domingo, 22 de abril de 2018

Descifrando el cuerpo que cuenta y narra. Pospornografía: visión artística de lo porno.

Por Bruno Mateo
Twitter: @bruno_mateo
IG: @brunomateoccs
Junio 2012.



La desnudez con la cual nacimos y que nos parece natural, en nuestra cultura occidental, en muchos períodos históricos,  se ha visto como algo que hay que ocultar. El ordenamiento social, por un lado,  ha inventado muchas maneras para ocultarlo, censurarlo y dominarlo, pero por otro lado, en el eterno juego de la hipocresía, se ha usado al cuerpo, sobre todo el femenino  como “juguete” de erotismo con o sin imágenes explicitas para provocar en el que mira una excitación sexual. 
El objetivo de este artículo es indagar en lo que el posmodernismo ha llamado la tendencia pospornográfica desde una perspectiva artística y reivindicativa del cuerpo desnudo usando para ello la bibliografía, sobre todo las de internet,  que se encuentra disponible para así, de una manera reflexiva  y académica abordar la manifestación (pos) pornográfica  y enmarcarla dentro de las ciencias sociales.
El ser humano es por excelencia social y para ello usa lo que tiene a la mano, y lo más cercano es el cuerpo y la palabra después. La visión artística o estética es una forma de afrontar el conocimiento, la (pos) pornografía busca  (re) encontrarse con el cuerpo simbólico. El cuerpo que expresa y siente y no sólo el cuerpo depósito del “voyeur” que instrumenta en él para llegar al “cum shot” máximo placer orgánico del hombre.
            La idea de la pornografía en donde se detallan cuerpos manteniendo relaciones sexuales con la idea de excitar al consumidor ha traspasado los límites de un posible contacto físico que vaya  más allá del “cum shot”. La representación de la eyaculación masculina es el signo por excelencia de la discursividad de la pornografía. Así como dice Fabián Giménez Gatto en su artículo “Pospornografía”, “las estrategias de la representación pornográfica han convertido a la eyaculación en el significante último de la discursividad triple X. Más que lo fálico, es la eyaculación nuestro significante despótico, pareciera que ella es la engrasa los engranajes de la lúbrica discursividad pornográfica”. Esta representación de los cuerpos penetrados, de las imágenes que intentan atravesar las pantallas para llegar al punto máximo del erotismo de quien las ve se debe leer, no desde un punto de vista moral, porque de ser así, la pornografía es condenada a la invisibilidad, sino desde una perspectiva de las formas, de la visibilidad exacerbada, del goce que produce esta puesta en escena de la sexualidad. Sin embargo, esta narrativa visual del erotismo fabricado por las empresas de lo pornográfico en donde el fin último es la eyaculación masculina después de una escena repetitiva de penetración no produce otra representación  que no sea la del sujeto activo que penetra y la del sujeto pasivo dominado. Aquí, los cuerpos son solamente trozos de masa que responden a las exigencias de esa oposición erotismo/pornografía sin conducirnos a alguna representación significativa.
            En palabras de Dominique Poggi (año sin especificar citado en el artículo de Lucía Egaña titulado “La pornografía como tecnología de género. Del porno convencional al post-porno. Apuntes frees style”), se trata de “una puesta en escena de lo imaginario de los machos”. Bill Nichols afirma que el porno no es más que la “historia de un falo”, donde el orgasmo y el falo son elevados al nivel de un significante que representa poder y autoridad (como símbolo de potencia sexual).
Para  Preciado la pornografía es un “dispositivo virtual (literario, audiovisual, cibernético) masturbatorio”, que se caracteriza por su capacidad de estimular al espectador, independiente de su voluntad, y de los mecanismos que rigen la producción de (su) placer. Es posible entonces que se presenten películas sin un argumento en el sentido estricto. Sería este un espacio donde la sexualidad se transforma en espectáculo (año sin especificar citado en el artículo de Lucía Egaña titulado “La pornografía como tecnología de género. Del porno convencional al post-porno. Apuntes frees style”), en virtualidad representada públicamente. Un espacio que se publica como privado, ejerciendo una validación entre líneas de la masturbación como materialización del consumo pornográfico.
