sábado, 20 de octubre de 2007

Teatro en Caracas


Caracas , como toda capital latinoamericana, se caracteriza por presentar espectáculos teatrales, óperas, ballets, danzas contemporáneas y las mal llamadas populares en infraestructuras hechos para tal fin, asimismo se presentan manifestaciones culturales de calles en otros espacios no convencionales.


Cuando se camina por cualquier recoveco de la urbe alocada que es este nuestro valle del Guaraira Repano (voz indígena) nos topamos con cualquier función de títeres, de zancos y malabares, la mayoría, por cierto, bastante lamentables en cuanto a su baja calidad estética y de contenido.


La política cultural actual no permite mucho la expresión de autores y montajes teatrales "burgueses", entendiéndolos como dramaturgos (as) y montajes reconocidos en el ambiente teatral de la comunidad mundial. Eso es discutible. Muy discutible. Las salas de teatro son para otra cosa y si las requieres debes cancelar una gran suma de dinero para obtenerla, tales los casos del CELARG (Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos), al igual que es una hazaña obtener una sala pequeña para presentar una obra de teatro, verbigracia el espacio de la Iglesia de San Pedro en Los Chaguaramos, regido por el grupo del Taller Experimental de Teatro TET. Ese lugar parce un claustro de monjes tibetanos.


Toda esta diminuta disertación la hago por el hecho de que en una época en Caracas, me refiero específicamente a los años 1970, se podía observar una dinámica escénica interesante. existían autores (as), montajes, experimentos como happenings, performances y demás manifestaciones que prometían un futuro "cierto" en la escena nacional. Todos los intelectuales, artistas, cultores, investigadores, docentes, críticos y público en general se afanaban por realizar representaciones con mucho respeto para los espectadores. ¿Quién no recuerda los textos dramáticos de la santísima trinidad, Isaac Chocrón, Román Chalbaud. José Ignacio Cabrujas? ¿Y qué tal Ibrahim Guerra? ¿Y la obra Al Unísono (1972) de Elizabeth Shön, llevada a escena por el grupo Arte de Venezuela del director Levy Rossel? En septiembre de 1971 se presentó Tu país está feliz de Antonio Miranda bajo la égida del grupo de Teatro del Ateneo de Caracas, dirigido por el desaparecido argentino Carlos Giménez.


No sé en realidad qué pasó. ¿El camino se esfumó? ¿Se transformó? ¿Se hizo mejor o peor?. Preguntas que quedan en el aire.


Debo acotar que no pertenezco a esa generación. Soy de los años 1980. Lo que sucede es que, a veces me pregunto hasta cuándo somos una urbe nueva, con raíces nuevas, un hombre y una mujer nueva, me da la impresión que nos disgusta nuestro pasado, que demás está decirlo, es un pretérito, quizás menos rico en referencia a epopeyas y gestas, según algunos estudiosos de la Historia, pero nos pertenece y es menester no olvidarlo.


La escena nacional está allí. Cuando nadie apostaba por ella, sólo algunos actores, actrices y cultores apostaron por su crecimiento. Una de ellas fue la actriz Mimí Lazo. Vaya mi apoyo a su tesón. Si no nos gusta, hay que aplaudirla por mantenerse en las "tablas" cuando nadie lo hacía, o por lo menos lo acometían muy tímidamente.


El teatro es más que un montaje basado en un texto, sea regular o de los mejores, va más alláde una presentaciones de títeres y de circo, no es sólo bailes folclóricos, ni son premios ni concursos como el Festival de Monólogos, ni los de danza. Las artes escénicas en Caracas requiere de una política concatenada con la realidad de las comunidades de barrios, urbanizaciones o caceríos. La diversidad cultural es extremadamente próspera. Hay que ir a las escuelas y a cualquier lugar donde existamos los hombres y mujeres de cualquier pluralidad.


La enseñanza del teatro nos exige la biodiversificación de expresiones. Se necesita una educación y un aprendizaje de culturas locales y universales.

1 comentario:

Anónimo dijo...
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Por favor, aún no.