Hugo Kogan en Potestad |
Por Bruno Mateo
@bruno_mateo@avencrit
La interpretación de Kogan fue justa y precisa, sobre todo, en las partes más dramáticas y dolorosas del discurso; su presencia escénica insufla todo el escenario y su potente voz nos arropa en toda el transcurso de la escena. Con una producción mínima, el montaje a través de su significante discursivo nos logra trasladar a un espacio paradójico de tortura y ternura a la vez. Las palabras describen tranquilamente cómo los verdaderos padres de la niña fueron masacrados sin sentir ningún tipo de aprehensión por ello. La pieza está escrita de una manera cohesiva y muy vinculada con las emociones del ser humano.
Con una puesta en escena sencilla en cuanto a elementos del dispositivo escénico y de plantas de movimientos la obra produce una tensión dada por la dinámica del texto más por su connotación que por su denotación.
Potestad es uno de esos montajes que recorren los intríngulis de la sensorialidad del hombre a través de una situación extrema en donde nos percatamos que por màs cruel que se pueda ser podemos generar amor por alguien.
No hay comentarios:
Publicar un comentario