martes, 24 de septiembre de 2013

[Crítica] El día que cambió la vida del señor Odio.

Cortesía de El Nacional. Foto Alexandra Blanco. En la foto Gabriel Agüero




Por Bruno Mateo
@bruno_mateo

 

En la sala Caja de fósforos de Bello Monte  de Caracas vienen realizando, desde su reciente creación, montajes teatrales sólidos que, desde su misma creación leen, a su manera,  la realidad que les tocó vivir. Un trabajo de hormigas con productos de buena calidad en cuanto a su enunciación  y contenido, independientemente de que se puede estar de acuerdo o no a esas visiones; una de esas piezas nos la trae la dramaturgia y dirección para teatro infantil de Oswaldo Maccio, quien fuera reconocido en la primera entrega del premio de la crítica Avencrit 2012 como “Mejor director para teatro para niños”, titulada “El día que cambió la vida del señor Odio”.

Este sábado 22 de septiembre de 2013 dicha  pieza deleitó a sala llena de 70 puestos la obra infantil que nos narra, en un día ficcional,  cómo la vida del señor Odio cambia por completo cuando llega, de repente, un nuevo vecino, el señor Amor.

El texto es interesante desde el punto de vista de su estructura. Es una uróboros literaria, en donde se juega con la estrategia de romper  la línea convencional entre espectáculo y espectador. Un elemento usado para el teatro infantil para involucrar a los niños espectadores con la obra. Los personajes muy bien construidos son interpretados por Citlalli Godoy como la narradora”; Gabriel Agüero como el Señor Odio y Orlando Paredes como Sr. Amor, Mamá del Sr. Odio, Dra. Azpalacuata y Madre superiora. Un buen conjunto, con sus particularidades.

El vestuario de Raquel Ríos está muy bien logrado,  los diseños como los de la "narradora" y "el señor Odio" con un referente en las imágenes de los filmes de Tim Burton, logran corporizar las características de los personajes. La paleta de colores que contrastan de acuerdo a cada personaje nos lleva a una simbología entre el odio y el amor. La puesta en escena de Maccio es dinámica, divertida y dirige al público hacia su premisa “del odio al amor hay un solo paso”.

El día que cambió la vida del señor Odio” es una prueba de que el teatro para niñas y niños es también una obra de arte.

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