lunes, 23 de octubre de 2017

Lola (Texto dramático)


Original de Bruno Mateo
Twitter: @bruno_mateo
IG: @brunomateoccs



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que se le quiera dar a esta obra, incluyendo la reproducción total
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Bruno Mateo bmateo@gmail.com

Sociedad de autores y compositores de Venezuela Sacven N° 9.070




Personajes:


Lola

Él
Ella


(En el escenario, un pequeño camerino, en el cual se encuentra una silla, con su consola de espejo, encima de ésta un ramo de rosas blancas, rojas y negras, al lado, un diván y al fondo, en el centro, una puerta) 

EL: ¡Buenas noches Madame Lola!
LOLA: ¡Carajo! Me asustaste…
EL: ¿Por qué? Disculpe que no toqué antes de entrar.
LOLA: La próxima vez tocas antes de entrar.
EL: Disculpe si la asusté.
LOLA: No fue nada… No te preocupes. Es que estaba absorta en mis pensamientos.
EL: Supongo que una mujer como Usted (La mira con intensidad) tiene tanto que recordar.
LOLA: ¡Sí!... En realidad sí… ¿Por qué lo preguntas?
EL: Por simple y pura curiosidad.
LOLA: Deja de mirarme de esa manera.
EL: Disculpe Madame Lola, ¿de qué manera la estoy mirando?
LOLA: De esa forma tan... extraña.
EL: Entonces no la miraré más (Silencio. Ella se cambia)
LOLA: ¡Voltea la cara para la pared! Me voy a cambiar.
EL: ¿Nunca la han visto desnuda?
LOLA: Yo conservo mi pudor.
EL: (Con una sonrisa marcada) Supongo que así es.
LOLA: Hay cierto cinismo en tus palabras.
EL: No la quise ofender.
LOLA: No lo hiciste. Estoy usadita en años para ofenderme con alguien como tú. Un tipo que trabaja en el teatro.
EL: En los escenarios se conoce a tanta gente: “La vida es un teatro con pésimos actores”.
LOLA: ¡Oscar Wilde!
EL: Usted tiene muy buena memoria.
LOLA: Oscar Wilde es uno de mis autores preferidos. Su vida fue tan fascinante. ¿Qué has leído de él?
EL: En realidad yo prefiero a…
LOLA: (Lo interrumpe y sale vestida) A mi me encantó ¡Yerma!… la mujer estéril.
EL: Señora, disculpe, pero esa obra es de Federico García Lorca.
LOLA: Me equivoqué de gay. A mi los gays me parecen supremos. Ellos viven su propia vida. ¡Vivan los homosexuales! En fin… Déjame recordar… ¡Ya está!... “¡Salomé!” Una magnífica obra, ¿no te parece?
EL: Creo que…
LOLA: (Empieza a maquillarse) Yo leí de él también: “La importancia de llamarse Ernesto” ¿Esa sí la escribió Wilde?
EL: Si,  Madame Lola. Es de él.
LOLA: ¿Viste? Yo soy una mujer culta, chico. Pásame aquella polvera que está allá al fondo (señala una polvera encima de un mueble. La abre) ¡Este es el color que buscaba! Yo estudié teatro en Argentina con un maestro excelente. El nos obligó a leer mucho. Yo leí a Oscar Wilde, al otro…al que nombraste…
EL: Federico García Lorca.
LOLA: ¡Exacto! A los grandes de Latinoamérica: César Rengifo, Teresa de la Parra, Gabriela Mistral, Buenaventura, a Manuel Puig… Creo que éste también era gay… el colombiano… el que ganó un Oscar… ¡No!... ¡Qué loca!... El premio Nobel…dime cómo se llama el colombiano.
EL: ¿Será Gabriel García Márquez?
LOLA: ¡Ese mismo! Ese sí es un hombre. Con esos bigotes… Tan provocadores… Tan culto… ¿verdad?
EL: ¿Y qué leyó de él?
LOLA: La novela famosa…la que todo el mundo nombra…
EL: El tiene muchas.
LOLA: ¡Espérate!… Déjame recordar… No me atosigues… Yo la compré en mi primera visita a Colombia… El señor…. ¿Cómo es que se llama?
EL: ¿Gabriel García Márquez?
LOLA: ¡García Márquez!… Yo lo conocí en Bogotá. Ahí me enamoré… ¡Qué hombre, mi amigo!... Eso sí es un hombre… ¡Bello!… ¡Recio!…
EL: ¿Cómo se llama la novela que compró?
LOLA: No me estreses… No me acuerdo.
