De Jaime Chabaud
jchabaud@prodigy.net.mx
México
Sinopsis:
Sofía es una niña que llora con
lágrimas de agua dulce. Esto podría pasar desapercibido en cualquier lugar, pero
en su pueblo, aquejado por la sequía,
esto se convierte en un
acontecimiento que desata la codicia de los adultos. Sofía es obligada a llorar interminablemente y de esta manera
abastece de agua a su pueblo, a costa de su salud. El abuso al que es sometida termina con la
muerte de la niña, ante el dolor de su abuela y su amigo Felipe, que en vano
intentan salvarla.
Versión unipersonal con títeres
Personajes:
La abuela
Títeres:
Sofía
Felipe
José
Alcalde
Cura
Beatas 1 y 2
ABUELA:
¿Dónde lo dejé? ¡Ay, Dios mío! Eso pasa siempre que quieres encontrar algo y
luego resulta que lo tienes delante de las narices…
Ay,
Felicitas, dónde lo dejaste… (Descubre al público.) Buenas tarde, ustedes disculparán,
los viejos siempre hablamos solos, qué costumbre ¿verdad? pero muy útil para no
sentir la soledad… Así somos los ancianos ¿no? Como extraterrestres que una
nave dejó olvidados en la tierra… Pero ya verán, ojalá lleguen a mi edad… ¡¡Aquí estás canijo bordado!!! Es tan bonito
y no saben cómo me tranquiliza… ¿Ya vieron? Este es el pueblo de Icuiricui,
donde habitábamos muchos aunque poquitos porque Icuiricui es un pueblo
chiquito… Si me regalan un minutito, si
no les molesta que hable y trabaje al mismo tiempo, puedo contarles una
historia triste de una niña hermosa, diferente, también un poco extraterrestre
que vivía aquí, en esta casita…
La
niña se llamaba Sofía y cuando llegó la sequía se volvió la más importante del
pueblo… Para su desgracia…y para la mía…
Sofía
tenía un amigo, Felipe, y se la pasaban
juegue y juegue en el parque…
FELIPE:
¡Hola!
SOFÍA:
¡Vamos a jugar!
SECUENCIA DE JUEGO
FELIPE:
Ya me cansé y tengo sed. Dame tantita agua ¿no?
SOFÍA:
No traigo, vete a tu casa.
FELIPE:
Si traes, yo sé que traes.
SOFÍA:
No, Felipe, otra vez no.
FELIPE:
Ándale, tantita.
SOFÍA:
No.
FELIPE:
Bueno. (PAUSA) ¿Supiste que se murió el perro de doña Haydée?
SOFÍA:
Nooo… ¿el Blanquito?
FELIPE:
Ajá. El Blanquito.
SOFÍA:
El que era mi amiguito.
FELIPE:
Ajá. El que era tu amiguito.
SOFÍA:
Pobrecito. (Comienza a llorar)
FELIPE:
Sí, pobrecito. Y ni perro que le ladrara…
SOFÍA:
(LLORA)
ABUELA: Aquí tengo que decirles que Sofía lloraba copiosamente. Y decir
copiosamente es no entrar en el asunto, Sofía lloraba
a cántaros, litros de agua.
SOFÍA:
(Llora cada vez más fuerte)
FELIPE:
Dónde, dónde recogeré esas lagrimitas.
(Felipe recoge las lágrimas de Sofía en una
cubetita y las bebe)
SOFÍA:
No Felipe, dame eso. (Le quita la cubeta)
FELIPE:
Es que tus lágrimas son dulces, Sofía, dulces como agua de manantial.
SOFÍA:
Pero no le digas a nadie.
FELIPE:
¿Por qué?
SOFÍA:
No se…me da pena…no me gusta ser diferente. No le digas a nadie.
FELIPE:
Que sea nuestro secreto. ¿Sale?
SOFÍA:
Sale. Chócalas.
FELIPE:
Y no le digo a nadie que eres un fenómeno.
SOFÍA:
¡Tonto! Ya me voy, me debe estar buscando mi abuelita.
FELIPE:
Te acompaño.
