jueves, 13 de junio de 2019

Ganga.



Por Jaime  Galarza Zavala. (Cuenca, 28 de julio de 1930)



                -Créame míster. Lo que ofrezco es una ganga. Mire que este órgano ha sido chequeado por los mejores especialistas y todos coinciden en sus óptimas cualidades. Mil dólares, no, no, míster. Si fuera viejo, pase, pero el órgano es totalmente limpio. ¿Cómo dice? ¿Qué le interesa sólo el órgano y no el estuche? Vamos, míster, el estuche en sí no tiene costo pero es indispensable para el traslado del órgano. Aquí la exportación de órganos está prohibida; este es un país muy atrasado, señor, y las autoridades son muchas y cuestan todas. Exacto, míster, exacto. Sólo que aquí se llama aceite. El nombre es justo, pues se trata de mover una máquina pesada, a fin de posibilitar los negocios, y las máquinas requieren de lubricante para ponerse suaves. ¿Cómo dice? Ah, que si el negocio resulta exitoso podemos dedicarnos a esta línea en calidad de socios… ¿Por eso pide semejante rebaja? De tres mil a uno es demasiado, míster. Tome en cuenta lo del lubricante, y el avión, todo eso. Bien, míster, sea por la sociedad. Quedamos en dos mil, ni un dólar menos. ¿Okey? Okey.

                El vendedor se dirige al depósito y escoge el estuche: un niño de ocho años, que guarda el órgano vendido. Ojos grandes, negros, inquietos, que aún no conocen los beneficios de la libre empresa. Un niño cuyos riñones van a ser extirpados de urgencia para implantarlos en otro niño, hijo de un filántropo de la metrópoli. Presidente de la Fundación Amor y Vida., especializada en la protección de pingüinos.


Tomado del libro: “Cuentos de piedra” de Jaime Galarza Zavala. Vice Rectorado Académico. Universidad de Guayaquil. 1991.

No hay comentarios:

Por favor, aún no.