viernes, 13 de agosto de 2010

EL EGOISMO


Sólo cuando desaparece el Ego y surge la conciencia podemos pensar con el corazón.

La persona egoísta está centrado en si misma y vive en un mundo cerrado.El egoísmo es diferente al amor propio, que es necesario y saludable, porque el egoísta no siente amor hacia su persona sino desprecio y quiere todo para él porque se siente miserable y vacío.

La diferencia entre el amor propio y el egoísmo es que mientras el primero es el sentimiento de respeto por uno mismo, que no puede ceder su propio espacio, el segundo es la pretensión de utilizar a los otros para su propio beneficio, manipulándolos como objetos.

Buda decía que si la gente no se odiara tanto a si misma, habría menos sufrimiento en el mundo, porque el odio hacia si mismo se proyecta con agresividad y violencia.
El hombre egoísta está solo y aislado, por eso trata de llenar su vida con objetos. Su personalidad puede ser depresiva con rasgos obsesivos.
El egoísta se va quedando solo por elección, porque es incapaz de compartir nada.
El egoísta según Freud, o avaro, tiene un trauma en la etapa sádico anal. La fijación en esa etapa produce un modo de relación sadomasoquista y un apego desmedido por el dinero (símbolo de las heces) del cual no quiere desprenderse, por placer, recreando el mismo placer infantil que le producía la contención de las heces.


Un Cuento para Pensar


El Egoísta

La única razón por la que vine es para contarles un cuento, dijo el viejo al entrar a unos cuantos hombres que ocupaban una mesa en la taberna de ese oscuro pueblo perdido en las montañas.

Hacía frío y aunque no era tarde, pocos se atrevían a salir por la copiosa nevada; y sólo la tenue luz de los faroles intentaba abrirse paso a través de la nieve, logrando apenas iluminar la calle.

El recién llegado se acercó al fuego para calentar sus manos y se sentó frente a ellos sonriendo, mientras observaba con picardía las caras ansiosas de sus amigos que esperaban impacientes su relato.

Había una vez un hombre muy egoísta que vivía en un pequeño pueblo. Se mantenía con una renta heredada y pasaba todos los días del año encerrado en su casa. En eso consistía la vida para él, en una continua sucesión de días con sus noches, durante la mayoría de las cuales le resultaba muy difícil conciliar el sueño.
Le complacía contar su dinero a diario como un ritual, para guardarlo luego en una antigua caja con candado.

Un día, se desató en esa región una gran tormenta que duró varios días. Grandes inundaciones asolaban esa comarca y mucha gente estaba en peligro de morir ahogada sin la posibilidad de que nadie la socorriera. Los servicios de salvamento resultaban insuficientes y la ayuda que podían brindar era escasa.
El hombre egoísta, que vivía en la parte alta del pueblo, se pasaba largas horas mirando caer la lluvia a través del vidrio de una pequeña ventana, indiferente a los padecimientos de sus vecinos, mientras pensaba interiormente qué suerte tenía de vivir en ese lugar tan alto mientras otros infelices se estaban ahogando.
Su egoísmo no consideraba la posibilidad de prestar ayuda y aplacaba su conciencia pensando que era muy difícil que alguien viniera a salvarlo a él si estuviera en peligro.

Pero esa noche tuvo un sueño. Soñó que su casa había sido alcanzada por la correntada y que él estaba a punto de hundirse en el agua. Había creído hasta ese momento que estaba preparado para enfrentar a la muerte, sin embargo en su sueño comenzó a gritar desesperadamente pidiendo ayuda.
Se despertó gritando todavía, con la desesperación propia del que sabe que nadie lo oye ni acude para salvarlo.

La lluvia había cesado y sólo se escuchaba el silencio, porque hasta los pájaros habían huido hacia otra parte.
Se puso las botas y su gruesa capa de abrigo, y se presentó en la parroquia, donde se estaba organizando una campaña de ayuda a los damnificados.

Bastó sentir la desesparación que sentían los otros, para poder tomar conciencia sobre los demás. Para poder darse cuenta que existían otros fuera de su mundo tuvo que sentir el mismo dolor que ellos y verse en las mismas situaciones, y no por elección propia ni por solidaridad, sino porque el miedo lo llevó a ponerse en el lugar del otro a través del sueño.