EL: ¿Sería “Cien años de soledad”?
LOLA: ¡Esa es!... ¿Por qué no me dijiste el nombre antes? Esa novela la compré yo cuando lo conocí en una feria… No la recordaba, pero yo la leí.
EL: No lo dudo. Es Usted es una mujer muy culta (se ríe)
LOLA: ¡Así es!… ¿Qué hora es?
EL: No tengo reloj. ¿Se le hace tarde para su nueva cita?
LOLA: ¿Cómo sabes? ¿Te lo había dicho?
EL: Si.
LOLA: ¿Cuándo? Si no te había visto.
EL: Hace rato.
LOLA: Yo no he hablado contigo.
EL: Si Usted lo dice Madame Lola.
LOLA: No me vengas a tratar como si estuviera loca.
EL: En ningún momento quise ofenderla.
LOLA: Entonces no me contradigas. Yo no he hablado contigo.
EL: Estoy de acuerdo. Usted no habló conmigo de sus hijos, ni de cuándo comenzó en las tablas, ni me dijo que quiso ser famosa.
LOLA: Ese fue un sueño.
EL: No fue un sueño.
LOLA: Si fue un sueño… (Agresiva) ¿Quién eres tú?
EL: El acomodador del teatro Madame  Lola.
LOLA: Entonces ¿cómo sabes que dije eso?… ¡Ah! Estabas escuchando detrás de la puerta… tú  me escuchaste, ¿verdad?
EL: Si Usted lo dice.
LOLA: No es que lo diga… ¡Es así! (Suena el teléfono) ¡Aló!... Hola papi. Ya estoy casi lista. Me puse muy linda para ti. Termino de recoger algunas cosas y botar otras (Mira al hombre) y lista para comer… ¿Cómo?... No papi no me hagas eso… Yo te quiero ver… ¡Qué fastidio con tu esposa! Yo quería cenar contigo. No estoy brava. Más bien triste. ¿Dónde? ¿Un collar? (El hombre busca en la gaveta del camerino y saca una caja. Se acerca a Lola) ¿Cuándo lo pusiste allí? No me di cuenta papi. Eres un sin vergüenza. (El hombre le muestra el collar) ¡Lo acabo de ver. ¡Está divino! ¿Son originales? (Le hace señas al hombre que se lo ponga al cuello) ¿No? No te preocupes. A mi me encantan (Toma el collar y lo arroja al suelo) Son tan bellas. Yo sé que las cosas no son iguales. Antes nadie controlaba el dinero del Ministerio. Ahora como que las cosas están cambiando ¿verdad papi? No importa corazón. Otro día será. Un beso. Llámame mañana. Buenas noches. Saludos a tu esposa (Cierra el teléfono. Furiosa) ¡Ese estúpido! ¿Qué se creerá? Ese es un pobre funcionario público.  Primero cancelar la cena y después venir a regalarle a Lola un collar de perlas falsas.
EL: A mi parece un gesto bonito.
LOLA: Nadie te preguntó.
EL: Disculpe.
LOLA: ¡No! Perdóname tú…. Es que…Ese hombre… Ese miserable funcionario público…Me dejó un poco mal… ¿Me perdonas?
EL: No hay problema Madame. ¿Quiere que la acompañe un rato?
LOLA: ¡Si! Pero antes tráete una botella para celebrar. (Le señala un bolso pequeño encima de la consola) Ahí hay dinero. Toma algo y trae lo que tú quieras y una caja de cigarrillos. Anda lindo. Por favor.
EL: No debería fumar tanto.
LOLA: No estoy para sermones. Trae lo que te dije y te vienes para celebrar.
EL: ¿Celebrar qué?
LOLA: Celebrar que estuve maravillosa.
EL: La función de hoy estuvo muy bien. Pareciera ser la última función.
LOLA: ¡Eso jamás! ¿Me oíste? Yo tengo que dar mucho aún.
EL: ¿Para qué?
LOLA: ¿Cómo que para qué?
EL: Es que yo me pregunto para que Usted quiere estar viva…
LOLA: ¿Cómo viva?
EL: En los escenarios, quise decir. Para qué seguir en los teatros. No le parece que es tiempo de retirarse o de enseñar a otras generaciones sus experiencias y conocimientos.
LOLA: Déjame pensar… ¡No!... Anda a comprar lo que te dije. La noche es aún joven.
EL: Como Usted diga (Sale y entra por un lado la muchacha asistente.)
ELLA: ¡Buenas noches señora Lola!
LOLA: Hola niña. ¿Dónde andabas? Me dejaste sola. Si no hubiera sido por el acomodador del teatro estaría más sola que la  una. (Busca otro tabaco de marihuana y lo enciende)
