jueves, 10 de mayo de 2018

Más allá del Horizonte.

Esteban Herrera+ (Actor venezolano)



Escrita por Alejo Carpentier el 03 de agosto de 1956.
Tomado del libro “Alejo Carpentier. Visión de Venezuela” de Monte Ávila Editores, 2014.

El actor latinoamericano se topa , en los inicios de su carrera, con un grave problema que desconocen sus colegas de España: el que consiste en hallar dicción que, sin incurrir en un remedo de castizo, enderece un tanto las entonaciones propias. Debe encontrar un justo medio entre el acento, las inflexiones características del país que lo vio nacer y una tradición que le viene del mismo teatro escrito en su idioma, base primera de su educación dramática. Podría decirse a sí mismo, valientemente: “Este es mi acento y a él me atengo”. Pero en ese caso se establecería un inevitable divorcio entre el espíritu de ciertos textos y el modo de articularlos. ¿Tratar, entonces, de hablar en buen castellano, marcando diferencias entre las “eses”, las “zetas” y las “ces”? Bien. Pero ocurre que el artista nuestro será llevado, por su destino, a actuar en los países de un inmenso continente donde nadie las marca , por lo mismo, su hispanidad verbal pecará de exótica viniendo de un criollo, criollo rodeado de criollos, acaso menos escrupulosos en lo de querer hispanizar el verbo. De ahí el problema consistente en determinar un modo de expresarse que, sin ajustarse del todo a las normas del decir castellano, resulte poco marcado por lo local.

Como el problema ha sido confrontado con igual urgencia en todos los países nuestros donde el teatro empieza a cobrar envergadura, puede decirse que el actor del Continente pasa por tres etapas: 1) la de un criollismo, al parecer irremediable; 2) la de un intento de remedar el bien decir castellano; 3) la de expresarse con naturalidad, sin esfuerzo aparente, como costumbre adquirida, en un idioma que será, a la postre, el de todos los teatros creados en América...Cuando la tercera etapa es alcanzada, puede afirmarse que se vencido uno de los escollos más graves que se alzan ante la capacitación dramática de nuestra gente.

Lo primero que me impresionó gratamente en la magnífica presentación de Más allá del horizonte, obra de Eugene O'Neill, interpretada el martes en el Teatro Nacional, bajo los auspicios del Ateneo de Caracas, fue observar que el problema de una norma general, lograda en la dicción, comienza a ser rebasado. Para Esteban Herrera, ese problema ha dejado de existir, acaso porque sus actuaciones en España le obligaron a enfocarlo bajo sus ángulos posibles. Aún subsiste ligeramente para Olga Corser, cuando se vigila demasiado, como puede ocurrir siempre en un estreno que impone la máxima tensión nerviosa a sus intérpretes. Fidias Elías va hallando su tono. César Castillo López parece haberlo encontrado. Los demás intérpretes siguen el movimiento general con mayor o menor fortuna. Por lo pronto, se va logrando una laudable unidad en lo verbal, que mucho actuó en favor del éxito de la obra.

En general, la presentación del drama de O'Neill, dirigida por Horacio Peterson , nos dio una reconfortante sensación de buen teatro, llevado con ritmo amplio, dentro de un movimiento perfectamente observado. Ya pasaron los tiempos de tanteos, de pruebas, de escarceos. Poco a poco se afirman, entre nosotros, las virtudes del profesionalismo. Hay seguridad en el comportamiento dramático de cada cual: armonía de gestos y actitudes entre los personajes en presencia; fluidez en la marcha de diálogos perfectamente dominados. La escenografía de Federico Robles, realizada en Caracas por Antonio Anguera, es de una magnífica propiedad. La dirección de Horacio Peterson es la de un hombre que sabe lo que quiere y lo logra dentro de un oficio que ya tiene estilo propio. Flor Ascanio y María Gámez estuvieron excelentes en sus respectivos papeles. ¿Reparos? Esteban Herrera debe dar más volumen de voz en su última escena. En cuanto al diálogo final entre Olga Corser y Fidias Elías, necesita un poco más de “aire”, de tempo, de pausas. Por lo demás, sólo merecen alabanzas.

Si esta temporada auspiciada por el Ateneo de Caracas se mantiene en el nivel de sus inicios, marcará una fecha capital en los anales del teatro venezolano.

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