sábado, 25 de octubre de 2014

De “Cuando el día viene mudo”


Por Bruno Mateo
@bruno_mateo
@avencrit

 

Desde el viernes 24 de octubre de 2014 se está presentando en el pequeño escenario del Laboratorio teatral Anna Julia Rojas en Bellas Artes, Caracas, la pieza CUANDO EL DÍA VIENE MUDO del dramaturgo peruano Diego  La Hoz (Lima, 1971), dirigida por Jan Thomas Mora Rujano para el Grupo de teatro Jóvenes Actores de Vargas con las actuaciones de Elmer E. Pinto y Gabriel Sulbarán.

Con una puesta en escena bastante sencilla sin el recurso efectista Mora Rujano nos presenta un montaje basado exclusivamente en las interpretaciones de los personajes para así tratar de trasmitir la esencia un tanto poética del texto dramático, logrando en muchas ocasiones escénicas dicho propósito gracias a las sinceras actuaciones de los jóvenes intérpretes que aunque con algunas fallas en cuanto a la técnica sobre todo de expresión corporal estos nuevos actores nos regalaron una verdadera entrega a la hora de caracterizar cada uno de los caracteres bajo sus responsabilidades. La hora y media de duración del espectáculo nos paseó por los intríngulis del amor puro entre dos jóvenes sin llegar a la consumación corporal de éste con un paralelismo con la literatura y sus distintos exponentes. Un trabajo dramaturgístico interesante desde una perspectiva prístina de la homosexualidad en donde dos varones en cuanto a sexo y género se aman sin llegar a relacionarse sexualmente porque se presume que si lo llegaran a hacer ese sentimiento se rompería.

La planta de movimientos fue conducida a través del elemento coreográfico lo que potencia aún más la tónica poética del montaje que unido con la selección musical hacen un verdadero concierto armónico y estructurado con la idea de la metáfora literaria del texto.

CUANDO EL DÍA VIENE MUDO es un trabajo escénico bien concebido en cuanto a línea estética delimitado.  

 

domingo, 19 de octubre de 2014

Por la calle del medio va “La callejera”.

Luis Vicente González es Perla

Por Bruno Mateo
@bruno_mateo
@avencrit

 

Poderoso, reflexivo, dinámico, profundo, humano, energético, apasionado, real, doloroso, así puede ser catalogado el montaje teatral CALLEJERA de Luis Vicente González dirigido por Carlos Díaz para el Grupo Séptimo piso que se viene presentado durante este mes de octubre de 2014  en la histórica sala Rajatabla de Bellas artes en Caracas en donde un joven de quince años, oriundo de Güiria un pueblo de Oriente de Venezuela y que acostumbraba a travestirse, es asesinado en una verbena del Día del amor y de la amistad en pleno patio de su liceo por un “tiro de odio” ejecutado por el muchacho de quien estaba enamorado.

En estos tiempos cuando se está viviendo una época de reivindicación  de los derechos civiles y humanos de la comunidad sexodiversa a la vez que han venido apareciendo grupos que se oponen fervientemente a reconocer dichos derechos, incluso llegando a cometer crímenes de odio y en nuestro país ni estamos cerca de discutir en la Asamblea Nacional dicha  homologación; los creadores vienen demostrando que hay que advertir sobre esta situación, es por ello que este año 2014  hacia el mes de junio se organizó en el Celarg el 1er Festival de teatro Rosa para presentar variadas propuestas al respecto; al igual que se muestran trabajos escénicos durante el año; es así que esta pieza de CALLEJERA es una muestra muy acertada de ello.

El trabajo actoral de Luis Vicente González como el adolescente travesti llamado Perla , quien además es el autor, de esta historia más narrativa que dramaturgística, es poderoso con mucha energía quien a lo largo de los 80 minutos de espectáculo nos desnuda su interpretación de este joven violento quien dice que se pone tacones y camina por la calle del medio en venganza de una comunidad que lo rechaza por su sexualidad; el trabajo corporal de su cuerpo estilizado nos golpea con su historia de vida; la plástica de la performance de González dibuja un doloroso cuadro de una realidad humana que debemos combatir: la homofobia.

La puesta en escena de Carlos Díaz potencia la aridez de la temática. Muy bien apoyada por las potentes voces de Simona Chirinos y Antonieta Colón cuyas voces tejen un vínculo emocional entre “Perla” y el personaje referente de su madre. Los elementos escenográficos fueron los justos y necesarios para completar este corpus minimalista. La iluminación de Dairo Piñeres juega en un tono expresionista con los típicos claroscuros en su composición

En CALLEJERA se aborda un tópico recurrente de la contemporaneidad: la homofobia, sin embargo, lo novedoso en este montaje  es la concepción del personaje del travesti, quien deja de ser la “loca” débil y delicada para ser un jugador de baloncesto callejero con un carácter masculinamente violento.

 

domingo, 12 de octubre de 2014

La cocinera o la lealtad de los pobres.

