sábado, 27 de junio de 2009

Discurso y manipulación: Discusión teórica y algunas aplicaciones*

3. Manipulación de la cognición social

Manipular discursivamente cómo los receptores comprenden un evento, acción o discurso es, en ocasiones, muy importante, especialmente en el caso de sucesos tan monumentales como el ataque al World Trade Center en Nueva York, el 11 de septiembre del año 2001 o el ataque con bombas en el tren de España el 11 de marzo de 2004. De hecho, el gobierno conservador español dirigido por José María Aznar trató de manipular la prensa y a los ciudadanos para que creyeran que el ataque había sido cometido por la ETA, en vez de por los terroristas islámicos. En otras palabras, a través de sus declaraciones, así como las de su Ministro del Interior, Acebes, Aznar quería influenciar la estructura del modelo mental correspondiente al evento, enfatizando el agente preferido del ataque –un modelo que sería consistente con sus propias políticas anti-ETA–. Dado que pronto se hizo evidente que esta vez no había sido ETA sino que Al Qaeda el responsable del ataque, los votantes en las elecciones venideras se sintieron manipulados y votaron para sacar a Aznar y al Partido Popular del gobierno.

Aunque estos sucesos y otros semejantes, así como los discursos concomitantes que los describen y explican, dan origen a modelos mentales que pueden ocupar un lugar especial en la memoria episódica de manera que son bien recordados durante largo tiempo, la forma más influyente de manipulación no se centra en la creación de modelos mentales preferidos específicos, sino en conocimientos abstractos más generales, como saberes, actitudes e ideologías. Por ello, si un partido político quiere aumentar su popularidad ante los votantes, típicamente tratará de cambiar positivamente la actitud de los votantes acerca de ese partido, porque una actitud general socialmente compartida es mucho más estable que los modelos mentales (y opiniones) de usuarios individuales de la lengua. Influir en las actitudes implica influir en grupos completos y en relación a muchas situaciones. Así, si los gobiernos quieren restringir la inmigración, tratarán de formar o modificar las actitudes de los ciudadanos (incluyendo a las de otras élites) acerca de la inmigración (van Dijk, 1993; Woodak & van Dijk, 2000). En ese caso, no necesitan realizar muchos intentos de persuasión cada vez que inmigrantes quieran entrar al país. La manipulación se dirigirá a la formación o modificación de representaciones sociales compartidas más generales –tales como actitudes e ideologías– acerca de temas sociales importantes. Por ejemplo, los gobiernos lo pueden hacer en temas como la inmigración, asociándola con (temores de) el aumento de la delincuencia, como lo hizo el ex Primer Ministro Aznar –y otros líderes europeos– en la década pasada.

Vemos que los procesos cognitivos de la manipulación suponen que la MLP no solo almacena experiencias personales subjetivamente interpretadas como modelos mentales, sino también creencias socialmente compartidas más generales, permanentes y estables, a veces denominadas ‘representaciones sociales’ (Augoustinos & Walter, 1995; Moscovici, 2001). Nuestro conocimiento sociocultural forma el núcleo de estas creencias y nos permite actuar, interactuar y comunicarnos significativamente con otros miembros de la misma cultura. Lo mismo sucede con muchas actitudes e ideologías sociales, compartidas con otros miembros del mismo grupo social, por ejemplo, pacifistas, socialistas, feministas, por una parte o racistas y machistas chauvinistas, por la otra (van Dijk, 1999). Estas representaciones sociales se adquieren gradualmente a lo largo de la vida, y si bien pueden cambiar, normalmente no cambian de un día para otro. También influyen en la formación y activación de los modelos mentales personales de los miembros del grupo. Por ejemplo, un pacifista interpretará un evento como el ataque de Estados Unidos a Irak, o noticias acerca de eso, de manera distinta a como lo hará un militarista, y por ello desde un modelo mental diferente de tal evento o secuencia de eventos. Hemos supuesto que los modelos mentales, por una parte, incorporan la historia personal, las experiencias y opiniones de las personas individuales pero que, por otra parte, también representan una instanciación específica de creencias socialmente compartidas. La mayor parte de la interacción y el discurso es, en consecuencia, producido y comprendido en términos de modelos mentales que combinan creencias personales y sociales –en tal forma que explican tanto la univocidad de la comprensión y la producción del discurso como la similitud de nuestra comprensión del mismo texto. A pesar de las restricciones generales de las representaciones sociales sobre la formación de los modelos mentales y, en consecuencia, sobre la producción y comprensión de los discursos, no hay dos miembros del mismo grupo social, clase o institución, ni aunque estén en la misma situación comunicativa, que producirán el mismo discurso o interpretarán un discurso dado en la misma forma. En otras palabras, los modelos mentales de hechos o situaciones comunicativas (modelos contextuales) son la interfaz necesaria entre lo social, lo compartido y lo general, por una parte, y lo personal, lo único y lo específico en el discurso y la comunicación, por otra. Mientras que la manipulación puede concretamente afectar la formación o el cambio de modelos mentales personales, únicos, los objetivos generales de los discursos manipulativos son el control de las representaciones sociales compartidas por grupos de personas, debido a que estas creencias sociales, a su vez, controlan lo que la gente hace y dice en muchas situaciones y por un tiempo relativamente largo. Una vez que la actitud de la gente está influenciada, por ejemplo, en relación al terrorismo, pocos son los intentos manipulativos necesarios para que se actúe en consecuencia, por ejemplo, votar a favor de políticas antiterroristas. No es sorprendente entonces que, dada la importancia vital de las representaciones sociales para la interacción y el discurso, la manipulación se centre en la cognición social, y, por tanto, en grupos de personas más que en personas individuales y sus modelos personales únicos. También en este sentido la manipulación es una práctica discursiva que involucra tanto dimensiones cognitivas como sociales. Por ello, deberíamos prestar especial atención a esas estrategias discursivas que, típicamente, influyen en las creencias socialmente compartidas. Una de estas estrategias es la generalización, que consiste en que un ejemplo concreto específico que ha impactado los modelos mentales de la gente se generaliza a conocimiento y actitudes o, incluso, a ideologías fundamentales. El más notable de los ejemplos recientes es la manipulación de los Estados Unidos a la opinión mundial acerca del terrorismo después del 11 de septiembre en el cual modelos mentales muy fuertes y pertinaces de ciudadanos acerca de estos hechos, se generalizan a temores, actitudes e ideologías más generales acerca del terrorismo y temas relacionados. Este es también un ejemplo genuino de manipulación masiva, porque las representaciones sociales resultantes no favorecen el interés de los ciudadanos cuando estas actitudes están siendo manipuladas con el fin de aumentar dramáticamente el gasto militar, legitimar la intervención militar y legislar severas restricciones a la libertad y los derechos civiles (tal como el Acto Patriótico). La manipulación en este caso es un abuso de poder porque los ciudadanos son manipulados para que crean que estas medidas son tomadas para defenderlos (de los muchos libros acerca de la manipulación de la opinión pública después de los ataques del 11 de septiembre en Estados Unidos, véase, por ejemplo, Ahmed, 2005; Chomsky, 2004; Greenberg, 2002; Halliday, 2002; Palmer, 2003; Sidel, 2004; Zizek, 2002). Este notable ejemplo de manipulación nacional e internacional por parte del gobierno de los Estados Unidos, en parte apoyada y llevada a cabo por los medios masivos de comunicación, también muestra algunos de los mecanismos cognitivos de la manipulación. Así, primero se usa un suceso muy emocional con un fuerte impacto en los modelos mentales de la gente con el fin de influir en estos modelos según la preferencia –por ejemplo en términos de una fuerte polarización entre Nosotros (buenos e inocentes) y Ellos (malos y culpables) –. En segundo lugar, mediante repetidos mensajes y la explotación de sucesos relacionados (por ejemplo otros ataques terroristas). Este modelo preferido se puede generalizar a representaciones sociales más estables y complejas acerca de los ataques terroristas o incluso a una ideología anti-terroristas. Es importante, en estos casos, que los intereses y beneficios de quienes tienen el control de la manipulación se oculten, oscurezcan o nieguen, mientras que los beneficios de ‘todos nosotros’, de ‘la nación’, etc. se enfaticen, por ejemplo, en términos de un aumento del sentimiento de seguridad. Que por las acciones antiterroristas e intervención militar las corporaciones comerciales y militares que fabrican armas y equipamiento de seguridad puedan profitar más, o que se pueda promover mayores actos de terrorismo y, por lo tanto, la seguridad de los ciudadanos pueda peligrar más, obviamente no son parte de las actitudes preferidas que persigue esta manipulación. En consecuencia, una condición cognitiva para la manipulación es que a los receptores (personas, grupos, etc.) se les haga creer que algunas acciones o políticas van a favorecer sus propios intereses, cuando, de hecho, favorecen los intereses de los manipuladores y sus asociados. Los ejemplos de la inmigración, la violencia política e ideologías antiterroristas, involucran fuertes opiniones, actitudes e ideologías y son casos ejemplares de manipulación de toda la población por parte de los medios y el gobierno. Sin embargo, la manipulación de la cognición social puede también incluir las bases mismas de toda la cognición social: el conocimiento general compartido socioculturalmente.

