martes, 7 de enero de 2020

LÁGRIMAS DE AGUA DULCE


De Jaime Chabaud
jchabaud@prodigy.net.mx
México
Sinopsis:

Sofía es una niña que llora con lágrimas de agua dulce. Esto podría pasar desapercibido en cualquier lugar, pero en su pueblo, aquejado por la sequía,  esto  se convierte en un acontecimiento que desata la codicia de los adultos. Sofía es obligada  a llorar interminablemente y de esta manera abastece de agua a su pueblo, a costa de su salud.  El abuso al que es sometida termina con la muerte de la niña, ante el dolor de su abuela y su amigo Felipe, que en vano intentan salvarla.

Versión unipersonal con títeres



Personajes:
La abuela
Títeres:
Sofía
Felipe
José
Alcalde
Cura
Beatas 1 y 2

ABUELA: ¿Dónde lo dejé? ¡Ay, Dios mío! Eso pasa siempre que quieres encontrar algo y luego resulta que lo tienes delante de las narices…
Ay, Felicitas, dónde lo dejaste… (Descubre al público.) Buenas tarde, ustedes disculparán, los viejos siempre hablamos solos, qué costumbre ¿verdad? pero muy útil para no sentir la soledad… Así somos los ancianos ¿no? Como extraterrestres que una nave dejó olvidados en la tierra… Pero ya verán, ojalá lleguen a mi edad…  ¡¡Aquí estás canijo bordado!!! Es tan bonito y no saben cómo me tranquiliza… ¿Ya vieron? Este es el pueblo de Icuiricui, donde habitábamos muchos aunque poquitos porque Icuiricui es un pueblo chiquito…   Si me regalan un minutito, si no les molesta que hable y trabaje al mismo tiempo, puedo contarles una historia triste de una niña hermosa, diferente, también un poco extraterrestre que vivía aquí, en esta casita…
La niña se llamaba Sofía y cuando llegó la sequía se volvió la más importante del pueblo… Para su desgracia…y para la mía…
Sofía tenía un amigo, Felipe,  y se la pasaban juegue y juegue en el parque…


FELIPE: ¡Hola!
SOFÍA: ¡Vamos a jugar!
SECUENCIA DE JUEGO
FELIPE: Ya me cansé y tengo sed. Dame tantita agua ¿no?
SOFÍA: No traigo, vete a tu casa.
FELIPE: Si traes, yo sé que traes.
SOFÍA: No, Felipe, otra vez no.
FELIPE: Ándale, tantita.
SOFÍA: No.
FELIPE: Bueno. (PAUSA) ¿Supiste que se murió el perro de doña Haydée?
SOFÍA: Nooo… ¿el  Blanquito?
FELIPE: Ajá. El  Blanquito.
SOFÍA: El que era mi amiguito.
FELIPE: Ajá. El que era tu amiguito.
SOFÍA: Pobrecito. (Comienza a llorar)
FELIPE: Sí, pobrecito. Y ni perro que le ladrara…
SOFÍA: (LLORA)
ABUELA: Aquí tengo que decirles que Sofía  lloraba copiosamente. Y decir
copiosamente es no entrar en el asunto,  Sofía  lloraba a cántaros, litros de agua.
SOFÍA: (Llora cada vez más fuerte)
FELIPE: Dónde, dónde recogeré esas lagrimitas.
 (Felipe recoge las lágrimas de Sofía en una cubetita  y las bebe)
SOFÍA: No Felipe, dame eso. (Le quita la cubeta)
FELIPE: Es que tus lágrimas son dulces, Sofía, dulces como agua de manantial.
SOFÍA: Pero no le digas a nadie.
FELIPE: ¿Por qué?
SOFÍA: No se…me da pena…no me gusta ser diferente. No le digas a nadie.
FELIPE: Que sea nuestro secreto. ¿Sale?
SOFÍA: Sale. Chócalas.
FELIPE: Y no le digo a nadie que eres un fenómeno.
