Por Bruno Mateo
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Sociedad de autores y compositores de Venezuela Sacven N° 9.070
Drama homosexual de la 3era. edad en cuatro actos.
PERSONAJES:
- Omar: hombre de la tercera edad. Masculino.
En su juventud fue boxeador. Pareja de Mauricio
- Mauricio: hombre amanerado sin tanta afectación
de la tercera edad. Pareja de Omar.
- Omar
Enrique: hombre de
unos cuarenta años. Hijo de Omar. Homofóbico.
- Agustina: personaje referencial. Esposa de Omar Enrique.
Acto I
(En un pequeña casa con buen
gusto. Es un ambiente artístico. Lo único que desentona con la ambientación son
unos guantes y un trofeo que se ven al fondo. Mauricio limpia. De fondo musical,
oímos “Como llora una estrella” música del venezolano Antonio Carrillo. Sólo se escucha la música. Los
acordes suspendidos en un espacio limpio de todo lo mundano)
Mauricio: (A Omar que está
adentro en la habitación) ¿Quién iba a pensar que el tiempo pasaría tan rápido?...
Hoy te preparé algo muy especial…. Hoy se cumplen… ¿A ver?... ¿Cuántos años?...
¡Treinta años!... Hoy se cumplen treinta años. Son treinta años, Omar. ¿Sabes lo que te hice?... ¡Claro
que lo sabes! Nos conocemos demasiado… ¡A ver! ¿Qué preparé? (Pausa corta) Preparé
el asado negro que tanto te gusta. Bien doradito por fuera y tierno por dentro
con su toquecito de papelón y clavitos de especia como me lo enseñó mamá. Me quedó mejor que
nunca. También hice unas papas gratinadas con queso blanco rallado por encima y
para rematar una ensalada de aguacate y palmito. ¿Quieres plátano horneado? Ojalá
que mamá estuviera aquí. Si ella estuviera viva, seguro que nos acompañaría en
nuestro aniversario de bodas. Porque esto es nuestra boda, aunque la gente no lo quiera reconocer. Te pregunté que si
querías plátano horneado… Te imaginas que papá estuviera con nosotros. “Eres un maldito degenerado”… Eso me
pegó mucho... Mi mamá decía que debía comprenderlo. ¡Sí! ¡Lo hice! Mi papá era
un hombre del llano. Un tipo acostumbrado a estar entre vacas y caballos. Se
sentía muy orgulloso de su hijo varón. ¿Y no soy varón, Omar? ¡Dime!, ¿No soy
hombre?...Yo siempre me he sentido bien con ser varón… ¿De dónde sacó que yo no
era un hombre, sino: “un maldito
degenerado”? (Hacia adentro) ¡Omar!... ¿Qué haces?... ¿No vas a salir? ….
Omar: (Desde adentro) ¡Ya va!
Me estoy poniendo esta vaina. ¡Y sí! ¡Quiero
plátano horneado! Échale papelón rallado y canela por encima.
Mauricio: ¿Quieres que te
ayude?
Omar: (Molesto) ¡No!
Mauricio: Deja la rabia…. ¿Estás
escuchando? (Pausita) Hoy puse al maestro Antonio Carrillo. “Dame la tierna luz
que tiene tu mirar que es como un titilar de una estrella de amor…”
Omar: (Sale) Esta vaina me
molesta.
Mauricio: Pero se te ve bien.
Omar: (Sarcástico) ¡Buenísimo!
Mauricio: ¡Deja ver! (Se
acerca y le arregla el pantalón) Así se te ve mejor. ¡Uyyy! S te ve grande
Omar: ¿Y no lo tengo?
Mauricio: ¡Claro que lo
tienes!
Omar: ¡Bastante te lo
gozaste!
Mauricio: No seas
escatológico.
Omar: Tú empezaste.
Mauricio: Pero, igual eres
escatológico.
Omar: ¿Qué vamos a comer?...
(Se refiere a la música) Me gusta la música…”Recuerdo aquel amor que fue pasión
de un suave titilar que ayer yo vi en tu dulce mirar tu amor sentí…”
Mauricio: No escuchaste nada
de lo que te dije.
Omar: ¡Coño! Y ¿qué quieres?
Me estaba poniendo este maldito pañal.
Mauricio: ¡No maldigas! Sabes
que no me gusta esa palabra.
Omar: (Lo abraza) Nunca te
gustó. Ni cuando me ibas a ver al Nuevo Circo.
Mauricio: Menos en ese sitio.
No entiendo el boxeo. Unos tipos dándose golpes y un grupo de gente aplaudiéndolos
para que se peguen más.
Omar: Es un deporte.
Mauricio: ¿Deporte?
¡Salvajes! Son unos primitivos.
Omar: Como yo. Yo soy uno de
esos salvajes, pero soy tu salvaje (Lo abraza y besa por todos lados)
Mauricio: ¡Deja! (Ríe) ¡Deja!
¡Me estás haciendo cosquillas! ¡Deja, chico!
Omar: Entonces, ¿somos unos
salvajes que se pegan coñazos?
Mauricio: Mejor no discutamos
ese asunto.
Omar: ¡Ven! Vamos a
sentarnos. Deja la pelea. Hoy es nuestro aniversario
Mauricio: Tengo que ver el
asado.
Omar: El asado está
bien…Siempre está bien. Ven. Siéntate aquí junto a mí. (Se sientan. Pausa) ¡Ya
vengo!
Mauricio: ¿Para dónde vas?
Omar: Te compré un regalo.
(Entra al cuarto. Pausa. Sale con algo detrás de la espalda)
Mauricio: ¿Qué es?
Omar: Primero, voy a quitar la música y pongo tu regalo.
Mauricio: ¿No te gusta esa?
Omar: Con el permiso… (Coloca
la música. Se oye a María Callas) ¿A qué no adivinas quién es?
Mauricio: ¿Y crees que no sé
quién es? ¡Esa es la Callas! … ¡María
Callas, la Divina! en “La Reina de la
noche”
Omar: ¡Sí!... ¿Te gusta?
Mauricio: (Lo abraza
eufórico) Me encanta
Omar: Pero eso no es todo.