De hecho, una de las mejores formas de detectar y resistir intentos de manipulación es el conocimiento específico (por ejemplo acerca de los actuales intereses de los manipuladores) así como conocimiento general (por ejemplo acerca de las estrategias para mantener el presupuesto militar elevado). Será, pues, de interés de los grupos dominantes asegurarse que no se adquiera un conocimiento general relevante y potencialmente crítico o que solo se adquiera conocimiento parcial, mal dirigido o prejuiciado. Un ejemplo bien conocido de esta última estrategia fue la afirmación con la que el gobierno de Estados Unidos y sus aliados legitimaron el ataque a Irak en 2003: “conocimiento” acerca de armas de destrucción masiva, conocimiento que luego resultó falso. Se oculta información que puede llevar a conocimientos que se podrían usar para resistir la manipulación, por ejemplo, acerca de los costos reales de la guerra, el número de muertos, la naturaleza del “daño colateral” (civiles muertos en bombardeos masivos y otras acciones militares), etc. característicamente es ocultado, limitado o de alguna manera hecho aparecer menos riesgoso y, por ello, discursivamente desenfatizado, mediante eufemismos, expresiones vagas, implícitos, etc. La manipulación puede afectar las representaciones sociales de muchas maneras, tanto en su contenido como en su estructura. Aunque por ahora sabemos muy poco acerca de la organización interna de las representaciones sociales, es muy posible que incluyan categorías esquemáticas de los participantes y sus propiedades, así como las típicas (inter)acciones que (se cree) realizan, cómo, cuándo y dónde. Así, las actitudes hacia los ataques terroristas pueden incluir una estructura tipo guión, con los terroristas como actores principales, asociados con un número de atributos prototípicos (crueles, radicales, fundamentalistas, etc.) que usan medios violentos (por ejemplo bombas) para matar a inocentes civiles como sus víctimas, etc. Estas actitudes son adquiridas gradualmente por generalización y abstracción en este caso de modelos mentales formados a partir de noticias, declaraciones gubernamentales, así como de películas, entre otros discursos. Es importante que se hable o escriba acerca de ‘nuestras’ formas de violencia política, como las intervenciones militares o las acciones policiales, de tal modo que no den origen a modelos mentales que se puedan generalizar como ataques terroristas, sino como legítimas formas de resistencia (armada) o castigo. Y viceversa, los ataques terroristas deben ser representados en tal forma que no se puedan legitimar en ningún modelo mental o actitud. La idea misma de ‘terrorismo de estado’ es por ello controversial y usada principalmente por disidentes, haciendo, por lo demás, difusa la distinción entre acciones terroristas ilegítimas y acciones militares o gubernamentales legítimas (Gareau, 2004). Los principales medios de comunicación, consecuentemente evitan describir la violencia de estado en términos de ‘terrorismo’. Finalmente, la manipulación de la cognición social puede afectar incluso las normas y valores usados para evaluar los sucesos y las personas y condenar o legitimar acciones. Por ejemplo, en la manipulación de opiniones globales mundiales, quienes abogan por ideologías neoliberales de mercado, típicamente, enfatizarán y tratarán que se adopte el valor primario de ‘libertad’, un valor muy positivo, pero en ese caso, específicamente interpretado como libertad de empresa, la libertad del mercado, o estar liberado de la interferencia del gobierno en el mercado. En el caso de las acciones y amenazas, el discurso antiterrorista celebra el valor de la seguridad, asignándole una prioridad más elevada que, por ejemplo, al valor de los derechos civiles o de la equidad (Doherty & McClintock, 2002). Vemos cómo la dimensión cognitiva de la manipulación implica los procesos de comprensión estratégica que afectan el procesamiento en la MCP, la formación de modelos mentales preferidos en la memoria episódica y, por último y más fundamentalmente, la formación o cambios de las representaciones sociales, tales como conocimientos, actitudes, ideologías, normas y valores. Los grupos de personas que de este modo adoptan las representaciones sociales preferidas por los grupos o instituciones dominantes, prácticamente no necesitan más manipulación: tenderán a creer y actuar de acuerdo a estas manipuladas cogniciones sociales porque las han hecho propias. Así, tal como lo hemos visto, las ideologías racistas o xenofóbicas manipuladas por las élites servirán como base permanente de discriminación –como culpar a las víctimas– de los inmigrantes: una estrategia muy efectiva para dirigir la atención crítica lejos de las políticas del gobierno o de otras élites (van Dijk, 1993). Discurso La manipulación, tal como es definida aquí, se realiza mediante el discurso, en sentido amplio, es decir, incluyendo características no verbales, como gestos corporales y faciales, diseño de la impresión, cuadros, música, sonido, etc. Obsérvese que aun cuando las estructuras del discurso en sí no son manipulativas, solo tienen esa función o efecto en situaciones comunicativas específicas y según cómo son interpretadas por los participantes en sus modelos contextuales. Por ejemplo, tal como se estipuló anteriormente, la manipulación es una práctica social de abuso de poder que involucra grupos dominantes y grupos dominados, o instituciones y sus clientes. Esto significa que, en principio, un ‘mismo’ discurso (o fragmento de discurso) en una situación comunicativa puede ser manipulativo y no serlo en otra situación. Es decir, el significado manipulativo (o evaluación crítica) del texto oral o escrito depende de los modelos contextuales de los receptores –incluyendo sus modelos de los hablantes o escritores y las intenciones que se les atribuye. También hemos visto que el discurso manipulativo ocurre típicamente en la comunicación pública controlada por élites corporativas, académicas, mediáticas, burocráticas o política dominante. Esto también significa restricciones contextuales, a saber, sobre los participantes, sus roles, sus relaciones y sus acciones y cogniciones típicas (conocimientos, metas).

En otras palabras, el discurso se define como manipulativo, en primer lugar, en términos de los modelos contextuales de los participantes. Y, sin embargo, aunque las estructuras discursivas per se no son necesariamente manipulativas, algunas de ellas pueden ser más eficientes que otras en el proceso de influir en las mentes de los receptores a favor de sus propios intereses. Por ejemplo, tal como ya se sugirió, los titulares se usan típicamente para expresar los tópicos y señalar la información más importante de un texto y, por ello, se pueden utilizar para asignarle peso (extra) a hechos que en sí no serían tan importantes. Y viceversa, discursos acerca de hechos o estados de cosas que son muy relevantes para los ciudadanos o clientes pueden no incluirse en los titulares si enfatizan las características negativas de grupos o instituciones dominantes. Es decir, la prensa nunca publica narraciones acerca del racismo ni mucho menos enfatiza esta información mediante grandes titulares en primera página (van Dijk, 1991).
La estrategia general de una auto-presentación positiva y una presentación negativa de los otros es muy típica en esta descripción sesgada de los hechos a favor de los intereses propios, mientras que se culpa de los hechos y situaciones negativas a los oponentes o los Otros (inmigrantes, terroristas, juventud, etc.). Esta estrategia, como se acostumbra a hacer, se puede aplicar a las estructuras de muchos niveles del discurso (para ejemplos y detalles, véase, por ejemplo van Dijk, 2003):

Estrategias generales de interacción - Auto-presentación positiva - Presentación negativa de los otros

Macroactos de habla que implican Nuestras ‘buenas’ obras y Sus ‘malos’ actos, por ejemplo, acusación, defensa.

Macroestructuras semánticas: selección de tópico - (Des)enfatizar los tópicos negativos/positivos acerca de Ellos/Nosotros.

Actos de habla locales que implementan y apoyan los globales, esto es, afirmaciones que prueban las acusaciones

Significados locales Nuestras/Sus acciones positivas/negativas - Dar muchos/pocos detalles - Ser general/específico - Ser vago/específico - Ser explícito/implícito - Etc.

Lexicón: selección de palabras positivas para Nosotros y negativas para Ellos

Sintaxis local - Oraciones activas vs. pasivas, nominalizaciones: (Des)enfatiza Nuestra/Su agentivización y responsabilidad positiva/negativa

Figuras retóricas - Hipérboles vs. eufemismos para significados positivos/negativos - Metonimias y metáforas que enfatizan nuestras/sus propiedades positivas/negativas

Expresiones: sonoras y visuales - Enfatizar (fuerte, etc.; grande, negritas, etc.) significados positivos/negativos - Ordenar (al inicio, al final; arriba, abajo, etc.) significados positivos/negativos
Estas estrategias y movidas en diversos niveles del discurso difícilmente son sorprendentes, porque implementan el cuadrado ideológico usual de la polarización de grupos discursivos des/enfatizar buenas/malas cosas nuestras/de ellos que uno encuentra en todos los discursos ideológicos (van Dijk, 1999). Dado que la manipulación socio-política, como la hemos discutido aquí también implica dominación (abuso de poder), es muy posible que tal manipulación también sea ideológica. Así pues, los discursos manipulativos que siguieron a los ataques terroristas del 11 de septiembre y de marzo en Nueva York y Madrid, respectivamente, estaban plagados de ideologías racistas, anti-árabe, anti-Islam, antiterrorista, nacionalista; enfatizando la naturaleza malvada de los terroristas y la libertad y principios democráticos de las naciones ‘civilizadas’. Por ello, si Bush y sus partidarios quieren manipular a los políticos y/o a los ciudadanos de Estados Unidos de Norteamérica para que acepten ir a la guerra contra Irak, se comprometan en una serie de acciones a nivel mundial en contra de los terroristas y sus protectores (comenzando con Afganistán), y adopten una ley que limita seriamente los derechos civiles de los ciudadanos, entonces ese discurso será masivamente ideológico. Es decir, lo hacen, enfatizando ‘Nuestros’ valores fundamentales (libertad, democracia, etc.) que contrastan con los ‘malos’ valores atribuidos a los ‘Otros’. Así consiguieron hacer creer a los ciudadanos, traumatizados por el ataque a las Torres Gemelas, que el país estaba bajo ataque y que solo una ‘guerra contra el terrorismo’ podía evitar una catástrofe. Y los que no acepten este argumento pueden ser acusados de ser poco patriotas. Análisis mucho más detallados de estos discursos han mostrado que son fundamentalmente ideológicos de esta forma, y es posible que las manipulaciones socio-políticas siempre involucren ideologías, actitudes ideológicas y estructuras discursivas ideológicas (véase el número especial doble en Discourse & Society 15(3-4), 2004, acerca de los discursos del 11 de septiembre editado por Jim Martin y John Edwards). Si muchos líderes de Europa Occidental, incluyendo al ex Primer Ministro Aznar y más recientemente también a Tony Blair, quieren limitar la inmigración para aumentar el apoyo de los votantes, entonces estas políticas y discursos manipulativos son también muy ideológicos, implicando los sentimientos nacionalistas, la polarización Nosotros/Ellos y una representación sistemáticamente negativa de los Otros en términos de valores, características y acciones negativos (delincuencia, entrada ilegal, violencia, etc.). Aunque la manipulación socio-política es generalmente ideológica y los discursos manipulativos presentan los patrones de polarización ideológica en todos los niveles de análisis, las estructuras discursivas y las estrategias de manipulación no pueden reducirse simplemente a los de cualquier discurso ideológico. De hecho, podemos tener discursos socio-políticos que no son manipulativos, como los debates parlamentarios persuasivos o una discusión en un periódico o en la televisión. En otras palabras, dado nuestro análisis del contexto socio-cognitivo del discurso manipulativo, necesitamos examinar las restricciones específicas formuladas anteriormente, como la posición dominante del manipulador y la falta de conocimiento relevante de los receptores. Tal como se sugirió anteriormente, no es probable que existan estrategias discursivas que solo sean usadas en la manipulación. El lenguaje es raramente tan específico (se usan en muchas situaciones diferentes y por gente muy diferente, de diferentes convicciones ideológicas). Esto quiere decir que, las mismas estructuras discursivas se usan en la persuasión, la información, la educación y otras formas legítimas de comunicación. Sin embargo, dada una situación social específica, puede haber estrategias específicas preferentes en la manipulación, esto es, prototipos manipulativos. Por ejemplo, tipos específicos de falacias se pueden usar para persuadir a la gente para que crean o hagan algo, por ejemplo, aquellas que son difíciles de resistir, como la falacia de la autoridad que consiste en dirigirse a los devotos católicos con el argumento de que también el Papa cree o recomienda tal acción, o dirigirse a los musulmanes señalando que tal cosa también es recomendada por el Corán. Así, introducimos el criterio contextual de que los receptores de la manipulación –como una forma de abuso de poder– pueden ser definidos como víctimas, y esto significa que deben de algún modo ser caracterizadas como carentes de los recursos fundamentales para resistir, detectar o evitar la manipulación. Fundamentalmente, esto puede implicar:
a)
Ausencia o insuficiente conocimiento relevante –de modo que no se pueden formular contra-argumentaciones frente a aseveraciones falsas, incompletas o prejuiciadas–.
b)
Normas, valores e ideologías fundamentales que no se pueden negar o ignorar.
c)
Emociones fuertes, traumas, etc., que hace vulnerable a la gente.
d)
Posiciones sociales, profesiones, estatus, etc., que inducen a la gente a tender a aceptar los discursos, argumentos, etc., de personas, grupos u organizaciones de élite.
Estas son condiciones típicas de la situación social, emocional y cognitiva del evento comunicativo y también se incorporan, en parte, de los modelos contextuales de los participantes, es decir, controlan sus interacciones y discursos. Por ejemplo, si los receptores del discurso manipulativo sienten miedo de un hablante, esto se representará en sus modelos contextuales, y lo mismo es válido para sus posiciones relativas y la relación de poder entre ellos y el hablante. Y a la inversa, para que la manipulación sea exitosa, los hablantes tienen que tener un modelo mental de los receptores y su (falta de) conocimiento, sus ideologías, emociones, experiencias anteriores, etc. Obviamente, no es necesario que todos los receptores tengan las propiedades ideales del blanco de la manipulación. Puede ser suficiente que un grupo grande o mayoritario tenga tales propiedades. Por eso, en la mayoría de las situaciones reales habrá gente escéptica, cínica, incrédula o disidente que serán impermeables a la manipulación, pero mientras estas no dominen los medios de comunicación de circulación principal, o las élites institucionales u organizacionales, el problema de los contra-discursos son menos serios para los manipuladores. Reiteramos, que el ejemplo reciente más típico ha sido la guerra contra Irak, dirigida por Estados Unidos, en la que la mayoría de los principales medios de comunicación apoyaron al Gobierno y al Congreso, y las voces críticas fueron efectivamente marginadas. En cuanto estas voces se hacen más poderosas y más difundidas, como sucedió con la guerra contra Vietnam, la manipulación funciona en forma menos eficiente y finalmente puede llegar a ser inútil, porque los ciudadanos tienen suficiente contra-información y contra-argumentos como para resistir el discurso manipulativo. De hecho, como fue el caso después del ataque terrorista con bombas en Madrid, los ciudadanos pueden resentir tanto la manipulación que se vuelvan en contra del manipulador y voten para sacarlos de sus cargos. Dadas estas restricciones contextuales, podemos centrarnos en aquellas estructuras discursivas que, presuponen tales restricciones:
a)
Enfatizan la posición, el poder, la autoridad o superioridad moral del hablante o sus fuentes –y, de ser relevante, la posición inferior, la falta de conocimientos de los receptores, etc. –.
b)
Enfocan las (nuevas) creencias que el manipulador quiere que el receptor acepte como conocimiento, así como en los argumentos, pruebas, etc., que hacen que esas creencias sean más aceptables.
c)
Desacreditan fuentes o creencias alternativas (disidentes).
d)
Apelan a las ideologías, actitudes y emociones relevantes de los receptores.En resumen, y en términos muy informales, la estrategia general del discurso manipulativo consiste en enfocar discursivamente aquellas características sociales y cognitivas de los receptores que los hacen más vulnerables, menos resistentes, a la manipulación, que los hacen crédulos y víctimas dispuestas a aceptar creencias y hacer cosas que normalmente no harían. Es aquí donde juega un papel la condición esencial de dominación e desigualdad. Tal como se formuló anteriormente, estas estrategias del discurso manipulativo parecen ser mayoritariamente semánticas, en otras palabras, focalizan el contenido del texto o del enunciado. Sin embargo, como es el caso en la implementación de las ideologías, estos significados preferentes pueden enfatizarse o desenfatizarse de la manera corriente, como se explicó anteriormente: al (des)topicalizar los significados, mediante actos de habla específicos, significados locales, más o menos precisos o específicos, manipulando la información explícita vs. implícita, la lexicalización, las metáforas y otras figuras retóricas, así como, mediante la expresión y realización específicas (entonación, volumen, rapidez; disposición, tipo de letra, fotos, etc.). Por tanto, la poderosa posición del hablante puede enfatizarse mediante un contexto muy formal, la vestidura, el tono de voz, la selección léxica, etc., como un discurso oficial del presidente dirigiéndose a la nación o al Congreso. La confiabilidad de las fuentes puede destacarse aún más, mencionando fuentes de autoridad, mediante el uso de fotos, etc., como también fue el caso para demostrar la presencia de armas de destrucción masiva en Irak. Se pueden activar y apelar a las emociones mediante palabras emotivas especiales, retórica dramática (hipérboles, etc.) fotografías, etc. Un oponente o disidente puede ser desacreditado mediante la muestra usual de la polarización Nosotros/ Ellos, mencionada anteriormente.