Filosofía sobre el egoismo

El egoísmo moral, o egoísmo ético, es una doctrina ético filosófica que afirma que las personas deben tener la normativa ética de obrar para su propio interés, y que tal es la única forma moral de obrar, sin embargo permite realizar acciones que ayuden a otros, pero con la finalidad que el ayudar nos dé un beneficio propio tomándolo como un medio para lograr algo provechoso. Afirma que la validez de una teoría o praxis se encuentra en su aportación directa a la edificación positiva y responsable del yo o desarrollo personal.

El egoísta moral se basa en la afirmación de sí mismo; que lo convierte en su propio soberano al volverlo consciente de su realidad moral y personal. La realidad es la de su propia existencia y su vivir en una realidad determinada, que si cada persona se preocupa por cumplir sus intereses individuales estaremos mejor en conjunto. Está vinculado a la dimensión moral de formas de subjetivismo o solipsismo radical.

Lógica privada y autoedificación

El sentido del yo y sus intereses sólo pueden ser determinados o interpretados por el yo mismo; dentro de esta lógica se encuentra el principio de acción moral del egoísta. Frases como lo personal es lo real de Soren Kierkegaard o mi causa es lo mío de Max Stirner reflejan este criterio. La base para juzgar el beneficio propio es el nivel de edificación o desarrollo personal que produce a nivel material, intelectual y emocional.

La edificación de uno mismo es el resultado y el objetivo del ejercicio responsable de la soberanía individual cuando a través de ésta se logra autodeterminación y autorrealización . Esta actitud ética del egoísta moral, ha sido explicada por medio de figuras identitarias como: el único o el subjetivo

Tipos de egoísmo moral

Tres diferentes formulaciones del egoísmo ético o moral se han identificado:

Individuales. Un egoísta ético individual celebraría que todas las personas deben hacer lo que les beneficia.
Personales. Un egoísta ético personal afirma que él debe actuar según su propio interés, pero no hace aseveraciones acerca de lo que los demás deberían hacer.
Universales. Un egoísta ético universal argumenta que todo el mundo debe actuar de una manera que sea en su propio interés.
Una filosofía que sostiene que uno debe ser honesto, justo, benévolo, etc, porque esas virtudes le sirven al beneficio de uno mismo es egoísta, sostener que debería practicar esas virtudes por razones que no sean de interés propio no es egoísta en absoluto.

Argumentos a favor del egoísmo ético
La mayoría de quienes apoyan el egoísmo ético piensan que la verdad es muy obvia y por lo tanto no se necesitan argumentos que lo comprueben. Generalmente se usan tres líneas de razonamiento a su favor:
El argumento de que el altruismo es contraproducente.

Cada uno de nosotros conocemos perfectamente nuestros deseos y necesidades y sabemos que es lo que nos hará feliz y como llevarlo acabo. De igual manera se conoce los deseos y necesidades de los demás pero imperfectamente, por lo tanto es razonable que al tratar de ayudarlos se termine haciendo más mal que bien, es decir, en vez de ayudar se perjudica al otro sin llegar a cubrir ni una mínima parte de sus necesidades y mucho menos de sus deseos.

El ofrecer caridad, es dejar que una persona deje de ser independiente y hacerla dependiente de otra, es como decirle que no es completamente capaz para poder sobrevivir y en vez de agradecer, se siente resentida por la ayuda ofrecida. Estar pendiente del bienestar de los demás es una invasión a su privacidad. Si cada persona se preocupara por sus propios intereses, habría un mejoramiento en la sociedad. Como dice Robert G. Olson en su libro The Morality of self-interest(1965): “ Es más probable que el individuo contribuya al mejoramiento social cuando procura racionalmente sus mejores intereses de largo plazo”.
La ética del ”altruismo” es algo destructivo para la sociedad.

El altruísmo provoca que se abandonen sueños, proyectos, etc., sacrificando la vida propia para salvar a otras personas. Por lo tanto en la ética del “altruismo”, la vida de un individuo o los intereses propios no tienen valor y se debe estar dispuesto a hacer un sacrificio para salvar a otros.
Sin embargo en el egoísmo ético cada persona debe velar por su propio bien; se le da un valor fundamental al individuo.
El egoísmo ético es compatible con la moral del sentido común.

Consiste en obedecer ciertas reglas: cumplir promesas, no mentir, no dañar, etc. todos estos deberes u obligaciones derivan a un fin común, el cual es el interés propio. Aún así, algunos deberes y obligaciones pueden ir en contra del interés propio.