Cortesía de El Correo del Orinoco

Por Bruno Mateo
@bruno_mateo
@avencrit


La gente de la la Caja de Fósforos en la Concha Acústica de  Bello Monte, Caracas, nos vuelve a sorprender y esta vez lo hace con su montaje LA COCINERA  de Eduardo Machado, el cual está incluido en la programación del  I Festival de teatro contemporáneo estadounidense que finaliza este domingo 12 de octubre de 2014 en la sala de teatro El Dedal; la pieza fue dirigida por Rossana Hernández con las actuaciones de Rubén León, Layla Vargas, Valeria Castillo, Derwin Ernesto Campos y Josmary González.

“La historia comienza con el estallido de la Revolución Cubana, liderada por Fidel Castro, la madrugada de año nuevo de 1959, cuando la familia Santana, cercana a Fulgencio Batista, decide huir dejando en manos de Gladys, la cocinera, el cuidado de su mansión. Gladys, tratará de mantener su promesa durante los siguientes 40 años... a pesar de las vicisitudes a las que tiene que enfrentarse”.  

La pieza plantea desde la perspectiva personal del dramaturgo la dinámica por la que tiene que pasar Gladys, cocinera negra, que aguarda lealmente la llegada de su Patrona, mujer blanca perteneciente a la oligarquía cubana “batistiana” y que ella, en medio de su ingenuidad considera su amiga, después de que  ésta huyera el día de la celebración del año nuevo de 1959 por la llegada de Fidel Castro a la Habana, lugar de la residencia de la señora. Toda la obra transcurre en la cocina de la mansión habanera, por lo cual la escenografía cumplió la función de ser un elemento importante para la dinámica de la historia. Muy bien elaborada basada en una exhaustiva y precisa investigación de la época (años 50 entrando en los 60), igualmente, ocurrió con el diseño de vestuario y la música que ocupó el ingrediente amalgamador de la ambientación realista.

El trabajo actoral de los protagonistas Layla Vargas y Rubén León son de muy alta calidad en cuanto al manejo de emociones, vemos frente a nuestros ojos  cómo van variando una infinidad de situaciones que te introducen de inmediato en el microcosmo de estas personas. Dos personajes perfectamente delineados. Amén de la maestría con que abordan el  estilo naturalista de la actuación y el manejo de objetos en el escenario. También, por su parte Derwin Ernesto Campos con su personaje de primo gai y que nos muestra la cruel realidad que vivieron los homosexuales durante la primera etapa de la Revolución cubana,  hace un personaje encantador y muy humano que llega golpear la sensibilidad del espectador; Valeria Castillo, hace lo propio con sus dos personajes de señora oligarca y posteriormente su hija “mayamera”; sin olvidar la interpretación de Josmary González como  la joven nacida en el periodo “fidelista” que se da cuenta de su realidad cuando se enfrenta con la otra mitad de cubanos que viven fuera de la isla.

LA COCINERA es un montaje que se puede inscribir entre esas piezas que pasan a la reserva de memoria de los espectadores como imborrables por la alta factura con la cual fue ejecutado.





 

sábado, 4 de octubre de 2014

El olvido de Nicomedes

Foto cortesía de Jonathan Contreras

Por Bruno Mateo
@bruno_mateo
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Este viernes 3 de octubre de 2014 se estrenó en el Teatro Alberto de Paz y Mateos, ubicado hacia la av. Andrés Bello de Caracas, antigua sede del grupo Theja y que ahora pasó a manos del Estado venezolano la pieza del uruguayo Ricardo Grasso NICOMEDES O EL OLVIDO  bajo la dirección general de Luis Alejandro Villegas, producción del grupo  Teatral Scenik-arte, obra del género del absurdo, o bien como dice la sinopsis escrita por la agrupación, una pieza que nos conduce a través de un humor inteligente a la reflexión sobre los diversos arquetipos de nuestra sociedad. El elenco estuvo conformado por Francisco Díaz Paco como Nicomedes, Yonyi Alberto Gutiérrez es el hombre, Mariana Calderón (Mujer), el cartero es Julio César Marcano, Melissa Hernández es la modista  y la niña es Ana Victoria Moreno. El diseño de vestuario es de Freddy Mendoza, la iluminación de David Blanco.  La producción general está a cargo de Miosothis Pineda y José Félix Moreno.

El concepto escenográfico de Luis Alejandro Villegas funciona armónicamente para el espacio de representación, dando la sensación exacta de un edificio derruido, tal cual denota el texto dramático, con ciertos elementos que connotan la relación metafórica con nuestra realidad venezolana, tal es el caso de la puerta que dice “La quinta”, la cual abría el proceso para enjuiciar a  Nicomedes y que nunca llegó, y que simboliza el lento proceso judicial de esta Quinta República. La iluminación ayudó a potenciar los ambientes requeridos en cada unidad de acción del drama. La puesta en escena se desenvuelve entre el teatro de la acción física y una naturalidad un tanto farsesca,  sin embargo, en muchas ocasiones los actores perdían esa condición, lo que hacía poco convincentes algunas acciones. La escena de los “títeres-humanos” puede resultar bastante atractiva lo que ayuda al espectáculo a insuflarlo de creatividad.