SOFÍA:
No, me voy sola.
FELIPE:
Ay si, se va sola…
SOFÍA:
Pobrecito mi Blanquito, tanto que lo quería yo.
ABUELA: Así era la vida en Icuiricui,
tranquila, pero llegó la sequía, todo se puso amarillo, amarillo y
triste…triste…Y eso se prolongó por un año, y luego por dos y luego por tres…y
ni una nube y ni una gota de agua. Y el pueblo comenzó a sufrir.
Los
animales se morían de pura sed.
Les
voy a contar del día de la bomba…no…no cayó una bomba en el pueblo…la bomba del
agua.
Ahí
estábamos todos en el pozo… el Alcalde, José, mi hijo, el señor cura y las
beatas haciendo una rogativa:
CURA:
Virgen de Icuiricui.
BEATAS:
Ruega por nosotros.
CURA:
San Goteo Goteo.
BEATAS:
Ruega por nosotros.
CURA:
Virgen de los aguadores.
BEATAS:
Ruega por nosotros.
CURA:
Cristo de los sedientos.
BEATAS:
Danos el agua.
TODOS:
Amén.
ABUELA:
El cura bendijo el pozo y dijo unas frases en latín que nadie entendió. El
Alcalde se persignó y le hizo una señal a José, mi hijo, para que echara a andar la…la cosa esa…la
bomba extractora.
Se oyó un ruidito así como….kjjjjjjj Todos nos amontonamos para ver más de
cerquita. Ora sí ya vamos a tener agua. Otro ruidito, kjjjjj, y que sale un
chorrito de agua sucia, tres gotitas y ya… Los que estaban mirando, se fueron y el Alcalde que le da una buena patada y que
se para la bomba, José, mi hijo se pone duro y dale para echarla a andar otra
vez. Y que le dice el Alcalde:
ALCALDE:
Deja esa pendejada por la paz, José, o te voy a patear a ti también.
JOSÉ: Sí, señor Alcalde. Yo le dije que ese
pozo estaba más seco que el cerro.
ALCALDE: ¿Y cómo lo sabías?
JOSÉ: Pues ¿qué no me metí hasta
dentrísimo el otro día?
ALCALDE: Y me hicieron gastar en una
bomba nueva. ¿Sabes el dineral que me costó?
JOSÉ: El agua no se fue sola…
ALCALDE:
¿Y ahora tú, que? ¿Desde cuando andas
opinando?
CURA:
Hijos, hijos… ¿No se mueren de calor? Le invito algo de beber señor Alcalde.
ALCALDE:
Pero si no le queda ni agua bendita para beber, padre.
CURA:
Los caminos de Dios son misteriosos, hijo. Me llegaron cervecitas.
ALCALDE:
Ah, qué mi señor don Cura, siempre tan previsor… ¿Y están bien frías?
CURA:
¡Heladas!
ABUELA:
Y desaparecieron entre risas. Mi hijo, José, se quedó bien preocupado.
JOSÉ:
Me quedé bien preocupado, me quedé bien preocupado.
ABUELA:
¿Por qué m´ijo?
JOSÉ:
Ora sí me corre el alcalde.
ABUELA:
Ya verás que no, m´ijo.
JOSÉ:
¿Cómo no, madre? Gastó mucha lana en un pozo que yo ya sabía que no iba a dar
agua.
ABUELA:
Te voy a rezar muchísimo, ya verás.
Habíamos
llegado ya a la casa, y José se despidió
para ir a sus labores.
JOSÉ:
Me despido para ir a mis labores, madre.
Adiós.
ABUELA:
Entonces yo descubrí a Sofía, llorando en el patio la casa.
¿Qué tienes, mi niña?
SOFÍA:
Felipe me dijo que se murió el perro de doña Haydeé.
ABUELA:
¿El Blanquito? Pero si lo acabo de ver…
SOFÍA:
¡Felipe es un tonto!
ABUELA:
¿Se pelearon?
SOFÍA:
Me dijo fenómeno… ¿Por qué lloro como cubetadas de agua, abuela?
ABUELA:
Porque eres la niña más sensible de este pueblo.
