Hombre del puñal.
Todos los días, el joven
Pepe Ruiz atravesaba un largo trecho, para ir del conuco a su casa en el
pueblo. Todas las tardes, ya entre oscuro y claro, se le emparejaba en el
camino otro agricultor, proveniente tal vez de un hato cercano.
-Qué hubo amigo, buenas tardes.
-Buenas le dé Dios- respondía Pepe.
Una tarde, aquel hombre le
dijo a Pepe que quería darle un regalo, porque era la última vez que se verían.
A continuación, dio un
salto sobrenatural, cayendo en una rama de un árbol alto. Desde allí lanzó al
suelo un reluciente puñal, que se clavó en la tierra reseca del camino,
mientras le gritaba:
-¡Cava aquí!
Pepe llevaba su chícora, y pudo haber obedecido, pero
el susto fue tan grande que echó correr
hasta su casa.
-No seas cobarde-le dijo su hermano Roberto, ese es un
difunto que dejó allí un tesoro enterrado y quiere dártelo.
Al otro día, el muchacho
se hizo acompañar de su hermano Roberto y varios amigos, y fueron con una pala
hasta el lugar. Pero el puñal, la marca del tesoro había desaparecido. Y Pepe
no volvió a ver jamás a su misterioso acompañante.
Tomado del libro: Diccionario
de Fantasmas, Misterios y leyendas de Venezuela. Mercedes Franco.
Editorial CEC, SA. Los libros de El Nacional. 1era. Edición, 2001. Caracas,
Venezuela.
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