ELLA: No debe fumar tanto esa cosa.
LOLA: ¡Deja el fastidio! Yo te pago para servirme no para criticarme.
ELLA: Tiene razón.
LOLA: ¿Viste al señor que salió?
ELLA: No. Yo estaba terminando de contar el dinero en la taquilla. Hubo bastante público.
LOLA: ¿Cuánto?
ELLA: No sé, pero estuvo lleno total.
LOLA: Menos mal algo bueno salió hoy. Ordené comprar algo para celebrar.
ELLA: Si quiere le compro algo para beber.
LOLA: ¿Eres sorda? No escuchaste que te dije que recién mandé a comprar una botella con él. Por cierto, no sé ni su nombre.
ELLA: Aquí solo estamos usted, yo y el portero en la puerta.
LOLA: También ciega. ¿No viste el hombre que casi se tropieza contigo cuando entraste?
ELLA: No. No vi a nadie.
LOLA: ¡Ah pues!
ELLA: ¿Usted se siente bien?
LOLA: Loca no estoy.
ELLA: Lo digo porque en realidad no vi a nadie que salió del camerino. Tal vez, estaba distraída con los reales.
LOLA: No interesa. Él ya va a venir con la botella y los cigarrillos que le dije que me hiciera el favor de comprarme
ELLA: Está bien.
LOLA. (Silencio) ¿No me crees?
ELLA: No le de más vueltas a eso.
LOLA: Ninguna vuelta ni nada. Primero el sueño raro que tuve, después el hombre que estuvo conversando conmigo y ahora tú que no viste a ningún hombre.
ELLA: Se lo juro Madame  Lola que no vi a nadie y lo del sueño raro. No sé de qué me habla.
LOLA: De un sueño extraño. Soñé que alguien me venía  a buscar.
ELLA: ¿Un novio?
LOLA: Ojalá hubiera sido de esa manera. Pero no. Era… No quiero ni decirlo.
ELLA: Dígame.
LOLA: Era la muerte.
ELLA: Y Usted le tiene miedo a la muerte.
LOLA: ¡Si! Le tengo fobia.
ELLA: Yo no le tengo miedo... Cuénteme del sueño.
LOLA: Fue algo muy loco. La muerte estaba detrás de la puerta y quería entrar y yo no la dejé.
ELLA: ¿Y Usted cree que no la dejó entrar?
LOLA: No sé. Creo que sí.
ELLA: Yo no creo que nadie pueda detenerla
LOLA: Pues yo lo hice.
ELLA: En el sueño.
LOLA: Aunque si  hubiera sido de verdad lo habría hecho.
ELLA: (Se ríe) No lo creo.
LOLA: ¡Ay! tú no me conoces.
ELLA: La conozco demasiado bien.
LOLA: No me conoces. Nadie me conoce. La gente cree que uno es como lo ven: eso es falso. La vida deja muchas cicatrices. El maquillaje lo disfraza. Sólo eso. No hay más. Lo que se anda es el camino que no vuelve atrás.
ELLA: Madame Lola,  usted debe descansar. Los caminos siempre tienen un final, ¿no cree Usted?
LOLA: Y cómo saber si se llegó al final del camino como tú dices.
ELLA: Uno lo sabe. Usted ya lo supo.
LOLA: Tú hablas muy extraño.
ELLA: ¡No! Yo hablo lo que tengo que hablar.
LOLA: Tú eres rara. ¿Qué me quieres decir?
ELLA: Nada.
LOLA: Me estás poniendo nerviosa (Empieza a recoger sus cosas) Mejor me voy. Dile al hombre ese que se quede con todo. Me iré a casa. Me daré un buen baño y luego a mi cama.
ELLA: Usted no se puede ir.
LOLA: ¿Por qué?
ELLA: Porque ahí viene él.
LOLA: No veo a nadie.
ELLA: Por ahí viene.
LOLA: ¿No me dijiste que no lo habías visto?
ELLA: Uno, dos y tres (Entra el hombre) ¡Ahí está! (Lola se queda extrañada).
EL: Espero que no me haya perdido de algo bueno.
ELLA: ¡Buenas noches! Aún la función no termina.
EL: ¡Buenas noches!
LOLA: (A ella) ¿No me dijiste que no lo habías visto al entrar?
ELLA: Él no es un hombre.
LOLA: ¿Ah no? ¿Y qué es él, entonces?
ELLA: ÉL no es un hombre cualquiera, quise decir.
EL: (Interrumpiendo) Aquí les traje los cigarrillos, la botella del mejor licor que encontré y me tomé el atrevimiento de comprar algunos quesos. ¿No le molesta, verdad?
LOLA: ¡No! Para nada. Esta chica es loca.
ELLA: (Quien ha tomado un cubito de queso) ¡Está bueno! No tiene mucha sal.