Cada uno de estos rasgos discursivos de manipulación debe ser examinado más detalladamente para ver cómo se formulan, cómo funcionan en el texto y en el enunciado y cómo logran sus funciones y sus efectos.

miércoles, 24 de junio de 2009

Discurso y manipulación: Discusión teórica y algunas aplicaciones*

Discourse and manipulation: Theoretical discussion and some applications

Teun van Dijk Universidad Pompeu Fabra España

Dirección para correspondencia

RESUMEN Manipulación es un concepto que se usa a menudo, pero que rara vez se explicita. Dado que la manipulación es, generalmente, discursiva e implica abuso de poder, debería ser estudiada por los estudios de Análisis Crítico del Discurso (ACD). En este artículo, desde un enfoque interdisciplinario, “triangular”, se analizan los aspectos: social, cognitivo y discursivo de la manipulación. La dimensión social de la manipulación se examina en términos de abuso de poder por las élites simbólicas que tienen acceso preferencial al discurso público y manipulan grupos de personas a favor de sus propios intereses y en contra del interés de las víctimas. La dimensión cognitiva de la manipulación explica cómo el procesamiento del discurso y la formación de modelos mentales y representaciones sociales son controlados por el discurso manipulativo. Y el análisis discursivo se centra en las propiedades típicas del discurso que se usan al manipular las mentes de los receptores, tales como la presentación positiva de uno mismo y negativa de los otros, en todos los niveles del discurso y en un contexto que presenta las limitaciones típicas de las situaciones manipulativas: hablantes poderosos y receptores que carecen de recursos específicos, es decir, conocimiento para resistir la manipulación. Palabras

Clave: Manipulación, Análisis Crítico del Discurso, control mental, modelos mentales.

ABSTRACT Manipulation is a notion often used, but seldom made explicit. Because manipulation is usually discursive, and involves power abuse, it should be studied by Critical Discourse Studies. In this multidisciplinary paper, a multidisciplinary, “triangular” approach examines the social, cognitive and discursive aspects of manipulation. The social dimension manipulation is examined in terms of power abuse by the symbolic elites who have preferential access to public discourse, and manipulate groups of people in their own best interests and against the interests of their victims. The cognitive dimension of manipulation explains how discourse processing, and the formation of mental models and social representations is controlled by manipulated discourse. And the discursive analysis focuses on the typical properties of discourse that are used in manipulating the minds of the recipients, such as positive self-presentation and negative other presentation at all levels of discourse, and within a context that features the typical constraints of manipulative situations: powerful speakers and recipients who lack specific resources, e.g., knowledge, to resist manipulation. Key Words: Manipulation, Critical Discourse Analysis, mind control, mental models.

INTRODUCCIÓN

Hay una serie de nociones fundamentales en el Análisis Crítico del Discurso (ACD) que requieren especial atención porque implican abuso del poder discursivo. La manipulación es una de estas nociones. Sin embargo, aun cuando la idea se utiliza a menudo en forma más impresionista, no hay ninguna teoría sistemática de las estructuras y procesos implicados en ella. En este artículo examinaré algunas de las propiedades de la manipulación y lo haré dentro del marco de la triangulación que, en forma explícita, asocia discurso, cognición y sociedad. Se necesita un enfoque analítico del discurso porque la mayor parte de la manipulación, tal como la entendemos, se realiza mediante el texto oral o escrito. En segundo lugar, los que están siendo manipulados son seres humanos y esto ocurre típicamente a través de la manipulación de sus ‘mentes’, de manera que también una explicación cognitiva puede arrojar luz sobre este proceso. En tercer lugar, la manipulación es una forma de interacción, y dado que también implica poder y abuso de poder, también es importante un enfoque social. He defendido muchas veces que estos enfoques no se pueden reducir a uno o dos de ellos (véase, van Dijk, 1998, 2001). Aun cuando los enfoques social, interaccional y discursivo son cruciales, mostraré que también una dimensión cognitiva es importante, debido a que la manipulación siempre implica una forma de manipulación mental. En este artículo no trataré la palabra “manipulación” como es usada en física, ciencias de la computación, medicina o terapia, entre otros usos más o menos directamente derivados del significado etimológico de “manipulación”, esto es, mover cosas con las manos. Trataré más bien con formas ‘simbólicas’ o ‘comunicativas’ de manipulación como una forma de interacción, como por ejemplo, la manipulación de los electores que realizan los políticos o los medios de comunicación, en otras palabras, a través de algún tipo de influencia discursiva.

Análisis conceptual

Antes de embarcarnos en una descripción más teórica y en el análisis de algunos datos, debemos ser más explícitos acerca del tipo de manipulación que queremos estudiar. Tal como se sugirió, la manipulación como la entenderemos aquí, es una práctica comunicativa e interaccional, en la cual el manipulador ejerce control sobre otras personas, generalmente en contra de su voluntad o en contra de sus intereses. En el uso cotidiano, el concepto de manipulación tiene asociaciones negativas –la manipulación es mala– porque tal práctica transgrede las normas sociales. Por ello, se debiera tener en cuenta que, en el resto del artículo, ‘manipulación’ es una categoría típica de un observador, por ejemplo, de un analista crítico y no necesariamente una categoría participante: pocos usuarios de una lengua llamarán manipulativos a sus discursos. La manipulación no solo involucra poder, sino específicamente abuso del poder, es decir, dominación. En términos más específicos, pues, implica el ejercicio de una forma de influencia ilegítima por medio del discurso: los manipuladores hacen que los otros crean y hagan cosas que son favorables para el manipulador y perjudiciales para el manipulado. En un sentido semiótico de la manipulación, esta influencia ilegítima también puede ser ejercida con cuadros, fotos, películas u otros medios. De hecho, muchas formas contemporáneas de manipulación comunicativa, por ejemplo, por los medios de comunicación, son multimodales, tal como es el caso, típicamente, de la propaganda. Sin las asociaciones negativas, la manipulación podría ser una forma de persuasión (legítima). La diferencia crucial en este caso es que en la persuasión los interlocutores son libres de creer o actuar como les plazca, según si aceptan o no los argumentos de quien persuade, mientras que en la manipulación a los receptores se les asigna, típicamente, un papel más pasivo: son víctimas de la manipulación. Esta consecuencia negativa del discurso manipulativo ocurre normalmente cuando los receptores no son capaces de comprender las reales intenciones o ver las reales consecuencias de las creencias o acciones defendidas por el manipulador. Este es el caso, especialmente, cuando los receptores carecen del conocimiento específico que podrían usar para resistir la manipulación. Un ejemplo muy conocido es el discurso de los gobiernos o de los medios acerca de la inmigración y los inmigrantes, de modo tal que los ciudadanos corrientes culpan del mal estado de la economía, como el desempleo, a los inmigrantes y no a las políticas del gobierno (van Dijk, 1993).
En la siguiente exposición teórica acerca de la manipulación discursiva, seguiré el marco multidisciplinario global que he defendido en la última década, triangulando un enfoque social, cognitivo y discursivo. Es decir, la manipulación es un fenómeno social, especialmente debido a que involucra la interacción y el abuso de poder entre grupos y actores sociales, un fenómeno cognitivo debido a que la manipulación siempre implica la manipulación de las mentes de los participantes y un fenómeno discursivo-semiótico porque la manipulación se ejerce mediante la palabra oral o escrita y los mensajes visuales. Tal como se aseveró anteriormente, ninguno de estos enfoques se puede reducir a los otros y los tres se necesitan en una teoría integradora, que también establezca asociaciones explícitas entre las diferentes dimensiones de la manipulación.

