Cementerio de los Hijos de Dios (!850) |
Después de los muchísimos años que pasaron
de la emancipación de las colonias del Sur americano, los “hechos históricos”
que envolvían esos años, no parecían o no querían quedarse olvidados en la
conciencia de los que por una causa especial habían sido partícipes directa o
indirectamente de los tales hechos. Naturalmente, que habrá de pensarse, que
todos los motivos que en ellos se dieron, no fueron impulsados de sentimientos
baladíes y de significado puramente romántico.
La lucha independentista como todos sabemos
hasta la saciedad, no fue el origen caprichoso o descontento de los criollos,
que no podían seguir aceptando los horrores y los crímenes de que eran víctimas
los colonos españoles en América. Contra
los bandidos y asesinos de la peor especie llegados a nuestras tierras,
había que señalar la hora de su destrucción total. Para el asqueroso y
abominable asturiano Tomás Boves o para un Pascual Martínez, que chupaba la
sangre de sus víctimas, todo lo que se hacía para aniquilarlos era pálido
comparado con todas sus maldades. Así que nada de extraño que en esa época,
aparecieran algunas casas con características de misterio o alojando en sus
interiores a numerosos demonios de todas las calañas. Así que tampoco, fuera
extraño, que a un Warletta, a un Rosete y a un Zuazola, fueron reconocidos por
los naturales de la incipiente República, como verdaderos Ministros de Satanás.
Pero no fue sólo en Venezuela donde tales criminales
de las suyas, hasta el punto de que “el
venezolano Vicente Salias al ser conducido al patíbulo”, gritara levantando
los ojos al cielo. “¡Dios Todopoderoso!
¡Si en tu mansión celeste admites españoles, renuncio mi derecho al cielo!”
En otras ciudades importantes de América se cometían los mismos horrores y
crímenes. Los españoles que venían al Nuevo Mundo, traían instrucciones de la
Corona, de acabar de una vez con el nombre de americano. Desde la muerte de José
María España, considerado por
las autoridades españoles “reo de alta traición”, y ejecutado el 8 de
mayo de 1799, hasta toda las demás llevadas a cabo en la Nueva Granada, y las
anteriores ene l sufrido y heroico pueblo de Quito. Parecía en efecto que en
cualquier rincón en que se hallaran los hijos de América, los inmolados por los
españoles, no tendrían fin, y no contando a los centenares de patriotas que se
encontraban presos, y bárbaramente encadenados a sus celdas. Fue entonces
cuando en tales y desventuradas situaciones, recoge la leyenda los funestos
comentarios acerca de la triste y célebre casa de los “descabezados”, situada y
amurallada en los terrenos donde habría de levantarse el Cementerio de “Los
Hijos de Dios”. Y fue precisamente en esta casa, donde la crueldad y la
sañ de los realistas contra los patriotas y, donde al decir de un cronista, se sembró con más furia el odio de
sus resentimientos, y el despecho por observar que el valor de los patriotas no
tenía límites. Más de una centena de descabezados vivía allí como si realmente,
la muerte no había tenido que ver con ellos.
A este respecto se afirma que la mitad de
estos infelices “descabezados” se deben al degollamiento general, que hizo el
bárbaro asturiano José Tomás Boves, a su entrada de Caracas, y otros que se habían
huido de Margarita…”
Tomado
del libro: “Santiago de León de Caracas en sus Leyendas Históricas” Luis
Beltrán Reyes. Editorial “El Pastoreño”. C.A. Caracas 1993
No hay comentarios:
Publicar un comentario