Mauricio: ¿Cómo que no es
todo?
Omar: Hay más.
Mauricio: Pero, mi rey…
Omar: Pero, nada…Mau…Treinta
años juntos no es cualquier vaina.
Mauricio: Yo también te tengo
una sorpresa.
Omar: Primero yo….Ya vengo…
(Sale de la casa)
Mauricio: ¿Para dónde vas?
Omar: (Se devuelve) Lo tiene
la vecina
Mauricio: ¿La vecina? ¿Por
qué la vecina?
Omar: Porque mi Mauricio es
muy metiche….Ya lo traigo (Sale. Desde afuera) ¡Cierra los ojos!
Mauricio: No me gustan las
sorpresas. Ya estoy viejo y me puede dar un infarto. Mira que a la señora de la
cuadra de arriba le hicieron una sorpresa con un conjunto llanero y todo, la
llevaron a pasear, a la peluquería, a un restaurante lujoso y cuando entró a su
casa le gritaron ¡Sorpresa! Y la vieja cayó tendida de largo a largo, la
sorpresa se la llevaron ellos.
Omar: ¡Cierra los ojos!
¡Carajo! (Obedece. Sale. Pausa corta. Entra con un cuadro enorme con la foto de la mamá de Mauricio)
Mauricio: ¿Puedo abrir los
ojos?
Omar: ¡Si! Puedes abrirlos.
(Al abrir los ojos, Mauricio
observa el cuadro. Queda petrificado. Se le salen las lágrimas. Omar lo abraza)
Omar. (Tierno) ¿No te gustó?
Mauricio: Es el mejor regalo
que he recibido en mi vida… ¡Mamá!... Ojalá estuvieras aquí celebrando con nosotros…
¡Gracias!...
Omar: Por nada… (Quedan
abrazados un rato) ¿Y cuál es mi regalo? (Pone el cuadro en el mueble)
Mauricio: ¿Qué hora es?
Omar: Van a ser las dos.
Mauricio: Tu regalo viene en
camino.
Omar: ¿Cómo que en camino?
Mauricio: (Desvía la
conversación) ¿Quieres un poco de vino?
Omar: ¿Quién viene?
Mauricio: ¿Quieres vino?... ¡Ah!...
¡No!.... ¿Una cerveza?
Omar: ¡Carajo, Mauricio
Rafael!...Termina de decirme…. ¿De qué regalo me hablas?
Mauricio: (Le entrega una
cerveza) Brindemos por nuestro aniversario… (Choca su copa de vino con la
cerveza de Omar) ¡Por nosotros!
Omar: ¡Verga!... ¿Me vas a
decir qué coño es lo que pasa?
Mauricio: Omar, no te vayas a
molestar.
Omar: ¡Dame otra cerveza!
Mauricio: ¿Ya te tomaste la
que te di?
Omar: ¿Qué crees tú?... ¡Dame
otra! (Mauricio busca la cerveza)
Mauricio: ¡Toma! ¡No vayas a
tomar mucho!
Omar: ¿A quién invitaste hoy?
(Silencio. Pausa prudencial)
Mauricio: A Omar Enrique.
Omar: (Pausa. Con voz suave. Tensión) ¿Por
qué lo invitaste?
Mauricio: Porque es tu hijo.
Omar: ¡Mauricio!...Te voy a
recordar que… ¡Mi hijo!...Te quiere caer a coñazo limpio.
Mauricio: Eso pasó hace
tiempo.
Omar: Yo no digo más nada...
Mauricio: Esta es una oportunidad para dejar las cosas atrás.
Omar: ¿Qué te dijo cuando lo
invitaste?
Mauricio: Que sí vendría.
Omar: ¡Ummm!
Mauricio: ¡No seas
desconfiado!
Omar: Debiste consultarme
primero.
Mauricio: Entonces no hubiera
sido sorpresa.
Omar: No me has dicho ¿qué te
dijo cuando lo invitaste?
Mauricio: Nada. Que quería
venir a celebrar con su papá y su esposa (Ríe)
Omar: No le veo el chiste
(Pausa) ¿Y viene con Agustina?
Mauricio: Supongo que sí, es
su mujer.
Omar: Y una tipa que se
quiere quedar con todo.
Mauricio: No empieces…Mejor
voy a ver el asado (Hace mutis. Queda Omar solo. Pausa. Aparece un muchacho musculoso con pantalones
de boxeador y unos guantes. Alza los brazos. Se escuchan aplausos)
Voz: Y esta
noche tenemos un nuevo campeón de peso mediano…De las costas del Estado Vargas,
el tiburón Omar Colina se titula el nuevo campeón. ¡Bravo! ¡Felicitaciones
campeón! (Desde adentro, Mauricio habla en voz alta)
Mauricio:
Este asado me quedó espectacular (Entra a la habitación. Mutis del muchacho
boxeador). Ya puse los plátanos al horno. Me quedó como mis abuelas de la Pastora. Ya lo
vas a probar, Omar. Especialmente hecho para mi marido (Lo ve. Se percata de su mirada perdida)
¡Omar! ¿Qué te pasa? ¡Mírame! ¿Te pasa algo? (Omar reacciona)
Omar:
¡Mauricio! ¡Dime!
Mauricio:
¿Te pasa algo?
Omar: (Reacciona)¡No!
¿Qué me va a pasar?
Mauricio:
Por un momento te fuiste.
Omar:
¿Adónde me fui? (Ríe) ¿A Caraballeda? ¡No seas pendejo! ¡No me pasa nada!
Mauricio:
¿Seguro?
Omar: ¡Qué
sí! No me pasa nada. ¡Anda a ver el asado!
Mauricio:
(Se queda mirándolo) Lo acabo de ver. ¿No me viste cuando fui a la cocina?
Omar: Coño,
claro que te vi. ¡Hay que poner otra música! ¡Estamos celebrando! (Se levanta.
Se dirige al aparato musical. Coloca “La
quiero a morir” de Sergio Vargas).
Mauricio:
(Sirviéndose otra copa de vino. Mientras Omar baila solo en la sala) ¡Omar! ¿Tú
crees que tu hijo, de verdad, se quiere acercar a nosotros?
