Actor José Rodríguez interpreta a Simón Rodríguez / Actriz Nora Manrique interpretando a Manuela Sáenz |
En
un remoto pueblo del Perú.
por Bruno Mateo
En el Teatro Principal en plena Plaza Bolívar de la
ciudad de Caracas el día sábado 17 de noviembre de 2012 a las 7 pm se presentó el montaje “Mis días en Paita”
original de Clemente Márquez, dentro del
Proyecto Teatro para todos los
venezolanos 2012, con la Coproducción entre la Compañía nacional de teatro
y la Fundación Teatro Kirie de Delta Amacuro. La obra nos indica de un diálogo
ficcional entre dos personas que influyeron notoriamente en la vida del
Libertador Simón Bolívar; Manuelita
Sáenz (1797-1856) y Simón Rodríguez (1769-1854) en un remoto pueblo del Perú
llamado Paita. El autor utiliza un hecho histórico real y lo lleva
simbólicamente a escena. La visita del antiguo maestro de Bolívar a una casi
cincuentona Sáenz ocurre cuando éste
contaba con la edad de 73 años y se ganaba la vida haciendo velas. Se trata de un diálogo en donde las
evocaciones `por el pasado de la gesta libertadora y de sus intríngulis llevan
a los dos personajes a un juego de verdades que persigue una reflexión íntima sobre ellos mismos y su
participación en el proceso libertario que se dio en el siglo XIX contra el
Reino de España.
Sobre la Agrupación Teatro Kirie fundada en mayo de 1997
por Clemente Márquez en conjunto con un grupo de artistas del Delta Amacuro,
zona sur de Venezuela, podemos colocar el acento en su carácter experimental de
sus trabajos, en la búsqueda de nuevas propuestas y formas que coadyuven en la
formación del grupo.
Su fundador Clemente Márquez no sólo es dramaturgo sino
que es actor egresado del Taller Nacional de teatro de La Barraca. Su
dramaturgia, que hasta ahora abarca 11 piezas escritas, es de corte histórico y
con una fuerte carga política. También ha experimentado con el teatro para
niñas y niños.
El montaje es un trabajo equilibrado. La disposición
escénica permitió al espectador observar con detalle el progreso narratológico
de la pieza. El chinchorro colocado al extremo derecho del público nos da una
referencia inmediata a nuestra
latinoamericanidad. La iluminación dorada, rojiza y, a veces, azulada nos ubica
en un ambiente alumbrado por velas en donde las sombras nos dirigen hacia los
claroscuros del diálogo. Hay que revisar el vestuario del personaje masculino, las botas no corresponden
a la época, estamos hablando de 1843, cuando Rodríguez hace un alto en su viaje
de Lima a Ecuador para visitar a Sáenz. La puesta en escena fue bastante limpia
y justificada. Se respetó los momentos de pausa. Los silencios muy bien
trabajados. Hubo un ritmo pausado y constante en donde los instantes de
exaltación de los personajes estuvieron cuidadosamente desarrollados. Las
actuaciones de ambos actores fueron convincentes. Acoto aquí que la actriz Nora
Manrique, quien interpreta a Manuela, posee un instrumento vocal afinado. Buena
colocación. Mejor proyección vocal imposible. Su voz era clara. Con una dicción
impecable. El actor José Rodríguez, el “Samuel Robinson” del montaje, en ningún
momento pierde su caracterización de
viejo achacoso. Recomiendo que dosifiquen esta imagen de longevo porque
puede rayar en un estereotipo. Tiene, lo que llamaría Lorca, “duende” en el
escenario. Sus interpretaciones están bien. Creíbles y dieron el salto
cualitativo de la escritura a la verosimilitud escénica. De eso no hay duda. Lo
único en lo que no estoy de acuerdo es
con el concepto y la concepción del personaje de Simón Rodríguez. Tengo una imagen de él más
pasional. A pesar de que era un intelectual, no vivía sumido en sus lecturas,
todo lo contrario. Recuérdese que él participó en la Rebelión de Gual y España.
Él insufló los aires libertarios en Bolívar. Él hablaba y practicaba una
educación fuera de las aulas. Era un hombre de acción.
Para concluir, “Mis días en Paita” es un montaje que
merece ser apoyado para que sea visto por el mayor número de espectadores.
Gracias por visitar a Caracas.
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