martes, 8 de mayo de 2018

La Sociedad Venezolana de Teatro



Por Alejo Carpetier, escrita el 31 de agosto de 1954.
Tomado de “Alejo Carpentier. Visión de Venezuela”. Monte Ávila Editores 2014.

Con el propósito de aunar los esfuerzos de los distintos grupos dramáticos que actuaban entre nosotros, ha sido fundada, recientemente, una Sociedad Venezolana de Teatro...No pretenden sus animadores constituir un núcleo nuevo, sino, por el contrario, reunir en una programación coherente y orgánica, los elementos que manifestaron su capacidad de trabajo fecundo en realizaciones diversas, conocidas por nuestro público en estos tiempos. Se trata de dar una orientación común en realidades tales como las surgidas de la Escuela de Arte Escénico, del conjunto del Ateneo de Caracas y de las distintas creaciones debidas a las iniciativas de directores tales como Alberto de Paz y Mateos, y Horacio Peterson. En una palabra: se quiere dar vida a un movimiento sostenido, sin limitaciones ni rivalidades, que permita ofrecer, en los meses venideros, una sucesión ininterrumpida de representaciones dramáticas, con obras maestras del teatro clásico y moderno.

El día 24 de septiembre iniciará la Sociedad sus actividades con una pieza policíaca, dada con gran éxito en New York y Buenos Aires, y que acaba de sostenerse durante seis meses en el cartel de un teatro en México: Un llamado a Medianoche, de Frederick Knott. En su orden asistiremos, después, a los estrenos y representaciones de La Casa de Bernarda Alba, de Federico García Lorca; Romeo y Julieta, de Shakespeare; Crimen en la Catedral, de George Elliot; Fedra, de Racine; El delito en la isla de las cabras, de Ugo Betti; y Un tranvía llamado deseo, de Tennesse Williams, drama buien conocido en el mundo entero, por su versión cinematográfica. No debe olvidarse en esta lista el acontecimiento que significará, para las letras nacionales, el estreno de El día de Antero Albán, de Arturo Uslar Pietri, cuyas decoraciones han sido diseñadas ya por Alberto de Paz y Mateos.

Como puede verse, una concertación de propósitos nos coloca ya, de primer intento, ante un repertorio que bastaría, por sí solo, para justificar el esfuerzo realizado. Conocimos, hasta ahora, una etapa preliminar de realizaciones que sirvieron a la formación y maduración de talentos con los cuales pueden emprenderse jornadas dramáticas de alta jerarquía. El logro total de Nuestro pueblo, cuya presentación en Maracay obtuvo tanto éxito como en Caracas, nos permite abrigar grandes esperanzas de superación. La construcción de un nuevo teatro en el Este, la existencia del Anfiteatro de Bello Monte para determinadas piezas que requieren un mayor espacio que el ofrecido por el escenario cerrado hacían apremiante una intensificación y coordinación de energías artísticas. La Sociedad Venezolana de Teatro, en cuya constitución se han interesado numerosas personas, viene, en su momento, a llenar una necesidad.

Porque, además, no debe olvidarse que el proceso de creación de movimientos de arte dramático en América Latina ha sido paralelo en todas partes. Disponiéndose del instrumento humano, el grupo, el núcleo, el conjunto de actores, se ha pasado rápidamente al fomento de una producción nacional. El estreno de El día de Antero Albán abrirá un camino que habrá de ser aprovechado, en un próximo futuro, por los autores venezolanos. La Sociedad recién fundada ha de ser considerada por el público con la mayor simpatía, aunque no fuera más que por ese motivo.











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