Manipulación y sociedad

Para comprender y analizar el discurso manipulativo es fundamental examinar primero su contexto social. Hemos supuesto anteriormente que una de las características de la manipulación, por ejemplo, en cuanto diferente de la persuasión, es que incluye poder y dominación. Un análisis de la dimensión ‘poder’ involucra la exposición del tipo de control que algunos agentes o grupos sociales ejercen sobre otros (Clegg, 1975; Luke, l989; van Dijk, 1989). También hemos supuesto que este control es, antes que nada, un control de la mente, es decir, de las creencias de los receptores e, indirectamente, un control de las acciones de los receptores basadas en estas creencias manipuladas. A fin de poder ejercer este control sobre los otros, sin embargo, los actores sociales necesitan, en primer lugar, satisfacer ciertos criterios personales y sociales que les permitan influir sobre los otros. En este artículo limitaré mi análisis a los criterios sociales, ignorando la influencia de los factores psicológicos, tales como rasgos de personalidad, inteligencia, conocimiento, etc. En otras palabras, aquí no me interesa lo que podría ser “una personalidad manipuladora” u otras variaciones personales de las formas en las que la gente manipula a otros. Las condiciones sociales para el control manipulativo, por ello, deben ser formuladas en términos de pertenencia de grupo, posición institucional, profesión, recursos materiales o simbólicos y otros factores que definen el poder de los grupos o sus miembros. Así, los padres pueden manipular a sus hijos debido a su posición de poder y autoridad en la familia, un profesor puede manipular a sus alumnos debido a su posición institucional o su profesión y por su conocimiento, y lo mismo sucede con los políticos que manipulan a los votantes o periodistas que manipulan a los receptores de los discursos de los medios. Esto no significa que los niños no puedan manipular a sus padres o los estudiantes a sus profesores, pero esto no se debe a su posición de poder, es más bien como una forma de oposición o desacuerdo, o a base de características personales. Por ello, el tipo de manipulación social que estudiamos aquí se define en términos de dominación social y su reproducción en las prácticas cotidianas, incluyendo el discurso. En este sentido, estamos más bien interesados en la manipulación entre grupos y sus miembros, que en la manipulación personal de actores sociales individuales. Un análisis más detallado de la dominación, definida como abuso de poder, revela que esta exige acceso o control especial sobre recursos sociales escasos. Uno de estos recursos es el acceso preferencial a los medios de comunicación y al discurso público, compartido por miembros de las élites “simbólicas” tales como los políticos, periodistas, científicos, escritores, profesores, etc. (van Dijk, 1996). Trivialmente, para estar en condiciones de manipular a muchos otros a través del texto oral o escrito, se necesita tener acceso a alguna forma de discurso público, como los debates parlamentarios, las noticias, artículos de opinión, textos de estudio, artículos científicos, novelas, programas de televisión, propaganda, internet, etc. Y puesto que este acceso y control a su vez dependen de y constituyen el poder de un grupo (institución, profesión, etc.), el discurso público es al mismo tiempo un medio de reproducción social de ese poder. Por ejemplo, los políticos pueden ejercer su poder político a través del discurso público y, a través de este, pueden simultáneamente confirmar y reproducir su poder político. Lo mismo se puede decir de los periodistas y profesores universitarios y sus respectivas instituciones (los medios, la universidad, etc). Vemos que la manipulación es una de las prácticas discursivas de los grupos dominantes dirigidas hacia la reproducción de su poder. Tales grupos dominantes pueden hacerlo de muchas (otras) maneras, por ejemplo, a través de la persuasión, proveyendo información, educación, instrucción y otras prácticas sociales que tienen como objetivo influir en el conocimiento, (indirectamente) en las acciones de los receptores y sus creencias. Algunas de estas prácticas sociales pueden, por supuesto, ser bastante legítimas, por ejemplo cuando los periodistas o profesores proveen información a sus audiencias. Esto significa que la manipulación, también de acuerdo con lo que se dijo anteriormente acerca de sus características negativas, es una práctica social ilegítima y, por ello, transgrede las reglas o normas sociales. Definimos como ilegítima toda forma de interacción, comunicación u otras prácticas sociales que solo favorecen los intereses de una de las partes y perjudica los intereses de los receptores.

Con esto aludimos a un fundamento social, legal y filosófico de una sociedad justa y democrática y de los principios éticos del discurso, la interacción y la comunicación (véase, por ejemplo Habermas, 1984). Mayor discusión acerca de estos principios y, por ende, una explicación de porqué la manipulación es ilegítima, está fuera del alcance de este trabajo. Supondremos que la manipulación es ilegítima porque transgrede los derechos humanos y sociales de aquellos que son manipulados. Se podría aventurar como norma que los receptores estén siempre debidamente informados acerca de las finalidades e intenciones del hablante. Sin embargo, este sería un criterio demasiado estricto porque en muchas formas de comunicación e interacción estas intenciones y finalidades no se explicitan sino que son atribuidas contextualmente a los hablantes por parte de los receptores (o analistas) en base de las reglas generales del discurso y la interacción. De hecho, uno podría incluso postular un principio social de egoísmo, diciendo que (casi) todas las formas de interacción o discurso tienden a favorecer los intereses de los hablantes. Esto significa que los criterios de legitimidad deben ser formulados en otros términos, a saber, que la manipulación es ilegítima porque viola los derechos de los receptores. Esto no implica necesariamente la norma que todas las formas de comunicación debieran estar en función de los intereses de los receptores. Muchos tipos de comunicación o actos de habla no lo son, como es el caso de las acusaciones, peticiones, órdenes, etc. Un enfoque más pragmático de estas normas y principios son las máximas conversacionales formuladas por Grice (1975), que requiere que las contribuciones a las conversaciones sean verdaderas, relevantes, relativamente completas, etc. En las maneras concretas de hablas o en textos reales, sin embargo, estas máximas a menudo son difíciles de aplicar: la gente miente, lo cual no siempre es malo; la gente cuenta la mitad del asunto en algunos casos por razones legítimas, y la conversación irrelevante es una de las formas más comunes de la interacción cotidiana. En otras palabras, la manipulación no es (solamente) ‘mala’ porque viola las máximas conversacionales u otras normas y reglas de la conversación, aunque esta puede ser una dimensión del habla o del texto manipulativo. Por tanto, aceptaremos, sin mayor análisis, que la manipulación es ilegítima en una sociedad democrática porque (re)produce o puede reproducir la desigualdad: favorece los intereses de los grupos y hablantes poderosos y perjudica los intereses de hablantes y grupos menos poderosos. Para cada evento comunicativo es pues necesario detallar cómo estos respectivos intereses son manejados mediante el discurso manipulativo. Por ejemplo, si los medios entregan información incompleta o prejuiciada de alguna manera acerca de un político específico durante una campaña electoral para influir en los votos de los electores, estaríamos frente a un caso de manipulación si suponemos que los lectores tienen el derecho a estar ‘debidamente’ informados acerca de los candidatos en una elección. ‘Debida’ información en este caso puede ser especificada como equilibrada, relativamente completa, desprejuiciada, relevante, etc. Esto no significa que un periódico no pueda apoyar o favorecer a su propio candidato, pero debiera hacerlo con argumentos, hechos, etc., es decir, mediante una información adecuada y la persuasión, y no mediante manipulación, por ejemplo, omitiendo información muy importante, mintiendo o distorsionando los hechos, etc. Todos estos principios normativos, como también están estipulados en los códigos de ética profesional de los periodistas, son parte de la implementación de lo que cuenta como formas ‘legítimas’ de interacción y comunicación. Cada uno de ellos, sin embargo, son bastante vagos y necesitan de nuevos análisis más detallados. Una vez más, como se ha sugerido anteriormente, las cuestiones implicadas aquí pertenecen a la ética del discurso y por ello son parte de los fundamentos del Análisis Crítico del Discurso. Este análisis informal de las propiedades sociales de la manipulación también muestra que si la manipulación es una forma de dominación o abuso de poder, como tal necesita ser definida en términos de grupos sociales o instituciones, y no a nivel individual de interacción personal. Esto significa que solo tiene sentido hablar de manipulación, tal como la hemos definido cuando los hablantes u oyentes están manipulando a otros en cuanto miembros de un grupo dominante o instituciones u organizaciones poderosas. En las sociedades contemporáneas de información, esto es especialmente cierto para las élites en política, los medios, la educación, entre los científicos, en la burocracia como también en las empresas comerciales, por un lado, y los diversos tipos de “clientes” (votantes, lectores, estudiantes, consumidores, público general, etc.), por el otro. Así, la manipulación, socialmente hablando, es una forma discursiva de reproducción del poder de la élite que va en contra de los intereses de los grupos dominados y (re)produce la desigualdad social.

Manipulación y cognición

Manipular a la gente implica manipular sus mentes, es decir, sus conocimientos, opiniones e ideologías que, a su vez, controlan sus acciones. Sin embargo, hemos visto que hay muchas formas de influencia mental basada en el discurso, tales como la información, la enseñanza y la persuasión, que forman y cambian los conocimientos y las opiniones de la gente. Esto significa que es necesario distinguir la manipulación de estas otras formas de manejo o control mental, tal como lo hicimos anteriormente en términos sociales, es decir, en términos del contexto del discurso. A fin de poder distinguir entre el control mental legítimo del ilegítimo, primero es necesario ser más explícito en cuanto a cómo puede el discurso ‘afectar’ la mente. Puesto que la mente es extraordinariamente compleja, también la manera en la que el discurso puede influenciarla involucra intrincados procesos que solo pueden ser manejados en tiempo real, mediante la aplicación de estrategias eficientes. Para nuestros propósitos en este artículo, simplificaremos tal descripción en unos pocos principios y categorías básicas del análisis cognitivo (para mayores detalles, véase Britton & Graesser, 1996; Kintsch, 1998; van Dijk & Kintsch, 1983; van Oostendorp & Goldman, 1999). 1.