EL: Lo compré bajo de sal. No es bueno para la salud además de que Madame Lola es hipertensa.
LOLA: ¿Cómo sabes eso? Yo no te dije nada.
ELLA: Lo supuso.
LOLA: No me gusta que supongan nada.
EL: Discúlpela, ella sólo quiso justificarme.
ELLA: Disculpe. No era mi intención fastidiarla.
LOLA: ¡Está bien! Si hay alguien que tiene que pedir disculpas ésa soy yo. Me distraje un poco.
EL: Pero ¿se siente bien?
LOLA: No tengo nada. Es que el sueño extraño que tuve me perturbó un poco. (Miradas cómplices entre el hombre y ella)
ELLA: Vamos a tomarnos unos tragos. Madame Lola tuvo lleno  total. La última función fue todo un éxito.
LOLA: Querida hoy no es la última función. Mañana habrá otra y pasado y pasado.
EL: Uno no sabe que nos depara el destino.
ELLA: ¡Salud! (Levantan tres vasos) Por Lola.
EL: Por ¡Madame Lola!
LOLA: Por mi. ¡La gran Lola!
ELLA: Porque a Lola, el mundo le queda pequeño.
LOLA: (Arroja el vaso al suelo) ¿Cómo sabes tú que yo dije eso?
EL: Calma.
LOLA; ¡No! No me quiero calmar. Eso lo dije yo cuando me desperté del sueño. ¿Cómo sabe ella? Si no estaba allí.
ELLA: (Al hombre) Es hora de decírselo.
EL: Se lo diré.
LOLA: Decirme ¿qué? No entiendo. Me quiero ir.
ELLA: Usted no va ninguna parte.
LOLA: ¿Me quieren secuestrar? Ni lo intenten. Soy capaz de gritar. Toda la ciudad se va a enterar.
EL: Baje la voz y escuche.
ELLA: Nadie le va a hacer daño.
LOLA: Y entonces ¿por qué me dicen que no me puedo ir?
EL: Usted sí se puede ir y de hecho se va ir.
ELLA: Pero no para su casa. Se va más lejos.
LOLA: No entiendo nada. Terminen de decirme lo que me quieren decir. Dejen los acertijos.
EL: Lo que Usted soñó.
ELLA: Es la realidad.
LOLA: ¡Esperen!... Ustedes me dicen que es hora de que me muera. ¿Es eso?
ELLA: ¡Si!
EL: ¡Si!
LOLA: Por favor. Esto no puede se. Ustedes están locos. Yo me voy y nada más (Intenta irse. Escucha las risas de los niños) ¿Qué es eso?
EL: Tu pasado que te reclama.
ELLA. Tus hijos a los que abandonaste.
LOLA: ¿Quiénes son Ustedes?
EL: Yo soy la muerte y ella es mi ayudante.
ELLA: Para servirle.
EL: Y Usted es mi cliente ahora.
LOLA: Ella  ha estado conmigo. No puede ser.
ELLA: Yo estoy aquí para preparar el terreno para mi jefe.
LOLA. ¿Tú estás muerta?
EL: Ese no es el punto. Lo que interesa es que a Usted le quedan sólo minutos para irse de este mundo terrenal.
ELLA: Y debe emplearlo en algo beneficioso.
LOLA: ¿Ustedes me hablan en serio?
ELLA: Por supuesto que hablamos en serio. Tenemos hasta el amanecer. Usted debe venir con nosotros.
(SILENCIO)
LOLA: Yo no acepto esto. Yo quiero seguir viviendo. Si es verdad que Ustedes son lo que dicen que son; igual no me da la gana de irme.
ELLA: (Al hombre) Se lo dije. Ella resultaría muy complicada y debemos convencerla antes de que amanezca sino nuestro trabajo estará perdido.
LOLA: ¿Qué estás cuchicheando ahí, muchachita? ¿No sabes que es mala educación? Además de que no sabes con quien estás tratando. Más respeto.
EL: No pierda los pocos momentos que le quedan.
ELLA: ¿Usted no se arrepiente de nada?
LOLA: ¿Para qué? Lo hecho ya no tiene marcha atrás.
ELLA: (Al hombre) La señora habla con experiencia.
EL: Y su vida pasada ¿no le pesa?
LOLA: Por más que quisiera aligerar la carga. No se puede hacer nada más. ¿Cómo lo haría?
EL: No es mi trabajo.
ELLA: Y si se arrepiente.
EL: (A ella) Hablas demasiado.
LOLA.: Les propongo un trato.
ELLA: Con la muerte no hay trato.
EL: Deja que hable. Yo disfruté mucho de la última función de Lola. Se ganó ese privilegio.
LOLA: ¿Ves? tú dijiste que te gustó mucho mi actuación.
(Recita)

