domingo, 15 de abril de 2018

Tres puntos finales sobre Baño de damas y varias preguntas sobre la Compañía Nacional.

Por Óscar Acosta.



1.- Voy a colocar entre comillas las pocas líneas que publiqué hace tres semanas por las redes, relativas al reestreno de la Compañía Nacional de Teatro, dando pie a un intercambio público de opiniones: "BAÑO DE DAMAS" de Rodolfo Santana, ME PARECE QUE ES UNA OBRA INTRASCENDENTE. Bien escrita, pero bastante superficial. En 1987, me salí aburrido de su estreno, no quise hacer el ridículo o faltar el respeto quedándome dormido. El momento que me resultó más interesante de esa función inicial fue cuando Haydee Balza, como por arte de magia y con una gran destreza corporal, cruzaba los brazos y movía las glándulas mamarias en un ejercicio para mantenerlas en su sitio (o sea, suspendidas y desafiando la Ley de la Gravitación). Por supuesto, la obra (aunque también la Balza) tiene sus méritos, pero no son los que estimo en el teatro. Divierte y entretiene, pero no trascenderá. Es incomparable con LA EMPRESA PERDONA UN MOMENTO DE LOCURA o EL ANIMADOR, entre otras piezas de este gran dramaturgo. No entiendo, en el momento actual, la pertinencia de su montaje por la Compañía Nacional de Teatro. Creo que Santana tiene obras mucho más críticas y/o ajustadas a la situación social y política que enfrentamos."
          
Cito el comentario completo, con los adjetivos tal como los usé, para evitar que los comentaristas los tergiversen como mejor les acomode.

2.- Rodolfo Porras, en dos notas se ha esforzado en ponderar unas virtudes que le supone a la pieza justificando su montaje, adversando mis puntos de vista. Seamos serios, Porras. Alucinas unas palabras y significados que no escribí: no califiqué Baño de damas de “aburrida”, me salí aburrido de su estreno que es diferente, eso quiere decir que puedes refocilarte viéndola una docena de veces  que no lo discutiré; tampoco tildo este drama de “chabacano”, sino de poco ingenioso y de recurrir “al inventario de personajes, pseudoconflictos y comiquerías (...) características del teatro humorístico de baja calidad”; jamás he escrito que es “inocua”, sino que es intrascendente y superficial, palabras que no son sinónimas y significan otras cualidades… ¡Hasta llegas a acusarme de  “descalificar al público”!, retorciendo falazmente mis palabras. Eso sí que es una pesadez del carajo, Porras. Que te conviertas en paladín de Baño de damas (o de la Compañía, sigo sin saber) se entiende, pasa y hasta conmueve como acto de sacrificio cristiano, pero que me endilgues semejante tontera es el colmo de la infamia.  No escribiría eso jamás. En mi auxilio acudo a Cervantes, “...no está la falta en el vulgo, que pide disparates, sino en aquellos que no saben representar otra cosa”,  y me permito una paráfrasis: la culpa nunca será del público que aplaude  Baño de damas, sino de los que no decidieron un mejor espectáculo para ofrecerle.

 Así, podría seguir varias páginas precisando palabras e interpretaciones que no expuse ni sugerí, pero no perderé más tiempo aclarando  la falsedad de los delitos que me encasquetas o lo que repites en favor de la pieza, esta segunda vez con un poco más de enredo. Confiando en la disposición y buen ánimo para el debate que manifiestas, reiteraré por cuarta vez en estos intercambios la  pregunta que resume mi comentario inicial: ¿Por qué se escogió Baño de damas para su montaje y no otra obra menos conocida o inédita del autor? Para responder algo de manera clara y concreta como para que todos lo entendamos,  no es necesario recurrir a Brecht o Piscator, como tampoco a los conceptos aristotélicos ni a polémica literaria alguna.  Mi intención es centrarnos  en lo que se cuestiona y no buscarle las cinco patas al gato o, mejor, el quinto bidet al baño, con rodeos pseudoteóricos  por los que no me pareces pedante, como crees, sino incomprensible y desubicado. Así cites el santoral completo, la pieza es un fiambre, independientemente de lo que opinemos sobre ella o la cantidad de público que vaya a verla. Es un refrito repetitivo en los circuitos comerciales latinoamericanos; tiene el hándicap en contra de parecerse mucho a otros espectáculos y a otro, en especial, demasiado, lo que la hace poco original. ¿Será necesario explicarte porqué la Compañía debe ofrecer novedades o excepciones que respondan a las necesidades culturales, políticas y sociales del país?
                    
 Me permito citar el ejemplo de Asesinas anónimas (1994), también de Rodolfo Santana, en la que cinco mujeres confiesan sus angustias, debilidades, frustraciones y rencores, resentidas con una sociedad dolorosamente contradictoria, en la que los machos representamos un poder que maltrata y oprime, a la vez que somos una esperanza de felicidad. Van describiendo los conflictos con sus parejas y representando -con teatro dentro del teatro-  sus asesinatos. Los diálogos están cargados de obscenidades, expresiones ordinarias y lugares comunes del lenguaje (las palabras “culo”, “puta” y “mierda”, aparecen en el texto 6, 7 y 10 veces, respectivamente), pero también de una intención dramática que invita a la reflexión sobre la condición femenina, sin concesiones ni mañas clicheteras para ganarse al auditorio. Cito un extraordinario parlamento que da constancia de la buena literatura que se dialoga en esta creación dramática:                                                            

Camila.- Si el amor fuera suficiente la vida sería menos complicada, Pedro de mis ansias. Cada quién viviría su nube rosa y seríamos otros. Amables. Veríamos al semejante sin derrotas mortales ni triunfos devorantes. Tú, vivirías. Claro, serías el que deseo. La humanidad estaría en Marte inventándole nuevos mares. Otra luz en tus ojos de ministro. Claro, si pudiéramos imaginar  que los ministros existieran en un mundo donde solo bastara el amor. Los crímenes del corazón no existirían. (Pausa. Desdobla la  carta. Lee) “Pienso en ti y una mecánica lenta y ávida salta sobre los paisajes y me conduce a tu piel. No estás y la olfateo.”