NICOMEDES O EL OVIDO es una pieza que sale de la estructura tradicional aristotélica recomendada para apreciar la diversidad escénica. Las funciones son hasta el domingo 5 de octubre de 2014.

miércoles, 1 de octubre de 2014

NUESTROS CÓMICOS DE AYER

Rafael Guinand Caracas (1881/1957)

Comencemos por el más viejo que conocí: Lucio Delgado que de barítono, con los años pasó a bajo. Lo recuerdo en “marina” haciendo el papel de Roque. Admirable, poniendo toda su maestría y gracia en las coplas. Una vez se organizó una Marina estupenda. Hizo el papel de Marina su hija maría (su debut). Tan dulce, tan gentil y tan bella, esa misma noche prendo al General Bartolo Yépez que la hizo su esposa, obligándola así a no continuar en las tablas donde se le auguraba una vida de artista. Esa noche representó el papel de Jorge nuestro amigo y tenor lírico Eduardo Corser que con su bella y melodiosa voz arrancó prolongados aplausos al presentarse cantando el saludo a las “Costas de Levante”.

Después teníamos a Jesús Izquierdo, cómico de nacimiento, con una gracia única y una mímica admirable. Nos hacía deleite en todas esas zarzuelas españolas tan en boga en aquel entonces. Donde yo más lo preciaba era en “La Gran Vía” como en “La Marcha de Cádiz”, donde ponía toda su gracia. Luego Saavedra con sus oportunas intervenciones que descuajaba la risa del numeroso público asistente siempre a sus actuaciones.

Pero la gracia criolla estuvo siempre refundida en aquel admirable Rafael Guinand. Como un recuerdo a su ingenio de verdadero artista criollo, me voy a permitir insertar en esta crónica una de la más cómica de su repertorio: “El embrujao”.

“Me siento mal de verdad, verdad. ¡Ahora como que es verdá que voy a cantá las cuarenta! Me siento ese malestá en too el cuerpo, y esa bostezaera, y sobre too, esa picazón en el cuero cabelludo que francamente me tiene más desconfiao que un turco vendiendo por cuotas en “El Silencio”. Lo que trabaja a mi too esto, es que no me han dejao curarme como yo sé, que es como los perros, comiendo yerbita y bebiendo agua, sino que me han entregado en mano de los médicos que francamente es como ponelo a uno al borde de un precipicio. Porque los tales médicos no saben naa, no los saca usted de la quinina, el bicarbonato y los baños de asiento en batea. Porque a mí no me vengan a decí que ninguno sabe lo que tiene el otro, y que agarrándole la muñeca y sintiéndose el pumpuneo del pulso. Y tales inyecciones ipodérmicas que se las sampan a uno, juá, allá le va entre cuero y carne y con una aguja que cose mochila. Y para probarle a usted que tales médicos no saben naa,le voy a contá lo que me pasó con elúltimo que me vido en estos días..."

Ya con la decadencia del teatro, Guinand se dedicó a la radio, donde nos brindó su comicidad e ingenio artístico en sus “galerones” y todavía aún después de muerto nos lega su gracia incomparable en su hija Ana Teresa, a quien Caracas debe rendirle su merecido homenaje.

Ana Teresa Guinand llena páginas de nuestro folklore en la radio y televisión, ha sido la artista nuestra que más se ha acercado a las costumbres y vida de su pueblo, interpretando a cabalidad del ambiente sencillo y rural de nuestra época pasada.

Siempre para los caraqueños, gustaba sobremanera la montura en los escenarios de obras nacionales y más si éstas eran interpretadas por actores nuestros. De allí el éxito que tuvo nuestro Guillermo Fernández de Arcila y que luego, siempre entusiasta la dedicó a clases de declamación.

Todos nuestros costumbristas, siempre tuvieron una obra que presentar. Don Francisco de Sales Pérez, Fernando Bolívar, Jabino Márbol, Nicolás Bolet Peraza, Francisco Tosta García y tantos otros. Los sainetes cómicos de Leoncio Martínez tuvieron grandes éxitos como los delicados pasajes de Eduardo Innes González.

¡Cuánta historia del teatro nos contarían los viejos muros del Teatro Caracas. El fuego en una película destruyó el pasado y de sus escombros nacería un edificio moderno, y ya nadie más se acordaría de aquel simpático teatro de Caracas que fue algo muy íntimo en nuestra vida ciudadana de entonces.

Tomado de Reminiscencias. Vida y costumbres de la vieja Caracas de José García de La Cocha (Año no especificado)

De la biblioteca personal de Efrén Porras

 

Por favor, aún no.