SOFÍA: ¡Tonto! Ya me voy, me debe estar buscando mi abuelita.
FELIPE: Te acompaño.
SOFÍA: No, me voy sola.
FELIPE: Ay si, se va sola…
SOFÍA: Pobrecito mi Blanquito, tanto que lo quería yo.
 ABUELA: Así era la vida en Icuiricui, tranquila, pero llegó la sequía, todo se puso amarillo, amarillo y triste…triste…Y eso se prolongó por un año, y luego por dos y luego por tres…y ni una nube y ni una gota de agua. Y el pueblo comenzó a sufrir.           
Los animales se morían de pura sed.
Les voy a contar del día de la bomba…no…no cayó una bomba en el pueblo…la bomba del agua.
Ahí estábamos todos en el pozo… el Alcalde, José, mi hijo, el señor cura y las beatas haciendo una rogativa:
CURA: Virgen de Icuiricui.
BEATAS: Ruega por nosotros.
CURA: San Goteo Goteo.
BEATAS: Ruega por nosotros.
CURA: Virgen de los aguadores.
BEATAS: Ruega por nosotros.
CURA: Cristo de los sedientos.
BEATAS: Danos el agua.
TODOS: Amén.
ABUELA: El cura bendijo el pozo y dijo unas frases en latín que nadie entendió. El Alcalde se persignó y le hizo una señal a José, mi hijo,  para que echara a andar la…la cosa esa…la bomba extractora.
 Se oyó un ruidito así como….kjjjjjjj  Todos nos amontonamos para ver más de cerquita. Ora sí ya vamos a tener agua. Otro ruidito, kjjjjj, y que sale un chorrito de agua sucia, tres gotitas y ya… Los que estaban mirando, se fueron  y el Alcalde que le da una buena patada y que se para la bomba, José, mi hijo se pone duro y dale para echarla a andar otra vez. Y que le dice el Alcalde:
ALCALDE: Deja esa pendejada por la paz, José, o te voy a patear a ti también.
JOSÉ: Sí, señor Alcalde. Yo le dije que ese pozo estaba más seco que el cerro.
ALCALDE: ¿Y cómo lo sabías?
JOSÉ: Pues ¿qué no me metí hasta dentrísimo el otro día?
ALCALDE: Y me hicieron gastar en una bomba nueva. ¿Sabes el dineral que me costó?
JOSÉ: El agua no se fue sola…
ALCALDE: ¿Y ahora tú,  que? ¿Desde cuando andas opinando?
CURA: Hijos, hijos… ¿No se mueren de calor? Le invito algo de beber señor Alcalde.
ALCALDE: Pero si no le queda ni agua bendita para beber, padre.
CURA: Los caminos de Dios son misteriosos, hijo. Me llegaron cervecitas.
ALCALDE: Ah, qué mi señor don Cura, siempre tan previsor… ¿Y están bien frías?
CURA: ¡Heladas!
ABUELA: Y desaparecieron entre risas. Mi hijo, José, se quedó bien preocupado.
JOSÉ: Me quedé bien preocupado, me quedé bien preocupado.
ABUELA: ¿Por qué  m´ijo?
JOSÉ: Ora sí me corre el alcalde.
ABUELA: Ya verás que no, m´ijo.
JOSÉ: ¿Cómo no, madre? Gastó mucha lana en un pozo que yo ya sabía que no iba a dar agua.
ABUELA: Te voy a rezar muchísimo, ya verás.
Habíamos llegado ya a la casa,  y José se despidió para ir a sus labores.
JOSÉ: Me despido para ir  a mis labores, madre. Adiós.
ABUELA: Entonces yo descubrí a Sofía, llorando en el patio la casa.
 ¿Qué tienes,  mi niña?
SOFÍA: Felipe me dijo que se murió el perro de doña Haydeé.
ABUELA: ¿El Blanquito? Pero si lo acabo de ver…
SOFÍA: ¡Felipe es un tonto!
ABUELA: ¿Se pelearon?
SOFÍA: Me dijo fenómeno… ¿Por qué lloro como cubetadas de agua, abuela?
