Escena "Baño de damas" de Rodolfo Santana. Compañía Nacional de Teatro. Venezuela. 2018 |
Por Rodolfo
Porras.
Creo
que polemizar sobre el acontecer teatral en Venezuela o en cualquier
parte siempre es sano, necesario y puede resultar nutritivo.
Óscar
Acosta escribió un comentario en el que decía que “Baño de
Damas” era una pieza inocua y aburrida, y que se había salido
antes de terminar el espectáculo que fue a ver hace unos años.
Sobre ese comentario escribí unas notas en las que afirmaba, para
iniciar el texto, que la adjetivación y la caracterización que
hacía Acosta, era repetitiva, baladí. Y, aunque después, en una
segunda nota desarrollé todo un cuerpo argumental, que más
adelante pasaré a comentar, sigo insistiendo en la misma valoración
de ese primer texto de Acosta: hizo una valoración a partir de
pareceres, tal veces y supuestos, ya que -como el mismo afirma- se
había salido de la función. El segundo texto está más pensado.
Se ve que esta vez no dejó la obra por la mitad ¡Bien por el
esfuerzo!
Sin
embargo, creo que en esta oportunidad hay demasiada adjetivación que
descansa en sí misma y que es difícil entender como argumentación.
Dice
Acosta que el texto que generó su “derecho a réplica” parece
escrito en plan de estudiante universitario. Ya que en el texto hay
alguna referencia a Piscator, Brecht y completa “hasta
Aristóteles”, pero no desarrolla, ni explica si eso es un
desacierto, un acierto o si sirve o no para introducir el asunto del
teatro político. Se refiere, también, a la mención que se hace
sobre una polémica entre Julio Cortázar y Oscar Collazos. No
explica porqué hace tal señalamiento. Eso sí, informa que esa
discusión fue hace 50 años. Pero no aclara que significa el que
haya ocurrido hace medio siglo ¿Qué ya está caduca? ¿Qué es muy
nueva si se compara con la Carta de Jamaica o con Hamlet? No se
manifiesta al respecto. Pareciera que le parece pedante el haberlo
mencionado. Afirma que se plantea como un bastón para “tamaña
inconveniencia”. ¿Cuál es la tamaña inconveniencia? No lo dice.
¿Será poner a Aristóteles al lado de Brecht? ¿El que sobra es
Piscator? ¿Se refiere a la pieza de Santana? No lo explica. Después
al referirse a la argumentación que sigue sobre la estructura de la
obra, pasa a enumerarla y luego refuta con un “Mira pues” ¡más
nada! Pareciera que con un “mira pues” quedara saldado el asunto.
Más
adelante afirma que “Baño de damas” se ha “convertido en un
lugar común en
la escena latinoamericana” (o sea que ha tenido muchas
representaciones y mucho éxito) “debido
a su poca o nula carga de crítica y al tratamiento superficial ya
superado del tema sexual…”
Pereciera,
entonces, que si la pieza ha tenido tal propagación por los países
nuestro americanos, es porque tanto los directores, grupos, actores,
productores y el público son unos insubstanciales, superficiales,
acríticos, unos agalluos; y eso da cuenta de lo inocua y baladí de
la pieza.
Si
nos atenemos a la premisa que se desprende de tal afirmación,
podríamos concluir que si nadie la monta y no va público, entonces
la pieza es crítica, necesaria y realizada por verdaderos artistas y
gente comprometida.
Según
la lógica de esa argumentación, existe una postura ética,
ideológica, estética que no tienen ninguno de esos miles o quizás
cientos de miles que han convertido la pieza en un “lugar común de
la escena latinoamericana”. Podríamos alegrarnos de que haya
alguien, entre millones, que sí tenga la claridad necesaria. Lástima
que no expone la razón por la cuál, quienes disfrutan y ven
virtudes en “Baño de Damas”, son un “montón incontable de
alelados”. La explicación más cercana que se puede inferir en el
texto, es una adjetivación de los recursos de lenguaje que utiliza
Santana. Lo califica de chabacano y adjetivos del mismo orden. Lo que
no dice es que ese recurso surge del habla diaria de muchísimos
venezolanos y de cierto humor característico en un ambiente como un
baño femenino de discoteca. Habrá que preguntarse si no es
conveniente utilizar el lenguaje y las formas que usa la gente, o si
se debería poner chistes de altura, discursos políticos a lo
Gramsci, planteamientos avanzados y sesudos sobre la sexualidad, en
un baño de damas.
Yo
creo, y ahí aparece alguna coincidencia con Acosta, que el uso de
ese tipo de lenguaje y la recurrencia de chistes fáciles podría
terminar siendo cansón y hasta chocante para algunos. Sin embargo,
el uso se justifica, dado el ambiente en donde se realiza la acción.
El público, sin lugar a dudas, reconoce la cercanía de una realidad
que ha vivido. Todo le es familiar. Lo que no le es familiar es la
conjunción de circunstancias. Y esta extraña conjunción de
elementos que suelen producirse aislados, es lo que produce que deje
de ser un baño normal y se transforme en un micro universo, eso es
lo que le da un carácter teatral, lo que le permite construir la
metáfora.
Tal
vez “Baño de Damas” no le gusta a algunas personas, pero sería
interesante saber porqué le gusta a tanta gente… no creo que
descalificar al público sea una buena estrategia para la comprensión
de este fenómeno, entre otras cosas porque es para el publico que se
escribe, se dirige, se actúa, se hacen escenografías, se diseñan
vestuarios.
Es como afirmar “la pieza es para ellos, pero sólo si
piensan y reaccionan como yo concibo el mundo”. No quiere decir que
hay que escribir y producir piezas que de cuentan del discurso
alienante que impone el poder económico, pero creo que es válido
utilizar recursos que identifiquen y que atraigan a un público
general y no sólo a un grupo que va a reforzar sus creencias. Si el
teatro de verdad puede influir en alguien ese alguien debe ser
llevado a la sala.
Una
metáfora es la caracterización de un referente a través de signos
distintos y distantes a ese referente. “Baño de Damas”
metaforiza una estructura de país, guste o no la metáfora.
Cuando
el cine de Hollywood convierte una historia de amor en un alegato
para invadir un país… estamos frente a una metáfora terrible,
quizás poco poética, pero que penetra en la psique del público.
Cuando
Medea mata a sus hijos, no se está proponiendo una apología al
filicidio, lo que se está estableciendo es un universo de relaciones
en el que la mujer opta por circunstancias de vida ajenos a la
maternidad. Cuando la mujeres de “Baño de damas” matan al
diputado, se aproximan más al “todos a una” de Fuenteovejuna,
que al de un asesinato por borrachera. Están aniquilando el abuso
contra la mujer, están acabando -en acto simbólico y teatral- con
ese sometimiento. Y si alguien piensa que hoy en día ese abuso se
acabó, creo que está de espalda a una realidad muy contundente.
“Baño de Damas” no es una tragedia griega o un drama del siglo
de oro, pero maneja mecanismos universales de metaforización en el
teatro, que celebramos y que nos parecen muy eficientes.
Insisto
que una polémica sobre cualquier aspecto de nuestro teatro puede ser
muy alimenticia y generadora de conceptos y reflexiones. Puede que a
veces sobren despropósitos, descalificaciones, pero discutir sobre
lo que hacemos y pensamos es ganancia.
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