lunes, 16 de agosto de 2010

“Minorías sexuales en las ciudades. Espacios territoriales, simbólicos, virtuales e imaginarios”.



¿SUJETOS SIGNIFICATIVOS DENTRO DEL ESCENARIO? PRESENCIA Y PARTICIPACIÓN DE LAS MINORÍAS GLBT EN LOS ESPACIOS TEATRALES DE CARACAS.

JOSÉ ANTONIO BARRIOS VALLE.


¿Se encuentra el colectivo GLBT adecuadamente representado en los espacios teatrales de Caracas? ¿Su participación como espectador y como sujeto activo en las obras representadas, a nivel de dramaturgia y de puesta en escena es la adecuada de acuerdo a sus derechos civiles? ¿Se puede sentir identificado con esos espacios territoriales, simbólicos, virtuales e imaginarios del ámbito teatral? Se reflexionará sobre esos tópicos partiendo de una investigación documental así como de la experiencia obtenida por el autor como actor y dramaturgo. Se planteará los resultados y avances obtenidos por el colectivo GLBT en esos espacios y las conclusiones resultantes de la investigación.

En Venezuela hasta hace muy poco tiempo las obras de teatro que abordaban la temática de la cultura GLBT estaban inmersas en los prejuicios existentes en la mayoría heterosexual dominante de la sociedad y cuando aparecía un personaje homosexual por ejemplo, solo era como objeto de burla o de humor barato, el estereotipo de la loca despojada de cualquier humanidad solo para manipular al público con chistes la mayor parte irrespetuosos para el colectivo GLBT, prevaleciendo más el espíritu comercial que el caráter de calidad de una puesta en escena, y por otro lado, la falta de peso en la creación de estos personajes. En los últimos años esta situación ha ido cambiando con la presentación de obras relacionadas íntimamente con la diversidad sexual desde un abordaje mucho más serio. Hemos seleccionado una serie de ejemplos que se pasean con respeto por la cultura de los Gays, Lesbianas, Bisexuales y Transgéneros (GLBT) los cuales iremos analizando en el desarrollo de la ponencia.

Se pretende en la nueva dramaturgia adentrarse en el múltiple mundo de las minorías sexuales con el propósito de descubrir las facetas más humanas de esta comunidad universal, víctima, muchas veces, de la incomprensión y la intolerancia.
Los dramaturgos y las obras seleccionadas abordan desde la óptica de la comedia, el drama o en textos de tono experimental, la problemática, los deseos y las aspiraciones de seres diversos en su sexualidad pero idénticos al resto de la sociedad en la expresión de su humanidad. Así, las visibles diferencias de este segmento social, reflejadas en las obras nos llevan a reconocerlos como seres humanos que disfrutan o padecen la vida como el resto de los mortales. Tienen un rostro similar a cualquiera de nuestros vecinos, amigos o familiares.
Es innegable el aporte de los creadores, técnicos y actores GLBT e incluso heterosexuales al universo del teatro en fechas recientes mostrando la realidad y aspiraciones de las minorías sexuales.

Autores y directores conocidos o emergentes aportan su particular mirada a este universo de personajes y emociones que nunca pierde esa especificidad de lo diferente que es su característica fundamental.

La sexualidad y lo erótico emergen constantemente en muchas de esas obras, corroborando la enorme importancia del sexo en el universo GLBT. La mirada propia también está presente, lo que nos acerca más en contenido y estilo a nuestra realidad en sus diferentes entornos sociales plagados todavía en pleno siglo XXI de prejuicio y rechazo.

La variedad presente en la muestra que estudiaremos nos revela un abordaje dramaturgico diferente no sólo en cuanto a sus historias sino también en sus propuestas formales y estilos, lo cual promete un futuro diferente, y nos da una visión de la fortaleza de esta dramaturgia, hasta ahora parcialmente oculta al gran público, pero con la expectativa de convertirse en universal a medida que se consolida como la imagen de un importante y numeroso colectivo que trasciende fronteras, religiones y clases sociales.

