahorrado pudo
viajar a Canadá, su país de origen y reunirse con su familia. Y luego escribió
desde allí a su protectora dándole las gracias. Pero eso tampoco lo creyó la
gente de Bergantín.
Tomado
del libro: Diccionario de Fantasmas, Misterios y leyendas de Venezuela.
Mercedes Franco. Editorial CEC, SA. Los libros de El Nacional. 1era. Edición,
2001. Caracas, Venezuela.
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