En esta oscuridad tan oscura

Tu sonrisa es la luz que me guía
No pretendo dejar la vida,
a menos que me la pidieras,
entonces con un puñal de alegría
yo gustosa accedería a abandonar mi cuerpo 
y volar a la cueva del eterno 
¿Te encontraré?
La duda invade mi alma, 
El miedo mi corazón.
Y aún, estando muerta, si no te encuentro allí 
Me mataría nuevamente para regresar a la vida;
Como los vientos raudos,
volaría para buscarte por el mundo entero,
trenzaría con los rayos del Sol una cadena
para amarrarte a mi esperanza;
y si todavía así,
no te viera,
¡Perdóname vida!
Pero no te quisiera
(Transición) No es justo que me vaya ahora en el momento más importante de mi carrera
EL: Eso está decidido.
LOLA: ¿Quién lo decidió?
ELLA: No está permitido revelar nuestras fuentes.
LOLA: Por qué tengo que irme justo en estos momentos cuando estoy en la cúspide.
EL: La gente no aprovecha su tiempo para abonar un camino apacible.
ELLA: Usted debe venir con nosotros.
LOLA: ¿Qué hora es?
ELLA: Pronto va a amanecer.
LOLA: Y ¿no podemos esperar hasta que se haga de día?
ELLA: (alterada) ¡IMPOSIBLE!
LOLA: ¿Qué es mujer? ¿Qué te pasó?
HOMBRE: Nada. Lo importante es que no des tantas vueltas al asunto y déme la mano para emprender el viaje.
LOLA: Es que… aún no soluciono nada con mis hijos.
ELLA: Dale otra vez con lo de los hijos.
LOLA: Tú no tienes hijos ¿verdad? Se nota.
ELLA: Y si los hubiera parido, creo que no los hubiera abandonado.
LOLA: No puedes juzgarme. No sabes lo que significa tener dos hijos sin un marido que te ayude.
ELLA: Pero un hombre no es necesario.
EL: (A ella) ¿Tú piensas que un hombre no es necesario para criar a los hijos?
LOLA: Buena pregunta mi amigo.
ELLA: En el estricto sentido de la palabra, no. Los hombres son perfectamente prescindibles cuando de hijos se trata.
EL: Explícame eso..
LOLA: (Le indica un asiento) Esta buena la conversación. ¡Vamos! Siéntense, mientras les preparo otro trago. (A la mujer) ¿Cómo es eso que los hombres no son necesarios para criar a los hijos? Yo no pude hacerlo sola. Yo abandoné a mis hijos porque quería para ellos una vida mejor de lo que podía ofrecerles.
ELLA: Esas son excusas baratas. Una mujer puede criar a los hijos sola. El hombre siembra la semilla y ya está.
LOLA: Ahí vamos bien. A mí nunca me ofrecieron un trabajo decente. Los hombres son unos cerdos. Lo único que quieren es sexo.
EL Yo soy hombre.
LOLA: Tú no eres hombre. Sin ofenderte. Tú pareces hombre, pero no lo eres. Yo hablo de los hombres de carne y huesos. De los que dependen de eso que le guinda entre las piernas. A ellos es a quienes me refiero. Tú no. Esos hombres son unos cerdos… Dame otro (Le sirven un trago) Yo me enamoré de uno. Creo que del único. Yo lo veía como  aun Dios griego. Un Apolo moderno. Moreno, alto, de bigotes muy varonil. Me entregué a él. Mi primera vez. Y qué resultó. Se fue. Me dejó con una barriga de nueve meses.
