Original de Bruno Mateo
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Sociedad de autores y compositores de Venezuela Sacven N° 9.070
Personajes:
Lola
Él
Ella
(En el escenario, un pequeño
camerino, en el cual se encuentra una silla, con su consola de espejo, encima
de ésta un ramo de rosas blancas, rojas y negras, al lado, un diván y al fondo,
en el centro, una puerta)
EL:
¡Buenas noches Madame Lola!
LOLA:
¡Carajo! Me asustaste…
EL:
¿Por qué? Disculpe que no toqué antes de entrar.
LOLA:
La próxima vez tocas antes de entrar.
EL:
Disculpe si la asusté.
LOLA:
No fue nada… No te preocupes. Es que estaba absorta en mis pensamientos.
EL: Supongo
que una mujer como Usted (La mira con
intensidad) tiene tanto que recordar.
LOLA:
¡Sí!... En realidad sí… ¿Por qué lo preguntas?
EL:
Por simple y pura curiosidad.
LOLA:
Deja de mirarme de esa manera.
EL:
Disculpe Madame Lola, ¿de qué manera la estoy mirando?
LOLA:
De esa forma tan... extraña.
EL:
Entonces no la miraré más (Silencio. Ella
se cambia)
LOLA:
¡Voltea la cara para la pared! Me voy a cambiar.
EL: ¿Nunca
la han visto desnuda?
LOLA:
Yo conservo mi pudor.
EL: (Con una sonrisa marcada) Supongo que
así es.
LOLA:
Hay cierto cinismo en tus palabras.
EL: No
la quise ofender.
LOLA:
No lo hiciste. Estoy usadita en años para ofenderme con alguien como tú. Un
tipo que trabaja en el teatro.
EL: En
los escenarios se conoce a tanta gente: “La vida es un teatro con pésimos
actores”.
LOLA:
¡Oscar Wilde!
EL:
Usted tiene muy buena memoria.
LOLA:
Oscar Wilde es uno de mis autores preferidos. Su vida fue tan fascinante. ¿Qué
has leído de él?
EL: En
realidad yo prefiero a…
LOLA:
(Lo interrumpe y sale vestida) A mi
me encantó ¡Yerma!… la mujer estéril.
EL:
Señora, disculpe, pero esa obra es de Federico García Lorca.
LOLA:
Me equivoqué de gay. A mi los gays me parecen supremos. Ellos viven su propia
vida. ¡Vivan los homosexuales! En fin… Déjame recordar… ¡Ya está!... “¡Salomé!”
Una magnífica obra, ¿no te parece?
EL:
Creo que…
LOLA:
(Empieza a maquillarse) Yo leí de él
también: “La importancia de llamarse Ernesto” ¿Esa sí la escribió Wilde?
EL: Si,
Madame Lola. Es de él.
LOLA:
¿Viste? Yo soy una mujer culta, chico. Pásame aquella polvera que está allá al
fondo (señala una polvera encima de un
mueble. La abre) ¡Este es el color que buscaba! Yo estudié teatro en
Argentina con un maestro excelente. El nos obligó a leer mucho. Yo leí a Oscar
Wilde, al otro…al que nombraste…
EL: Federico
García Lorca.
LOLA:
¡Exacto! A los grandes de Latinoamérica: César Rengifo, Teresa de la Parra,
Gabriela Mistral, Buenaventura, a Manuel Puig… Creo que éste también era gay…
el colombiano… el que ganó un Oscar… ¡No!... ¡Qué loca!... El premio Nobel…dime
cómo se llama el colombiano.
EL:
¿Será Gabriel García Márquez?
LOLA:
¡Ese mismo! Ese sí es un hombre. Con esos bigotes… Tan provocadores… Tan culto…
¿verdad?
EL: ¿Y qué
leyó de él?
LOLA:
La novela famosa…la que todo el mundo nombra…
EL: El
tiene muchas.
LOLA:
¡Espérate!… Déjame recordar… No me atosigues… Yo la compré en mi primera visita
a Colombia… El señor…. ¿Cómo es que se llama?
EL: ¿Gabriel
García Márquez?
LOLA: ¡García
Márquez!… Yo lo conocí en Bogotá. Ahí me enamoré… ¡Qué hombre, mi amigo!... Eso
sí es un hombre… ¡Bello!… ¡Recio!…
EL:
¿Cómo se llama la novela que compró?