Incluso en la nueva dramaturgia se han planteado historias y personajes que nunca antes se habían tocado como por ejemplo el de la transexualidad A pesar de su significativo aporte en los avances obtenidos en la lucha de los derechos del colectivo GLBT, a los travestis y transgéneros se les continúa ignorando inclusive dentro del mismo colectivo. En casi todo el mundo, la cara visible de la comunidad o colectivo en muchos casos son los trasvestis y últimamente también los transgéneros, incluso en Stonewall, especie de “toma de la Bastilla” para esta comunidad, quienes propiciaron la revuelta de 1969 en Estados Unidos eran transformistas o travestís.

En el libro de Hernán Marcano “El Travestismo Teatral” se plantea que el travestismo relacionado con el teatro venezolano “representa un atractivo escénico de gran impacto, medido dentro de las normas de un depurado trabajo detallado del personaje travestí y que de solo significar en un hombre o una mujer la determinación de optar otra apariencia ajena a la suya, acarrea, sin lugar a dudas, un mundo complejo tanto en su interioridad como en su parte externa, lo cual representa una gama de conflictos que para el fenómeno teatral seria rica y dramáticamente explotable”.
Históricamente han sido los transformistas y transgéneros y -por motivaciones de índole personal y colectivo - quienes han confrontado estas democracias tan desiguales en relación a los derechos de las personas a consecuencia de su identidad de género y/o por sus prácticas sexuales 'diversas' a las públicamente concebidas y aceptadas como 'normales'. Al cuestionarlas han logrado cambios y transformaciones paulatinas dentro de sus distintos espacios y contextos culturales en el 'mundo occidental', son luchas por un mundo social menos opresivo para los que tienen un género diferente y para las minorías sexuales de todo tipo.

En el teatro venezolano los travestís también han sido la punta de lanza del colectivo GLBT. Nos encontramos con obras pioneras como: “La Revolución” de Isaac Chocrón, “Madame Pompinette” de José Gabriel Núñez; “Cuatro Esquinas”, “Señoras”, “Calígula”, “Salomé”, “Marilyn”, “Jav y Jos” de José Simón Escalona, “La Última Noche de Fedora, la Vampiro” de Ibrahim Guerra, “Detrás de la Avenida” de Elio Palencia y “Mr Juramento” de Néstor Caballero”. Obras que tuvieron en su momento una gran afluencia de espectadores a los teatros donde se representaban.

En Venezuela ha sido el dramaturgo Elio Palencia uno de los primeros en reflejar la historia de un personaje transgénero en su exitosa obra tanto de público como de critica, hablamos de “La Quinta Dayana”.
El Grupo Bagazos presentó “La Quinta Dayana”, pieza que cuenta la historia de una venezolana residente en Canadá, en pleno proceso de transgénero, quien llega de visita al país antes de convertirse física y legalmente en una mujer, lo cual ya era de conocimiento de sus parientes. Este montaje, merecedor del premio Municipal de Teatro 2007 en las menciones Mejor texto (Elio Palencia), actriz (Elaiza Gil) y actriz de reparto (Francis Romero); se desarrolla en una casa que lleva el nombre de la protagonista, quien tras una larga ausencia llega a la vivienda que le ha regalado a su familia con su amiga Katy y con una solicitud que desata una cantidad de sentimientos encontrados. Elio Palencia, en esta ocasión nos regala una trama llena de humor y ritmo tropical, que más que respuestas quiere plantear preguntas acerca de las recurrencias en el modo de ser de los venezolanos. Es una obra que se atreve a tocar temas serísimos disfrazados con una buena dosis de absurdo, sarcasmo y humor. Es una historia que nos reta a evaluar nuestra idiosincrasia, asumir riesgos, que habla de intolerancia y aceptación, nos confronta con diversas posiciones en la vida ante, entre otras, la realidad del transgénero dentro del seno familiar.

