jueves, 24 de mayo de 2018

El perro del hortelano

Jean Louis Barrault (Francia 1910-1994)

Escrita por Alejo Carpentier el 01 de junio de 1956.
Tomado del libro “Alejo Carpentier. Visión de Venezuela” Monte Ávila Latinoamericana, Caracas, Venezuela, 2014.


¿Recuerdan ustedes el triunfal estrépito de aplausos, gritos, aclamaciones, que coronó el primer concierto dado por Sergio Celibidache en Caracas? El miércoles pasado se dio el caso insólito de que un entusiasmo semejante fuese suscitado, en la misma sala, por un espectáculo teatral. Y digo “caso insólito”, porque tales manifestaciones de agrado, de admiración, de júbilo artístico son más frecuentemente promovidas, entre nosotros, por manifestaciones musicales. Pero...¿cómo no dejarse hechizar, ensalmar, por el embrujo de ese Perro del hortelano, tan prodigiosamente interpretado por Jean Louis Barrault, Madeleine Renaud,Pierre Bertin, y los magníficos actores de la compañía francesa que ahora nos visita?...Georges Neveux, al adaptar muy libremente la pieza de Lope de Vega, realizó con el texto clásico español una labor semejante a la lograda por Stravinsky, en Pulcinella, con la música de Pergolesi. Le ha imprimido, por así decirlo, un ritmo cinematográfico, haciendo que la acción pueda ser llevada en un tiempo endiablado, sin treguas ni descansos, con cambios de decorados a la vista del público. Jean Louis Barrault, entendiéndolo así, hace de la comedia de El perro del hortelano una suerte de Sherzo, de “movimiento perpetuo”, donde los personajes se unieran, se cruzaran, se concertaran, a modo de instrumentos usados en una sinfonía. Yo había tenido la suerte de asistir en París, hace seis meses, al estreno de esta comedia. Pero debo decir que el trabajo realizado desde entonces por los actores de la compañía, sobre ese mismo texto, los ha llevado a un grado de perfección interpretativa muy pocas veces logrado en un conjunto. No hay un gesto, una pausa, un ademán, que no respondan a una suerte de orquestación plástica que sugiere constantemente el símil musical.

Los trajes y decoraciones de Jean-Denis Maclés son una verdadera fiesta para los ojos. Y, aprovechando ingeniosamente el hecho de que Lope de Vega hubiera situado la acción de su comedia en Italia, en una Italia que los españoles del Siglo de Oro veían como un mundo un tanto legendario, el pintor vistió a sus personajes dentro de un estilo que responde, en cierto modo, al de las óperas bufas napolitanas, sin renunciar por ello a ciertas estilizaciones de elementos hispánicos. El traje de Jean Lousi Barrault, que transforma el “hombre de las cintas verdes” de El misántropo en un galán joven lleno de agilidad y malicia, es una maravilla de gracia y donaire. La escena bufa de los turcos fingidos y del viejo caballero, Pierre Bertin, semejante a un Enrique VIII extraviado en los reinos de Nápoles, hece pensar en la Comedia del Arte y también, un poco, en la tonadilla escénica. Hay ahí una síntesis de elementos plásticos y literarios, lograda en armonía con el texto mismo, que es una maravilla de inteligencia viva, nunca intelectualizada, y de cultura plástica, musical, dramática...Pensaba yo la otra noche, asistiendo a esa magistral representación, en aquella Dama boba puesta en escena, hace ya tantos años, por Federico García Lorca, dentro de un estilo que presentaba más de un punto de contacto con la concepción actual de Jean Louis Barrault. Federico García Lorca hubiera amado esta realización de quien tan magníficamente recitó siempre sus poemas. El perro del hortelano que acabamos de aplaudir es una viviente demostración de la “Teoría del Duende”, de ese “duende” interior que hace el relumbre de los actores y directores geniales.

¡Qué maravilla es el teatro, cuando alcanza tales cimas; cuando de tal manera se acerca al “teatro integral”, completo, suma de todas las técnicas dramáticas, soñado por los grandes autores desde hace siglos!...

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