LOLA:
No me estreses… No me acuerdo.
EL:
¿Sería “Cien años de soledad”?
LOLA:
¡Esa es!... ¿Por qué no me dijiste el nombre antes? Esa novela la compré yo
cuando lo conocí en una feria… No la recordaba, pero yo la leí.
EL: No
lo dudo. Es Usted es una mujer muy culta (se
ríe)
LOLA:
¡Así es!… ¿Qué hora es?
EL: No
tengo reloj. ¿Se le hace tarde para su nueva cita?
LOLA:
¿Cómo sabes? ¿Te lo había dicho?
EL: Si.
LOLA:
¿Cuándo? Si no te había visto.
EL:
Hace rato.
LOLA:
Yo no he hablado contigo.
EL: Si
Usted lo dice Madame Lola.
LOLA:
No me vengas a tratar como si estuviera loca.
EL: En
ningún momento quise ofenderla.
LOLA:
Entonces no me contradigas. Yo no he hablado contigo.
EL:
Estoy de acuerdo. Usted no habló conmigo de sus hijos, ni de cuándo comenzó en
las tablas, ni me dijo que quiso ser famosa.
LOLA:
Ese fue un sueño.
EL: No
fue un sueño.
LOLA:
Si fue un sueño… (Agresiva) ¿Quién
eres tú?
EL: El
acomodador del teatro Madame Lola.
LOLA:
Entonces ¿cómo sabes que dije eso?… ¡Ah! Estabas escuchando detrás de la
puerta… tú me escuchaste, ¿verdad?
EL: Si
Usted lo dice.
LOLA:
No es que lo diga… ¡Es así! (Suena el teléfono)
¡Aló!... Hola papi. Ya estoy casi lista. Me puse muy linda para ti. Termino de
recoger algunas cosas y botar otras (Mira
al hombre) y lista para comer… ¿Cómo?... No papi no me hagas eso… Yo te
quiero ver… ¡Qué fastidio con tu esposa! Yo quería cenar contigo. No estoy
brava. Más bien triste. ¿Dónde? ¿Un collar? (El
hombre busca en la gaveta del camerino y saca una caja. Se acerca a Lola) ¿Cuándo
lo pusiste allí? No me di cuenta papi. Eres un sin vergüenza. (El hombre le muestra el collar) ¡Lo
acabo de ver. ¡Está divino! ¿Son originales? (Le hace señas al hombre que se lo ponga al cuello) ¿No? No te
preocupes. A mi me encantan (Toma el
collar y lo arroja al suelo) Son tan bellas. Yo sé que las cosas no son
iguales. Antes nadie controlaba el dinero del Ministerio. Ahora como que las
cosas están cambiando ¿verdad papi? No importa corazón. Otro día será. Un beso.
Llámame mañana. Buenas noches. Saludos a tu esposa (Cierra el teléfono. Furiosa) ¡Ese estúpido! ¿Qué se creerá? Ese es
un pobre funcionario público. Primero
cancelar la cena y después venir a regalarle a Lola un collar de perlas falsas.
EL: A
mi parece un gesto bonito.
LOLA:
Nadie te preguntó.
EL:
Disculpe.
LOLA:
¡No! Perdóname tú…. Es que…Ese hombre… Ese miserable funcionario público…Me
dejó un poco mal… ¿Me perdonas?
EL: No
hay problema Madame. ¿Quiere que la acompañe un rato?
LOLA:
¡Si! Pero antes tráete una botella para celebrar. (Le señala un bolso pequeño encima de la consola) Ahí hay dinero.
Toma algo y trae lo que tú quieras y una caja de cigarrillos. Anda lindo. Por
favor.
EL: No
debería fumar tanto.
LOLA:
No estoy para sermones. Trae lo que te dije y te vienes para celebrar.
EL: ¿Celebrar
qué?
LOLA:
Celebrar que estuve maravillosa.
EL: La
función de hoy estuvo muy bien. Pareciera ser la última función.
LOLA:
¡Eso jamás! ¿Me oíste? Yo tengo que dar mucho aún.
EL: ¿Para
qué?
LOLA:
¿Cómo que para qué?
EL: Es
que yo me pregunto para que Usted quiere estar viva…
LOLA:
¿Cómo viva?