ABUELA: Porque eres la niña más sensible de este pueblo.
SOFÍA: ¿Y tienen que ser dulces? Lo odio… Lo odio…
ABUELA: No digas bobadas, Sofía.
SOFÍA: Son dulces, de veritas.
ABUELA: ¿Y desde cuando?
SOFÍA: Desde siempre o…No, desde que murió mamá. Ahí comencé a llorar a chorros y a hacer charcos. ¿Me voy a secar, abuela?
ABUELA: ¿Lágrimas dulces, eh?
SOFÍA: Si, mira, prueba.
ABUELA: ¡Qué ricas!.
 SOFÍA: No me gusta, no me gusta.
ABUELA: Ay, Sofía, vete a jugar.
ABUELA: Al día siguiente,  llegó el Alcalde con una carota que no presagiaba nada bueno. Y pues sí, quería  cobrarle a mi hijo un dinero que le debía, un dinero que  José  había ocupado para  comprar las máquinas de su taller de carpintería. De dónde le iba a pagar…No más que fuera con las máquinas.
Pero al alcalde qué le iban a interesar. El hombre gritaba y sudaba a chorros.
Felipe había estado escuchando todo muy calladito.  Fue entonces que le dijo al Alcalde que cuando él tenía sed, se bebía las lágrimas de Sofía. Y ¿qué creen que hizo?  Tuvo la ocurrencia de meterle tremendo pellizco a Sofía.  Un vaso enorme se llenó rápidamente  con las lágrimas dulces. El Alcalde las bebió de un trago y un brillo extraño  apareció en los ojos de aquel hombre…
 Y entonces muy entusiasmado, le  ofreció a José, oigan bien, le ofreció cancelar su deuda y le dijo que luego hablarían de negocios.
¡Quería hacer un negocio con las lágrimas de Sofía! ¿Se imaginan?
Mi hijo se enfureció y  lo corrió de la casa. PAUSA.
Pero la necesidad es canija, y mi hijo, no quería perder su taller…
JOSÉ: No quiero perder mi taller, no quiero perder mi taller.
ABUELA: Ya, ya,  tranquilo, José, no lo vas a perder.
JOSÉ: Dios la oiga, madre.
ABUELA: Y así fue, que José, asociado con el Alcalde  empezó a vender las lágrimas de Sofía.
ALCALDE: ¿Ya está listo mi socio?
JOSÉ: ¡Listo!
ALCALDE: ¡Venga un abrazo!
FRENTE A UNA ESPECIE DE POTRO DE TORMENTO AL QUE SOFÍA ESTÁ ATADA, EL ALCALDE Y JOSÉ SE APLICAN A TORTURAR DE DIVERSAS MANERAS A SOFÍA.
JOSÉ: Llora, m’ijita, por favor.
ALCALDE: No llora, dile algo.
JOSÉ: ¿Pero qué le digo?
ALCALDE: Nadie te quiere.
JOSÉ: No es cierto…
ALCALDE: Eres feísima…Te odia  todo el mundo…Pura lástima que das…
JOSÉ: ¡Basta!
ALCALDE: Por las buenas o por las malas,  José. Ya hay pedidos y el primero es cinco litros en casa del señor cura.
JOSÉ: Es que yo…
ALCALDE: Pues sí, tú dirás…
JOSÉ: ¿Por las buenas o por las malas…?
ALCALDE: Si fuese necesario…
JOSÉ: Sofía, llora tantito, por favor.
(Sofía llora y recogen las lágrimas en la cubeta)
ABUELA: Y así se llenaban cubetas, tinacos, pozos, con las lágrimas de Sofía. Todos en el pueblo estaban felices, ya tenían agua para beber y para regar los campos y para lavar la ropa.
Sofía  lloraba….o bueno… “trabajaba” seis horas diarias, seis horas sin que nadie, ningún adulto se indignara.  Yo gritaba en el desierto, pensé que me había quedado muda porque aunque abriera la boca nadie parecía escucharme. Y a pesar de todo, Sofía trataba de seguir con su vida de niña.