SOFÍA:
¿Y tienen que ser dulces? Lo odio… Lo odio…
ABUELA:
No digas bobadas, Sofía.
SOFÍA:
Son dulces, de veritas.
ABUELA:
¿Y desde cuando?
SOFÍA:
Desde siempre o…No, desde que murió mamá. Ahí comencé a llorar a chorros y a
hacer charcos. ¿Me voy a secar, abuela?
ABUELA:
¿Lágrimas dulces, eh?
SOFÍA:
Si, mira, prueba.
ABUELA:
¡Qué ricas!.
SOFÍA: No me gusta, no me gusta.
ABUELA:
Ay, Sofía, vete a jugar.
ABUELA:
Al día siguiente, llegó el Alcalde con
una carota que no presagiaba nada bueno. Y pues sí, quería cobrarle a mi hijo un dinero que le debía, un
dinero que José había ocupado para comprar las máquinas de su taller de
carpintería. De dónde le iba a pagar…No más que fuera con las máquinas.
Pero
al alcalde qué le iban a interesar. El hombre gritaba y sudaba a chorros.
Felipe
había estado escuchando todo muy calladito. Fue entonces que le dijo al Alcalde que cuando
él tenía sed, se bebía las lágrimas de Sofía. Y ¿qué creen que hizo? Tuvo la ocurrencia de meterle tremendo
pellizco a Sofía. Un vaso enorme se
llenó rápidamente con las lágrimas
dulces. El Alcalde las bebió de un trago y un brillo extraño apareció en los ojos de aquel hombre…
Y entonces muy entusiasmado, le ofreció a José, oigan bien, le ofreció
cancelar su deuda y le dijo que luego hablarían de negocios.
¡Quería
hacer un negocio con las lágrimas de Sofía! ¿Se imaginan?
Mi
hijo se enfureció y lo corrió de la
casa. PAUSA.
Pero
la necesidad es canija, y mi hijo, no quería perder su taller…
JOSÉ:
No quiero perder mi taller, no quiero perder mi taller.
ABUELA:
Ya, ya, tranquilo, José, no lo vas a
perder.
JOSÉ:
Dios la oiga, madre.
ABUELA:
Y así fue, que José, asociado con el Alcalde empezó a vender las lágrimas de Sofía.
ALCALDE:
¿Ya está listo mi socio?
JOSÉ:
¡Listo!
ALCALDE:
¡Venga un abrazo!
FRENTE A UNA ESPECIE DE POTRO DE TORMENTO AL QUE SOFÍA
ESTÁ ATADA, EL ALCALDE Y JOSÉ SE APLICAN A TORTURAR DE DIVERSAS MANERAS A
SOFÍA.
JOSÉ:
Llora, m’ijita, por favor.
ALCALDE:
No llora, dile algo.
JOSÉ:
¿Pero qué le digo?
ALCALDE:
Nadie te quiere.
JOSÉ:
No es cierto…
ALCALDE:
Eres feísima…Te odia todo el mundo…Pura
lástima que das…
JOSÉ:
¡Basta!
ALCALDE:
Por las buenas o por las malas, José. Ya
hay pedidos y el primero es cinco litros en casa del señor cura.
JOSÉ:
Es que yo…
ALCALDE:
Pues sí, tú dirás…
JOSÉ:
¿Por las buenas o por las malas…?
ALCALDE:
Si fuese necesario…
JOSÉ:
Sofía, llora tantito, por favor.
(Sofía
llora y recogen las lágrimas en la cubeta)
ABUELA:
Y así se llenaban cubetas, tinacos, pozos, con las lágrimas de Sofía. Todos en
el pueblo estaban felices, ya tenían agua para beber y para regar los campos y
para lavar la ropa.
Sofía
lloraba….o bueno… “trabajaba” seis horas
diarias, seis horas sin que nadie, ningún adulto se indignara. Yo gritaba en el desierto, pensé que me había
quedado muda porque aunque abriera la boca nadie parecía escucharme. Y a pesar
de todo, Sofía trataba de seguir con su vida de niña.