La manipulación de la comprensión del discurso basada en la MCP

En primer lugar, el discurso en general y el discurso manipulativo en particular involucran el procesamiento de la información en la memoria de corto plazo (MCP), dando como resultado básicamente la comprensión (de palabras, cláusulas, oraciones, enunciados y señales no verbales), por ejemplo, en términos de los ‘significados’ proposicionales o ‘acciones’. Este procesamiento es estratégico, en el sentido de ser inmediato (on-line), dirigido a un fin, que opera a distintos niveles de la estructura del discurso e hipotético: se hacen conjeturas rápidas y eficientes y se toman atajos en lugar de hacer análisis completos. Una forma de manipulación consiste en controlar algunas de estas estrategias que están parcialmente automatizadas. Por ejemplo, imprimiendo parte del texto en posición destacada (por ejemplo al inicio) y en letras más grandes o en negrita. Ello atrae más la atención y requerirá más tiempo de procesamiento o recursos mnemónicos, tal como sucede con los titulares, títulos o consignas –con lo que se contribuye a un procesamiento más detallado y a una mejor representación y recuerdo–. Los titulares y títulos también funcionan como la categoría textual convencional para la expresión de la macroestructura semántica o tópico, que organiza las estructuras semánticas locales; también es por esta razón que estos tópicos se representan y recuerdan mejor. Lo que queremos señalar aquí es que rasgos específicos del texto oral o escrito –tales como su representación visual– pueden específicamente afectar el control de la comprensión estratégica en la MCP, de modo que los lectores presten más atención a cierta información que a otra. Por supuesto, esto no ocurre solo en la manipulación, sino también en otras formas legítimas de comunicación, como presentación de noticias, libros de estudio y un sin número de otros géneros. Esto sugiere que, en términos cognitivos, la manipulación no tiene nada de especial: hace uso de propiedades muy generales del procesamiento del discurso. Así pues, tal como fue el caso en el análisis social de la manipulación, necesitamos más criterios para distinguir entre la influencia legítima y la ilegítima en el procesamiento del discurso.

La manipulación en esos casos puede consistir en el hecho de llamar la atención hacia la información A en vez de B, de modo que la comprensión resultante puede ser parcial o sesgada; por ejemplo, cuando los titulares enfatizan detalles irrelevantes más que los tópicos importantes de un discurso –perjudicando con ello la comprensión de detalles por la influencia del procesamiento de arriba hacia abajo de los tópicos–. La otra condición social que debiera agregarse en este caso, y tal como lo hicimos anteriormente, es que esa comprensión parcial o incompleta juega en favor de los intereses de un grupo o institución poderosa y en contra de los intereses del grupo dominado. Obviamente, esta no es una condición cognitiva ni textual, sino una normativa social y contextual: los derechos de los receptores de ser adecuadamente informados. Nuestro análisis cognitivo pretende explicar detalladamente cómo la gente es manipulada mediante el control de sus mentes, pero no se puede explicar porqué esto es malo. Procesos similares entran en juego en muchas formas de expresión no verbal, tales como la configuración o disposición general, el uso del color, fotografías o dibujos en la comunicación escrita, o gestos, muecas faciales y otras actividades no verbales en el discurso oral.
Dado que el procesamiento del discurso en la MCP incluye formas tan diferentes de análisis como operaciones fonéticas, fonológicas, morfológicas, sintácticas y léxicas, todas dirigidas hacia una comprensión eficiente, todos y cada uno de estos procesos de la MCP pueden ser influenciados por diversos medios. Por ejemplo, una pronunciación más clara o lenta, una sintaxis menos compleja y el uso de términos básicos, un tópico claro acerca de un tema que los receptores manejan bien, entre otras muchas condiciones, en general tenderán a favorecer la comprensión. Esto también significa que si los hablantes quieren dificultar la comprensión, tenderán a hacer lo opuesto, es decir, a hablar más rápido, con menor claridad, con oraciones más complejas, palabras más abstrusas, tópico confuso acerca de un tema menos conocido por la audiencia –como puede ser el caso, por ejemplo, en los discursos legales o médicos que no están dirigidos, primordialmente, hacia una mejor comprensión por parte de los clientes y, en consecuencia, puede asumir formas manipulativas cuando se estorba intencionalmente la comprensión–.

En otras palabras, si grupos o instituciones dominantes quieren facilitar la comprensión de información consistente con sus propios intereses e impedir la comprensión de la información que no favorece sus intereses (y viceversa para sus receptores) entonces pueden típicamente usar estas formas de manipulación basadas en la MCP de la comprensión del discurso. Vemos que hay dimensiones cognitivas, sociales, discursivas y éticas implicadas en este caso cuando se dificulta o se prejuicia ilegítimamente la comprensión del discurso. La dimensión ética también puede involucrar otro criterio (cognitivo) referido a si este control de la comprensión es intencional o no lo es –como es el caso cuando se distingue entre asesinato y homicidio no premeditado o cuasi delito de homicidio. Esto significa que en los modelos contextuales de los hablantes o escritores hay un plan explícito para dificultar o prejuiciar la comprensión. 2.

Manipulación episódica

La manipulación basada en la MCP se lleva a cabo en forma instantánea (on-line) y afecta el proceso estratégico para la comprensión de discursos específicos. Sin embargo, la mayoría de las veces la manipulación está dirigida hacia resultados más estables y por ello se centra en la memoria de largo plazo (MLP), es decir, en el conocimiento, en las actitudes y en las ideologías, como veremos en un momento. También forman parte de la MLP los recuerdos personales que definen la historia y las experiencias de nuestra vida, representaciones que tradicionalmente se asocian a la memoria episódica. Es decir, nuestro recuerdo de eventos comunicativos –que se encuentran entre nuestras experiencias cotidianas– está almacenado en la memoria episódica, a saber, como modelos mentales específicos con sus propias estructuras esquemáticas. Contar una narración significa formular el modelo mental personal y subjetivo que tenemos de alguna experiencia. Y comprender una noticia o un cuento implica la construcción de un similar modelo mental por parte de los receptores. En la memoria episódica la comprensión de un texto o enunciado se relaciona, pues, con modelos más completos de experiencias. La comprensión no consiste solo en la asociación de significados y palabras, oraciones o discursos, sino en la construcción de modelos mentales en la memoria episódica, que incluyen nuestras propias opiniones y emociones asociadas con un evento oído o leído. Es este modelo mental el que constituye la base de nuestros futuros recuerdos, así como la base de nuevos aprendizajes, tales como la adquisición de conocimientos, actitudes e ideologías basados en la experiencia. Nótese que los modelos mentales son únicos, ad hoc y personales: es mi interpretación individual de este discurso particular en esta situación específica. Por supuesto que estos modelos mentales también implican la ‘instanciación’ de conocimientos y creencias compartidas socialmente –de modo que de hecho podemos comprender a los demás y la comunicación y la interacción es posible–, pero el modelo mental como un todo es único y personal. Existen otros conceptos de modelo (mental, cognitivo) que se usan para representar conocimiento cultural, socialmente compartido (véase, por ejemplo, Shore, 1996), pero no es a ese tipo de modelo al que me estoy refiriendo aquí. Los modelos mentales no solo definen nuestra comprensión de los enunciados y los textos en sí mismos (mediante la representación de aquello de lo que trata el discurso), sino también la comprensión de todo el evento comunicativo. Los resultados de esta comprensión se representan en ‘modelos contextuales’, que al mismo tiempo, para los hablantes operan como sus –dinámicamente cambiantes– planes para hablar (van Dijk, 1999).

Dado el papel fundamental que juegan los modelos mentales en el habla y la comprensión, es de suponer que la manipulación estará especialmente dirigida a la formación, activación y usos de los modelos mentales en la memoria episódica. Si los manipuladores quieren que los receptores entiendan el discurso tal como ellos desean, es fundamental que los receptores formen el modelo mental que los manipuladores quieren que ellos construyan para así restringir la libertad de interpretación o, al menos, la probabilidad que entiendan el discurso en un sentido contrario al interés de los manipuladores. Posteriormente, vamos a examinar algunas de las estrategias discursivas que están dirigidas de este modo hacia la formación o activación de modelos ‘preferentes’. La mayoría de las veces, la estrategia consiste en enfatizar discursivamente aquellas propiedades del modelo que son consistentes con nuestros intereses (por ejemplo detalles acerca de nuestras buenas obras) y desenfatizar discursivamente aquellas propiedades que son inconsistentes con nuestros intereses (por ejemplo detalles acerca de nuestras malas obras). Culpar a la víctima, así, es una de las formas en las que el grupo dominante discursivamente influencia los modelos mentales de los receptores, por ejemplo, mediante la re-atribución de la responsabilidad de las acciones a favor de sus propios intereses. Cualquier estrategia discursiva que puede así contribuir a la formación o reactivación de modelos preferidos puede ser usada en el discurso manipulativo.

Como es el caso en el procesamiento de la MCP, gran parte de la formación y activación de modelos están más bien automatizadas y el sutil control de los modelos mentales a menudo ni siquiera lo notan los usuarios, con lo que se facilita la manipulación.

Por razones de estilo, el artículo de dividirá en 3 partes...

viernes, 12 de junio de 2009

Para evitar que el mundo se deshaga

Palabras de María Fernanda Palacios, escritas para ser leídas en el Acto Académico de Conferimiento del Título Doctor Honoris Causa. 28 de mayo de 2009

Profesores : Cecilia García Arocha, rectora de la Universidad Central de Venezuela y demás autoridades presentes, decanos y miembros del Consejo Universitario.
Profesores: Vicenzo Piero Lo Monaco, Decano de la Facultad de Humanidades y demás directivos y miembros del Consejo de la Facultad de Humanidades y Educación.
Profesor Vicente Lecuna, Director de la Escuela de Letras de la UCV
Profesores, estudiantes y egresados que hoy nos acompañan,

Señores, señoras y amigos presentes


Una profunda gratitud es el sentimiento que compartimos quienes recibimos hoy este título honorífico y es por eso que, en nombre de todos, agradezco en forma particular a los colegas y a los cuerpos académicos colegiados que propusieron, aprobaron y hoy nos confieren este doctorado. Pero existe otra gratitud más abarcante y más íntima a la vez, y más difícil de expresar; me refiero a la que surge de los vínculos que unen nuestras vidas con la insitución universitaria en general y con esta universidad en particular. Puedo asegurar que en la memoria y los afectos de cada uno de nosotros, la Universidad Central de Venezuela es una presencia entrañable y que estar aquí es también una manera de rendirle tributo a cuanto ella significa en nuestra historia académica y personal. Y gracias de corazón a todos los que hoy nos acompañan en este momento de emoción y alegría.

Permítanme añadir a esto la dicha que siento por compartir este honor en compañía de personas mucho más meritorias que yo, entre autores cuyas trayectorias respeto, cuyas obras admiro y maestros de quienes tanto aprendí y a quienes quiero tanto.

La tradición protocolar quiso que recayera sobre mí el privilegio adicional de escribir la pieza que acompaña estas ocasiones y es con una mezcla de vanidad y de vergüenza que paso ahora a hablar en nombre propio. Y en nombre propio quiero evocar el nombre de Oscar Palacios Herrera, mi tío, a quien debo no sólo mis primeras incursiones en el mundo del Quijote, sino también el que fuera para mí un ejemplo vivo de coraje y vocación docente, al renunciar a su Cátedra en la Facultad de Derecho, cuando la dictadura militar le impuso un infamante Consejo de Reforma a esta Universidad. Me gustaría que a través de estas páginas se sintiera su recuerdo y el recuerdo de muchos otros que no han tenido la oportunidad de recibir este honor, para quienes la docencia no es un cargo, ni una profesión sino una alegría y un compromiso cotidianos.

