Jean Louis Barrault (Francia 1910-1994) |
Escrita por Alejo Carpentier el 01 de
junio de 1956.
Tomado del libro “Alejo
Carpentier. Visión de Venezuela” Monte Ávila Latinoamericana,
Caracas, Venezuela, 2014.
¿Recuerdan ustedes el
triunfal estrépito de aplausos, gritos, aclamaciones, que coronó el
primer concierto dado por Sergio Celibidache en Caracas? El miércoles
pasado se dio el caso insólito de que un entusiasmo semejante fuese
suscitado, en la misma sala, por un espectáculo teatral. Y digo
“caso insólito”, porque tales manifestaciones de agrado, de
admiración, de júbilo artístico son más frecuentemente
promovidas, entre nosotros, por manifestaciones musicales.
Pero...¿cómo no dejarse hechizar, ensalmar, por el embrujo de ese
Perro del hortelano, tan prodigiosamente interpretado
por Jean Louis Barrault, Madeleine Renaud,Pierre Bertin, y los
magníficos actores de la compañía francesa que ahora nos
visita?...Georges Neveux, al adaptar muy libremente la pieza de Lope
de Vega, realizó con el texto clásico español una labor semejante
a la lograda por Stravinsky, en Pulcinella, con la
música de Pergolesi. Le ha imprimido, por así decirlo, un ritmo
cinematográfico, haciendo que la acción pueda ser llevada en un
tiempo endiablado, sin treguas ni descansos, con cambios de decorados
a la vista del público. Jean Louis Barrault, entendiéndolo así,
hace de la comedia de El perro del hortelano una suerte
de Sherzo, de “movimiento perpetuo”, donde los
personajes se unieran, se cruzaran, se concertaran, a modo de
instrumentos usados en una sinfonía. Yo había tenido la suerte de
asistir en París, hace seis meses, al estreno de esta comedia. Pero
debo decir que el trabajo realizado desde entonces por los actores de
la compañía, sobre ese mismo texto, los ha llevado a un grado de
perfección interpretativa muy pocas veces logrado en un conjunto. No
hay un gesto, una pausa, un ademán, que no respondan a una suerte de
orquestación plástica que sugiere constantemente el símil musical.
Los trajes y decoraciones
de Jean-Denis Maclés son una verdadera fiesta para los ojos. Y,
aprovechando ingeniosamente el hecho de que Lope de Vega hubiera
situado la acción de su comedia en Italia, en una Italia que los
españoles del Siglo de Oro veían como un mundo un tanto legendario,
el pintor vistió a sus personajes dentro de un estilo que responde,
en cierto modo, al de las óperas bufas napolitanas, sin renunciar
por ello a ciertas estilizaciones de elementos hispánicos. El traje
de Jean Lousi Barrault, que transforma el “hombre de las cintas
verdes” de El misántropo en un galán joven lleno de
agilidad y malicia, es una maravilla de gracia y donaire. La escena
bufa de los turcos fingidos y del viejo caballero, Pierre Bertin,
semejante a un Enrique VIII extraviado en los reinos de Nápoles,
hece pensar en la Comedia del Arte y también, un poco, en la
tonadilla escénica. Hay ahí una síntesis de elementos plásticos y
literarios, lograda en armonía con el texto mismo, que es una
maravilla de inteligencia viva, nunca intelectualizada, y de cultura
plástica, musical, dramática...Pensaba yo la otra noche, asistiendo
a esa magistral representación, en aquella Dama boba
puesta en escena, hace ya tantos años, por Federico García Lorca,
dentro de un estilo que presentaba más de un punto de contacto con
la concepción actual de Jean Louis Barrault. Federico García Lorca
hubiera amado esta realización de quien tan magníficamente recitó
siempre sus poemas. El perro del hortelano que acabamos
de aplaudir es una viviente demostración de la “Teoría del
Duende”, de ese “duende” interior que hace el relumbre de los
actores y directores geniales.
¡Qué maravilla es el
teatro, cuando alcanza tales cimas; cuando de tal manera se acerca al
“teatro integral”, completo, suma de todas las técnicas
dramáticas, soñado por los grandes autores desde hace siglos!...
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