            El cuerpo humano debe considerarse como una categoría de análisis en las ciencias sociales, esto supone “comprenderlo como función y condición simbólica expresiva, y como lugar de diferencias posibles en oposición a la tradición higienista y medicalizada o de división cartesiana entre pensamiento y espíritu y cuerpo y materia” Edgar Giovanny Rodríguez (2010)  Durante mucho tiempo en la historia, el cuerpo femenino-la mujer- ha sido depositario de fantasías por parte de la cultura heterosexista y patriarcal, lo que  conlleva un establecimiento de una representación social  de la mujer como alguien que debe ser penetrado. Cuando hablamos dl nacimiento de pornografía como producto cultural nos referimos a los años 60 del siglo 20, la cual podría verse como una manifestación de la contracultura. Lo porno se ve como un vía de liberación de represiones sexuales; no obstante, en la actualidad el mensaje central es que la mujer es el depositario de todo tipo de penetración desde el propio falo del hombre hasta el pene de un caballo. Hay una humillación de la mujer a través de la penetración. Estas imágenes son propiamente misóginas.   Se puede leer que la pornografía se ve como algo denigrante, en donde la representación social del cuerpo de la mujer se mercantiliza; no obstante, también se puede advertir que la pornografía surge como una expresión de la contracultura, tal vez, es lo que podemos denominar pospornografía. Desde esta perspectiva, la pornografía  funciona de acuerdo a la cultura heterosexista y cumple sus funciones dentro de una sociedad heteronormal y capitalista. El término pospornografía lo acuña Annie Sprinkle -trabajadora sexual y actriz porno norteamericana en el  año 1990  al referirse a su espectáculo   “The Public Cervix Announcement”, en el que invitaba al público a buscar el interior de su vagina con la ayuda de un espéculo. Aquí se vislumbra el nacimiento de un nuevo género de representación del sexo, crítico tanto con la imagen del sexo generada por la medicina como con la generada por los códigos de la pornografía habitual.
En realidad, el sujeto femenino es quien reacciona frente al poder político ejercido por los hombres sobre el cuerpo de la mujer. El feminismo contemporáneo surgido en los años setenta del siglo 20 emerge como un feminismo de multitudes. Mientras que en la prehistoria del feminismo se luchaba por la igualdad de derechos de las mujeres blancas, heterosexuales, en la actualidad, desde los años ochenta,  la lucha abre el compás hacia las minorías dentro del grupo marginal de las mujeres. Ahora, podemos ver como la mujer afrodescendientes, las y los transexuales, las sexoservidoras, las marimachos, las musulmanas, las judías, o sea, todo el universo afectado,  entran en el juego por sus reivindicaciones. Ya aquí la pornografía tradicional, con una narrativa creada para excitar a la audiencia exclusivamente masculina, se convierte en una estrategia de la posmodernidad para representar al sujeto femenino de otra manera. Ya  “estamos aquí frente a un feminismo lúdico y reflexivo que escapa del ámbito universitario para encontrar en la producción audiovisual, literaria o performativa sus espacios de acción” (Beatriz Preciado, 2007) el discurso pospornográfico resulta ser una consecuencia contemporánea de los movimientos feministas y de su interpretación de los efectos de la pornografía en la representación de la mujer (Graziano, Valeria, 2005). La mujer empieza a resignificar su propio cuerpo en un nuevo territorio, una imagen distinta presentada en los filmes pornográficos. Ya no se intenta censurar a la pornografía sino de crear representaciones alternativas de la sexualidad hecha desde los grupos marginados. Los nuevos códigos son enunciados críticos de lo que la cultura hegemónica considera normativo para la feminidad, empiezan a aparecer distintas maneras estéticas como los cyborgs (organismos cibernéticos), las