Experiencia, respeto y autoridad


Cuando me escucho decir con demasiada frecuencia y exagerado orgullo que ya llevo cuarenta años dando clases, siento un pellizco vergonzoso porque temo estar escudándome detrás de esos años de experiencia, como un subterfugio para no darme el trabajo de dudar de lo que hago; y temo que se apodere de mí la mirada condescendiente del que ya pasó por eso; la mirada desdeñosa o indiferente de quien ya lo vivió… Una mirada que ya no puede enseñar nada porque ya nada la conmueve ¿De qué puede servir una experiencia petrificada que no sufre los vaivenes de lo que sucede alrededor suyo?

La experiencia docente no es para tenerla almacenada como una posesión, ni para echársela en cara a los demás, ni para exhibirla como un título; creo que como toda experiencia verdadera es algo que se disuelve hasta hacerse instinto y memoria, y sólo nos enteramos de que está ahí cuando se la pone a prueba y debemos –como dicen los personajes de Conrad– “dar la talla”. Entonces, es ella quien responde por nosotros, ella quien sale al quite ofreciéndonos la salida justa: una palabra adecuada, un gesto de cortesía, una acción razonable o un impulso apasionado, en fin, ese heroísmo silencioso que provee la experiencia.

Es con esa experiencia, amasada día a día, que un profesor se gana el respeto de sus estudiantes y sus colegas. Y en ella confía como único escudo, cuando se ve enfrentado a situaciones que amenazan destruir ese sentimiento de respeto en que descansa su autoridad.

Antes que todo fuero legal, por debajo de cualquier filosofía y por encima de toda política pública, se halla el respeto como piedra angular de la educación. Y en tiempos turbulentos debemos volver a la fuente de ese respeto, al lugar donde nace la relación docente: el aula y las clases. Allí convergen sin confundirse la esfera privada y la pública; allí se abre para cada quien un camino de dos vías donde aprendemos a estar en el mundo y a circular por él sin perder la ruta de vuelta a nosotros mismos. Ese delicado equilibrio entre lo público y lo privado, lo colectivo y lo individual, lo propio y lo ajeno, es el contenido básico, insoslayable, de toda formación, independientemente de la carrera escogida.

Sentí que hoy resulta imprescindible para los universitarios recordar y reflexionar sobre ese respeto, sobre ese sentimiento civilizado, fundamento de toda convivencia, y por lo mismo, sostén invisible de nuestra autonomía.

La Universidad enfrenta los problemas que la aquejan apelando a su autoridad, pero se trata de una autoridad nacida y consolidada por el respeto que se respira en sus aulas y por la trama de vínculos civilizados que ese respeto ha tejido entre sus miembros. Su autoridad no se asienta en el ejercicio del poder y la fuerza, tampoco se limita a la que escuetamente puedan asignarle las leyes, sino que depende de la influencia que ejerce en la comunidad a través del prestigio que ha ganado a lo largo de las generaciones que se han formado en sus aulas. Es un ascendiente que actúa por sí solo y no necesita imponerse por la fuerza de las armas o de los tribunales. Pero es algo sumamente frágil cuando debe convivir con un poder que se ejerce sin autoritas, es decir, un poder que reina sobre un caos y descansa sobre el abuso, la coacción y la violencia.

Imágenes de violencia y estado de confusión


Hace ya una semana que los universitarios contemplamos con una mezcla de perplejidad, impotencia e indignación los restos de un automóvil incendiado y arrastrado al lugar donde se hacía más elocuente la violencia contra nuestra institución: en la Plaza Cubierta, entre el Aula Magna y la entrada del Rectorado. Esta imagen brutal dice más que todos los argumentos de cómo la barbarie ha conseguido quebrantar la trama de respeto y autoridad que rige la vida universitaria. Añádase a ésta otras imágenes aún más brutales, de las que afortunadamente no quedaron restos tan palpables: una horda de bárbaros sin rostro disparando armas de guerra por los corredores de la Universidad, imponiendo una ley de terror y obligando a evacuar las aulas de clase.

No faltará quien diga que esa violencia “hay que entenderla”. Yo digo que no: estamos ante hechos que rebasan la compresión e intentar comprenderlos equivale a explicarlos, cayendo así en la trampa maldita que los legitima y justifica. Porque de ese modo perderíamos de vista la salvajada y se pasaría por alto la violencia; es más, como en aquello que ésta destruye se encuentra la causa que la motiva, la universidad termina por ser ella la culpable y quienes la violentaron sus víctimas.

Disculpen quienes sientan que ocasiones solemnes como ésta no deben enturbiarse con hechos de página roja. Pero cuando la página roja llega hasta las aulas es porque, así no nos guste, se ha instalado como parte de nuestra realidad y hay que prestar oído a lo que dicta esta otra cátedra, antagonista de la educación, la cátedra de la violencia y del poder, del poder de la violencia y de la violencia del poder.

Estos hechos perturban desde hace tiempo nuestra vida académica y nos afectan, quiero decir que nos afligen. Suelen provocar reacciones de diverso tipo, resoluciones, comunicados, foros y asambleas, palabras impotentes, manotazos desesperados, condenas irrisorias; también podrían ganar adeptos, desatar contagios. Esta violencia tiene, pues, una longitud de onda mayor, de alcance psicológico, que daña la trama profunda de la enseñanza, imponiendo un estado de confusión y desorientación, que envenena poco a poco nuestras fuentes de autoridad.
Quien intente acabar con semejante estado de confusión directamente, con soluciones y diálogos agenciados desde arriba, quedará atrapado en ello y contribuirá sin darse cuenta a hacerlo más fuerte y a prolongarlo.

Tampoco es hora de entonar cantos de tolerancia, de amor y de paz, sino mirar de frente cómo se nos muestra la intolerancia, el lugar que ocupa, la fuerza que despliega y aun la fascinación que ejerce. ¿Qué sentido tiene decir que estamos en favor de no matarnos los unos a los otros, y abogar por la pluralidad... y que “cien flores se abran y florezcan cien escuelas ideológicas”, como rezaba el lema del maoísmo, mientras varios millones de chinos morían víctimas de su otra consigna, aquella del “gran salto adelante”?

Juan de Mairena, aquel sabio profesor, hijo apócrifo de Antonio Machado, aconsejaba a sus alumnos meditar sobre las frases más ordinarias, por ser las más ricas y significativas: “Reparad –decía– en ésta de carácter metafísico ¿A dónde vamos a parar?” ¿No sería éste el ejercicio que debería encabezar de ahora en adelante nuestros cursos, investigaciones y agendas académicas?
Amortiguar los efectos de esta violencia, poniéndole obstáculos a su expansión y cobrando conciencia de su alcance, nos lleva nuevamente al lugar de donde partimos. A las fuentes de nuestra autoridad: al aula de clases. Un clima de aprendizaje es más valioso que un saco de explicaciones. Allí es donde podemos aun apostar por unas pautas de convivencia nacidas del respeto.

No somos prestadores de servicios, ni gerentes, mucho menos predicadores, apóstoles, caudillos o comandantes, somos maestros y nuestro asunto es dar clases. Me gusta el verbo “dar”; impartir o dictar son términos que tienen algo de sacerdotal, mientras que dar clases evoca más bien la imagen de un concierto, donde aun la disonancia es música. Allí el respeto es algo que nace de manera necesaria y natural, los instrumentos no se toleran entre sí, se escuchan, pero ninguno pretende acallar a los demás y cada uno tiene su propio sonido inconfundible.


La clase nos ofrece, en los momentos más desconcertados, la posibilidad de afinarnos en conjunto.

Somos herederos: educar es dar formas


“Evidentemente cada generación se cree dedicada a rehacer el mundo. Sin embargo, la mía sabe que no lo rehará. Pero acaso su misión sea más grande. Consiste en impedir que el mundo se deshaga”. Estas palabras de Albert Camus resumen para mí la misión docente de nuestros días. Podría parecer pretenciosa y desmesurada a no ser porque para un profesor este mundo a punto de deshacerse está encarnado en cada estudiante que tiene delante. Es una tarea concreta y compatible con nuestras propias zozobras, no una misión abstracta y titánica.
Pero quizá debo precisar un poco más en qué consiste este trabajo.


El mundo se “deshace” cuando carece de contornos y de límites (cuando no se sabe “a dónde va a parar”). Esta situación no es nueva. Ya Hamlet lo sentía desencajado, “fuera de sus goznes” (out of joint). Pero no es el mundo lo que debemos remendar, es dentro de cada ser humano donde podemos constatar una falta de formas y peor aún, una atrofia en el órgano o la facultad capaz de observarlas y mantenerlas; sin ellas, vivimos a la deriva, como de paso, pisoteando el mundo que hemos recibido como herencia. En tal sentido, el ser humano es ante todo un heredero y no hay tarea más urgente para un educador que la de hacerlo consciente de esa condición y enseñarle a valorar su herencia.

Al mencionar su condición de heredero aludo a un fundamento anterior al de los “derechos” humanos, sin que por ello se esté propugnando el culto de algún patrón de identidad colectiva o volkgeist. Lo que me interesa subrayar es que ese mundo que queremos evitar que se deshaga está hecho de tiempo humano y es una trama de continuidades, y el énfasis exagerado que ha puesto la modernidad en unos derechos desprendidos de y hasta enfrentados a esta otra razón patente en las tradiciones, las creencias, la lengua y las instituciones que heredamos, ha servido para alimentar una imagen quimérica y abstracta del individuo, sin conexiones memoriosas, que está erosionando, precisamente, la experiencia y el respeto en que descansa la educación.


Además, la historia nos informa cómo, cuando esos derechos naufragan, a través de esa herencia es que lo humano sobrevive y prevalece. A esto me refería cuando mencioné el peligro de vivir como si estuviéramos de paso, ignorando o desdeñando la continuidad de la cultura a través de las generaciones.

Hasta no hace mucho un hombre educado era aquel que exhibía una amplia formación humanística, hoy en día, un hombre educado no pasa de ser un hombre que aspira no caer en la barbarie que lleva consigo. Pero este último seguramente está más cerca del verdadero humanismo. Sabe que los bárbaros siguen siendo una suerte de solución.

El carácter y la formación

Somos educadores, maestros –siempre que despojemos a esta palabra de la aureola reverente que todavía tiene en algunas culturas y le devolvamos la humildad un tanto desdeñosa con que la pronuncian los doctores. Somos maestros, digo, y como tales no podemos contentarnos con adiestrar e instruir de manera sistemática. Al maestro le importa el carácter de cada estudiante y no sólo transmitir conocimientos. Y por esto le importa la forma en que se aprende, tanto o más que los contenidos que enseña. Esta educación es principalmente autoformación. Entre otras cosas, porque la formación del carácter no cabe dentro del horizonte habitual del curriculum y rebasa tanto la formación profesional como la formación ciudadana. El carácter es aquello que nunca se ajusta del todo a las expectativas y los horizontes colectivos y obedece ese oscuro llamado a ser únicos y distintos. Es él quien colabora tenazmente a la hora de impedir el triunfo de las tendencias uniformadoras de cualquier tipo.