También más recientemente hemos visto representado el tema de la transexualidad en los escenarios con la obra de Mario Vargas Llosa, “Al pie del Támesis”.
Dentro del plano de la cotidianidad organizativa social es aún muy difícil y complejo desarrollar una vida en términos de igualdad como sujeto de derechos para las personas GLBT, a consecuencia de que se mantienen las viejas estructuras discriminatorias macro sociales en la cotidianidad del día a día. Esto se puede ver fácilmente en varias áreas como la de salud, educativa y laboral donde sí una persona deja conocer una identidad sexual y/o de género diversa a la heteronormada, usualmente no recibe la atención adecuada. En prácticamente todas las instituciones privadas y de orden público, suelen ser sancionadas e inclusive expulsadas por su identidad sexual y la mayoría de estas personas no tienen acceso a una plaza laboral digna o inclusive pueden truncar sus estudios y/o perder su trabajo a consecuencia de su identidad. Existen espacios territoriales donde esta realidad es ligeramente diversa como en el mundo cultural. Por supuesto con la excepción de los medios de comunicación que siguen deformando la realidad del colectivo GLBT.
En el mundo del teatro hay mayor permisividad y tolerancia con las conductas sexuales diversas, pero desde el poder de algunas instituciones tanto públicas como privadas sigue deformándose de manera continua y malsana la realidad del colectivo GLBT. Algunos creadores esconden su preferencia sexual y no se atreven a salir del closet ya que su entorno laboral podría verse afectado, especialmente si deciden incursionar en el medio televisivo además del teatral.

Es necesario analizar los medios de comunicación en relación con una sola opción sexual, la heterosexual dominante. Se parte de un principio básico que los propios medios de comunicación suelen negar, y es que la información nunca es objetiva. Desde el momento en que utilizamos el lenguaje, seleccionamos palabras, noticias, formas de expresarnos, estamos utilizando criterios subjetivos, con presupuestos, con ideología. Se escoge qué decir y cómo decirlo y nunca de manera ingenua o sin un trasfondo oculto. En este sentido lo primero que hay que decir es que los medios de comunicación no son meros transmisores de información, no se dedican sólo a contar la realidad tal cual es, informar, sino al contrario a manipular esa realidad concreta según sus intereses y prejuicios. Los medios crean imágenes, ideas, opiniones, categorías, tienen una influencia enorme en la sociedad, configuran a la propia sociedad. Y lo hacen desde un punto de vista, el de ellos.

Al ver la televisión, escuchar la radio o leer la prensa el punto de vista es siempre heterosexual, nunca diverso. Esto es importante porque es lo más difícil de percibir, es un punto de vista tan arraigado y tan generalizado que sencillamente no se ve. Por ejemplo cuando se informa sobre un asesinato y la victima es del colectivo GLBT siempre se presenta como si hubiera buscado de alguna manera lo que le pasó.

Con un alarmante error de perspectiva: la culpa está en cierto modo del lado del asesinado, hay algo en él que tiene que ver con ser asesinado, es diferente, y eso parece la causa del asesinato y pasa a ser casi una justificación. Lo vimos recientemente incluso con el caso del cruel asesinato de un periodista de la televisión, donde sus propios compañeros seguían con el discurso dominante y sectario. En el medio teatral estos prejuicios eran trasladados a las obras que se llevaban a la escena hasta hace poco, que ha ido apareciendo un nuevo abordaje en cuanto a las historias y la manera de representar a personajes con una sexualidad diferente a la heterosexual.

