Por Bruno Mateo
¿De quién es esta flor?
¿De quién podrá ser?
Estaba sola
sin nadie a su alrededor
el hallazgo lo sorprendió.
En el andén del tren a la
misma hora convenida de todos los días
¡No hay nadie!
¿Y la flor? ¿Quién la
abandonó? ¡Era bella!
De un extraño color
sus delicados pétalos
emanaban su perfume
¡Se escucha el tren!
Era un botón dorado en el
paisaje de plomo;
el hombre atónito buscó una
explicación,
alguien la olvidó
¡Se acerca!
Pero la criatura huérfana
merecía su atención
¡No tengo tiempo!
Y a una distancia prudente
se alejó
la corneta del tren hizo su
aparición
todo el ambiente de perfume
se inundó;
las puertas abrieron
tragaron a ese señor,
se selló la salida: él se
marchó
y la flor con tristeza apagó
su color.
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