SOFÍA EN OFF: A la de tres, el que llega primero al parque gana, una, dos, tres…
SOFÍA: ¡Te gané!
FELIPE: Hiciste trampa.
SOFÍA Y FELIPE JUEGAN, PERO AL POCO TIEMPO EL ENTUSIASMO DE SOFÍA SE ACABA: ESTÁ DESHIDRATADA. FELIPE LA DETIENE PARA QUE NO SE DESMAYE Y LA APOYA EN UN ÁRBOL PARA QUE DESCANSE.
FELIPE: ¿Qué te pasa?
SOFÍA: Estoy cansada, tengo sed, me dio mucho frío.
FELIPE: ¿Le aviso al doctor?
SOFÍA: No, por favor, siempre tiene sed.
FELIPE: Al cura entonces.
SOFÍA: No, me va a poner a llorar para tener agua bendita
FELIPE: ¿Quieres que vaya por tu papá?
SOFÍA: No, a él no…
FELIPE: ¿O prefieres a tu abuelita?
SOFÍA: Sí, por favor. Tengo mucho sueño, Felipe…
FELIPE: Sh…sh…duerme. ( Pausa) Sofía…Sofía…
SOFÍA DUERME Y FELIPE LA ACARICIA.
FELIPE: Desde hace unos días yo te quería decir una cosita… Claro que yo sé que no tuve así como que mucho que ver pero… lo que hice fue sólo pellizcarte un poquito…  ¿Me perdonas, Sofía? Te juro que mi intención no era que te cansaran de esa manera haciéndote chillar de la noche a la mañana y de la mañana a la noche. ¿Puedes perdonarme?   Pobrecita, hoy traías los ojos empiyamados, esos ojos tan bonitos.
SOFÍA DESPIERTA
SOFÍA: ¿Qué estabas diciendo?
FELIPE: ¿Yo…? Nada…
SOFÍA: Es que soñé que me decías cosas muy bonitas.
FELIPE: Ja, ni que fuéramos novios…
SOFÍA: Sólo era un sueño, pero era lindo.
FELIPE: Mejor te acompaño a tu casa.
SOFÍA: Déjame dormir otro ratito, estoy muy cansada.
FELIPE: Bueno, yo aquí te veo.
APARECEN BEATAS 1 y 2.
BEATA 1: Con que descansando ¿eh?
BEATA 2: Así son los niños, irresponsables.
BEATA 1: En lugar de estar produciendo agua.
BEATA 2: Que tanto necesita este pueblo.
BEATA 1: Pero el padre es  más irresponsable aún.
BEATA 2: Dejándola salir para que juegue.
BEATA 1: Con el afán que tenemos.
BEATA 2: Pero se lo hemos de decir al señor Alcalde.
ABUELA: Yo estaba sentada en la casa cuando me dio un pálpito y salí corriendo. Sabía que a mi niña le pasaba algo. Llegué  al parque  y que me las encuentro y no me pude aguantar: ¡Buitres! Métanse en su iglesia y no en los asuntos de mi nieta. ¡Brujas! (Acaricia a SOFÍA.) ¿Qué tienes, m‘ijita?
SOFÍA: Tengo sed y mucho sueño. No quiero ir a la escuela, abuelita.
ABUELA: Vamos a la casa que allá reposarás y te haré un caldito de gallina para que repongas fuerzas.
ABUELA: Se la estaban acabando a mi pobre nietecita y ni quien hiciera nada. José, mi hijo, era el peor.
 JOSÉ CUENTA LAS GANANCIAS SATISFECHO.
SOFÌA: Papá… ¿puedo pasar?
JOSÉ: Un momentito.  (Junta el dinero y se sienta encima) Ya puedes pasar.
¿Qué quieres hijita?
SOFÍA: Te quiero pedir algo.
JOSÉ: Lo que quieras, Sofía.
SOFÍA: ¿Puedo ir a jugar un ratito a casa de Felipe?
JOSÉ: ¿A casa de Felipe?