En la obra teatral “Penitentes” de Elio Palencia se revisa crudamente la intolerancia y la indiferencia de la sociedad política y religiosa de nuestro país, teniendo como punto de partida tres perspectivas de homosexualidad que se entrecruzan por la fuerza de sus pasiones. El autor pone sobre el tapete a tres personajes (un cura, un estudiante y un buscavidas) cuyos destinos se atarán un sábado por la noche en un discoteca gay de la capital. A partir de ese momento, la fuerza de la acción dramática nos remitirá a una historia de revelaciones y confesiones de alta tensión que vuelven añicos una cantidad de tabúes y falsa moral de la sociedad venezolana. La pieza está destinada a abrir polémica por su tema corrosivo y desgarrador, pues está inspirada en el caso de la muerte de un alto mando eclesiástico, ligada a una clandestina vida homosexual y a circunstancias criminales que motivaron un enfrentamiento entre el gobierno y la iglesia del país. La pieza revisa crudamente la intolerancia y la indiferencia de la sociedad política y religiosa de nuestro país. Elio Palencia establece con “Penitentes” todos los parámetros políticos y sociales que se pueden escindir de un triangulo amoroso que plantea desde el principio situaciones discutibles y polémicas de nuestra realidad como el matrimonio homosexual, el celibato, la inseguridad social, la prostitución y la tergiversación mediática. El autor ausculta la presencia de la culpa, no solo en los personajes sino en las instituciones que paralelamente la ejercen sobre ellos, sea el gobierno, la oposición, la iglesia o los medios de comunicación. Penitentes es una pieza sin anestesia que no deja que el escándalo paralice y que solicita un publico movilizado y libre de ataduras políticas, sociales y religiosas. Una pieza hecha para poner el dedo en la llaga sobre situaciones aun no esclarecidas ni resueltas por los altos estamentos de la sociedad y ocultas bajo el velo de la hipocresía, el amarillismo, la intolerancia y la impunidad.

Los medios de comunicación tienen un punto de vista heterosexual, y eso tiene efectos en la imagen que se hace la sociedad del colectivo GLBT. Hay otra cosa que quizá parece obvia pero que conviene decir: partimos de un marco social donde existe discriminación y fobia hacia el sexo diverso, donde su integridad se ve amenazada a menudo.

A partir de esto, podemos ver la responsabilidad que tienen los medios de comunicación en la consolidación de dicha fobia o en lo contrario, y también podemos ver qué tipo de representación ofrecen de los sexos diversos, porque van a ser esas representaciones las que van a influir en nuestras vidas. Es importante destacar la palabra “representación”, entre otras cosas por algo: la mayoría de la sociedad no ha tratado nunca con un gay o una lesbiana, quiero decir sabiendo que lo son, de manera que el único acceso o el único conocimiento que tienen se basa en las imágenes, en lo que han oído o leído o visto sobre gays, lesbianas, bisexuales o transexuales.

En esto el régimen del armario es fundamental: en una sociedad que amenaza las orientaciones no heterosexuales con el odio y la agresión, la mayoría de los gays, lesbianas, bisexuales y transexuales se esconden, no muestran con naturalidad sus deseos ni sus afectos, como hacen continuamente los heterosexuales. El lugar vacío dejado por los que están en el armario –la inmensa mayoría- es ocupado por una REPRESENTACIÓN, por noticias, fotos, textos que hablan sobre nosotros, pero sin que el colectivo GLBT tome la palabra, salvo en algunas ocasiones.

Un ejemplo: en la manifestación del orgullo gay donde hay una gran cantidad de personas. Como se puede imaginar, hay de todo, señores con el perro, jóvenes, mujeres, barbudos, gordas, delgadas, de todo. Pues bien, los medios de comunicación sacan sistemáticamente las imágenes más pintorescas o estrafalarias, del tipo “muchacho disfrazado de mujer y con boas de pluma”, que es algo muy legítimo, pero que no representa para nada la diversidad de los asistentes al acto ni su carácter reivindicativo y colectivo. Lo más importante de este ejemplo es que ya hay una construcción mediática desde hace mucho tiempo de que las personas con sexualidad diversa son una especie de bicho raro a los que solo les interesa vestirse de mujer y pegar alaridos, y esa es finalmente la única imagen que transmiten a la sociedad.

No se trata de ninguna manera de censurar ningún comportamiento ni se propone convertirse en personajes respetables y normalizados para no dar la nota y ser aceptados. El uso de la pluma es algo sobre lo que tienen que decidir sus propietarios, no los medios de comunicación con una intención manipuladora. Ni tampoco el espectáculo teatral para burlarse de las locas y perpetuar la discriminación insultando con total impunidad. En el escenario la REPRESENTACIÓN de los personajes del colectivo GLBT están empezando a mostrarse con el rostro que merecen.