EL: En
los escenarios, quise decir. Para qué seguir en los teatros. No le parece que
es tiempo de retirarse o de enseñar a otras generaciones sus experiencias y
conocimientos.
LOLA:
Déjame pensar… ¡No!... Anda a comprar lo que te dije. La noche es aún joven.
EL:
Como Usted diga (Sale y entra por un lado
la muchacha asistente.)
ELLA:
¡Buenas noches señora Lola!
LOLA:
Hola niña. ¿Dónde andabas? Me dejaste sola. Si no hubiera sido por el
acomodador del teatro estaría más sola que la
una. (Busca otro tabaco de
marihuana y lo enciende)
ELLA:
No debe fumar tanto esa cosa.
LOLA:
¡Deja el fastidio! Yo te pago para servirme no para criticarme.
ELLA:
Tiene razón.
LOLA:
¿Viste al señor que salió?
ELLA:
No. Yo estaba terminando de contar el dinero en la taquilla. Hubo bastante
público.
LOLA:
¿Cuánto?
ELLA:
No sé, pero estuvo lleno total.
LOLA:
Menos mal algo bueno salió hoy. Ordené comprar algo para celebrar.
ELLA:
Si quiere le compro algo para beber.
LOLA:
¿Eres sorda? No escuchaste que te dije que recién mandé a comprar una botella
con él. Por cierto, no sé ni su nombre.
ELLA:
Aquí solo estamos usted, yo y el portero en la puerta.
LOLA:
También ciega. ¿No viste el hombre que casi se tropieza contigo cuando
entraste?
ELLA:
No. No vi a nadie.
LOLA:
¡Ah pues!
ELLA:
¿Usted se siente bien?
LOLA:
Loca no estoy.
ELLA:
Lo digo porque en realidad no vi a nadie que salió del camerino. Tal vez,
estaba distraída con los reales.
LOLA:
No interesa. Él ya va a venir con la botella y los cigarrillos que le dije que
me hiciera el favor de comprarme
ELLA:
Está bien.
LOLA.
(Silencio) ¿No me crees?
ELLA:
No le de más vueltas a eso.
LOLA:
Ninguna vuelta ni nada. Primero el sueño raro que tuve, después el hombre que
estuvo conversando conmigo y ahora tú que no viste a ningún hombre.
ELLA:
Se lo juro Madame Lola que no vi a nadie
y lo del sueño raro. No sé de qué me habla.
LOLA:
De un sueño extraño. Soñé que alguien me venía
a buscar.
ELLA:
¿Un novio?
LOLA:
Ojalá hubiera sido de esa manera. Pero no. Era… No quiero ni decirlo.
ELLA:
Dígame.
LOLA:
Era la muerte.
ELLA:
Y Usted le tiene miedo a la muerte.
LOLA:
¡Si! Le tengo fobia.
ELLA:
Yo no le tengo miedo... Cuénteme del sueño.
LOLA:
Fue algo muy loco. La muerte estaba detrás de la puerta y quería entrar y yo no
la dejé.
ELLA:
¿Y Usted cree que no la dejó entrar?
LOLA:
No sé. Creo que sí.
ELLA:
Yo no creo que nadie pueda detenerla
LOLA:
Pues yo lo hice.
ELLA:
En el sueño.
LOLA:
Aunque si hubiera sido de verdad lo habría
hecho.
ELLA:
(Se ríe) No lo creo.
LOLA:
¡Ay! tú no me conoces.
ELLA:
La conozco demasiado bien.
LOLA:
No me conoces. Nadie me conoce. La gente cree que uno es como lo ven: eso es
falso. La vida deja muchas cicatrices. El maquillaje lo disfraza. Sólo eso. No
hay más. Lo que se anda es el camino que no vuelve atrás.
ELLA:
Madame Lola, usted debe descansar. Los
caminos siempre tienen un final, ¿no cree Usted?
LOLA:
Y cómo saber si se llegó al final del camino como tú dices.
ELLA:
Uno lo sabe. Usted ya lo supo.
LOLA:
Tú hablas muy extraño.
ELLA:
¡No! Yo hablo lo que tengo que hablar.
LOLA:
Tú eres rara. ¿Qué me quieres decir?
ELLA:
Nada.
LOLA:
Me estás poniendo nerviosa (Empieza a
recoger sus cosas) Mejor me voy. Dile al hombre ese que se quede con todo.
Me iré a casa. Me daré un buen baño y luego a mi cama.