SOFIA: Un ratito no más.
JOSÉ: No, no puedes. Tienes que trabajar, tenemos muchos pedidos de agua.
SOFÍA: Estoy cansada. Estoy cansada. (Comienza a llorar)
JOSÉ: ¡No llores, no llores, aquí no hay dónde recoger tus lágrimas! Madre, tráigame una cubeta, rápido, una cubeta!!! Mira nada más cuántas lágrimas. Y se están desperdiciando.
SOFÍA: Abuelita!!!
JOSÉ: Y sin que se tenga beneficio.
ABUELA: Qué demonios te pasa, m‘ijo.
JOSÉ: Nadie recogió esas lágrimas, carajo.
ABUELA: Te has vuelto un monstruo, José. Aunque no me lo crean metí a mi hijo a la fuerza, jalándolo de la oreja para que dejara en paz a Sofía y para decirle cuatro verdades.
JOSÉ: Pero mamá, el dinero, mamá….
ENTRA FELIPE
FELIPE: Te estuve esperando y como  no llegabas vine. ¿Qué te pasa?
SOFÍA: Mi papá no me dio permiso, tengo que trabajar.
FELIPE: Lo que te están haciendo no se le hace a una niña…
SOFÍA: Ni a nadie…
FELIPE: Sí, ni a nadie…
SOFÍA: Pero ¿yo qué puedo hacer? Mi papá está ganando dinero, mira, y hasta un coche se quiere comprar y…
FELIPE: Déjamelo a mí. Ya pensaré en algo y esto se va a acabar.
SOFÍA: ¿De veras? No quiero volver a llorar nunca más.
FELIPE: De veras.
ABUELA: Unos días después, el alcalde llamó a una reunión a los notables del pueblo, claro a mí ni me invitaron, pero pude ver por un agujerito lo que estaba pasando.
EL ALCALDE OBSERVA UNOS PLANOS QUE EXPLICA AL PÚBLICO.
ALCALDE:
Pongan atención, las lágrimas pasan por esta canaleta y van directamente a la envasadora. ¡Sin que gota se desperdicie! Optimizándolo todo. Acá vean la nalgueadora: esas palas van golpeando las nalgas de la niña para que no pare de llorar; y, si hiciera falta, con un operador basta porque bien puede pellizcarla si algo dejara de funcionar. Con otros tres niños que lloraran lágrimas dulces nos volvíamos autosuficientes. No crean que no he pensado en todo. Con tantos niños de la calle como hay podemos reclutar a  unos cuarenta. ¡Imaginen 40  zarrapastrosos pasando por la nalgueadora! ¡¿Un sueño, no?! Ya sé que están pensando…que llorarán lágrimas saladas…
Les digo que he pensado en todo. Miren, esta otra máquina es una des-salinizadora. Se ponen a hervir, el vapor pasa por acá, se condensa y ya pueden ustedes tomar lágrimas de agua dulce con una ganancia adicional: tenemos sal para comercializar. ¿Qué les parece? Fantástico ¿verdad?
Pero primero necesitamos un edicto para expropiar a Sofía. Quitársela a su papá… José es un pobre miserable que no sabe lo que tiene en las manos y capaz  que un día se le sale el amor paternal y nos jode toda la empresa.  Le quitamos la patria potestad a José y ni la abuela se va a poder meter. ¿Quién nos  va a decir algo? Es un bien común, patrimonio del pueblo. Gracias.
ABUELA: Mientras tanto en la iglesia, el cura y las beatas preparaban una carta,  pero para qué les cuento, véanlo ustedes mismos.
CURA: Antes que nada tenemos que probar el milagro.
BEATA1: Pero ¿cómo?
CURA: Hay que pedir firmas y testigos. Y quizá habrá que exagerar un poquito.
BEATA 1: ¿Exagerar no es pecado?
CURA: Exagerar no es mentir, Doña Doloritas.
A ver, escriba: “Venerable Santo Padre: Quiero distraerlo de sus muchas ocupaciones porque se ha producido en este pueblo un milagro portentoso que no puede pasar desapercibido al Vaticano…” ¿Ya?