También es significativo dónde se colocan las noticias sobre el colectivo GLBT, aparte del hecho de que rara vez alcanzan la portada de un periódico o los titulares más importante del telediario. Esto da muestra del poco interés que tienen para los medios la realidad de este sector de la colectividad. Poco interés como objeto de noticia, pero también como sujeto implicado y que tiene mucho que decir.
La creación de opinión mediante nuevos enfoques en los textos dramáticos, está empezando a mostrar al público consumidor del hecho teatral un nuevo rostro donde el colectivo GLBT no es mostrado desde las relaciones de poder y del odio de ciertas instituciones políticas y religiosas como pecadores, enfermos mentales, como seres anormales y desviados.

El caso más curioso de tratamiento informativo es el que se da con las lesbianas, sencillamente porque no existe tal tratamiento. Y como los medios configuran la realidad, la realidad para mucha gente es que las lesbianas no existen. En los medios hay un silencio muy llamativo, una omisión continua, una ausencia de las lesbianas como sujetos sociales, como creadoras, artistas, trabajadoras, productoras de discursos y formas de vida, con problemáticas propias, con reivindicaciones. Nada de su mundo o sus mundos trasciende en ningún medio. Quizás una de las pocas excepciones donde se muestra su existencia real sea en el teatro. Tenemos obras como: “Secreto a voces” de Totti Vollmer, “Las novias de Travolta” o “Brujas” para mencionar las más recientes, donde las lesbianas aparecen con personajes que la hacen visibles.

Para terminar un rápido análisis de los medios de comunicación, quiero insistir en la responsabilidad de los propios profesionales de los medios, debemos recordarles que son creadores de opinión y que deben evitar ese tipo de manipulaciones donde se promueve directa o indirectamente la discriminación contra el colectivo GLBT.
Es importante para los dramaturgos no caer en esas identificaciones que nos ofrecen los medios de comunicación, sino ser capaces de representar formas de identidad y de vida, que disuelvan esos estereotipos que intentan ceñir al colectivo en categorías de conducta o de moda.

Desde la década de los setenta el colectivo GLBT ha asumido una identidad política, accediendo a la palabra y a los espacios públicos. Los desórdenes del Stonewall, el 27 de junio de 1969, remecieron con fuerza la identidad sexo diversa en todo el mundo.

El pensador francés Foucault comprendió que la mejor forma de resistir a los discursos dominantes era denunciar sus estrategias, ya que los discursos pueden desarticularse y funcionar satisfactoriamente, incluso contraviniéndose a sí mismos. La relación establecida en el binarismo heterosexualidad / homosexualidad marca la distinción entre un adentro y un afuera, reafirmando el modelo hegemónico.
El homosexual, es creado como el otro infame que se arma con los elementos de la coerción. “sujeto de la sin razón”. Pierre Bordieu ha denominado a esto “la violencia simbólica”, que se instituye a través de la adhesión que el dominado se siente obligado a conceder al dominador Asimismo sostiene que las estructuras de dominio, se construyen en relación a “sistemas binarios de poder”.
Esta “maquinaria binarista del deseo” produce discursos y a su vez sujetos. Es por ello que Foucault ha señalado que el poder nos envuelve a todos.

Foucault señala que el poder ha transformado sus mecanismos de control desde la época clásica, generando una proliferación de discursos sobre el sexo en el campo del ejercicio del poder. El sistema burgués lejos de establecer una represión del silencio incita la producción discursiva, ligándola a la sexualidad mediante una incitación política, económica y técnica al hablar del sexo. La constitución del espacio privado y la subjetividad se signan de esta economía, ya que ésta funciona produciendo nuevos discursos que clasifican nuestro deseo. La “política del closet” es un ejemplo claro de este sistema, si estamos dentro se nos incitará a salir, pero si confesamos nuestra condición, se nos castigará por ello.

Frente a este dilema la reserva pareciera ser lo más adecuado, pero la política del closet preservada por el discurso homofóbico, presenta a la heterosexualidad como un hecho obvio que puede ser conocido universalmente. Es por ello que la invisibilidad refuerza los mecanismos de coerción, pero al emerger nos volvemos blanco de control, tal como ocurre con lugares de ambiente gay (discotecas y bares) convertidos en ghetos de vigilancia. Frente a esta paradoja Foucault señala: El objetivo de una política opositora no es por lo tanto la liberación sino la resistencia.

