Foto: Nicola Rocco.
Por Bruno Mateo
@Bruno_Mateo
Montar
una pieza del dramaturgo inglés William Shakespeare (1564/1616) es una tarea
apetitosa para cualquier director de teatro o cine, esta vez, le tocó el turno
a Orlando Arocha con su grupo Contrajuego quien junto con el grupo Hebu teatro, en la persona
de Diana Volpe, lleva a cuestas dos empresas para el teatro venezolano, la
primera, haber montado “Macbeth” y la segunda, abrir un nuevo pequeño teatro, con un aforo máximo,
calculo, de 60 espectadores en la antesala de la concha acústica de Bello
Monte, al que le pusieron el muy acertado nombre de “Caja de fósforos” en donde
representan esta obra para el público
caraqueño.
La
historia transcurre en una especie de sala de tanatología para dar la sensación
de una nación muerta. En este “Macbeth”
se da una lectura distinta, lo que produce un significante que pretende
vincular una realidad, interpretada por
el director, sobre la política
contemporánea venezolana y la vida del Rey de los escoceses que gira en torno a
la ambición, el poder y la usurpación. Vínculo débil con poca sustentabilidad argumentativa y mucha impresión personalista del proceso político
nacional de Arocha.
Este montaje nos trae infinidad de elementos
que se articulan para ofrecer una visión un tanto efectista: imágenes
impactantes, ruptura total con las convenciones teatrales tradicionales, cuerpos
desnudos llenos de sangre, el extremo
acercamiento de los actores con el público son algunas estrategias para lograr
una atmósfera apabullante. No hay duda que hay una búsqueda incesante de nuevas
estéticas.
El
trabajo actoral de Juan Carlos Gardié como Macbeth es merecedor de muchos
halagos, un dominio de escena desde su primera aparición hasta la culminación del
montaje. Su interpretación es explosiva, cargado de mucha pasión. Un verdadero
acierto fue la representación de las brujas (hermanas fatídicas) por Simona
Chirinos, Dayana Carmona, Homero Chávez y Dallas Aguirrez. Por su parte, Diana
Volpe interpreta a una Lady Macbeth serpenteante.
Los
dramas de Shakespeare son tan bien elaborados en cuanto a estructura que soportan
cualquier lectura y es perfectamente válido usarlos para hacer paralelismos con una realidad,
aunque esa realidad sea una percepción parcial.
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