DOLORITAS: Oiga padre ¿Venerable es con b grande ó con v chica?
CURA: ¡Ay Doloritas!
ABUELA: Edicto de expropiación, milagros. ¿Vaticano? A mí se me iban las fuerzas ante tanta tarugada. Lo que yo no sabía es que un ángel bajaría del cielo….o bueno, entraría por la ventana, para rescatar a Sofía.
POR LA VENTANA DE LA HABITACIÓN DE SOFÍA ENTRA FELIPE. SOFÍA DUERME.
FELIPE: Sofía…Despierta. Soy yo, Felipe.
SOFÍA: ¿Qué haces aquí?
FELIPE: Vengo a rescatarte. Te voy a esconder.
SOFÍA: ¿A dónde? ¿Cómo? No entiendo nada.
FELIPE: Hay que escapar. Los adultos se han vuelto locos.
SOFÍA: Pero… Pero mi abuelita se va a poner   muy triste.
FELIPE: No importa, luego se pondrá contenta. Vamos.
SOFÍA: Ya voy.
FELIPE: No, espera, la almohada.
SOFÍA: ¿Qué? Ah…la almohada…
FELIPE: Apúrate, ven, salta, a la de tres.
SALEN POR LA VENTANA Y ESCAPAN
ABUELA: En ese momento  José  escuchó ruidos extraños en el cuarto de Sofía.
JOSÉ: Escucho ruidos extraños en el cuarto de Sofía. Sofía…pero si aquí estás dormidita. (Descubre el truco y se asoma por la ventana) Allá van…Felipe…te voy a moler a palos!  ¡Madre!
ABUELA. ¿Adónde crees que vas?
JOSÉ: Pero ¿qué no ves que la secuestran?
ABUELA: Felipe la ayuda a escapar de tus manos y de tu ambición, m’ijo. Esta tortura a mi nieta se acabó aquí y ahora.
JOSÉ: Déjame pasar.
ABUELA: Tú no vas a ninguna parte.
JOSÉ: Sí voy.
ABUELA: No vas.
JOSÉ: Sí voy.
ABUELA: No vas.
JOSÉ: Sí voy.
ABUELA: No vas.
JOSÉ: Sí voy.
ABUELA: Yo no logré retener a José por mucho tiempo y la noticia de la huida corrió de boca en boca. ¡José! ¡José!
No tardaron en alcanzarlos en una vereda del cerro.
Sofía suplicaba que los soltaran pero ya estaban rodeados por un gentío. ALCALDE: No, niña, tu no te mandas sola. A partir de hoy  perteneces al pueblo.
CURA: ¡¿Cómo que al  pueblo?! ¡¡Pertenece a la Iglesia!! Es una niña santa, ¿me oye?
ALCALDE: ¡Pertenece al pueblo!
CURA: ¡Pertenece a la iglesia!
ALCALDE: ¡Le digo que pertenece al pueblo!
CURA: ¡Y yo le digo  que pertenece a la iglesia!
ABUELA: Entonces  Felipe gritó con todas sus fuerzas. Un niño no es propiedad de nadie, les dijo. Déjenla ir.
Y en ese  preciso momento, frente a todo el pueblo reunido, Sofía  se fue  marchitando, marchitando, hasta convertirse en un puñado de hojas secas.
Como les dije al principio, esta es un historia triste de una niña hermosa.
Esa misma noche, cuando todos dormían, me fui de Icuiricui. Nunca más supieron de mí, ni José ni nadie… O bueno, casi nadie porque Felipe me visita,  es al único que veo del pueblo y con eso me basta para no extrañar… Yo hago tapices para mantenerme y cuento la historia de mi nieta, a los que la quieran oír. Como ustedes que tuvieron la paciencia de escucharme. Y ahora me despido, ya me cansé de tanta plática. Es la hora de mi siesta. Pueden seguir viendo el tapiz pero no toquen nada.
SALE
FIN

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