Creo que ha llegado el momento de decirlo, también en el aula corremos el riesgo de que el mundo se deshaga y es allí donde el peligro es mayor. Y hay que reconocer que los maestros y las universidades hemos contribuido no poco en esta empresa de destrucción de las formas a través de una educación supuestamente crítica, que sólo busca adhesiones militantes, convicciones inquebrantables y reemplaza las valoraciones individuales con el adoctrinamiento ideológico.

El verdadero maestro no transmite un único ideal de vida, porque sabe que el hombre nuevo es también el hombre hueco, el hombre relleno, los hollow men del poema de T. S. Eliot:

Somos los hombres huecos /

somos los hombres rellenos /

apoyados uno en otro
La cabeza llena de paja. ¡Ay! /

Nuestras voces resecas, cuando /

susurramos juntos
están quietas y sin significado /

como el viento sobre la hierba seca /

o las patas de las ratas sobre cristales rotos /

en la bodega vacía de nuestras provisiones.

Tampoco estoy abogando por una educación neutral. El maestro tiene la obligación de elegir y de valorar, atreverse a negar y afirmar. La ecléctica indiferencia ante distintas alternativas, el cómodo vale todo, desemboca en un canallesco disfraz de amplitud. Así, a la angustia de la frase que examinaba Juan de Mairena, ¿adónde vamos a parar?, se le responde con el cinismo postmodernista del “¿y por qué no?”

El maestro debe mediar entre la salvaje variedad de cada estudiante y la uniformidad de contenidos a que aspira un curriculum. A él le corresponde impedir que esos contenidos achaten, nivelen, uniformen la enseñanza impidiendo la autoformación. Pero también le corresponde velar porque la naturaleza anárquica o indómita del estudiante acepte los frenos y los cauces por donde se desliza el aprendizaje de las formas heredadas. En artes y en letras ese ingrediente es mucho más necesario aún. Al fin y al cabo, profesiones como la medicina o la ingeniería necesitan una amplia y sólida base de competencias similares, pero en humanidades y en especial en artes y letras, el perfil individual de cada estudiante es lo que debe acentuarse y afinarse cada vez más, hasta que cada graduado sea único y distinto del otro, y cada formación sea única; aquí lo que importa no es su lugar en la promoción sino su lugar en el mundo y la peculiaridad del sonido que tendrá ese instrumento con que lo transformará en música.

Si abandonamos la idea de la educación como un simple adiestramiento con fines exteriores, tendremos que remontarnos a su esencia y emplear la palabra formación: lo humano entendido como impulso plástico, como forma, un arte donde la existencia misma alcanza su justificación.
Desde esta perspectiva la poesía recobra el lugar central que una vez tuvo en la historia de la educación. Werner Jaeger, en su invaluable estudio sobre la Paideia, dice con la pasión contenida de los grandes scholars: “Los valores más altos adquieren generalmente, mediante su expresión artística, el significado permanente y la fuerza emocional capaz de mover a los hombres. […] Sólo el arte posee, al mismo tiempo, la calidez universal y la plenitud inmediata y vivaz que constituyen las condiciones más importantes de la acción educadora. Mediante la unión de estas dos modalidades de acción espiritual, [el arte] supera al mismo tiempo a la vida real y a la reflexión filosófica. La vida posee una plenitud de sentido pero sus experiencias carecen de valor universal. Se hallan demasiado interferidas por sucesos accidentales para que su impresión pueda alcanzar siempre el mayor grado de profundidad. La filosofía y la reflexión alcanzan la universalidad y penetran en la esencia de las cosas. Pero actúan tan sólo en aquellos para los cuales sus pensamientos llegan a adquirir la intensidad de lo vivido personalmente. De ahí que la poesía aventaje a toda enseñanza intelectual y a toda verdad racional, pero también a las meras experiencias accidentales de la vida real. Es más filosófica que la vida real […] Pero es, al mismo tiempo, por su concentrada realidad espiritual, más vital que el conocimiento filosófico” (49-50)
Varias décadas después, el poeta ruso Josef Brodsky, en su Conferencia del Nobel, complementa y actualiza esa idea cuando dice que una obra de arte, especialmente una obra literaria, “nos invita a una conversación íntima y entabla con cada uno de nosotros una relación directa, sin intermediarios. Por esta razón –agrega– el arte en general, especialmente la literatura y, en concreto la poesía reciben tan escaso apoyo por parte de los paladines del bien común, los caudillos de masas, los heraldos de la inevitabilidad histórica. Pues allí donde ha llegado el arte, allí donde se ha leído un poema, en vez de la aceptación y la unanimidad que éstos presuponían, sólo hallan indiferencia y polifonía”. Es decir, el arte introduce individuos autónomos y conciencias separadas; en lugar de seres uniformados, convencidos y seguros, surgen rostros únicos, inusuales y cambiantes.

Para Brodsky la meta de toda formación es la de llegar a ser dueños de una vida propia y no sólo de la propia vida, una vida no impuesta ni fabricada por otros”. En esta tarea los profesores de artes y letras tenemos la posibilidad de contribuir con cierta eficacia ya que la experiencia del arte y las letras es algo fundamentalmente individual, que hace más íntima nuestra experiencia del mundo y, como dijo Brodsky, “podría convertirse si no en una garantía, al menos en una forma de defensa contra la esclavitud”.

En estas páginas he querido dejar constancia de cuánto debo a esta Universidad, a la Escuela de Letras, a mis profesores, a mis colegas y sobre todo a los estudiantes que han pasado por mis cursos, porque sin ellos nada tendría sentido y gracias a ellos siento que esta vida vale la pena cada día.

Por María Fernanda Palacios.
Caracas, Paraninfo de la UCV, 28 de mayo de 2009


Este discurso fue publicado en Re-Lecturas (www.relecturas.org) consultado el 26.06.2009 a las 10.22 am
Cualquier contacto hacerlo a: Enza García
Editora de Guía del Lector

lunes, 8 de junio de 2009

ESCENA DE CARACAS PRESENTA

TOPOGRAFÍA DE UN DESNUDO

Bajo la dirección de Costa Palamides y la producción de Cocó Seijas y Delbis Cardona, este fin de semana Escena de Caracas estrena su más reciente espectáculo teatral, TOPOGRAFÍA DE UN DESNUDO, que pertenece a la pluma del dramaturgo chileno Jorge Díaz.

El estreno se realizará el jueves 11 de junio y las funciones se realizarán a partir del viernes 12 de junio hasta el 05 de julio en el Teatro San Martín, viernes y sábados a las 8 p.m. y los domingos a las 6 p.m. Según su autor, TOPOGRAFIA DE UN DESNUDO “está basada en un suceso real ocurrido en Brasil en la década del 60, y del cual los periódicos informaron en su oportunidad. Es un testimonio libremente concebido que no pretende reproducir rigurosamente los personajes ni los detalles de lo ocurrido, pero los hechos podrían suceder en cualquier país donde se encuentre injusticia, represión y violencia”.

El caso real sucedió en Guanabara, Brasil, donde el Gobernador ordenó la ejecución de los marginales a través de una redada policial y una componenda bien orquestada donde no faltaba la traición entre iguales, el silencio de los medios y la corrupción de los policías. Una historia no muy lejana. En la obra, la aparición del cadáver de un indigente motiva una serie de especulaciones sobre el probable homicidio y lo que esto puede generar, lo cual deviene en acontecimientos donde se ven involucrados varios de los personajes del submundo urbano y algunos policías, jueces y fiscales, provocando situaciones que, por absurdas, se vuelven sátira y sarcasmo de la realidad. Un crimen contado por todos sus protagonistas desde sus puntos de vista encontrados, unos protagonistas que se mueven entre la vida y la muerte a sus anchas a través de una dislocación del espacio y la memoria.

La pluma del gran maestro de la dramaturgia chilena, entintada con toques de absurdo y el humor irónico. TOPOGRAFIA DE UN DESNUDO no puede ser solo una denuncia de nuestras sombras latentes. Por eso las siluetas de nuestros hechos nos acompañan y nos definen.La puesta en escena de Costa Palamides para ESCENA DE CARACAS parte del “tiro al blanco” de los poderosos y sus funcionarios para acabar con los excluidos en una ciudad bajo la represión, quienes detentan el poder con tal de no perder sus prebendas. La historia es común en Latinoamérica y en general en cualquier lugar del orbe donde el hombre ha instaurado su sistema de privilegios y exclusión. La estética actoral se mueve entre la corporalidad propia del humano con sus danzas pasionales o macabras y la complejidad del animal aterrado y enjaulado para pasto de la diversión del poder.

TOPOGRAFIA DE UN DESNUDO cuenta con las actuaciones de Delbis Cardona, Nadeschda Makagonow, Arnaldo Mendoza, Betsabé Correa, Ignacio Marchena, Margarita Morales y Khalil Gómez. El vestuario es de León Padilla. La iluminación de Gerónimo Reyes. La asistencia de dirección de Germán Manrique. La producción de Coco Seijas y Delbis Cardona. La idea escenográfica, selección musical y puesta en escena de Costa Palamides.

TOPOGRAFIA DE UN DESNUDO estará en cartelera desde el 11 de junio hasta el 05 de julio en el Teatro San Martín con funciones de viernes y sábados a las 8.00 p.m. y los domingos a las 6.00 p.m. Estacionamiento al lado y cerca de la estación de Metro Artigas.

Para mayor información:

escenadecaracas@gmail.comhttp://escenadecaracasvenezuela.blogspot.com

domingo, 7 de junio de 2009

Plagio


El delicado caso Nahum sacó a la luz pública un tema común en las universidades: la apropiación de ideas ajenas, el parafraseo, el "copypasteo" y todas las formas de engaño existentes en el ámbito educativo. Mientras la web tienta con más información, más campañas antiplagio se crean y más avanzan las tecnologías para detectar estos fraudes. "Ladrones académicos", es hora de empezar a temer.








Fraudes en las aulas Prácticas viciosas y maneras de evitarlas Plagio académico: ¿Flojera, deshonestidad o ignorancia?

EVELYN ERLIJ

¿Qué pueden tener en común H. G. Wells, Stephen King, T.S. Eliot, Joe Biden y Martin Luther King Jr.? Ser algunos de los infames protagonistas del "salón de la vergüenza" del sitio web estadounidense "Plagiadores famosos" (waronplagiarism.org), donde un profesor universitario se dedica a registrar todos los casos de plagio mundiales, célebres y desconocidos, en todas las áreas posibles. Aunque posee múltiples categorías -literatura, entretenimiento, política- no resulta curioso que la sección "academia" sea una de las que más casos reúne.Entre los mitos y leyendas locales que circulan en el gremio de historiadores nacionales, se encuentran historias y rumores emblemáticos como, por ejemplo, que Francisco Antonio Encina, en su texto "Historia de Chile", habría transcrito párrafos literales de la obra de su colega Diego Barros Arana, autor de "Historia General de Chile", o que el Premio Nacional de Historia Álvaro Jara habría acuñado conceptos del también galardonado Néstor Meza, del que fue ayudante, sin darle el crédito correspondiente.

