Novia del Litoral.
A mediados de nuestro pasado siglo XX, una
automovilista venía de la playa por la carretera vieja de la guaira. En mitad
del camino encontró a una muchacha vestida de novia, quien le pidió que la
llevara a Caracas. Durante el camino conversaron agradablemente y él se
lamentaba de que aquella mujer fuese a casarse al día siguiente, como le
informó. Era tan bella.
La dejó en una casita de Catia, tal como
ella le indicó. Cuando se dirigía a su casa, el joven notó que la pasajera
había olvidado en el asiento su ramo de rosas blancas. Se devolvió
a la casita donde minutos antes la dejara. Le atendió una señora. Él preguntó
por la novia. La señora le mostró una fotografía, preguntándole si se trataba
de esa chica, a lo que el hombre
asintió.
Entonces le explicaron que aquella joven
había muerto veinte años atrás. Venía a casarse a Caracas y tuvo un accidente
fatal en esa vía. Desde entonces, vestida de novia, sigue vagando eternamente,
tratando de llegar a Carcas para casarse y solicitando a los transeúntes que la
lleven.
En aquel momento el ramo de rosas blancas
que el joven llevaba en su mano se convirtió en cenizas.
Pozo de Caruao.
A poca distancia de Caruao, en nuestro
estado Vargas, existe una leyenda que espanta
a propios y extraños
.
Se trata del “Pozo del Cura”, fresco
remanso formado por el rio Aguas Calientes.
Cuentan que hubo antiguamente un convento
entre Orituco y la Sabana, habitaba allí un sacerdote que frecuentaba el pozo y
protagonizaba en él grandes escándalos, con algunas mujeres del lugar. La gente,
horrorizada, temía reclamarle su conducta, pues además, el individuo en cuestión
era bastante violento.
Un día, mientras se bañaba en aquel pozo,
el perverso cura fue literalmente tragado por las aguas, ante la presencia de
sus amigas. Pese a ser experto nadador, nada pudo hacer para salvarse. Su cuerpo
no fue encontrado jamás. Dicen que desde entonces su espectro aparece, agitando
los brazos, pidiendo ayuda y tratando de salir de aquel pozo.
Los vecinos de Caruao advierten a los
viajeros y vacacionistas que no se bañen en “El Pozo del Cura”, mucho menos de
noche. El fantasma de aquel desdichado podría apoderarse de ellos y hacerlos
desaparecer entre las aguas.
Tomado del libro: Diccionario de Fantasmas,
Misterios y leyendas de Venezuela. Mercedes Franco. Editorial CEC, SA.
Los libros de El Nacional. 1era. Edición, 2001. Caracas, Venezuela.
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