películas porno kitsch y las de transgéneros, los vampiros (seres sedientos de sangre para conservar su eterna juventud). “En este sentido, el discurso que se está elaborando en torno a la pospornografía, puede convertirse en un estilo de producción audiovisual performático que desafía la producción de la imagen sexualizada tradicional, y que tiene efectos sobre nuestros afectos, las narraciones identitarias de género, la construcción del otro, la inclusión, entre otros asuntos” (Rodríguez Cuberos Edgar, 2010) Ya la sexualidad, o mejor  la representación de la sexualidad podría ir más allá del pene. Ya el cum shot no es el fin último de la pornografía. Fabián Giménez Gatto (2009) rastrea ciertas formas y prácticas cercanas a la pornografía que emergen al interior del discurso artístico contemporáneo, presentes en una serie de obras que "prefiguran un nuevo entramado, un nuevo texto pornogramático, tejido ya no únicamente en el Universo letrado de la literatura erótica, sino en el universo post-letrado de la fotografía erótica y el body art." Las distintas experimentaciones sobre el cuerpo hacen que éstos no sólo sean penetrados sexualmente, sino que son diseccionados para observar el interior de ellos. 
En la  serie  “Sex ray” (2001) de un artista, citado por Fabián Giménez Gatto en su artículo “Pospornografía” (2009), de origen belga y de nombre Win Delvoye, el cuerpo es auscultado debajo de la piel, en una especie de bone shot, el observante o mejor voyeur, es llevado al interior del cuerpo para descubrir “su intimidad más enigmática” . La estética pospornográfica corresponde a nuevos códigos que transgrede los límites de lo pornográfico. “Aparatosidad de la corporalidad que termina opacando  a la propia representación de los sexual, pasaje del sexo explícito del porno al cuerpo explícito de lo pospornográfico” Giménez Gatto (2009:3). La pospornografía encuentra en la fotografía, en el cine y  los videos clips maneras de descifrar el cuerpo de distintas maneras rasgando la piel y dejando a un lado el “cum shot” (eyaculación) como la cúspide de la sexualidad, que de más está decirlo, de la sexualidad masculina, así sea en filmes triple X gays. Las nuevas manifestaciones artísticas ligadas a los avances tecnológicos permiten mostrar la inconformidad por esas representaciones de la sexualidad en lo porno. Es así como los videos clips favorecen las creaciones pospornográficas, tal es el caso del video del cantante inglés Robbie Williams, quien por cierto es muy respaldado por la comunidad gay masculina además de la femenina heterosexual, llamado Rock DJ, lanzado en el año 2000, incluido en su cuarto álbum  Sing when you´re winnig, donde se observa a un joven apuesto, el mismo Williams, haciendo de estríper, mientras mujeres patinadoras giran alrededor de él sin tomarlo mucho en cuenta; durante 4 minutos 7 segundos del video, el chico se desnuda sin lograr captar la atención de las féminas hasta que decide arrancarse la piel y mostrar su esqueleto, es allí cuando las mujeres se enardecen hasta lograr el clímax de su excitación sexual con los pedazos de carne de su cuerpo lanzados. Pasamos del “cum shot” al “mean y bone  shot”. Aquí el pene no impacta como centro de la sexualidad femenina. Ya el “macho” de la cultura falocéntrica es desplazado por la interioridad del cuerpo.
La pospornografía se puede considerar como una manera de criticar fuertemente los parámetros de las representaciones sexuales. Estamos ante la sublevación de los sujetos que históricamente han sido violados y penetrados por la industria del porno, tales como, mujeres, las “locas” pasivas, las “cachaperas”, ahora son quienes aparecen en la producción de su propia representación criticando y transformando los códigos culturales, políticos, económicos, estéticos y performánticos de la visibilidad de las prácticas sexuales y la relación entre géneros que ahora se trata de ser una relación más horizontal.
