1.- Voy a colocar entre comillas las pocas
líneas que publiqué hace tres semanas por las redes, relativas al reestreno de
la Compañía Nacional de Teatro, dando pie a un intercambio público de
opiniones: "BAÑO DE DAMAS" de Rodolfo Santana, ME PARECE QUE ES UNA OBRA
INTRASCENDENTE. Bien escrita, pero bastante superficial. En 1987, me salí
aburrido de su estreno, no quise hacer el ridículo o faltar el respeto
quedándome dormido. El momento que me resultó más interesante de esa función
inicial fue cuando Haydee Balza, como por arte de magia y con una gran destreza
corporal, cruzaba los brazos y movía las glándulas mamarias en un ejercicio
para mantenerlas en su sitio (o sea, suspendidas y desafiando la Ley de la
Gravitación). Por supuesto, la obra (aunque también la Balza) tiene sus
méritos, pero no son los que estimo en el teatro. Divierte y entretiene, pero
no trascenderá. Es incomparable con LA EMPRESA PERDONA UN MOMENTO DE LOCURA o
EL ANIMADOR, entre otras piezas de este gran dramaturgo. No entiendo, en el
momento actual, la pertinencia de su montaje por la Compañía Nacional de
Teatro. Creo que Santana tiene obras mucho más críticas y/o ajustadas a la
situación social y política que enfrentamos."
Cito el comentario completo,
con los adjetivos tal como los usé, para evitar que los comentaristas los
tergiversen como mejor les acomode.
2.- Rodolfo Porras, en dos notas se ha
esforzado en ponderar unas virtudes que le supone a la pieza justificando su
montaje, adversando mis puntos de vista. Seamos serios, Porras. Alucinas unas
palabras y significados que no escribí: no califiqué Baño de damas de
“aburrida”, me salí aburrido de su estreno que es diferente, eso quiere decir
que puedes refocilarte viéndola una docena de veces que no lo discutiré; tampoco tildo este drama
de “chabacano”, sino de poco ingenioso y de recurrir “al inventario de
personajes, pseudoconflictos y comiquerías (...) características del teatro
humorístico de baja calidad”; jamás he escrito que es “inocua”, sino que es
intrascendente y superficial, palabras que no son sinónimas y significan otras
cualidades… ¡Hasta llegas a acusarme de
“descalificar al público”!, retorciendo falazmente mis palabras. Eso sí
que es una pesadez del carajo, Porras. Que te conviertas en paladín de Baño
de damas (o de la Compañía, sigo sin saber) se entiende, pasa y hasta
conmueve como acto de sacrificio cristiano, pero que me endilgues semejante
tontera es el colmo de la infamia. No
escribiría eso jamás. En mi auxilio acudo a Cervantes, “...no está la falta en el vulgo, que pide
disparates, sino en aquellos que no saben representar otra cosa”, y me permito una paráfrasis: la culpa nunca
será del público que aplaude Baño de
damas, sino de los que no decidieron un mejor espectáculo para ofrecerle.
Así,
podría seguir varias páginas precisando palabras e interpretaciones que no
expuse ni sugerí, pero no perderé más tiempo aclarando la falsedad de los delitos que me encasquetas
o lo que repites en favor de la pieza, esta segunda vez con un poco más de
enredo. Confiando en la disposición y buen ánimo para el debate que manifiestas,
reiteraré por cuarta vez en estos intercambios la pregunta que resume mi comentario inicial: ¿Por
qué se escogió Baño de damas para su
montaje y no otra obra menos conocida o inédita del autor? Para responder algo
de manera clara y concreta como para que todos lo entendamos, no es necesario recurrir a Brecht o Piscator, como
tampoco a los conceptos aristotélicos ni a polémica literaria alguna.
Mi intención es centrarnos
en lo que se cuestiona y no buscarle las cinco patas al gato o, mejor,
el quinto bidet al baño, con rodeos pseudoteóricos por los que no me pareces pedante, como crees, sino incomprensible y desubicado.