En los años ochenta con la aparición del SIDA mediante la lucha contra la enfermedad gays sanos y enfermos solidarizaron y extendieron sus redes hacia todo el espectro social. El hecho de que se haya visualizado a los gay como sujetos y hasta cierto punto tolerado, se debe al anhelo que muchos albergaron en ese momento de que esta violenta visibilidad derivada del SIDA se convirtiera asimismo en una pronta invisibilidad. Pero la enfermedad lejos de aniquilar las formas de vida gay las reordenó.

Es así como los gays intervinieron en políticas de salud pública y en planes de auto-resguardo, el saber descendió hasta las bases por medio de talleres de información de contagio y control de la enfermedad. Pero quizás lo más significativo fue la creación de un sistema relacional de afectividades y solidaridades que se estableció.

Al subvertir las estructuras del conocimiento las organizaciones del SIDA se empoderan como contradiscurso, al entrar en contacto con las geografías del placer sexo diverso. Los talleres de educación sexual realizados por la y su acceso a espacios del deseo, repartiendo condones en discoteca de ambiente o en otros espacios como los saunas, etc, reorienta los canales por donde transitan usualmente las tecnologías reguladoras de vida denominadas por Foucault como “biopoder”. Al subvertir las jerarquías del conocimiento los movimientos gay pasaron de ser de objetos social y científico de estudios a sujetos empoderados y productores de discursos.

En sociedades donde es hegemónica la moral católica existe una gran permisividad clandestina, al lado de un discurso culposo. Así, es posible consentir en el placer —porque en el presente lo que prima es la gratificación— pero queda negado el cortejo o enamoramiento público. En tanto pecado, el deseo homosexual sólo existe cuando se le pronuncia en la confesión. Como dice el dicho popular “háganlo pero no lo digan”.
Ello, sin embargo, no hace olvidar a los realizadores una verdad incuestionable: pese a las conquistas, el contexto sigue siendo difícil, el mundo parece estar siempre en contra, como quiera que ha sido diseñado por los otros, los “normales”, de modo que choca perennemente con los gays, lesbianas, bisexuales y transgéneros que tienen el valor de asumirse, y con ello, enfrentarse al resto de la sociedad.
Por otra parte, la condición de víctima, de minoría incomprendida y discriminada del colectivo GLBT, no ha evitado los imprescindibles enfoques negativos. La solución, sin embargo, nunca sería (como opinan algunos) la creación de guetos, de espacios-para-el colectivo GLBT, lo cual implicaría (auto)marginación complaciente, tal como sucede en otras sociedades: a un lado están los negros, al otro las prostitutas, más allá los latinos, más acá los asiáticos y después los gays, las lesbianas, etc. Hay organizaciones (sociedades) para negros, para latinos, para judíos… y así cada minoría está controlada, la sociedad fragmentada y el poder diga reconocer las minorías, a las que concede un lugar bajo el sol… pero allá, donde no molesten, o donde se posibilite virar la cara en otra dirección, porque en realidad siguen considerándose las “manchas” de ese sol.

En realidad, de lo que se trata es de marchar hacia la plena aceptación del sujeto de sexualidad diversa, en los espacios sociales de todos. Aceptación y no tolerancia. Y ello sólo es posible concebirlo dentro de un modelo de sociedad profundamente humanista y democrática, como la que deseamos y por la cual se debe luchar.

Por otra parte está el impacto del SIDA y la correspondiente lectura que la mentalidad social y la prensa oficial achacaron solo a los gays — casi como una culpa original— de manera que regresa la clasificación clínica (y cínica) de la homosexualidad por una parte y la criminal por la otra: son unos enfermos o unos delincuentes; ambas marginalizan y criminalizan la condición sexo diversa.
Hacia algo bien concreto, no por lejano menos tangible, debemos buscar la participación, la aceptación más que la tolerancia, la comunión de los unos con los otros, al margen de las tendencias, ese sueño ojalá no lejano de que en un bar beban juntos , alcen y choquen sus copas, homos, heteros, bi, mujeres y hombres sin otra militancia que la condición humana.