Omar:
(Agarra a Mauricio) ¡Ven! ¡Vamos a bailar! Olvídate de todas esas pendejadas.
Mauricio:
(Se resiste) ¡No quiero bailar! ¡Contéstame!
Omar: (Hace
amagos para convencerlo) ¿Ya no bailas? Cuando te conocí bailabas muy bien.
Mauricio:
Ahorita no quiero.
Omar: ¡Estás
viejo! Y se te puede romper la pata.
Mauricio: No
es eso.
Omar: ¡Qué
vaina! Y eso que bailabas muy bien.
Mauricio: (Sobreponiéndose)
¿Bailaba? Tú no me aguantas ni dos canciones.
Omar: Dale
pues. ¿Me estás retando?
Mauricio: ¡Ya
va! (Va a hacia el equipo de música) Vamos a ver si recuerdas esta canción (Se
oye “Si tú eres mi hombre y yo tu mujer”
de New York Band) Esta fue la primera canción que bailaste conmigo (Lo agarra,
bailan y ríen)
Omar: Yo tenía
mucha vergüenza.
Mauricio:
Parecías un niño asustado.
Omar: Te vi
bailando, vestido de mujer. Una canción de una española.
Mauricio:
(Sigue bailando) No has perdido el ritmo.
Omar: ¿Cómo
era que se llamaba?... Ya va ¡Yo me acuerdo! ¡Ya va!
Mauricio:
¡No vayas a empezar! Mira, que me da pena.
Omar: ¿Y por
qué, pues? Eso fue hace tiempo. ¿Dónde fue?
Mauricio: A mí
no me veas.
Omar: Tú sí
sabes, pero te estás haciendo el pendejo para no decirme. Anda, dime, ¿en dónde
fue?
Mauricio: En
el bar La Gioconda cerca del Congreso Nacional.
Omar:
¡Claro! Era un lugar de maricos.
Mauricio: No
digas esa palabra que es ofensiva.
Omar: Yo
entré pensando que era un burdel y me quedé impactado cuando te vi.
Mauricio: Porque
pensaste que era una mujer, además que estabas tomado.
Omar: Tú
estabas con un vestido de española. Estoy tratando de recordar la canción.
Mauricio:
¡Chico! Me da vergüenza.
Omar:
(Agarra otra cerveza) Pensé que eras una
mujer. Una puta, pues. Una muy bella.
Mauricio: ¡Grosero!
No bebas mucho.
Omar: ¡Ajá!
¿Vas a empezar con la vaina?
Mauricio: No
quiero que te enfermes.
Omar: ¡Anda!
Hazlo otra vez.
Mauricio:
¿Qué es? Yo ya estoy viejo para la gracia.
Omar: ¿Cómo
se llamaba la canción?
Mauricio:
(Se toma de un sopetón la copa de vino. Busca más y se sirve) ¡No te lo voy a
decir!
Omar: (Va a
hacia el aparato de música) Aquí debe estar el disco porque a ti te gusta
mucho.
Mauricio: “Limosnas de amores”
Omar: ¿Qué?
¿Qué dijiste?
Mauricio: La
canción se llama “Limosnas de amores”
(Se detiene la escena. Aparece un joven ataviado como Lola Flores y comienza a
hacer la fonomímica de “Limosnas de
amores”. Omar ríe estrepitosamente)
Omar: (Al
finalizar la canción el joven se desvanece tal cual apareció) ¡Mauricio! ¡No te
vayas! ¡Mauricio!
Mauricio: (Reacciona)
¡Dime! Estoy aquí
Omar: (Lo
observa)
Mauricio:
¿De qué te reías?
Omar: ¿Yo? Yo
no me estaba riendo. ¿Por qué?
Mauricio: No
sé, de pronto te fuiste y empezaste a reír. Como si…
Omar: ¡No!
No es nada. (Cambia de tema) ¿Ya está lista la comida?
Mauricio:
¿Te preocupas por la comida? A mí me da miedo. Algo te está pasando.
Omar: ¡Anda
a ver la comida! ¡No tengo un carajo!
Mauricio:
¡Está bien! Iré a ver (Mutis. Pausa
mediana. Desde adentro) ¡Sí! Ya está todo listo...
Omar: Apaga
todo y déjala reposar un rato… ¡Vente pues! (Entra Mauricio) Siéntate aquí, a mi lado.
Mauricio:
(Entra. Se sienta al lado de Omar) ¡Cuántas cosas hemos pasado juntos!
Omar:
Y las que nos faltan.
Mauricio:
¡Qué raro que no ha llegado tu hijo!
Omar:
Ese no va a venir.
Mauricio:
¿Por qué lo dices?
Omar:
Porque lo conozco.
Mauricio:
Pero ¿por qué no me quiere?
Omar:
Porque es homofóbico. No te perdona que por ti me separara de su mamá.
Mauricio:
¡Qué absurdo es!
Omar: Para él es difícil aceptar que su papá esté con otro hombre, si lo
fue para mí, imagínate para un muchacho homofóbico.
Mauricio:
Si, supongo que sí.
Omar:
Nunca pensé que yo siendo boxeador me fijara en alguien así como tú.
Mauricio:
¿Cómo yo? No entiendo.
Omar:
Antes de ti, tuve muchas mujeres, de todos los tamaños y colores.
Mauricio:
¡Ya entiendo! (Sarcástico) Quieres decir con un marico.
Omar:
Yo los llamaba así, sin darme cuenta que también soy marico, pues.
Mauricio:
La palabra correcta es homosexual y no es una ofensa ser “marico”
Omar:
Yo estoy bien.
Mauricio:
La vida da muchas vueltas.
Omar:
¡Qué extraña es la vida!
Mauricio.
Mejor voy a llamar a tu hijo. (Hace amagos por pararse. Omar lo ataja)
Omar:
No vas a llamar a nadie. Si no quiere venir que no venga.
Mauricio:
Pero quiero que venga.
Omar:
Mejor sirve la comida
Mauricio:
Vamos a esperar un poco más.