ELLA: Pero esa fue tu responsabilidad. No de él.
EL: Yo no entiendo a las mujeres.
LOLA: La muerte va a hablar.
ELLA: ¿Qué no entiendes?
EL Si ustedes… Las mujeres saben que los hombres, supuestamente somos unos cerdos. ¿Por qué siempre se dejan engañar?
LOLA: ¿Viste? La muerte es machista. Las mujeres no pegamos una.
ELLA: ¡Espere ahí jefe!
LOLA: Defienda al género. Yo te apoyo (Ve la hora)
ELLA: Lo que Usted dice no es completamente la verdad.
EL: Las mujeres siempre se hacen las engañadas. Ustedes disfrutan del sexo tanto como nosotros ¿o no?
ELLA: Si es verdad. Pero apartando algunas excepciones, los hombres no satisfacen mucho en cuestión de sexo.
LOLA: La muchacha tiene experiencia.
ELLA: No tanto. Pero algo sé.
EL: Parece que lo suficiente.
ELLA: A ellos no les interesan los hijos. Lo que les importa es el sexo. Ellos son unos cerdos.
EL: ¡Un momento! Eso no es justo. Los hijos no son sólo de las mujeres. Y los hombres tenemos sentimientos.
LOLA: Un punto para el señor muerte.
ELLA: Yo no pienso discutir contigo. Hemos venido trabajando en esto de llevarnos a la gente para el otro lado por mucho tiempo y no es justo que discutamos.
EL: Estoy de acuerdo contigo.
ELLA: Pero Usted debe aceptar que los hombres son unos cerdos.
EL: Y dale con la palabrita.
LOLA: A mi me engañó uno.
ELLA: Pero tú abandonaste a tus hijos.
LOLA: Pero por culpa de él. Si él me hubiera aceptado a los muchachos no habría pasado esto.
EL: No estamos aquí para juzgarla. Venimos a llevárnosla
LOLA: Espérate señor muerte.
ELLA: No hay nada que esperar.
LOLA: Pero es que estoy muy joven para morir.
EL: Es hora y punto.
ELLA: Ya no tiene oportunidad señora Lola. Debe venir con nosotros.
LOLA: Pues no me voy a ir.
EL: (Se le acerca) Pues sí viene.
LOLA: ¡Por los clavos de Cristo!
ELLA: Ningunos clavos de Cristo. Usted se viene.
LOLA: ¿No puede esperar un momento?
EL: Es tarde.
ELLA: Demasiado tarde.
LOLA: Es que tengo ganas de ir al baño
EL: No podemos esperar más. Deme su mano.
LOLA: Por las lágrimas de los fieles derramadas frente a la cruz de Jesús que lloraban junto a su Madre y la Verónica por la salvación del hijo de Dios.
ELLA: Pero pareces un profeta.
LOLA: Soy una profeta, pero no de mi tierra. En este país no me han valorado como merezco. En este país cualquier extranjero es mejor que un nacional. Así venga de un piche país. Yo creo que no tenemos autoestima.
EL: Nosotros no podemos hacer nada.
ELLA: Eso si es verdad.
LOLA: No es verdad. No es verdad. Por ese pensamiento negativo es que estamos como estamos.
ELLA: No le entiendo.
LOLA: Es muy sencillo. Si nos uniéramos por una causa común y aprendiéramos que aquí si tenemos potencial para hacer las cosas bien. ¡Qué bien nada! ¡Mejor! Mejor que en otros países. Debemos cambiar nuestras mentalidades.
ELLA: Yo creo que estamos cambiando.
EL: ¿Tú crees?
LOLA: Yo sí lo creo. Yo estoy cambiando. (A la muerte) ¿Y tú?
