sábado, 25 de agosto de 2007

La máscara se cae


Una de las actividades sociales propias de una ciudad es asistir al teatro. El teatro es una manifestación artística y cultural de los pueblos. Para algunos, el teatro refleja la realidad histórica de un colectivo, para otros, es simple y llanamente una diversión y para una tercera opinión, es una combinación de las dos perspectivas anteriores. En Caracas, actualmente los espectáculos teatrales se han ido apartando geográficamente del centro de la urbe para manifestarse en los llamados circuitos del este (un nombre bastante kitsch), se podría nombrar el Trasnocho Cultural, la sala Luisela Díaz del Caracas Theatre Club y el teatro escena 8, los tres ubicados al final de la avenida principal de las Mercedes desde chacaíto hacia la autopista del este. Luego tenemos las salas de teatro del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos CELARG, ubicado en Altamira, a dos cuadras subiendo para el Ávila desde la avenida Francisco de Miranda, también tenemos otras salas alternativas esparcidas por Caracas. Por supuesto, que aún se conservan el Ateneo de Caracas en Bellas Artes, el teatro Municipal en una boca calle de la avenida Baralt, detrás del edificio del monstruo burocrático de la hoy ONIDEX, es de acotar que este teatro, fue inaugurado por Antonio Guzmán Blanco en el año de 1881, el cual llevó su nombre como epónimo. Las manifestaciones teatrales se han alejado de los accesos populares. Se debe añadir que los espectáculos no han variado su horario de presentación, es decir, de jueves a sábados a ls 8 pm y los domingos 6 pm y la gente que vive lejos de las salas no va a asistir sino posee un carro propio por lo de la inseguridad urbana, también hay otro ingrediente que puede ser perjudicial para el abandono de las salas de teatro por parte del público: el precio de las entradas, las cuales muchas veces son restrictivas o discriminatorias. Ni hablar de los textos llevados a las "tablas" (esto es un clisé, no existen los pisos de madera en casi ninguna de las salas actuales de teatro ) que muchas veces responden a un determinado grupo social. Son obras diseñadas para una problemática social sectorizada. Son montajes para hacer reir a los habitantes de las urbanizaciones de la ciudad no para los barrios. Se tocan asuntos tan vanales o se les da un tratamiento en el lenguaje dramático tan cursi que no provoca asistir a ninguna obra de teatro. Un ejemplo de ello es la proliferación de textos teatrales en donde las mujeres de clase media trabajadora que viven en edificios con ascensores y que pagan un condominio costoso o casas un poco destartaladas porque los arreglos de sus infraestructuras han elevado sus precios, hablan de su soledad, no tienen marido y se están envejeciendo. La mayoría de estos argumentos se basan en despotricar a los hombres y etiquetarlos de irresponsables, brutos, insensibles y bla, bla, bla. A mi parecer, esto repercurte en la ausencia de un tipo de público en las salas de teatro, porque no negaré que las funciones del CELARG -tan aficionado a ese tipo de teatro- se llenan cada fin de semana.
El teatro en Caracas tomó otro curso. La mediatización y el lenguaje superficial de la TV arropan al teatro caraqueño. Y la gente formada para el teatro no hace nada, tal vez, por miedo a una represalia de los encargados de dirigir las salas de teatro o por una actitud conformista de que a mí no me afecta directamente. (por ahora).
Foto: Teatro Municipal en Caracas

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