Omar:
No va a venir.
Mauricio:
Insisto que esperemos un poco más.
Omar:
¡Coño! ¿Por qué eres tan terco, Omar Enrique?
Mauricio:
¿Cómo me llamaste?
Omar:
¿Qué?
Mauricio:
Me dijiste Omar Enrique.
Omar:
(Molesto) ¡Deja la vaina! No te llamé así.
Mauricio:
¡Omar! Me estás asustando.
Omar:
Anda a servir la comida. Deja la
pendejada.
Mauricio:
¡Voy! Será mejor que empecemos tú y yo, si viene que nos acompañe. (Suena el teléfono. Lo coge) ¡Aló! (Escucha.
Pausa. Mira a Omar) Tu hijo no vendrá.
Acto II
Mauricio:
(En la misma sala. El retrato de la mamá de Mauricio puede estar colgado en
alguna pared. Toma el teléfono. Marca. Aguarda. En voz baja) ¡Aló! ¡Buenos
días! ¿Omar Enrique? ¡Sí! ¡Soy yo! ¡Mauricio! (Pausa) ¡No! No te llamo para
reclamar nada. Si no vinieron, sus razones tendrán. ¡No! ¡No! ¡Escúchame! No
quiero escuchar tus excusas. Si no vinieron a cenar con nosotros, no vinieron y
ya. No más discusión. Te llamo por otra cosa. Es sobre Omar, tu papá. ¡No! No está enfermo. (Asombrado) ¿Cómo va a tener
sida? ¿Acaso que porque seamos homosexuales vamos a tener sida? De verdad que eres
bruto. Tu papá solo tiene un comportamiento raro. ¡Nada más! Él está bien. Lo
único que creo que tienes que venir en algún momento. (Pausa) ¡Coye! ¿Hasta cuándo
vas a estar con eso? ¡Tienes que aceptarlo! Además estamos hablando de tu papá,
no de mí. (Pausa) Contigo es imposible dialogar. Haz lo que tú quieras, yo ya
te lo dije. Ya cumplí. Después no vengas a reclamarme nada. Omar se
está comportando de una manera rara y es tu deber, (Enfático) como hijo, venir.
(Pausa) ¡Como quieras! Que estén bien tú y tu mujer (Cierra el teléfono. Queda pensativo. Se oye
la voz de Omar desde adentro).
Omar:
¡Mauricio! ¡Mauricio!
Mauricio:
¡Hola! Estoy aquí en la sala. (Sale Omar con una bata).
Omar:
¡Buenos días!
Mauricio:
¡Buenos días! (Se besan)
Omar:
¿Qué tienes? ¿Estás triste?
Mauricio:
(Trata de ocultar su ánimo) ¡No! No tengo nada ¿Quieres desayunar?
Omar:
Estás así desde anoche.
Mauricio:
Tal vez sea gripe.
Omar:
No seas pendejo. Ninguna gripe. A mí no me vas a joder con eso.
Mauricio:
Voy a hacer unas arepas.
Omar:
Te pegó lo de Omar Enrique, ¿verdad? Yo te dije que mi hijo no vendría. Él es
muy rencoroso. Nació a su mamá.
Mauricio:
Te confieso que pensé que sí vendría.
Omar:
Hay que olvidarse de eso. Tú y yo somos felices. Él está bastante grandecito y
se sabe cuidar solo.
Mauricio:
Tú fuiste un buen padre.
Omar:
Anda a hacer las arepas y no te preocupes más. (Mutis de Mauricio. Queda Omar solo en la sala. Recoge
algunas cosas. De repente queda petrificado en medio del salón. Se oye la voz
de Mauricio desde adentro)
Mauricio:
¿Quieres sardinas? (Omar no responde) ¿O quieres otra cosa? (Omar no responde.
Entra Mauricio) ¿Qué te gustaría comer? (Lo observa) ¿Qué te pasa? ¿Por qué no
me contestas? ¡Omar! ¿Qué tienes? (Lo zarandea) ¡Omar! ¡Por favor! ¡Contesta!
Omar:
(Lo observa) Señor, por favor ¿dónde queda el
gimnasio? No lo consigo.
Mauricio:
¿Qué? (Se desespera) Omar, por favor, ¡No me asustes! ¿Qué tienes? ¡Soy yo!
¡Mauricio!
Omar:
Quiero ir al gimnasio. Tengo que ir a entrenar.
Mauricio:
(Lo toma por los hombros) ¡Escúchame! Yo soy Mauricio. Estás en tu casa, en
nuestra casa.
Omar:
(Reacciona) ¡Mau! ¿Qué te pasa? (Mauricio lo abraza)
Mauricio:
¡Volviste!
Omar:
Que yo sepa no me he ido a ningún lado.
Mauricio:
Es cierto. (Disimula) Yo que estoy un
poco loco.
Omar:
¿Pasa algo?
Mauricio:
¡No! ¡Dios quiera que no!
Omar:
Desde anoche estás raro.
Mauricio:
Omar, ¿qué te parece si vamos al médico?
Omar:
¿Para qué? Yo me siento bien.
Mauricio:
Sólo para hacernos un chequeo de rutina.
Omar:
Déjame pensarlo. Huele a arepa quemada.
Mauricio:
¡Las arepas! (Mutis)
Omar:
¡Mira que si estás loco!
Mauricio:
(Desde adentro) Estoy preocupado, Omar.
Omar:
¿Y las arepas?
Mauricio:
Ya las llevo. Quiero hablar contigo.
Omar:
Deja ese tono…. ¿Es algo grave?
Mauricio:
(Entra a la sala) No tanto. Es sólo que
últimamente te has comportado un poco extraño.
Omar:
No entiendo.
Mauricio:
¿No te has dado cuenta?
Omar:
¿De qué? Deja la vaina y termina de hablar.
Mauricio:
Se te olvidan las cosas.
Omar:
¿Eso es todo? ¡Gran vaina! A los viejos se nos olvidan las cosas. ¡Trae las
arepas! ¡Tengo hambre!
Mauricio:
No banalices esas cosas.
Omar:
¡Trae las arepas!