Así cites el santoral completo, la pieza es un fiambre, independientemente de
lo que opinemos sobre ella o la cantidad de público que vaya a verla. Es un
refrito repetitivo en los circuitos comerciales latinoamericanos; tiene el hándicap
en contra de parecerse mucho a otros espectáculos y a otro, en especial, demasiado,
lo que la hace poco original. ¿Será necesario explicarte porqué la Compañía
debe ofrecer novedades o excepciones que respondan a las necesidades
culturales, políticas y sociales del país?
Me
permito citar el ejemplo de Asesinas anónimas (1994), también de Rodolfo
Santana, en la que cinco mujeres confiesan sus angustias, debilidades,
frustraciones y rencores, resentidas con una sociedad dolorosamente
contradictoria, en la que los machos representamos un poder que maltrata y
oprime, a la vez que somos una esperanza de felicidad. Van describiendo los
conflictos con sus parejas y representando -con teatro dentro del teatro- sus asesinatos. Los diálogos están cargados de
obscenidades, expresiones ordinarias y lugares comunes del lenguaje (las
palabras “culo”, “puta” y “mierda”, aparecen en el texto 6, 7 y 10 veces,
respectivamente), pero también de una intención dramática que invita a la
reflexión sobre la condición femenina, sin concesiones ni mañas clicheteras
para ganarse al auditorio. Cito un extraordinario parlamento que da constancia
de la buena literatura que se dialoga en esta creación dramática:
Camila.- Si el amor fuera
suficiente la vida sería menos complicada, Pedro de mis ansias. Cada quién
viviría su nube rosa y seríamos otros. Amables. Veríamos al semejante sin
derrotas mortales ni triunfos devorantes. Tú, vivirías. Claro, serías el que
deseo. La humanidad estaría en Marte inventándole nuevos mares. Otra luz en tus
ojos de ministro. Claro, si pudiéramos imaginar
que los ministros existieran en un mundo donde solo bastara el amor. Los
crímenes del corazón no existirían. (Pausa.
Desdobla la carta. Lee) “Pienso en
ti y una mecánica lenta y ávida salta sobre los paisajes y me conduce a tu
piel. No estás y la olfateo.”
No leemos
tampoco en este drama al mejor Santana, pero su premisa, escritura y conceptos, son más maduros y mejor elaborados
que lo montado por la CNT. Desde el
siguiente enlace, se llega directo a Asesinas Anónimas, en formato doc,
https://www.google.co.ve/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=7&ved=0ahUKEwiB9sf-krfaAhVpuVkKHcqoC7AQFghTMAY&url=https%3A%2F%2Frodolfosantanasalas.files.wordpress.com%2F2010%2F09%2F43-asesinas-anonimas.docx&usg=AOvVaw3nQ5ffEhcCKpuXcE3gGx9_
Paso
al último punto. Mis saludos, Porras.
3.-Algunas observaciones informales, señalan
que debí ver la puesta en escena actual para asomar una opinión o conclusión más
objetiva. No lo creo así. Por supuesto,
que puedo ir, disfrutar o volver a aburrirme del montaje, admirar o deplorar
los tijerazos y arreglos que hizo el director, pero eso no es lo esencial del
planteamiento. Se objeta no el montaje como resultado escénico, sino su
conveniencia cuando hay posibilidades mejores. Casi que por disciplina
patriótica, así como por el buen trabajo que siempre hacen y la consideración
que merecen unas talentosas actrices a quienes respeto mucho, iré a ver una
función de Baño de damas. No cuenta mucho que yo vaya, tampoco
mi opinión entre otras muchas, pero me encantará sumarme a las estadísticas de
asistencia de la Compañía. En cambio
acudiré con gran gusto, curiosidad y esperanza de disfrutar de un buen
espectáculo a ver Develario de Porras que, dirigida por él mismo,
estrenará la Compañía el mes de mayo. También asistiré gustoso a Oscuro, de
noche de Pablo García Gámez, ganadora del premio Apacuana 2017, un estupendo drama que tuve el placer de
leer.