ELLA:
Usted no se puede ir.
LOLA:
¿Por qué?
ELLA:
Porque ahí viene él.
LOLA:
No veo a nadie.
ELLA:
Por ahí viene.
LOLA:
¿No me dijiste que no lo habías visto?
ELLA:
Uno, dos y tres (Entra el hombre)
¡Ahí está! (Lola se queda extrañada).
EL:
Espero que no me haya perdido de algo bueno.
ELLA:
¡Buenas noches! Aún la función no termina.
EL: ¡Buenas
noches!
LOLA:
(A ella) ¿No me dijiste que no lo
habías visto al entrar?
ELLA:
Él no es un hombre.
LOLA:
¿Ah no? ¿Y qué es él, entonces?
ELLA:
ÉL no es un hombre cualquiera, quise decir.
EL: (Interrumpiendo) Aquí les traje los
cigarrillos, la botella del mejor licor que encontré y me tomé el atrevimiento
de comprar algunos quesos. ¿No le molesta, verdad?
LOLA:
¡No! Para nada. Esta chica es loca.
ELLA:
(Quien ha tomado un cubito de queso)
¡Está bueno! No tiene mucha sal.
EL: Lo
compré bajo de sal. No es bueno para la salud además de que Madame Lola es
hipertensa.
LOLA:
¿Cómo sabes eso? Yo no te dije nada.
ELLA:
Lo supuso.
LOLA:
No me gusta que supongan nada.
EL:
Discúlpela, ella sólo quiso justificarme.
ELLA:
Disculpe. No era mi intención fastidiarla.
LOLA:
¡Está bien! Si hay alguien que tiene que pedir disculpas ésa soy yo. Me
distraje un poco.
EL:
Pero ¿se siente bien?
LOLA:
No tengo nada. Es que el sueño extraño que tuve me perturbó un poco. (Miradas cómplices entre el hombre y ella)
ELLA:
Vamos a tomarnos unos tragos. Madame Lola tuvo lleno total. La última función fue todo un éxito.
LOLA:
Querida hoy no es la última función. Mañana habrá otra y pasado y pasado.
EL:
Uno no sabe que nos depara el destino.
ELLA:
¡Salud! (Levantan tres vasos) Por
Lola.
EL: Por
¡Madame Lola!
LOLA:
Por mi. ¡La gran Lola!
ELLA:
Porque a Lola, el mundo le queda pequeño.
LOLA:
(Arroja el vaso al suelo) ¿Cómo sabes
tú que yo dije eso?
EL:
Calma.
LOLA;
¡No! No me quiero calmar. Eso lo dije yo cuando me desperté del sueño. ¿Cómo
sabe ella? Si no estaba allí.
ELLA:
(Al hombre) Es hora de decírselo.
EL: Se
lo diré.
LOLA:
Decirme ¿qué? No entiendo. Me quiero ir.
ELLA:
Usted no va ninguna parte.
LOLA:
¿Me quieren secuestrar? Ni lo intenten. Soy capaz de gritar. Toda la ciudad se
va a enterar.
EL:
Baje la voz y escuche.
ELLA:
Nadie le va a hacer daño.
LOLA:
Y entonces ¿por qué me dicen que no me puedo ir?
EL:
Usted sí se puede ir y de hecho se va ir.
ELLA:
Pero no para su casa. Se va más lejos.
LOLA:
No entiendo nada. Terminen de decirme lo que me quieren decir. Dejen los
acertijos.
EL: Lo
que Usted soñó.
ELLA:
Es la realidad.
LOLA:
¡Esperen!... Ustedes me dicen que es hora de que me muera. ¿Es eso?
ELLA:
¡Si!
EL:
¡Si!
LOLA:
Por favor. Esto no puede se. Ustedes están locos. Yo me voy y nada más (Intenta irse. Escucha las risas de los niños)
¿Qué es eso?
EL: Tu
pasado que te reclama.
ELLA.
Tus hijos a los que abandonaste.
LOLA:
¿Quiénes son Ustedes?
EL: Yo
soy la muerte y ella es mi ayudante.
ELLA:
Para servirle.
EL: Y
Usted es mi cliente ahora.
LOLA:
Ella ha estado conmigo. No puede ser.
ELLA:
Yo estoy aquí para preparar el terreno para mi jefe.
LOLA.
¿Tú estás muerta?