ELLA: Es hora de irnos.
LOLA: Deja el estrés. Deja que tu jefe responda.
ELLA: No hay tiempo para estupideces.
LOLA: O sea que tu jefe es estúpido.
ELLA: Tú sabes lo que quise decir. No tenemos tiempo (A la muerte) Va a  amanecer.
EL: Es verdad. Vamos Madame Lola.
ELLA: Parece que le llegó su momento y su mundo ya no le queda pequeño.
LOLA: A mi parece que no van a poder llevarme.
ELLA: ¿Por qué?
EL: La Ley de la vida es Ley
LOLA: ¡Si! Eso no lo discuto. Sin embargo, ustedes dijeron que si amanecía no me podían llevar ¿cierto?
ELLA: Si tiene razón.
LOLA: Si quieren miren el reloj  y se darán cuenta que ya amaneció.
ELLA: Ahí dice que son las  seis en punto de la mañana.
LOLA: ¡Exacto! Lo que quiere decir que yo… Lola… No se va de la vida. (Ríe) ¿Qué les parece? Parce que aún tengo un tiempo más para disfrutar.
EL: Madame Lola, Usted piensa que debe seguir en la tierra sin importarle que debe cumplir un ciclo de vida como todos los mortales.
LOLA: Mi ciclo todavía no se puede cerrar.
ELLA: Escuche bien lo que le vamos a decir.
EL: Usted cumplió su tiempo. No hizo nada por mantenerse viva en la memoria de las personas que vienen detrás de Usted.
LOLA: A  ver, ¿Cómo es eso?
ELLA: Usted Señora, lo único que hizo fue desperdiciar su tiempo en la tierra.
EL: Usted abandonó su dignidad por conseguir fama, dinero, fortuna.
LOLA: Y no me arrepiento.
ELLA: Ahí está el detalle.
EL: Usted tienen miedo de enfrentarse con su peor enemigo.
ELLA: Usted misma.
EL: Pero lamentablemente se debe venir con nosotros.
LOLA: No me voy. Ustedes no pueden faltar a su palabra. Dijeron que si amanecía y aún no me llevaban el trabajo sería anulado.
ELLA: Es cierto.
LOLA: ¿Entonces? Van a faltar a su ética profesional.
ELLA: Nunca.
EL: Madame Lola. Cuando Usted se durmió y yo aparecí detrás de la puerta. El tiempo se detuvo. Ese reloj marca  la  hora en que Usted se durmió. No es la hora real.
(SILENCIO)
LOLA: ¡No puede ser! Mi vida llegó a su fin. Y todo lo que he hecho en esta vida. ¿Qué pasará? No es justo.
EL: Será mejor que se calme y venga con nosotros.
LOLA: Ustedes son unos traidores. Me hicieron trampa. No es justo. No es justo.
ELLA: Aquí la única tramposa es Usted.
LOLA: Tal vez sea razonable lo que me dices. ¿Quién soy yo? Una pobre actriz que quiso la fama y ahora tiene la muerte.
EL: No se ponga de esa manera. Usted hizo lo que tenía que hacer.
ELLA: Lo hizo mal, pero la vida que escogió lo hizo por voluntad propia..
LOLA: Estoy de acuerdo. Vámonos es hora de irme.
EL: Así es.
ELLA: Así es.
LOLA: El tiempo se acabo para mí.
EL: Tome nuestras manos.
ELLA: Esto es sencillo. Si quiere cierre los ojos.
LOLA: ¡No! Nunca voy a cerrar los ojos. Siempre he visto la vida de frente. A mi el mundo me queda pequeño…. ¡El mundo me queda pequeño!

FIN



Caracas, Venezuela
Noviembre 2008


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