En México (2009) tenemos a la artista Boliver con un de sus performances en donde procede, antes de la lectura de “Más vale plátano en mano que siento bonito”, a desnudarse de la cintura para abajo e introducirse un plátano forrado con un condón en su vagina, con la verdura dentro, comienza a leer un relato erótico, y ella comienza a masturbarse con es “dildo” para luego despojarlo de su condón y ofrecer una mordida al público presente
            En esta performance pospornográfico estamos frente a la sustitución del pene orgánico por la de un dildo (plátano). Así, la performance de Bolívar hace posible una pornografía sin pene o, mejor dicho, una puesta en escena del sexo que desnaturaliza el cuerpo y la sexualidad, es decir, una puesta en escena pospornográfica.
Las performances de  la pospornografía revisan el cuerpo, ya no desde la perspectiva  higienista o médico, intenta deslastrarlo de la visión del cuerpo que se vincula con los preceptos morales, del decoro y del asco. En este sentido, la antropología de lo asqueroso define en gran parte nuestra cultura sexual, y ha sido tema central en las apuestas judeocristianas y, por supuesto, también, de la obra psicológica, precisamente porque de su consideración aparecen las prohibiciones y los vicios. Al respecto, considera Miller:
“Los seres humanos son probablemente la única especie que experimenta asco y parece que somos los únicos capaces de sentir aversión por su propia especie […] somos el fundamento de todo asco: el hecho de que vivimos y morimos, y de que este proceso es sucio y desprende sustancias y olores que nos hacen dudar de nosotros mismos y temer a nuestros semejantes” (1998:16) (Citado en “Pospornografía: ¿vector colonial o sofisticación de la maquina imperial?” de Édgar Giovanny Rodríguez. Año 2010)  Es por ello, que los  montajes explícitos del sexo, pueden contribuir a la supresión del asco por el cuerpo. No obstante, la narrativa de la pornografía se centra en el lenguaje del hombre blanco y heterosexual que usa a la mujer como un cuerpo al que hay que someter o penetrar.
Ahora bien, el discurso pospornográfico puede convertirse en un estilo de producción audiovisual performático en contravía a la representación sexualizada histórica y tradicional de las imágenes explícitas.



REFERENCIAS
1.    EGAÑA, Lucía. “La pornografía como tecnología de género. Del porno convencional al post-porno. Apuntes frees style” Año sin especificar en http://www.lafuga.cl/la-pornografia-como-tecnologia-de-genero/273  consultado el 8 de junio de 2012
2.    GIMÉNEZ GATTO, Fabián. “Pospornografía” en http://www.disidenciasexual.cl/2009/08/pospornografia/. 28 de agosto de 2009.
3.    GRAZIANO, Valeria. “Intersecciones del arte, la cultura y el poder: arte y teoría en el semiocapitalismo”, en: José Brea (ed.), Estudios visuales. La epistemología de la visualidad en la era de la globalización, Madrid, Akal. 2005
4.    PRECIADO, Beatriz."Después del feminismo. Mujeres en los márgenes"- El País. España. 13/01/2007
5.    RIVAS SAN MARTÍN, Felipe.” Re-escenificando el sexo: Pospornografía y contrasexualidad” Equipo disidencia sexual. Año sin especificar. En: http://www.cuds.cl/articulos/10ene08pos.htm
6.    RIVERA, Amalia. “Andrea Dworkin y la Guerra contra la Pornografía”. Año 2005 en internet: http://www.jornada.unam.mx/2005/07/04/informacion/83_andrea_dwork.htm
RODRÍGUEZ, Edgar Giovanny. “Pospornografía: ¿vector decolonial o sofisticación de la maquinaria imperial?”  Nómadas 33. Universidad central.  Colombia. Octubre 20

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