de Alexis Alvarado (Bruno)
Ahora con tantas peleas entre los venezolanos por posiciones políticas que parecen ser irreconciliables me viene a la memoria un episodio de mi pasado cuando estudiaba pregrado de Letras en la Universidad Central de Venezuela.
Era una tarde muy cálida tipo 5.30 pm a 6 pm de un día cualquiera del año, creo, 2001. El ocaso en pleno cayendo sobre el edificio de la facultad de humanidades. Desde la ventana del salón veía cómo la luz coloreaba el espacio de un tono naranja pálido. Al fondo, los gritos de las Guacamayas posadas encima de los chaguaramos anuncian la venida de la noche. Esos enormes pájaros de variados colores parecen ser un símbolo de la universidad. Esperaba tranquilo la hora de clases. La asignatura era Teoría Literaria. Los muchachos, varones y hembras, comenzaron a entrar. Recuerdo las puertas batientes del aula. Asemejan dos abanicos que intentan, fallidamente, aminorar el calor. La profesora, una mujer con características bien particulares y fácilmente identificables dentro de un grupo cualquiera, entró con un enorme libro, como siempre, y nos da las buenas tardes. Todo bajo la normalidad de una clase de literatura. Yo me encontraba sentado de primero hacia mi lado izquierdo, derecho de la profesora. Siempre me sentaba de primero en la fila, pero como soy muy alto buscaba siempre a la izquierda para no tapar la vista de mis compañeros. A mi lado derecho, un joven de ascendente argentino con esa pátina de creerse italiano murmuraba. Este chico y yo discutíamos mucho sobre algunos puntos en los cuales no coincidíamos. Pláticas normales de acuerdos y desacuerdos. Aunque ya el ambiente político en el país estaba polarizado sin embargo, entre nosotros no había esa tensión general…hasta ese día.
No recuerdo exactamente de qué hablaba la profesora. Lo único que sé es que en la conversación salió el escritor colombiano Gabriel García Márquez. Uno decía que era el mejor escritor del mundo, otra que su novela “Cien años de soledad” supera a cualquier novela escrita en lengua española, en la conversación aparecieron las más monolíticas sentencias sobre su literatura. Me sentí, de pronto, un personaje más de Macondo, pensé, por un momento que por la puerta iba a aparecer “Remedios, la bella” flotando y se sentaría a charlar sobre su autor y creador. Muchos de mis compañeros repetían argumentos de autores y críticos literarios reconocidos sobre la escritura del colombiano. Mi compañero “argentino” se hinchaba cada vez que decía, a manera, de Oráculo griego o Shamán amazónico, que Gabriel García Márquez era el mejor escritor que la historia haya tenido. Yo no estaba muy convencido de ello. Y de pronto, en medio de un silencio de la conversación, parecido a un conticinio, digo tímidamente: “A mí no me gusta García Márquez”. Hubo un silencio de sepulcro. Faltaba sólo el “Popule Meus” José Ángel Lamas. Todos voltearon y me vieron fijamente. Sentí sus miradas como una ráfaga de balas. El chico argentino me pregunta, retadoramente: “¿No te gusta García Márquez?”. Justo cuando me disponía a responder, todos mis compañeros comenzaron a hablar y hablar y hablar y hablar. Me dijeron que era un ignorante y un atrevido. Que no servía para Letras. Que mi cupo en la universidad se lo debieron dar a otra persona más inteligente. Que…
Al día siguiente, me levanté con esa sensación de derrota. Un sentimiento de culpa pesaba en mis sentimientos. Dudé si de verdad la Literatura era lo mío. ¿Cómo es posible que yo, un simple bachiller que aspira ser Licenciado en Letras, se atreva a cuestionar a un Premio Nobel de Literatura? ¿Por qué si todos en mi grupo coincidían que este escritor era el más grande de la escritura, no podía entenderlo? Así con ese peso de conciencia llegué a mi jornada de trabajo que consistía en leer toda la prensa nacional y hacer un breve resumen de ellas y llevarlas al Presidente de la Institución, mientras pasaba las páginas de un diario nacional, aparece un gran titular ,a modo de revelación divina, que decía: “No me gusta García Márquez”. Era una entrevista hecha al crítico literario oriundo de Nueva York Harold Bloom en donde explica que la obra del Premio Nobel de Literatura 1982 sufre por repetitiva o apela, lamentablemente a “recetas”…hay muchos lugares comunes en la anécdota. No podía creer lo que leía. Yo un ignorante de las Letras, como me habían dicho el día anterior, coincidía con uno de los críticos e investigador más reconocido en el áreade la Literatura. Por supuesto, que recorté la entrevista y la guardé cual tesoro lleno de morocotas de oro encontrado en el mar Caribe.