Mauricio:
Tú siempre tan obstinado (Mutis)
Omar:
(Hacia adentro) Mau, eso no es importante. Hay otras cosas más importantes que
eso. Además, a mí no me gustan los médicos. Uno va para su consulta y lo
primero que te preguntan es que si tienes seguro, si le dices que sí, te
quieren operar. Los médicos han perdido la ética. Para un médico… ¡No voy!
Mauricio:
(Entra con unas arepas rellenas) Pero para mí, tú eres lo más importante. (Le
da una arepa)
Omar:
¡Una reina pepeada! ¡Estamos de fiesta! ¡Sale una “Susana Duijm”!
Mauricio:
(Ríe a carcajadas y luego se transforma en llanto) Tú eres lo más importante.
No tengo a nadie. Mamá murió y quedé solo. A papá nunca le importé. Él falleció
pensando que yo era una especie de anormal, “un maldito degenerado”
Omar:
No te pongas así, vale. No me gusta verte así.
Mauricio.
A veces, me gustaría tener tu fortaleza.
Omar:
¿La mía? Siempre pensé que tú eras el más fuerte de los dos. Mauricio tú eres fuerte de carácter.
Mauricio:
Por fuera, por dentro, creo que muero cada día, sino fuera por ti.
Omar:
No digas eso, te jodes a ti mismo.
Mauricio:
Pero es cierto. Ellos me abandonaron por
ser (Imita la voz de su papá) “marica”.
Lo único que me quedaba era mamá y ya no está, por eso, no quiero que te pase
nada.
Omar:
No me va a pasar nada... (Se refiere a la arepa) Esta arepa está rica.
Mauricio:
No me cambies la conversación.
Omar:
Pero, ¿qué vaina es? Yo no estoy enfermo. No lo estoy.
Mauricio:
¿Qué te cuesta ir conmigo al médico?
Omar:
(Se para) ¡No voy a ir, coño! No estoy enfermo y no quiero que me fastidies más
con esa pendejada (Sale con el plato a la cocina)
Mauricio:
(Queda en la sala. Hacia adentro) Deja el plato allí. Ahora friego.
Omar:
(Desde adentro) Ya estoy fregando.
Mauricio:
Ya que estás fregando, aprovecharé de ir
a buscar el mercado. Lo pagué y le dije al “portu” que me lo guardara. Voy salir un momento. Regreso enseguida. (Entra
Omar)
Omar:
(Entra) ¿Para dónde vas?
Mauricio:
A buscar el mercado. Voy por la cartera y salgo.
Omar:
¿Me traes algo?
Mauricio:
Pareces un niño. ¿Qué quieres que te traiga?
Omar:
Algo sabroso. No sé. Un chocolate.
Mauricio:
No puedes comer chocolate.
Omar:
Uno solo no me va a matar.
Mauricio.
Está bien. Mientras tanto te portas bien. No tardo nada.
Omar:
Vete tranquilo. (Mauricio sale. Omar va directo al equipo de sonido. Coloca “Todo me gusta de ti” cantada por Alberto
Beltrán. Hace como si bailara con alguien. Después de
un minuto de canción, aparece un joven)
Joven:
(Comienza a bailar con Omar) ¿Es la primera vez que bailas con un hombre?
Omar:
(Apenado. Voltea para todos los lados) ¡Ujú!
Joven:
¡Te pusiste rojo! ¿Te dio pena? No te preocupes. Aquí nadie te va a ver. Este
es un lugar secreto. Hasta la policía viene a bailar con su (Sonríe pícaro)
parejita. (Pausa) ¡Yo soy Mauricio! ¿Cómo te llamas?
Omar.
(En voz baja) Omar.
Joven:
¿Cómo dijiste? No te escuché.
Omar:
¡Yo soy Omar!
Joven:
Mucho gusto, Omar. Creo que tú y yo seremos grandes amigos.
Omar:
¡Ummm!
Joven:
¿Y qué haces para ganarte la vida?
Omar:
Soy boxeador.
Joven.
¿Boxeador? ¿Quién lo diría? Omar, el boxeador.
Omar:
No sé qué hago aquí.
Joven:
Si no te gusta, puedes irte.
Omar:
No debería estar aquí.
Joven:
Pero lo estás y presiento que vendrás más.
Omar:
¿Tú estabas vestido de mujer hace rato?
Joven:
Sí, lo hago para divertirme.
Omar:
Pensé que eras una mujer.
Joven:
¿Te gusté como mujer?
Omar:
Pero eres un hombre.
Joven:
(Ríe estrepitosamente) Pareces un muchacho grande. (Se empieza a ir) Pareces un
muchacho grande (Sigue caminando hasta desaparecer)
Omar:
(Al joven) ¡Ya va! No te vayas. (Llama
al joven) ¡Mauricio! ¡Mauricio! ¿Dónde estás? (Entra Mauricio azorado con unas
bolsas. Las arroja al mueble)
Mauricio:
¡Omar! ¡Omar! ¡Estoy aquí! ¿Qué pasa?
Omar:
(Lo observa) Tú no eres Mauricio.
Mauricio:
Si soy yo.
Omar:
¡No! ¡No! No eres Mauricio. Busco al que estaba vestido de mujer.
Mauricio:
¡Omar! ¡Me estás asustando! ¿De qué hablas? Aquí no hay nadie.
Omar:
¡No! ¡No! No eres tú. ¿Dónde está Mauricio?
Mauricio:
Yo soy Mauricio. Por favor Omar. Respira profundo y cálmate.
Omar:
(Ya más calmado) Se fue. El muchacho se fue. (Mauricio lo abraza)
Mauricio:
Ya se fue. Ya se fue. Todo estará bien. Todo.
Omar:
¿No me vas a dejar? ¿Verdad?
Mauricio:
¿Cómo dices esas cosas? ¡Nunca te voy a dejar!
Omar:
¿No me vas a dejar? ¿Verdad?
Mauricio:
Nunca haría eso.
Omar:
Tengo miedo…Mucho miedo…Mucho, Mauricio.
Mauricio:
¡No te preocupes! ¡Todo saldrá bien! Todo... Todo. (Se comienza a bajar la
iluminación)
Acto III.