SOFÍA
EN OFF: A la de tres, el que llega primero al parque gana, una, dos, tres…
SOFÍA:
¡Te gané!
FELIPE:
Hiciste trampa.
SOFÍA Y FELIPE JUEGAN, PERO AL POCO TIEMPO EL ENTUSIASMO
DE SOFÍA SE ACABA: ESTÁ DESHIDRATADA. FELIPE LA DETIENE PARA QUE NO SE DESMAYE
Y LA APOYA EN UN ÁRBOL PARA QUE DESCANSE.
FELIPE:
¿Qué te pasa?
SOFÍA:
Estoy cansada, tengo sed, me dio mucho frío.
FELIPE:
¿Le aviso al doctor?
SOFÍA:
No, por favor, siempre tiene sed.
FELIPE:
Al cura entonces.
SOFÍA:
No, me va a poner a llorar para tener agua bendita
FELIPE:
¿Quieres que vaya por tu papá?
SOFÍA:
No, a él no…
FELIPE:
¿O prefieres a tu abuelita?
SOFÍA:
Sí, por favor. Tengo mucho sueño, Felipe…
FELIPE:
Sh…sh…duerme. ( Pausa) Sofía…Sofía…
SOFÍA
DUERME Y FELIPE LA ACARICIA.
FELIPE:
Desde hace unos días yo te quería decir una cosita… Claro que yo sé que no tuve
así como que mucho que ver pero… lo que hice fue sólo pellizcarte un poquito… ¿Me perdonas, Sofía? Te juro que mi intención
no era que te cansaran de esa manera haciéndote chillar de la noche a la mañana
y de la mañana a la noche. ¿Puedes perdonarme? Pobrecita, hoy traías los ojos empiyamados,
esos ojos tan bonitos.
SOFÍA
DESPIERTA
SOFÍA:
¿Qué estabas diciendo?
FELIPE:
¿Yo…? Nada…
SOFÍA:
Es que soñé que me decías cosas muy bonitas.
FELIPE:
Ja, ni que fuéramos novios…
SOFÍA:
Sólo era un sueño, pero era lindo.
FELIPE:
Mejor te acompaño a tu casa.
SOFÍA:
Déjame dormir otro ratito, estoy muy cansada.
FELIPE:
Bueno, yo aquí te veo.
APARECEN
BEATAS 1 y 2.
BEATA
1: Con que descansando ¿eh?
BEATA
2: Así son los niños, irresponsables.
BEATA
1: En lugar de estar produciendo agua.
BEATA
2: Que tanto necesita este pueblo.
BEATA
1: Pero el padre es más irresponsable
aún.
BEATA
2: Dejándola salir para que juegue.
BEATA
1: Con el afán que tenemos.
BEATA
2: Pero se lo hemos de decir al señor Alcalde.
ABUELA:
Yo estaba sentada en la casa cuando me dio un pálpito y salí corriendo. Sabía
que a mi niña le pasaba algo. Llegué al
parque y que me las encuentro y no me
pude aguantar: ¡Buitres! Métanse en su iglesia y no en los asuntos de mi nieta.
¡Brujas! (Acaricia a SOFÍA.) ¿Qué tienes, m‘ijita?
SOFÍA:
Tengo sed y mucho sueño. No quiero ir a la escuela, abuelita.
ABUELA:
Vamos a la casa que allá reposarás y te haré un caldito de gallina para que
repongas fuerzas.
ABUELA:
Se la estaban acabando a mi pobre nietecita y ni quien hiciera nada. José, mi
hijo, era el peor.
JOSÉ
CUENTA LAS GANANCIAS SATISFECHO.
SOFÌA:
Papá… ¿puedo pasar?
JOSÉ:
Un momentito. (Junta el dinero y se
sienta encima) Ya puedes pasar.
¿Qué
quieres hijita?
SOFÍA:
Te quiero pedir algo.
JOSÉ: Lo que quieras, Sofía.
SOFÍA: ¿Puedo ir a jugar un ratito a casa de Felipe?
JOSÉ: ¿A casa de Felipe?
SOFIA: Un ratito no más.