 No leemos  tampoco en este drama al mejor Santana, pero su  premisa, escritura y  conceptos, son más maduros y mejor elaborados que lo montado por la CNT.  Desde el siguiente enlace, se llega directo a Asesinas Anónimas, en formato doc, https://www.google.co.ve/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=7&ved=0ahUKEwiB9sf-krfaAhVpuVkKHcqoC7AQFghTMAY&url=https%3A%2F%2Frodolfosantanasalas.files.wordpress.com%2F2010%2F09%2F43-asesinas-anonimas.docx&usg=AOvVaw3nQ5ffEhcCKpuXcE3gGx9_

Paso al último punto.  Mis saludos, Porras.

3.-Algunas observaciones informales, señalan que debí ver la puesta en escena actual para asomar una opinión o conclusión más objetiva. No lo creo así.  Por supuesto, que puedo ir, disfrutar o volver a aburrirme del montaje, admirar o deplorar los tijerazos y arreglos que hizo el director, pero eso no es lo esencial del planteamiento. Se objeta no el montaje como resultado escénico, sino su conveniencia cuando hay posibilidades mejores. Casi que por disciplina patriótica, así como por el buen trabajo que siempre hacen y la consideración que merecen unas talentosas actrices a quienes respeto mucho, iré a ver una función de Baño de damas. No cuenta mucho que yo vaya, tampoco mi opinión entre otras muchas, pero me encantará sumarme a las estadísticas de asistencia de la Compañía.  En cambio acudiré con gran gusto, curiosidad y esperanza de disfrutar de un buen espectáculo a ver Develario de Porras que, dirigida por él mismo, estrenará la Compañía el mes de mayo. También asistiré gustoso a Oscuro, de noche de Pablo García Gámez, ganadora del premio Apacuana 2017,  un estupendo drama que tuve el placer de leer.

 Pregunto, ¿por qué, en lugar de la obra de Santana, a quienes deciden en la Compañía no se les ocurrió montar La furia de Dios, escrita por Jesús Farías, dramaturgo anzoatiguense?  Esta creación fue ganadora del concurso Apacuana 2016, certamen convocado por el Centro Nacional de Teatro y en el cual, por cierto, Porras fungió de jurado. Como vemos, es uno entre otros ejemplos de la  dramaturgia venezolana, de mayor pertinencia y justificación, que pudo ser asumido por la Compañía
(Inciso obligado: Váyalo Porras, de pana, tú que sabes pasa el dato a Farías de como hacer ahí para que la Compañía le monte su drama.)
           
Agrego algunas preguntas, con la intención de ampliar y profundizar las ideas, contextualizando  mis señalamientos en el funcionamiento e historia de la compañía.  ¿Por qué no se montó una obra de otro autor venezolano que merezcamos conocer? ¿Cuáles y cuantos dramaturgos que se desempeñaron o desempeñan en los estados han sido escenificados por el elenco estable de la Compañía desde su fundación, en 1984? ¿Cuáles trabajos escritos por dramaturgas?  ¿Cuántos del siglo 19 que forman parte de nuestro acervo histórico? Solo tres de los autores de esa época,  Vicente Micolao y Sierra, Heraclio Martín de la Guardia y Manuel Antonio Marín, suman más de 80 piezas.

Otra pregunta. ¿Por qué se montaron en 2017 tres versiones de El rompimiento de Rafael Guinand, existiendo más de un centenar de sainetes de diversos escritores de gran éxito en el pasado que hoy permanecen desconocidos? El rompimiento, desde su representación en los pasados 80 por la CNT, es una de las obras con mas puestas en escena en la historia del teatro criollo.                                                     
(Otro inciso, dirigido al amigo William Santana, presidente de la Cinemateca Nacional: Don Leandro, el inefable (1919), film restaurado por la Cinemateca Nacional y único conocido en el cual podemos observar a Guinand actuando, permanece ignorado; pronto cumplirá su centenario. ¿Será posible su proyección en los centros de enseñanza teatral? ¿Y una intensa pesquisa, en cuanto archivo hay, a ver si logramos dar con la película El rompimiento, basada en el sainete de Guinand, primer largometraje sonoro venezolano, en 1938?)

 Como se ve, la objeción a Baño de damas nos lleva a un tema de mayor envergadura y que, en el fondo, es más importante que las opiniones de los fastidiosos Porras y Acosta o el éxito de un montaje medido por la asistencia del público. Finalizo con el siguiente aterrizaje forzoso:  ¿Cuál es el papel que debe cumplir la Compañía Nacional de Teatro? ¿Cuál deber ser el perfil de su repertorio? ¿ Cuáles sus conexiones con el público y el movimiento teatral venezolano? Por favor, no salga algún otro comentarista (o el mesmo) a imaginar adjetivaciones que no he usado, interpretando que yo descalifico esto o lo otro.  Busco identificar características que, pese a los avances y éxitos logrados durante 30 años, evidencian problemas y deudas existentes en el teatro nacional que debemos saldar, independientemente de los colores, preferencias estéticas, simpatías políticas, susceptibilidades personales y afinidades amistosas o generacionales.

  Veremos.

Oscar Acosta

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