Cortesía de El Nacional. Foto Alexandra Blanco. En la foto Gabriel Agüero
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Por Bruno Mateo
@bruno_mateo
En
la sala Caja de fósforos de Bello Monte
de Caracas vienen realizando, desde su reciente creación, montajes
teatrales sólidos que, desde su misma creación leen, a su manera, la realidad que les tocó vivir. Un trabajo de
hormigas con productos de buena calidad en cuanto a su enunciación y contenido, independientemente de que se puede
estar de acuerdo o no a esas visiones; una de esas piezas nos la trae la dramaturgia
y dirección para teatro infantil de Oswaldo Maccio, quien fuera reconocido en
la primera entrega del premio de la crítica Avencrit 2012 como “Mejor director
para teatro para niños”, titulada “El
día que cambió la vida del señor Odio”.
Este
sábado 22 de septiembre de 2013 dicha pieza deleitó a sala llena de 70 puestos la
obra infantil que nos narra, en un día ficcional, cómo la vida del señor Odio cambia por
completo cuando llega, de repente, un nuevo vecino, el señor Amor.
El
texto es interesante desde el punto de vista de su estructura. Es una uróboros
literaria, en donde se juega con la estrategia de romper la línea convencional entre espectáculo y
espectador. Un elemento usado para el teatro infantil para involucrar a los
niños espectadores con la obra. Los personajes muy bien construidos son
interpretados por Citlalli Godoy como la narradora”; Gabriel Agüero como el
Señor Odio y Orlando Paredes como Sr. Amor, Mamá del Sr. Odio, Dra. Azpalacuata
y Madre superiora. Un buen conjunto, con sus particularidades.
El
vestuario de Raquel Ríos está muy bien logrado,
los diseños como los de la "narradora" y "el señor Odio" con un referente en
las imágenes de los filmes de Tim Burton, logran corporizar las características
de los personajes. La paleta de colores que contrastan de acuerdo a cada
personaje nos lleva a una simbología entre el odio y el amor. La puesta en
escena de Maccio es dinámica, divertida y dirige al público hacia su premisa “del
odio al amor hay un solo paso”.
“El día que cambió la vida del señor Odio”
es una prueba de que el teatro para niñas y niños es también una obra de arte.
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