martes, 22 de mayo de 2018

El arte de la pantomima.

Le Vésinet el 8 de septiembre de 1910/22 de enero de 1994 en París

Escrita por Alejo Carpentier el 02 de junio de 1956.
Tomado del libro “Alejo Carpentier. Visión de Venezuela”. Monte Ávila Editores Latinoamericana, Caracas, Venezuela, 2014.


La presentación de Bautista, pantomima de Jaques Prevert, con música de Joseph Kosma, por la compañía de Jean Louis Barrault, ha destacado una vez más el interés suscitado en el gran actor y director francés por un género teatral que parecía condenado al olvido. Y sin embargo, con los mimos ilustres que fueron Severín y Debureau, ese género disfrutó de grana aceptación durante todo el siglo XIX, respondiendo a una muy vieja tradición que se remonta a las edades clásicas,. Cuando hojeamos los periódicos que se publicaban en nuestra América hacecien años, nos tropezamos, en las carteleras  de espectáculos, con los anuncios de pantomimas, incluidas en los programas que nos ofrecían las compañías europeas en giras por el Continente.

Jean Louis Barrault ha venido a renovar la pantomima, no solo con creaciones fieles a la tradición, como Bautista, con sus decorados que evocan las estampas de Épinal de antaño, sino con realizaciones modernas, tales como Las consecuencias de una carrera, de Jules Supervielle, que estrenó en París poco antes de iniciar su actual temporada americana. ¿Por qué?...Entonces, según lo declaró él mismo en sus chispeantes confidencias de actor hechas el martes pasado en el Centro Venezolano Francés, “la pantomima es un estilo de teatro”. Un estilo que forma parte de la historia del teatro y que, por lo mismo, el actor moderno debe ser capaz de dominar, al igual que otras técnicas. Sus pantomimas actuales responden al mismo criterio que le hicieron interpretar, junto a una Orestíada, de Esquilo, junto a las comedias de Giraudoux, obras tan dispares en su como Ocúpate de Amelia, de Georges Feydeau y El jorobado Enrique Lagardere, de Paul Féval.

El vaudeville es un estilo, dice Barrault. Y también el melodrama de capa y espada es un estilo. Y ningún estilo teatral debe ser ajena a los medios de expansión de un actor.

La pantomima, tal como la concibe Jean Louis Barrault, impone al intérprete la utilización de una serie de técnicas, que solo tienen oportunidad de ser puestas en juego, ocasionalmente, en la comedia o en el drama. Haya que prescindir de la palabra, compensándose su ausencia con una máxima elocuencia en los gestos. El semblante debe multiplicar al infinito sus posibilidades de expresión. El baile, los ejercicios acrobáticos, el lenguaje de las manos, de todo el cuerpo, son movilizados para hacer inteligible la acción. Así, el actor occidental, harto limitado, en muchos casos, por sus procedimientos de interpretación habituales, se ve impelido a emularse con sus colegas del Oriente, maestros en el arte de la mímica y hasta dela coreografía. Es una disciplina fecunda, que saca al actor de sus rutinas, obligándole a renovarse en cada caso, sometiendo su personalidad a nuevas leyes, que no por ser diferentes, resultan menos teatrales.

Después de asistir a la representación magistral del El perro del hortelano, Jean Louis Barrault nos llevaba, con Bautista, a un mundo totalmente distinto. Era como si una orquesta, después de interpretar  una música de Pergolesi o deScarlatti, hubiera pasado, súbitamente, al ámbito sonoro de los compositores impresionistas. Dos géneros, dos estilos, perfectamente dominados, con una abundancia de recursos que nos hizo evidente la maestría alcanzada, en todos los dominios, por las huestes artísticas de Jean Louis Barrault.

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