El principió del egoísmo ético conduce a una regla de oro del axioma de no-agresión: "no debes hacer a los demás lo que no quieras que te hagan, por que si lo haces, los demás muy probablemente te lo harán." Así que se debe de seguir ciertas normas u obligaciones donde no se debe dañar a otros para un fin o interés propio. Este razonamiento nos lleva a la siguiente situación: Si el egoísta ético estuviese en una posición ventajosa que le garantizase su propia seguridad ante los demás no habría nada que no le permitiese hacerles aquello que no quisiera que le hicieran a él, por ello el egoismo moral encaja dentro del relativismo cultural.

Argumentos en contra del egoísmo ético

Se afirma que el egoísmo ético no puede resolver conflictos de interés. Kurt Baier, escritor del libro The Moral Point of View (1958) dice que el egoísmo ético no puede ser correcto porque no puede dar soluciones a los conflictos de interés. Es decir, si nosotros sólo tomáramos en cuenta intereses propios, nunca aceptaríamos que éstos quedaran arruinados, por lo tanto, no podría haber soluciones morales a problemas de intereses. Sin embargo y, como respuesta, los partidarios del egoísmo ético afirman que el acuerdo pacífico o negociación que permite solucionar un conflicto de interés, puede ser benéfico para todos los egoístas involucrados. El dilema del prisionero, en teoría de juegos, muestra que aun cuando las actitudes cooperativas puedan suponer un sacrificio inmediato de intereses individuales, a largo plazo la cooperación beneficia a todas las partes. En resumen, autores como David Gauthier, autor de La moral por acuerdo (Gedisa, Barcelona, 1994), responden a las críticas contra el egoísmo moral afirmando que la solución de conflictos de interés puede explicarse por interés.


La enfermedad del egoísmo
Comentarios sobre el vivir y el inmoderado amor por uno mismo.

Autor: Walter Riso

El egoísmo suele verse más como un fenómeno del lado de los antivalores que del trastorno. Decimos que el egoísta es indoloro, mezquino o miserable, pero nunca lo vemos como una posible patología; ¿acaso la gula no ha sido elevada (¿o devaluada?) al rango de “trastorno de la conducta alimentaria?”.
Desde mi punto de vista, hay que considerarlo como una enfermedad del yo acaparador. Además de un acto de mala educación, es un atentado a los derechos humanos, una violación del principio de la reciprocidad, una conducta depredadora, o si quiere, un patrón antisocial.

A veces la avidez es tan arraigada, es tan visceral, tan destructiva, que para modificarla se requiere la intervención psicológica o psiquiátrica. No disculpo a los egoístas, si no afirmo que están aquejados de una enfermedad perversa. Un hombre violador o golpeador, además de recibir sanción moral, debe ser atendido clínicamente.

En un conocido diccionario, Egoísmo se define como ; “ Inmoderado y excesivo amor que uno tiene por si mismo y que le hace entender desmedidamente a su propio interés”, sufre de egocentrismo : “Soy el centro del universo”. El egocéntrico , inevitablemente , desconoce a todo interlocutor y destruye toda posibilidad de relación: “ Sólo yo existo”.

El inmoderado y excesivo amor por si mismo hace referencia de la egolatría, lo que se conoce como mecanismo o culto al ego. El Ególatra desconoce la empatía . No posee la capacidad de amar porque el amor propio le demanda todo su potencial afectivo.
Siguiendo las premisas de la ética de la consideración, la asertividad bien entendida trata de equilibrar el yo autónomo (independiente) con el yo considerado (interpersonal). La combinación de ambos me permite comprometerme con la red social/afectiva a la cual pertenezco y sostener al mismo tiempo un territorio de reserva personal.

Laín Entralgo se refiere al momento coafectivo de la relación interpersonal, determinado por dos aspectos afectivos fundamentales, sin los cuales no puede existir ninguna relación: (a) la compasión (padecer íntimamente con el otro sus vivencias penosas) y (b) la congratulación (gozar íntimamente con el otro las vivencias gozosas).

¿Qué es ser egoísta?: Es renunciar a la condición humana, a lo coafectivo, es desconocer que somos prolongaciones de los demás. Aunque a los egoístas no les guste, estamos conectados unos a otros por naturaleza, intercalados, apretados , casi abrazados, de tal manera que ignorar al prójimo es negarse a si mismo.

La carencia de amor, la ausencia de empatía y la indiferencia acaparadora son formas de agresión encubierta, violencia enfermiza que merece, además de repudio, ayuda profesional.

De no ser así, seríamos egoístas con los egoístas: una bola de nieve de enemistad aplastante.

Colaboración por
Carlos Alvarez

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