Pregunto,
¿por qué, en lugar de la obra de Santana, a quienes deciden en la Compañía
no se les ocurrió montar La furia de Dios, escrita por Jesús Farías,
dramaturgo anzoatiguense? Esta
creación fue ganadora del concurso Apacuana 2016, certamen convocado por el
Centro Nacional de Teatro y en el cual, por cierto, Porras fungió de jurado.
Como vemos, es uno entre otros ejemplos de la
dramaturgia venezolana, de mayor pertinencia y justificación, que pudo
ser asumido por la Compañía
(Inciso obligado: Váyalo Porras, de pana, tú que sabes pasa el
dato a Farías de como hacer ahí para que la Compañía le monte su drama.)
Agrego
algunas preguntas, con la intención de ampliar y profundizar las ideas,
contextualizando mis señalamientos en el
funcionamiento e historia de la compañía.
¿Por qué no se montó una obra de otro autor venezolano que merezcamos
conocer? ¿Cuáles y cuantos dramaturgos que se desempeñaron o desempeñan en los
estados han sido escenificados por el elenco estable de la Compañía desde su
fundación, en 1984? ¿Cuáles trabajos escritos por dramaturgas? ¿Cuántos del siglo 19 que forman parte de
nuestro acervo histórico? Solo tres de los autores de esa época, Vicente Micolao y Sierra, Heraclio Martín de
la Guardia y Manuel Antonio Marín, suman más de 80 piezas.
Otra pregunta. ¿Por qué
se montaron en 2017 tres versiones de El rompimiento de Rafael Guinand,
existiendo más de un centenar de sainetes de diversos escritores de gran éxito
en el pasado que hoy permanecen desconocidos? El rompimiento, desde
su representación en los pasados 80 por la CNT, es una de las obras con mas puestas
en escena en la historia del teatro criollo.
(Otro inciso, dirigido al amigo William Santana, presidente de la Cinemateca Nacional: Don Leandro, el inefable (1919), film restaurado por la Cinemateca Nacional y único conocido en el cual podemos observar a Guinand actuando, permanece ignorado; pronto cumplirá su centenario. ¿Será posible su proyección en los centros de enseñanza teatral? ¿Y una intensa pesquisa, en cuanto archivo hay, a ver si logramos dar con la película El rompimiento, basada en el sainete de Guinand, primer largometraje sonoro venezolano, en 1938?)
(Otro inciso, dirigido al amigo William Santana, presidente de la Cinemateca Nacional: Don Leandro, el inefable (1919), film restaurado por la Cinemateca Nacional y único conocido en el cual podemos observar a Guinand actuando, permanece ignorado; pronto cumplirá su centenario. ¿Será posible su proyección en los centros de enseñanza teatral? ¿Y una intensa pesquisa, en cuanto archivo hay, a ver si logramos dar con la película El rompimiento, basada en el sainete de Guinand, primer largometraje sonoro venezolano, en 1938?)
Como
se ve, la objeción a Baño de damas nos lleva a un tema de mayor
envergadura y que, en el fondo, es más importante que las opiniones de los
fastidiosos Porras y Acosta o el éxito de un montaje medido por la asistencia
del público. Finalizo con el siguiente aterrizaje forzoso: ¿Cuál es el papel que debe cumplir la
Compañía Nacional de Teatro? ¿Cuál deber ser el perfil de su repertorio? ¿
Cuáles sus conexiones con el público y el movimiento teatral venezolano? Por
favor, no salga algún otro comentarista (o el mesmo) a imaginar adjetivaciones que
no he usado, interpretando que yo descalifico esto o lo otro. Busco identificar características que, pese a
los avances y éxitos logrados durante 30 años, evidencian problemas y deudas
existentes en el teatro nacional que debemos saldar, independientemente de los
colores, preferencias estéticas, simpatías políticas, susceptibilidades
personales y afinidades amistosas o generacionales.
Veremos.
Oscar
Acosta
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