Si el tema se ha vuelto parte del debate mediático a raíz de las acusaciones en contra del decano de Derecho de la U. Chile, Roberto Nahum, ha sido sólo porque el caso ha derivado en un conflicto de relevancia pública. No hay cifras concretas que cuantifiquen la práctica del plagio, pero basta con consultar a profesores universitarios para percatarse de la realidad. "He llegado a tener 3 casos por semestre de plagio de un texto completo o parcial", explica Gonzalo Saavedra, académico de la Facultad de Comunicaciones UC. "Hay de todo, me he encontrado con plagios muy burdos, pegados con grandes puntadas, y también con «overlock», con costura muy fina, entre profesionales de posgrado y estudiantes de pregrado".La tentación de copiar textos e ideas ajenas siempre ha existido, pero en la era de internet este fenómeno toma rasgos propios e incluso ha dado pie al anglicismo del "copypasteo", es decir, copiar y pegar. "En la web se puede acceder a una cantidad de información que antes era imposible. Es algo positivo, pero esta práctica no está ajena a ciertos vicios", opina Juan Velásquez, investigador de Ingeniería Industrial de la U. Chile y creador de Docode, una herramienta de detección de plagio que actualmente postula al Fondef.Los vagos pierden

Antes de diseñar el proyecto, Velásquez y su equipo realizaron breves encuestas en los colegios sobre la práctica del plagio. "Había un profesor que decía «me da lata pedir a los alumnos que busquen información en internet porque me van a pasar un trabajo copiado. Yo les digo 'escríbanmelo a mano'», porque así tiene la esperanza de que al menos el alumno leerá", comenta. Dejando de lado el aspecto ético, Velásquez afirma que el mayor problema es que cuando alguien copia, no aprende.La oferta online de potenciales textos para plagiar es amplia. Los sitios de habla hispana más famosos son Monografías.com y El Rincón del Vago, creado en 1998 por los españoles Miguel Ángel Rodero y Javier Castellanos.

Éste último explica que la idea surge como un portal para que estudiantes compartan textos ya entregados a los profesores, aunque la empresa "no se hace cargo de la calidad, exactitud, fiabilidad, corrección o moralidad" de los contenidos."Me parece que está excelentemente bien puesto el nombre. Esa página no tiene ningún peso ni seriedad académica, puede que haya artículos estupendos, pero le quita todo mérito que no se hagan responsables ni por los contenidos ni por los autores. Tampoco dice nada acerca de cómo citar ese material, por lo que se subentiende que uno entra a ese lugar para hacer copy/paste", opina Saavedra. A pesar de la dudosa calidad de los textos, Castellanos se defiende y afirma que entre los colaboradores podría encontrarse una futura mente brillante: "¿A quién no le gustaría ver publicados los trabajos que presentó en la universidad Einstein o un discurso estudiantil de Churchill?".Su premisa es obtener el máximo rendimiento con el mínimo esfuerzo. "Creemos que no es algo «malo» aprovechar el tiempo para que éste cunda más. Al contrario. Todas las teorías sobre productividad y eficiencia de nuestra era maquinista proclaman ese lema: maximizar los resultados minimizando tiempo y esfuerzo", explica desde España el creador del sitio. Según sus datos, hay más de 7.500 documentos de procedencia chilena en el Rincón del Vago, donde se reciben unas 160 mil visitas diarias desde nuestro país.

Por su parte, Fernando Rosso, de Monografías.com, señala que 1.550 documentos son chilenos y que un 5% de las visitas a la página durante el último mes provinieron de acá, lo que equivale a un millón de lectores chilenos.Los entrevistados de ambos sitios web declaran que rechazan el plagio. "El hecho de que el contenido esté disponible online y en forma gratuita no exime al usuario de las responsabilidades que le caben respecto del buen uso y resguardo de la propiedad intelectual", se defiende Rosso. Si bien Monografías.com posee normas declaradas respecto de cómo citar los textos, no pasa lo mismo con El Rincón del Vago. "A veces el plagio se puede producir por un desconocimiento de cómo citar, sobre todo en los primeros años de universidad", opina Gonzalo Saavedra.La flojera evolucionaDe acuerdo al reglamento de la Facultad de Ciencias Sociales e Historia de la U. Diego Portales, el plagio se define como "la presentación de ideas que no sean de autoría del estudiante". Pero no se trata del único "fraude académico". También están el autoplagio y la falsificación de datos, como ejemplifica Gustavo González, director de Pregrado del ICEIde la U. Chile: "Tuvimos un caso de invento de declaraciones, detectado gracias a que el texto del estudiante fue difundido en una revista online asociada al curso, a través de la cual el supuesto entrevistado se enteró del hecho".Pero esas modalidades son prácticamente "delitos comunes" si se las compara con las formas extremas que ha tomado la deshonestidad académica. "Hay personas que se dedican a cobrar por hacer trabajos y hasta me aseguraron que hay quienes viven de esto", comenta Saavedra, refiriéndose a un caso que tuvo hace unos años. El hecho no es aislado. En 2007 el periodista Josep Sarregui publicó en "Página 12" que existen unos 500 sitios web donde se ofrece fabricar trabajos universitarios a pedido, incluyendo tesis, fenómeno que se conoce como "cibersuplantación".De acuerdo al artículo, la mayoría de estas páginas en habla hispana son argentinas. "Si hay tipos que se ganan la vida haciendo eso, es porque hay muchos profesores que no están leyendo los trabajos o que son muy ignorantes", afirma el académico de la UC.Según Saavedra, no hay que ser demasiado detallista para advertir una copia. "Lees un trabajo y encuentras con un párrafo que está muy bien. De buena fe lo subrayas, no hay comillas, ni mención de una fuente, por lo que se asume que el texto le pertenece al autor. Sigues leyendo y ves otro párrafo que se aparta del registro que se había usado antes. Te vas a una frase sospechosa, la buscas en Google y aparece el texto", revela el docente.

De hecho, hay varias páginas web, como Turnitin y Approbo, que analizan textos y detectan si han sido o no copiados de alguna fuente online.El interés particular de la UC en la prevención del plagio se refleja tanto en talleres para profesores, como en iniciativas individuales de cada facultad, en específico la de Comunicaciones, que el año pasado lanzó la campaña "No + plagio, no (te) engañes". "Está en nuestro sitio web y en los fondos de pantalla de los computadores de los alumnos. El estudiante hace click sobre la imagen y llega al documento «La importancia de ser honesto», donde se explica qué es plagio", cuenta Saavedra.Otra manera de evitar estas prácticas es cambiar la modalidad de hacer los trabajos universitarios. "El plagio puede combatirse en la medida de que los profesores incentivemos y orientemos la investigación y la reflexión propias del estudiante, abriéndole posibilidades de trabajos creativos, con exigencias acotadas", señala Gustavo González.En la mayoría de las universidades chilenas se cuenta con sanciones reglamentadas contra el plagio, que van desde la nota mínima (1,0), hasta la expulsión de la institución.

Si bien se debe castigar estos casos para establecer hitos ejemplificadores, también es importante prevenir. "Ninguna universidad quiere condenar para siempre a un niño de 18 años que se tienta de hacer copy/paste de internet", comenta Saavedra. Nadie se embarca, tampoco, en estudios de dos, cinco, seis o siete años para convertirse en un "vago".

Eso es, al menos, lo que dicta el sentido común.

http://diario.elmercurio.com/2009/06/07/artes_y_letras/_portada/noticias/997732FA-7D80-4E01-BEDB-3D05259E9408.htm?id={997732FA-7D80-4E01-BEDB-3D05259E9408}

Gracias a Roger Michelena por este artículo

viernes, 5 de junio de 2009

1er. Congreso crítico de narrativa venezolana

Instituto de Investigaciones LiterariasFacultad de Humanidades y EducaciónUniversidad Central de Venezuela

EL GESTO DE NARRAR PRIMER CONGRESO CRÍTICO DE NARRATIVA VENEZOLANA
(Porlamar, 30 de noviembre, 01 y 02 de diciembre, 2009)
Sede: Programa Nueva Esparta, Universidad Central de Venezuela

PRIMERA CIRCULAR

La intención de este PRIMER CONGRESO CRÍTICO DE NARRATIVA VENEZOLANA, organizado por el Instituto de Investigaciones Literarias de la Universidad Central de Venezuela, es reunir a diversos especialistas del área de la crítica y de la investigación para debatir sobre las diferentes modalidades del cuento, la novela y otros géneros narrativos del país.

Planeado como homenaje a Julio Miranda, quien fue uno de nuestros más perspicaces críticos literarios, y al narrador José Balza, en el marco de los setenta años de su nacimiento, el evento responde a la ostensible presencia del discurso narrativo en la historia cultural venezolana.

El Congreso se ha diseñado sobre la base de los siguientes ejes temáticos:
1. Análisis crítico del discurso
2. Ciclos de la modernidad
3. Corporación literaria: ruptura y legitimación
4. Crónica y testimonio: géneros emergentes
5. Del mestizaje cultural al multiculturalismo
6. Edición, promoción y mercado
7. Literatura comparada
8. Lecturas o re-lecturas: figuras, autores, movimientos
9. Periferias
10. Políticas culturales
11. Teoría y crítica: estado actual

PARTICIPACIÓN

Los resúmenes de las ponencias se enviarán, para su debida evaluación, hasta el 15 de septiembre de 2009 a la dirección electrónica:elgestodenarrar@humanidadesucv.org.ve

El resumen debe incluir:

a) Título del trabajo,
b) exposición del tema en no más de doscientas cincuenta palabras (250),
c) cuatro palabras clave,
d) nombre y filiación institucional del ponente,
e) dirección de correo electrónico.

Una vez aceptada su propuesta, se le enviarán instrucciones para que efectúe la inscripción en la página web del Congreso.
ARANCELES
Ponentes: Bs. 300,00
Asistentes: Bs. 150,00
Estudiantes con ponencias: Bs. 100,00
Estudiantes asistentes: Bs. 50,00
INFORMACIÓN
Instituto de Investigaciones Literarias, UCVTelefax: 0212 693 05 65investigaciones.literarias@gmail.com
HOSPEDAJE

En próxima Circular se enviará información relativa a las diversas posibilidades de alojamiento.

COMITÉ ORGANIZADOR

María Eugenia Martínez P.(Directora del Instituto de Investigaciones Literarias, UCV)Vicente Lecuna(Director de la Escuela de Letras, UCV)María Josefina Barajas(Coordinadora Académica de la Comisión de Estudios de Postgrado FHE-UCV)María del Rosario Jiménez(Coordinadora de la Maestría en Literatura Venezolana, UCV)Antonietta Alario(Secretaría de la UCV e Instituto de Investigaciones Literarias)Aura Marina Boadas(Maestría en Literatura Comparada y Escuela de Idiomas, UCV)Gisela Kozak Rovero(Maestría en Estudios Literarios y Escuela de Letras, UCV)Camila Pulgar(Maestría en Estudios Literarios y Escuela de Letras, UCV)Ángel Gustavo Infante(Instituto de Investigaciones Literarias y Maestría en Literatura Venezolana, UCV)Carlos Sandoval(Instituto de Investigaciones Literarias y Maestría en Literatura Venezolana, UCV)Rebeca Pineda Burgos(Instituto de Investigaciones Literarias y Maestría en Literatura Venezolana, UCV)Yafi Nose(Instituto de Investigaciones Literarias,, UCV)

Por favor, aún no.