(En
la misma sala. Hay una tensa calma. La iluminación nos indica que estamos en un
atardecer. Mauricio escucha “La Reina de
la noche” de “La Flauta Mágica”
de Wolfang Amadeus Mozart interpretada por María Callas que fue el regalo de
“aniversario de boda” que le dio Omar. Pensativo. Espera. Al cabo de un rato
tocan la puerta. Mauricio se dirige a la
puerta. Durante toda la escena se escuchará la selección de música de ópera
interpretada por María Callas de fondo musical)
Mauricio:
(Al abrir la puerta) ¡Pasa! (Entra Omar Enrique, hijo de Omar) Siéntate, por
favor
Omar
Enrique: Prefiero estar de pie. Agustina está cerca. Fue a comprar algunas
cosas…
Mauricio:
¿O no quiere vernos?
Omar
Enrique: ¡No empieces! ¿Qué tiene Omar?
Mauricio:
(Hace énfasis en la palabra) ¡Tu papá! Está mal.
Omar
Enrique: ¿Lo llevaste al médico?
Mauricio:
¡Sí! Y de allí nos remitieron a un neurólogo.
Omar
Enrique: ¿Neurólogo? ¿Qué tiene?
Mauricio:
Está perdiendo facultades y es degenerativo.
Omar
Enrique: Pero, ¿qué tiene?
Mauricio:
Le diagnosticaron Alzhéimer. (Hace amagos por disimular el llanto) Aunque está
comenzando (Pausa corta). Todo irá bien. No te preocupes. Él y yo superaremos
esto. Juntos siempre hemos superado las
malas situaciones. Te llamé porque eres su hijo y debes saberlo, claro está,
pero no quiero que te preocupes por eso.
Omar
Enrique: (Pausa. Observa a Mauricio) ¿Y piensas que no debo preocuparme? Él es
mi padre. Sea lo que sea, es mi papá. ¿Lo sabes, verdad?
Mauricio:
¡Claro que lo sé! Por eso te llamé.
Omar
Enrique: Si él estuviera casado con mi mamá….
Mauricio:
Pero no lo está.
Omar
Enrique: Lamentablemente se le torció el camino.
Mauricio:
Lo importante aquí es la salud de Omar.
Omar
Enrique: (Enfático) ¡De mi papá!
Mauricio:
(Enfático) ¡Sí! ¡De tu papá! (Pausa) Y de mi esposo.
Omar
Enrique: (Traga grueso) (En tono burlón) Tú no eres su esposa. (Silencio. Se
escucha atrás “Un Bel Vi Vedremo” de
“Madama Butterfly” (1904) de Giacomo
Puccini)
Mauricio:
Tal vez más adelante, tu papá, necesite una enfermera particular.
Omar
Enrique: O meterlo en algún lugar que lo cuiden mejor.
Mauricio:
¿Estás pensando meter a Omar en un asilo?
Omar
Enrique: Sería lo mejor para él.
Mauricio:
Yo no estoy de acuerdo (Omar Enrique hace silencio. Mauricio se percata de lo
que piensa Omar Enrique) Ya sé que no te importa lo que yo piense.
Omar
Enrique: Omar no necesita a alguien que lo cuide. (Enfático) Necesita a una
mujer que lo cuide.
Mauricio:
Creo que nuestra conversación terminó además debes ir a buscar a tu esposa. Tu
esposa de tres años, pero una relación de treinta años, como la de tu papito y
yo, no es una relación, ¿verdad?
Omar
Enrique: Por ahora, nuestra conversación terminó… Por ahora. (Comienza a salir.
Se para y se voltea.) Dile a Omar que pronto nos veremos. (Sale. Pausa. Entra
Omar)
Omar:
Escuché la voz de Omar Enrique y no quise salir. Mauricio lo que dijiste ¿es
verdad?
Mauricio:
Si. Todo lo que escuchaste es verdad.
Omar:
¿Y es degenerativo?
Mauricio:
Si.
Omar:
Pero, yo me siento muy bien.
Mauricio:
Eso es bueno.
Omar:
Pase lo que pase, no quiero que me metan en ningún asilo.
Mauricio:
No haría eso nunca. (Pausa) ¡Basta! Ya no hablemos de enfermedades. (Va hacia
el equipo de sonido y coloca la canción de Gloria Gaynor “I will Survive”) Escuchemos el himno de los bares. ¿Cuántas veces
fuimos al “Zig zag”? A ti no te gustaba mucho ir a los bares de ambiente. A mí me fascinaba ir al “Ice Palace”. Nosotros
teníamos como un tour; primero, íbamos a una tasca o a un bar; “Las dos barras”, ¿eso existe
todavía? ¡No importa! ...de allí, salíamos entonaditos directo al “Zigzag”,
veíamos el show travesti de la Isabel Pantoja con la Tuti o de la Olga Guillot
y por último, el “Ice Palace”, allí bailábamos hasta el amanecer. (A Omar) ¿Lo recuerdas? A pesar
de todo siempre estamos alegres. Siempre entre risas, tal vez, para escapar de
la realidad. Una realidad que nos pesa. Una realidad histórica. ¿En qué puede
perjudicar a la gente, que dos hombres o
dos mujeres estén juntos y hagan una pareja estable, muchas veces más estable que
las parejas tradicionales?
Omar:
Mau, quiero decirte que debes ser fuerte. Mi hijo no te quiere.
Mauricio:
Por ti lo que sea.
Omar:
Antes de que olvide hasta como mear, quiero decirte que muchas gracias.
Mauricio:
¿Qué es? Deja la cosa. Te pones lúgubre.
Omar:
¡Es en serio, Mauricio! Quiero darte las gracias.
Mauricio:
(Triste) Gracias, ¿Por qué?
Omar:
Por darme treinta años de felicidad.
Mauricio:
Tú también me la has dado.
Omar:
Me quiero disculpar en nombre de mi hijo. Se parece tanto a su mamá.
Mauricio:
Tú y tu hijo son dos personas. No tienes la culpa de nada.
Omar:
Mau, debes estar preparado para todo. Mi hijo no es buena persona.