JOSÉ: No, no puedes. Tienes que trabajar, tenemos muchos pedidos
de agua.
SOFÍA: Estoy cansada. Estoy cansada. (Comienza a llorar)
JOSÉ: ¡No llores, no llores, aquí no hay dónde recoger tus
lágrimas! Madre, tráigame una cubeta, rápido, una cubeta!!! Mira nada más
cuántas lágrimas. Y se están desperdiciando.
SOFÍA: Abuelita!!!
JOSÉ:
Y sin que se tenga beneficio.
ABUELA:
Qué demonios te pasa, m‘ijo.
JOSÉ:
Nadie recogió esas lágrimas, carajo.
ABUELA:
Te has vuelto un monstruo, José. Aunque no me lo crean metí a mi hijo a la
fuerza, jalándolo de la oreja para que dejara en paz a Sofía y para decirle
cuatro verdades.
JOSÉ:
Pero mamá, el dinero, mamá….
ENTRA FELIPE
FELIPE:
Te estuve esperando y como no llegabas
vine. ¿Qué te pasa?
SOFÍA:
Mi papá no me dio permiso, tengo que trabajar.
FELIPE:
Lo que te están haciendo no se le hace a una niña…
SOFÍA:
Ni a nadie…
FELIPE:
Sí, ni a nadie…
SOFÍA:
Pero ¿yo qué puedo hacer? Mi papá está ganando dinero, mira, y hasta un coche
se quiere comprar y…
FELIPE:
Déjamelo a mí. Ya pensaré en algo y esto se va a acabar.
SOFÍA:
¿De veras? No quiero volver a llorar nunca más.
FELIPE:
De veras.
ABUELA:
Unos días después, el alcalde llamó a una reunión a los notables del pueblo,
claro a mí ni me invitaron, pero pude ver por un agujerito lo que estaba
pasando.
EL ALCALDE OBSERVA UNOS PLANOS QUE EXPLICA AL PÚBLICO.
ALCALDE:
Pongan
atención, las lágrimas pasan por esta canaleta y van directamente a la
envasadora. ¡Sin que gota se desperdicie! Optimizándolo todo. Acá vean la
nalgueadora: esas palas van golpeando las nalgas de la niña para que no pare de
llorar; y, si hiciera falta, con un operador basta porque bien puede
pellizcarla si algo dejara de funcionar. Con otros tres niños que lloraran
lágrimas dulces nos volvíamos autosuficientes. No crean que no he pensado en
todo. Con tantos niños de la calle como hay podemos reclutar a unos cuarenta. ¡Imaginen 40 zarrapastrosos pasando por la nalgueadora!
¡¿Un sueño, no?! Ya sé que están pensando…que llorarán lágrimas saladas…
Les
digo que he pensado en todo. Miren, esta otra máquina es una des-salinizadora.
Se ponen a hervir, el vapor pasa por acá, se condensa y ya pueden ustedes tomar
lágrimas de agua dulce con una ganancia adicional: tenemos sal para
comercializar. ¿Qué les parece? Fantástico ¿verdad?
Pero
primero necesitamos un edicto para expropiar a Sofía. Quitársela a su papá…
José es un pobre miserable que no sabe lo que tiene en las manos y capaz que un día se le sale el amor paternal y nos
jode toda la empresa. Le quitamos la
patria potestad a José y ni la abuela se va a poder meter. ¿Quién nos va a decir algo? Es un bien común, patrimonio
del pueblo. Gracias.
ABUELA:
Mientras tanto en la iglesia, el cura y las beatas preparaban una carta, pero para qué les cuento, véanlo ustedes
mismos.
CURA:
Antes que nada tenemos que probar el milagro.
BEATA1:
Pero ¿cómo?
CURA:
Hay que pedir firmas y testigos. Y quizá habrá que exagerar un poquito.
BEATA
1: ¿Exagerar no es pecado?
CURA:
Exagerar no es mentir, Doña Doloritas.
A
ver, escriba: “Venerable Santo Padre: Quiero distraerlo de sus muchas
ocupaciones porque se ha producido en este pueblo un milagro portentoso que no
puede pasar desapercibido al Vaticano…” ¿Ya?