Concretamente el decenio de los 90, con todos los cismas sociopolíticos que acaecieron en el mundo y que repercutieron inevitablemente en nuestro país significa un paso de avance respecto al reconocimiento de los homosexuales y sus derechos, que ha llegado, como es sabido, a la aceptación de la unión legal y la adopción en diversas partes del mundo, como recientemente se ha conocido y divulgado.
Paradójicamente, el desafortunado incremento del SIDA en la sociedad (dentro de cuyas estadísticas se revelan no pocos casos con esta tendencia) implica también una mayor consideración oficial, que incluye excelentes planes médicos y sociales, totalmente gratuitos (pese a los elevados costos que ellos acarrean) , para todos los afectados, al margen de las preferencias sexuales.

En este contexto el dramaturgo Marcos Purroy escribe, produce y monta su pieza “Anatomía de un Viaje”, una de las primeras obras que en los 90, abordaba el tema del Sida. Elio Palencia escribe su obra “Habitación Independiente para un Hombre Solo” también sobre ese flagelo. Se estrena la obra Ganadora del Premio “Esther Bustamante” del Nuevo Grupo de 1991, “El último Brunch de la década” de David Osorio, bajo la dirección de Daniel Uribe, la cual es una pieza cuya temática central es el miedo a la muerte, miedo presente en los cuatro personajes y sobre el amor y la amistad en los tiempos del sida. Ugo Ulive estrena “Escrito y Sellado” de Isaac Chocrón, esta pieza trata también sobre la temática del flagelo del sida, que va a ser una constante en la dramaturgia de finales de siglo
Citamos de nuevo a Hernán Marcano en su libro “El Travestismo Teatral” de 2006 con la siguiente sentencia: “ Siguen las temporadas teatrales con sus aciertos y desatinos, con sus propuestas de arte y de lo comercial, y también siguen subiendo a escenas nuevos travestís, gay, drag queen y homosexuales, manteniendo un atractivo expectante en un público cautivo, en opinión de muchos, sirve de catarsis colectiva en los tan ajetreada y estresante cotidianidad en la que se mueven, en una sociedad en crisis, donde la violencia le resta al esparcimiento cultural, donde el bochinche político asfixia a un espectador que prefiere sumergirse en lo mágico-fantástico de estos personajes, que en medio del oropel, desnudan sus almas y sus cuerpos buscando su propia reivindicación, a través de los aplausos y las risas de un público trasnochado que huye de reflexiones filosóficas que tengan que ver con la naturaleza humana de los oprimidos. Por lo contrario prefieren quedarse con los ídolos creados por la televisión, el cine y la publicidad, ventanas de escape ante tanto agobio, optando por disfrutar el “sueño” de estos personajes llamados gay, drag queen, travestí, homosexuales o simplemente “maricas” y que mantienen siempre la distancia que los separa del escenario y las butacas al igual que de la realidad a la que pertenecen”.

Podemos concluir entonces que con la incorporación del sujeto GLBT al arte y la literatura en el mundo entero el teatro empieza a despertar del letargo, comienza como a enterarse de que existe tal modalidad ontológica, y tímidamente la va “invitando ”a participar en sus relatos. Es necesario entonces un relato sobre la tolerancia, un llamado a la comunicación entre diferentes, y un respeto a la otredad. Sin embargo, aún cuando todo eso resulte indiscutible, no lo es menos que, se incorpora al personaje GLBT como protagonista y como sujeto (tanto dramático como narrativo).

La dramaturgia, aporta entonces acercamientos y logros parciales (que ya es algo, cierto) pero en ningún caso, el toro se ha tomado por las astas. Seguimos esperando. El sexo diverso, en tanto sujeto participante de la sociedad, elemento activo de las transformaciones que su devenir dialéctico va generando día a día, merece y exige un sitio en la escena nacional.

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