De Bruno Mateo.
IG: @brunomateoccs
Twitter: @bruno_mateo
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No
sé si soy yo o es la gente, pero no los conozco; antes, mucho antes sí los
conocía, eran cercanos, nos reíamos, comíamos juntos, salíamos de día y noche
en una especie de orgía de felicidad. Siempre creí que el tiempo se detendría
en ese conticinio de alegrías y de juventud. Ahora los veo, ahora me veo y no
sé ni dónde estoy. Es un cuadrado. Es un triángulo. Es un círculo. Sea lo que
sea no soy yo, ¿o sí? ¿Cuánto ha pasado? ¿25 años? ¿27 años? Era muy joven para
creerlo, pero si desde mis quince lo tengo, lo llevo conmigo y me ha querido
joder, joder y joder. No lo dejaré, por ahora, sé que algún día vencerá y pensé
que estaría rodeado de aquellos que ahora son espectros, espectros de un
carnaval sin fin que se fueron ¿o se quedaron? Estoy y soy el reflejo de mis
libros y de mi imaginario. ¿Tochito? ¿Tochito? Estás dentro de mí y siempre lo
estarás en este espacio y en otros espacios. Todos se van, ¿son todos o son
nadie? Da lo mismo. Tengo un calma pastosa en mi ser en donde vuelo alto por
encima del lodo y de las perlas. Hoy pegado a una máquina con el sonido que
advierte que algo anda mal pienso e idealizo mi mundo pletórico de música,
cundido de mí y de ti, nadie más cabe. Mis mandíbulas se mueven para destrozar
el maní que cae en mi boca lo que me generará la albumina que necesito mientras
mis dedos se mueven rápido en el teclado para no dejar escapar esa nube
flotante de sensaciones. Vieja bruja. Nunca pudiste abrir tu corazón. Yo se lo
abrí una vez y me apuñaló sin piedad, pero mi sangre es el acicate de ese dolor
que me causó tu acción malinchista. Después de tanto tiempo perdono a ese joven
quinceañero que sólo buscó amor. Te perdono y por siempre estarás dentro de mí.
Caracas, 29 de septiembre de 2016
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