Mauricio:
Ya lo sé.
Omar:
Y su esposa tampoco.
Mauricio:
¿Qué te parece si no hablamos más de ellos? (Suena el teléfono. Mauricio va y
lo coge) ¡Aló! ¿A qué hora vienes? ¿Cómo me va a molestar que vengas a ver a tu
papá? Él ya se despertó (Silencio) No tienes que decir nada. Los esperamos.
Omar:
¿Omar Enrique no se fue hace rato?
Mauricio:
Me dijo que Agustina quiere saludarte.
Omar:
¿Quién es Agustina?
Mauricio:
¡Omar! ¡Agustina!
Omar:
¿Es tu hermana?
Mauricio:
¿No sabes quién es ella?
Omar:
Mi hermana.
Mauricio:
No importa, Omar. Por ahí viene Agustina. Ya la conocerás.
Omar:
¡Qué vaina!
Mauricio:
¿Qué te pasa?
Omar:
¡Nada!
Mauricio:
No te voy a negar que tu hijo me da miedo.
Omar:
¿Y eso, por qué?
Mauricio:
Porque la gente ignorante es capaz de hacer cosas malas.
Omar:
No quiero que me separen de ti.
Mauricio:
Ni a mí de ti. No creo que Omar Enrique se atreva a separarnos.
Omar:
Ese carajo es capaz de todo.
Mauricio:
Iré mañana a un abogado.
Omar:
¿Para qué?
Mauricio:
Para ver si podemos hacer algo.
Omar:
Nosotros no estamos casados de verdad.
Mauricio:
¿Cómo que de verdad? Treinta años no son suficientes para que sea “de verdad”.
Omar:
No somos una pareja legalizada.
Mauricio:
Que las leyes aún no nos reconozcan como pareja, no implica que no seamos “de
verdad”.
Omar:
Pero, ¿qué vamos a hacer, Mau?
Mauricio:
Por lo pronto, mañana voy a ir a hablar con un abogado.
Omar:
¿Y si no se puede hacer nada?
Mauricio:
¡Sin pesimismo! La peor diligencia es la que no se hace.
Omar:
(Lo abraza).
Mauricio:
Tú no sales de aquí.
Omar:
Ojalá. (Se escucha el timbre de la puerta) ¡Ese es Omar Enrique!
Mauricio:
¡Vete para el cuarto!
Omar:
¡No! ¡Esta vez me va escuchar! (Suena el timbre por segunda vez) ¡Anda
Mauricio! Abre la puerta. (Mauricio abre la puerta. Entra Omar Enrique)
Mauricio:
¿Y Agustina?
Omar
Enrique: No quiso entrar.
Omar:
Porque le da asco entrar a casa de dos “maricos”.
Omar
Enrique: Hola, Omar. Y no digas cosas que no sabes.
Omar:
Si no conoceré a tu esposa, pero, dejemos eso así… ¿Cómo has estado, hijo?
Mauricio:
¿Cómo has estado, hijo?
Omar
Enrique: ¿Ahora soy tu hijo?
Mauricio:
Siempre te consideré mi hijo. Tú eres el que no me tomas en cuenta para nada.
Omar:
¿A qué viniste?
Omar
Enrique: A ver por tu salud.
Omar:
Estoy bien. Mauricio me cuida muy bien.
Omar
Enrique: Pero una mujer te cuidaría mejor.
Mauricio:
Yo cuido bien a tu papá.
Omar
Enrique: Pero igual, no eres nada de él.
Omar:
¿Por qué dices eso?
Mauricio:
Treinta años con Omar, ¿te parece que no es nada?
Omar
Enrique: Su relación no existe.
Omar:
¡No seas pendejo! ¿Tú crees que estar
con alguien durante treinta años durmiendo en una misma cama no es nada?
Omar
Enrique: A mí no me interesa si duermes con él.
Mauricio:
Ni a ti ni a las leyes.
Omar
Enrique: Eso no puede pasar. Dos hombres juntos. ¡Es imposible!
Omar:
¡Claro que es posible! No ves que Mauricio y yo lo estamos.
Omar
Enrique: No soporto saber que mi papá es un pobre… (Se calla)
Omar:
¡Termina de decirlo!
Mauricio:
Lo diré yo: “No soporto que mi papá sea un pobre marico”.
Omar
Enrique: Así es. Y todo es por tu culpa, Mauricio.
Omar:
Con él no la cojas.
Omar
Enrique: Él es una mala influencia. Si no te hubiera conocido, nada de esto
sucedería.
Mauricio.
Hubiera conocido a otro.
Omar:
Es cierto, Omar Enrique. Nunca lo has entendido.
Omar
Enrique: ¿Qué, carajo, quieres que entienda? Que mi papá se acuesta con otro
hombre y hacen cochinadas (A Mauricio) ¡Es tu culpa! Y nunca te aceptaré.
Mauricio:
No digas eso, hijo.
Omar
Enrique: (En voz alta) Yo no soy hijo de ningún marico afeminado.
Omar:
¡Baja la voz! No te permito que trates a Mauricio de esa manera.
Mauricio:
(Se acerca a Omar Enrique que está de espaldas a él. Le toca el hombro) Por
favor…
Omar
Enrique. (Se voltea y empuja a Mauricio.
Éste cae al suelo) ¡No me toques viejo marico!
Omar:
(Se va encima de Omar Enrique): ¡No te permito que… (Cae al suelo en desmayo).
Mauricio:
(Corre hacia Omar) ¡Omar! ¡Omar! ¿Qué tienes? Por favor, levántate… ¡Omar!
¡Omar!¡¡No te vayas! (A Omar Enrique) ¡Ven! Ayúdame a levantarlo. Hay que
llevarlo a un hospital. (Omar Enrique paralizado) ¡Omar enrique! ¡Muévete y
ayúdame a levantarlo! (Éste obedece) Lo llevaremos en tu carro para un
hospital. ¡Rápido! ¡Rápido! (Hacen mutis
los tres)
Acto IV.