En la clase siguiente de Teoría Literaria, le pedí un permiso a la profesora y me paré frente a mis ácidos y excelsos compañeros de Literatura, les mostré el recorte y les dije: “No me gusta García Márquez”…Ahora sé que sí me gusta, pero no se lo digan a mis compañeros.
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8 comentarios:
Confieso que el título me dejó estática ante el teclado. Que tú, precisamente tú, a quien sigo y leo a diario sobre todo por la profundidad de análisis y dominio de la literatura, abrieras con ese título un post. Me parecía un error. Ya casi terminando y como justificación recordaba aquello de "para gusto colores". Pero al llegar al cierre, me has dejado una sonrisa triunfante en los labios. Tú precisamente, no debías defraudarme. GRACIAS BRUNO, a pesar del gran escritor y crítico, disfruto mucho con el Gabo, es más perdí la cuenta de cuántas veces me he perdido con Macondo y suspiro con el Amor en los tiempos del cólera.
No hay que ser licenciado o no se quien para decirlo , gusta o no gusta soy colombiano y la verdad no me gusta Gabriel García pero no se lo cuento a nadie porque no lo comprenden o simplemente no les gusta mi indiferencia a tan aclamada obra.
No hay que ser licenciado o no se quien para decirlo , gusta o no gusta soy colombiano y la verdad no me gusta Gabriel García pero no se lo cuento a nadie porque no lo comprenden o simplemente no les gusta mi indiferencia a tan aclamada obra.
A mi tampoco me gusta ese autor, intenté leer dos de sus obras, mejor dicho tres, pero todas las dejé. Aunque no dudo que efectivamente sea lo mejor... quizás yo no se apreciarlo.
A mi tampoco me gusta ese autor, intenté leer dos de sus obras, mejor dicho tres, pero todas las dejé. Aunque no dudo que efectivamente sea lo mejor... quizás yo no se apreciarlo.
Está muy bien que en America Latina se pueda decir NO ME GUSTA GARCÍA MARQUEZ! Aplaudo porque a mi tampoco me gusta. Lo único rescatable son sus ficciones periodísticas. Esas sí son buenas: Relato de un náufrago y Noticias de un secuestro, y no sé si otra más. Personalmente creo que Cien años de soledad es para adolescentes con capacidad de asombro.
Está muy bien que en America Latina se pueda decir NO ME GUSTA GARCÍA MARQUEZ! Aplaudo porque a mi tampoco me gusta. Lo único rescatable son sus ficciones periodísticas. Esas sí son buenas: Relato de un náufrago y Noticias de un secuestro, y no sé si otra más. Personalmente creo que Cien años de soledad es para adolescentes con capacidad de asombro.
Busqué un lugar donde hacer un comentario acerca de que a mi tampoco me gusta la obra de García Márquez, leí El coronel no tiene quien le escriba e intenté con Cien años de soledad y simplemente no hallé nada interesante, no es malo sólo es como dicen en otros comentarios, gusta o no, es válido. prefiero a Benedetti , a Juan Rulfo o Antonio Muñoz Molina (El Jinete Polaco es una novela de este autor, que me pareció muy buena, creo que no es muy conocida pero ganó el premio Planeta 1991).
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