martes, 31 de mayo de 2011

La Guacamaya

de Bruno Mateo.
IG: @brunomateoccs
Twitter: @bruno_mateo


Ahora mientras observo, como siempre, la calle llena de árboles y de gente que transita sin percatarse de que existo dentro de esta gran mole grisácea chorreada por aguaceros de años pienso que hubiera pasado si... ¡No sé qué hora es! Aquí nunca se sabe del tiempo. Atrás de mí se oye a mis compañeros que se levantan con deseos de golpear a cualquiera. Todos me palmean la espalda con mucho respeto. Me llaman “El General”. Todo lo que se hace en este lugar pasa por mi aprobación. Un leve viento roza mi cara. Huele a libertad. ¿Se podrá echar uno pa´trás? ¿Habrá alguna forma de hacerlo? Creo que me he puesto sentimental. Nadie se debe dar cuenta de eso. Sería hombre muerto. Hoy llega un muchacho nuevo. Tiene que pasar por el consentimiento del grupo sino será cadáver en poco tiempo. Y eso no es fácil. Al final, me haré el duro, pero se convertirá en mi protegido. No me gusta que le quiten la vida a nadie.  Esto es un ciclo que se repite. Pareciera que fuera una especie de vida paralela a la normalidad.  Afuera la gente pasa como si este edificio no ocupara un espacio. Ver por esta pequeña rendija me hace sentir que soy una persona.  Aunque haya desaparecido en mi todo roce social. Aquí hay machos no hombres y yo ahora soy macho. Se oye un grito de dolor. Seguro que golpearon a alguien. ¿Cuándo vendrá el chico nuevo? Me contaron que es un pobre chamo que robó un teléfono celular. Pienso lo que va a sufrir  solamente por  quitarle a alguien un aparato hecho por los gringos. Ahora, sé que no vale la pena. En mi ventana imagino otro mundo distinto a éste. En este cuadrito de pared que me permite ver  el bello cerro de Caracas. Me sorprende que aún persistan en mí, palabras bonitas.  Creo que uno de mis hombres me llama. No importa. Todavía tengo un momentico para ver lo que siempre espero ver antes de entrar en este infierno. Por ahí oigo sus gritos. Me emociono únicamente con verla. Los chirridos se acercan y yo intento salir por entre los barrotes. Ahí está.  Siempre miro, desde mi prisión,  cruzar a la Guacamaya que sobrevuela la ciudad.


Caracas, Venezuela
2011


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