(Omar Enrique y
Mauricio, vestidos de negro, regresan
del cementerio. Entran a la casa que fuera de Omar)
Omar Enrique: No has
hablado nada desde el entierro de Omar.
Mauricio: (Lo mira
fijamente) Prefiero no hacerlo.
Omar Enrique: ¿Por qué
no quieres hablar?
Mauricio. Te dije que
prefiero no hablar.
Omar Enrique:
(Enciende un cigarrillo) ¿Tienes algo fuerte para tomar?
Mauricio: (Señala a un
pequeño gavetero cerca del equipo de sonido) ¡Allí hay ron! ¡Sírvete!
Omar Enrique:
(Mientras se sirve un vasito de ron, se hace una pausa con mucha tensión. Se
toma el ron de un solo trago) ¡Me voy!
Mauricio: Como
quieras.
Omar Enrique: Después
vengo a buscar los papeles de la casa.
Mauricio:
(Sorprendido) ¿Para qué quieres los papeles?
Omar Enrique: Para
hacer la sucesión de bienes. Yo soy su único heredero.
Mauricio: ¿Cómo puedes
pensar en eso en estos momentos? Acabamos de enterrar a tu papá…. A mi Omar… A
mi amor de treinta años.
Omar Enrique: Hay que
dejar las cosas claras para evitar malentendidos.
Mauricio:
¿Malentendidos?
Omar Enrique: Así es.
Esta casa me pertenece.
Mauricio: ¿Ahora si te
pertenece? ¿Será porque no tienes donde vivir?
Omar Enrique: Por lo
que sea, pero esta casa es ahora mía.
Mauricio: ¿Y yo? ¿No
te importa lo que será de mí?
Omar Enrique: Tú sabes
que nunca te acepté.
Mauricio: Y ahora es
tu momento de vengarte, ¿no es así?
Omar Enrique: No me
importas.
Mauricio: Ni tampoco
te interesó tu papá. ¿Qué crees que pensaría Omar de todo esto?
Omar Enrique: Tú no
sabes nada, viejo…
Mauricio: Te faltó
marico. ¡Viejo marico! Pues sí lo soy. Y fui feliz con tu papá.
Omar Enrique: ¿Cómo
puedes decir eso?
Mauricio: Porque soy
feliz y no me importa que la gente se entere. Soy feliz. Omar y yo fuimos
felices.
Omar Enrique. No
quiero oírte. Me voy.
Mauricio: (Levanta un
poco el volumen de la voz) Pero, ya es hora de que escuches y te comportes como
un hombre.
Omar Enrique: Yo sí
soy un hombre.
Mauricio: Y yo también
lo soy y ahora me vas a escuchar. Vas a dejar de ser el carajito pendejo que siempre
has sido.
Omar Enrique: No te
pases.
Mauricio: Ni intentes
hacer nada. Tu papá me enseñó a defenderme a los coñazos. ¿Sabes por qué lo
hizo? Porque él me decía que nosotros los homosexuales afeminados, ¡Sí! ¡Soy
amanerado! Nosotros, a los que tú llamas maricos, debíamos a aprender a dar
golpes, o coñazos como decía Omar, para defendernos de energúmenos…Primitivos
como tú… Y eso no lo digo yo, lo dijo tu papito sobre ti. Él te conocía muy
bien. Sabía de lo que eras capaz y no se equivocó…
Omar Enrique: Por eso
lo odié.
Mauricio: En cambio él
no. Todo lo contrario. Te amó demasiado. Siempre me decía que algún día lo
aceptarías y murió por tu culpa.
Omar Enrique: Yo no lo
maté.
Mauricio: ¡Sí lo
hiciste! Él sabía que tú eras capaz de muchas cosas malas y también conocía a
Agustina… Tu esposa… O mejor, tu chula.
Omar Enrique: No
hables de Agustina.
Mauricio: No soy yo. Lo
dijo tu papá. ¿Oíste bien? ¡Tu papá!
Omar Enrique: ¡Esta
conversación se acabó! Hoy mismo sales de mi casa. ¿Ahora, tú me oyes bien? Hoy
te vas de mi casa… ¡Mi casa!
Mauricio: ¡No me voy a
ir a ningún lado! Esta es mi casa. La casa que construimos tu papá y yo. No me
vengas con cuenticos.
Omar Enrique: Si no
sales por las buenas, sales por las malas.
Mauricio: ¿Sabes qué?
Pensé que la muerte de Omar, te haría cambiar un poco, pero me doy cuenta de
que no fue así. No te importó que por tu culpa, él muriera.
Omar Enrique: (En voz
alta) ¡Yo lo maté!
Mauricio: ¡Sí lo
hiciste!
Omar Enrique: Sólo
digo que te vas de aquí.
Mauricio: (Con calma) La
otra vez hablando con tu papá sobre ti y de lo mala persona que eras…Para
desgracia de él… Nos dimos cuenta de que algún día, podía pasar, exactamente lo
que está pasando ahorita y resolvimos hacer algo.
Omar Enrique: ¿Qué
hicieron?
Mauricio: Más bien, pregunta ¿Qué hizo él?
Omar Enrique: No te
entiendo.
Mauricio: Tu papá me
vendió la casa antes de que el Alzhéimer lo atacara más.
Omar Enrique: ¡Eso es
mentira!
Mauricio: ¡Eso es
verdad! ¿Te muestro los papeles?
Omar Enrique: ¡Coño de
la madre! Omar no me pudo haber hecho eso… ¡A mí!... A su único hijo.
Mauricio: Él te
conocía muy bien.
Omar Enrique: Por eso les
tengo arrechera a los maricos….Por traidores.
Mauricio: Ahora soy yo
quien te dice: ¡Sal de mi casa! Y no los quiero ver más nunca en mi vida.
Omar Enrique: ¡Ojalá
que te mueras, marico viejo! (Hace mutis. Mauricio queda solo. Se dirige al
equipo de sonido. Coloca la canción “I
will survive” de Gloria Gaynor. Se sirve un trago. Detrás aparece Omar en
forma de fantasma. Levanta la copa)
Mauricio: ¡Por nuestro
aniversario, Omar! (Ríe)
Final.
Caracas, 2017
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