EL: Ese
no es el punto. Lo que interesa es que a Usted le quedan sólo minutos para irse
de este mundo terrenal.
ELLA:
Y debe emplearlo en algo beneficioso.
LOLA:
¿Ustedes me hablan en serio?
ELLA:
Por supuesto que hablamos en serio. Tenemos hasta el amanecer. Usted debe venir
con nosotros.
(SILENCIO)
LOLA:
Yo no acepto esto. Yo quiero seguir viviendo. Si es verdad que Ustedes son lo
que dicen que son; igual no me da la gana de irme.
ELLA:
(Al hombre) Se lo dije. Ella
resultaría muy complicada y debemos convencerla antes de que amanezca sino
nuestro trabajo estará perdido.
LOLA:
¿Qué estás cuchicheando ahí, muchachita? ¿No sabes que es mala educación?
Además de que no sabes con quien estás tratando. Más respeto.
EL: No
pierda los pocos momentos que le quedan.
ELLA:
¿Usted no se arrepiente de nada?
LOLA:
¿Para qué? Lo hecho ya no tiene marcha atrás.
ELLA:
(Al hombre) La señora habla con
experiencia.
EL: Y
su vida pasada ¿no le pesa?
LOLA:
Por más que quisiera aligerar la carga. No se puede hacer nada más. ¿Cómo lo
haría?
EL: No
es mi trabajo.
ELLA:
Y si se arrepiente.
EL: (A ella) Hablas demasiado.
LOLA.:
Les propongo un trato.
ELLA:
Con la muerte no hay trato.
EL:
Deja que hable. Yo disfruté mucho de la última función de Lola. Se ganó ese
privilegio.
LOLA:
¿Ves? tú dijiste que te gustó mucho mi actuación.
(Recita)
En esta
oscuridad tan oscura
Tu
sonrisa es la luz que me guía
No
pretendo dejar la vida,
a
menos que me la pidieras,
entonces
con un puñal de alegría
yo
gustosa accedería a abandonar mi cuerpo
y
volar a la cueva del eterno
¿Te
encontraré?
La
duda invade mi alma,
El
miedo mi corazón.
Y
aún, estando muerta, si no te encuentro allí
Me
mataría nuevamente para regresar a la vida;
Como
los vientos raudos,
volaría
para buscarte por el mundo entero,
trenzaría
con los rayos del Sol una cadena
para
amarrarte a mi esperanza;
y
si todavía así,
no
te viera,
¡Perdóname
vida!
Pero
no te quisiera
(Transición) No
es justo que me vaya ahora en el momento más importante de mi carrera
EL:
Eso está decidido.
LOLA:
¿Quién lo decidió?
ELLA:
No está permitido revelar nuestras fuentes.
LOLA:
Por qué tengo que irme justo en estos momentos cuando estoy en la cúspide.
EL: La
gente no aprovecha su tiempo para abonar un camino apacible.
ELLA:
Usted debe venir con nosotros.
LOLA:
¿Qué hora es?
ELLA:
Pronto va a amanecer.
LOLA:
Y ¿no podemos esperar hasta que se haga de día?
ELLA:
(alterada) ¡IMPOSIBLE!
LOLA:
¿Qué es mujer? ¿Qué te pasó?
HOMBRE:
Nada. Lo importante es que no des tantas vueltas al asunto y déme la mano para
emprender el viaje.
LOLA:
Es que… aún no soluciono nada con mis hijos.
ELLA:
Dale otra vez con lo de los hijos.
LOLA:
Tú no tienes hijos ¿verdad? Se nota.
ELLA:
Y si los hubiera parido, creo que no los hubiera abandonado.
LOLA:
No puedes juzgarme. No sabes lo que significa tener dos hijos sin un marido que
te ayude.
ELLA:
Pero un hombre no es necesario.
EL: (A ella) ¿Tú piensas que un hombre no es
necesario para criar a los hijos?
LOLA:
Buena pregunta mi amigo.
ELLA:
En el estricto sentido de la palabra, no. Los hombres son perfectamente
prescindibles cuando de hijos se trata.
EL:
Explícame eso..
LOLA:
(Le indica un asiento) Esta buena la
conversación. ¡Vamos! Siéntense, mientras les preparo otro trago. (A la mujer) ¿Cómo es eso que los
hombres no son necesarios para criar a los hijos? Yo no pude hacerlo sola. Yo
abandoné a mis hijos porque quería para ellos una vida mejor de lo que podía
ofrecerles.