DOLORITAS:
Oiga padre ¿Venerable es con b grande ó con v chica?
CURA:
¡Ay Doloritas!
ABUELA:
Edicto de expropiación, milagros. ¿Vaticano? A mí se me iban las fuerzas ante
tanta tarugada. Lo que yo no sabía es que un ángel bajaría del cielo….o bueno,
entraría por la ventana, para rescatar a Sofía.
POR LA VENTANA DE LA HABITACIÓN DE SOFÍA ENTRA FELIPE. SOFÍA
DUERME.
FELIPE: Sofía…Despierta. Soy yo, Felipe.
SOFÍA:
¿Qué haces aquí?
FELIPE:
Vengo a rescatarte. Te voy a esconder.
SOFÍA:
¿A dónde? ¿Cómo? No entiendo nada.
FELIPE:
Hay que escapar. Los adultos se han vuelto locos.
SOFÍA:
Pero… Pero mi abuelita se va a poner muy triste.
FELIPE:
No importa, luego se pondrá contenta. Vamos.
SOFÍA:
Ya voy.
FELIPE:
No, espera, la almohada.
SOFÍA:
¿Qué? Ah…la almohada…
FELIPE:
Apúrate, ven, salta, a la de tres.
SALEN POR LA VENTANA Y ESCAPAN
ABUELA:
En ese momento José escuchó ruidos extraños en el cuarto de Sofía.
JOSÉ:
Escucho ruidos extraños en el cuarto de Sofía. Sofía…pero si aquí estás
dormidita. (Descubre el truco y se asoma por la ventana) Allá van…Felipe…te voy
a moler a palos! ¡Madre!
ABUELA.
¿Adónde crees que vas?
JOSÉ:
Pero ¿qué no ves que la secuestran?
ABUELA:
Felipe la ayuda a escapar de tus manos y de tu ambición, m’ijo. Esta tortura a
mi nieta se acabó aquí y ahora.
JOSÉ:
Déjame pasar.
ABUELA:
Tú no vas a ninguna parte.
JOSÉ:
Sí voy.
ABUELA:
No vas.
JOSÉ:
Sí voy.
ABUELA:
No vas.
JOSÉ:
Sí voy.
ABUELA:
No vas.
JOSÉ:
Sí voy.
ABUELA:
Yo no logré retener a José por mucho tiempo y la noticia de la huida corrió de
boca en boca. ¡José! ¡José!
No
tardaron en alcanzarlos en una vereda del cerro.
Sofía
suplicaba que los soltaran pero ya estaban rodeados por un gentío. ALCALDE: No,
niña, tu no te mandas sola. A partir de hoy
perteneces al pueblo.
CURA:
¡¿Cómo que al pueblo?! ¡¡Pertenece a la
Iglesia!! Es una niña santa, ¿me oye?
ALCALDE:
¡Pertenece al pueblo!
CURA:
¡Pertenece a la iglesia!
ALCALDE:
¡Le digo que pertenece al pueblo!
CURA:
¡Y yo le digo que pertenece a la
iglesia!
ABUELA:
Entonces Felipe gritó con todas sus
fuerzas. Un niño no es propiedad de nadie, les dijo. Déjenla ir.
Y en
ese preciso momento, frente a todo el
pueblo reunido, Sofía se fue marchitando, marchitando, hasta convertirse
en un puñado de hojas secas.
Como
les dije al principio, esta es un historia triste de una niña hermosa.
Esa misma noche, cuando todos dormían, me fui de
Icuiricui. Nunca más supieron de mí, ni José ni nadie… O bueno, casi nadie
porque Felipe me visita, es al único que
veo del pueblo y con eso me basta para no extrañar… Yo hago tapices para
mantenerme y cuento la historia de mi nieta, a los que la quieran oír. Como
ustedes que tuvieron la paciencia de escucharme. Y ahora me despido, ya me
cansé de tanta plática. Es la hora de mi siesta. Pueden seguir viendo el tapiz
pero no toquen nada.
SALE
FIN
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