ELLA:
Esas son excusas baratas. Una mujer puede criar a los hijos sola. El hombre
siembra la semilla y ya está.
LOLA:
Ahí vamos bien. A mí nunca me ofrecieron un trabajo decente. Los hombres son
unos cerdos. Lo único que quieren es sexo.
EL Yo
soy hombre.
LOLA:
Tú no eres hombre. Sin ofenderte. Tú pareces hombre, pero no lo eres. Yo hablo
de los hombres de carne y huesos. De los que dependen de eso que le guinda
entre las piernas. A ellos es a quienes me refiero. Tú no. Esos hombres son
unos cerdos… Dame otro (Le sirven un
trago) Yo me enamoré de uno. Creo que del único. Yo lo veía como aun Dios griego. Un Apolo moderno. Moreno,
alto, de bigotes muy varonil. Me entregué a él. Mi primera vez. Y qué resultó.
Se fue. Me dejó con una barriga de nueve meses.
ELLA:
Pero esa fue tu responsabilidad. No de él.
EL: Yo
no entiendo a las mujeres.
LOLA:
La muerte va a hablar.
ELLA:
¿Qué no entiendes?
EL Si
ustedes… Las mujeres saben que los hombres, supuestamente somos unos cerdos.
¿Por qué siempre se dejan engañar?
LOLA:
¿Viste? La muerte es machista. Las mujeres no pegamos una.
ELLA:
¡Espere ahí jefe!
LOLA:
Defienda al género. Yo te apoyo (Ve la
hora)
ELLA:
Lo que Usted dice no es completamente la verdad.
EL:
Las mujeres siempre se hacen las engañadas. Ustedes disfrutan del sexo tanto
como nosotros ¿o no?
ELLA:
Si es verdad. Pero apartando algunas excepciones, los hombres no satisfacen
mucho en cuestión de sexo.
LOLA:
La muchacha tiene experiencia.
ELLA:
No tanto. Pero algo sé.
EL:
Parece que lo suficiente.
ELLA:
A ellos no les interesan los hijos. Lo que les importa es el sexo. Ellos son
unos cerdos.
EL:
¡Un momento! Eso no es justo. Los hijos no son sólo de las mujeres. Y los
hombres tenemos sentimientos.
LOLA:
Un punto para el señor muerte.
ELLA:
Yo no pienso discutir contigo. Hemos venido trabajando en esto de llevarnos a
la gente para el otro lado por mucho tiempo y no es justo que discutamos.
EL:
Estoy de acuerdo contigo.
ELLA:
Pero Usted debe aceptar que los hombres son unos cerdos.
EL: Y
dale con la palabrita.
LOLA:
A mi me engañó uno.
ELLA:
Pero tú abandonaste a tus hijos.
LOLA:
Pero por culpa de él. Si él me hubiera aceptado a los muchachos no habría
pasado esto.
EL: No
estamos aquí para juzgarla. Venimos a llevárnosla
LOLA:
Espérate señor muerte.
ELLA:
No hay nada que esperar.
LOLA:
Pero es que estoy muy joven para morir.
EL: Es
hora y punto.
ELLA:
Ya no tiene oportunidad señora Lola. Debe venir con nosotros.
LOLA:
Pues no me voy a ir.
EL: (Se le acerca) Pues sí viene.
LOLA:
¡Por los clavos de Cristo!
ELLA:
Ningunos clavos de Cristo. Usted se viene.
LOLA:
¿No puede esperar un momento?
EL: Es
tarde.
ELLA:
Demasiado tarde.
LOLA:
Es que tengo ganas de ir al baño
EL: No
podemos esperar más. Deme su mano.
LOLA:
Por las lágrimas de los fieles derramadas frente a la cruz de Jesús que
lloraban junto a su Madre y la Verónica por la salvación del hijo de Dios.
ELLA:
Pero pareces un profeta.
LOLA:
Soy una profeta, pero no de mi tierra. En este país no me han valorado como
merezco. En este país cualquier extranjero es mejor que un nacional. Así venga
de un piche país. Yo creo que no tenemos autoestima.
EL:
Nosotros no podemos hacer nada.
ELLA:
Eso si es verdad.
LOLA:
No es verdad. No es verdad. Por ese pensamiento negativo es que estamos como
estamos.
ELLA:
No le entiendo.
LOLA:
Es muy sencillo. Si nos uniéramos por una causa común y aprendiéramos que aquí
si tenemos potencial para hacer las cosas bien. ¡Qué bien nada! ¡Mejor! Mejor
que en otros países. Debemos cambiar nuestras mentalidades.
ELLA:
Yo creo que estamos cambiando.
EL: ¿Tú
crees?
LOLA:
Yo sí lo creo. Yo estoy cambiando. (A la
muerte) ¿Y tú?
ELLA:
Es hora de irnos.
LOLA:
Deja el estrés. Deja que tu jefe responda.
ELLA:
No hay tiempo para estupideces.
LOLA:
O sea que tu jefe es estúpido.
ELLA:
Tú sabes lo que quise decir. No tenemos tiempo (A la muerte) Va a amanecer.
EL: Es
verdad. Vamos Madame Lola.
ELLA:
Parece que le llegó su momento y su mundo ya no le queda pequeño.
LOLA:
A mi parece que no van a poder llevarme.
ELLA:
¿Por qué?
EL: La
Ley de la vida es Ley
LOLA:
¡Si! Eso no lo discuto. Sin embargo, ustedes dijeron que si amanecía no me
podían llevar ¿cierto?
ELLA:
Si tiene razón.
LOLA:
Si quieren miren el reloj y se darán
cuenta que ya amaneció.
ELLA:
Ahí dice que son las seis en punto de la
mañana.
LOLA:
¡Exacto! Lo que quiere decir que yo… Lola… No se va de la vida. (Ríe) ¿Qué les
parece? Parce que aún tengo un tiempo más para disfrutar.
EL:
Madame Lola, Usted piensa que debe seguir en la tierra sin importarle que debe
cumplir un ciclo de vida como todos los mortales.
LOLA:
Mi ciclo todavía no se puede cerrar.
ELLA:
Escuche bien lo que le vamos a decir.
EL:
Usted cumplió su tiempo. No hizo nada por mantenerse viva en la memoria de las
personas que vienen detrás de Usted.
LOLA:
A ver, ¿Cómo es eso?
ELLA:
Usted Señora, lo único que hizo fue desperdiciar su tiempo en la tierra.
EL:
Usted abandonó su dignidad por conseguir fama, dinero, fortuna.
LOLA:
Y no me arrepiento.
ELLA:
Ahí está el detalle.
EL:
Usted tienen miedo de enfrentarse con su peor enemigo.
ELLA:
Usted misma.
EL: Pero
lamentablemente se debe venir con nosotros.
LOLA:
No me voy. Ustedes no pueden faltar a su palabra. Dijeron que si amanecía y aún
no me llevaban el trabajo sería anulado.
ELLA:
Es cierto.
LOLA:
¿Entonces? Van a faltar a su ética profesional.
ELLA:
Nunca.
EL:
Madame Lola. Cuando Usted se durmió y yo aparecí detrás de la puerta. El tiempo
se detuvo. Ese reloj marca la hora en que Usted se durmió. No es la hora
real.
(SILENCIO)
LOLA:
¡No puede ser! Mi vida llegó a su fin. Y todo lo que he hecho en esta vida.
¿Qué pasará? No es justo.
EL:
Será mejor que se calme y venga con nosotros.
LOLA:
Ustedes son unos traidores. Me hicieron trampa. No es justo. No es justo.
ELLA:
Aquí la única tramposa es Usted.
LOLA:
Tal vez sea razonable lo que me dices. ¿Quién soy yo? Una pobre actriz que
quiso la fama y ahora tiene la muerte.
EL:
No se ponga de esa manera. Usted hizo lo que tenía que hacer.
ELLA:
Lo hizo mal, pero la vida que escogió lo hizo por voluntad propia..
LOLA:
Estoy de acuerdo. Vámonos es hora de irme.
EL:
Así es.
ELLA:
Así es.
LOLA:
El tiempo se acabo para mí.
EL:
Tome nuestras manos.
ELLA:
Esto es sencillo. Si quiere cierre los ojos.
LOLA:
¡No! Nunca voy a cerrar los ojos. Siempre he visto la vida de frente. A mi el
mundo me queda pequeño…. ¡El mundo me queda pequeño!
FIN
Caracas,
Venezuela
Noviembre
2008
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