Por Bruno Mateo
@bruno_mateo
Carlos
Márquez entre un discurso anecdotario de su propia vida y de personajes
inmortales de autores universales como Calderón de La Barca, William
Shakesperare, nos va introduciendo en una realidad alterna y paralela a la vida
estandarizada de una sociedad. Es interesante la manera de exponerse al público cómo se crea un texto, el proceso de
la diégesis de una pieza teatral. Recomendable, especialmente, para estudiantes
de teatro que piensan que los autores nacen consagrados y que las creaciones
dramáticas son producto únicamente de una extraña Musa del imaginario literario
o de un famoso subconsciente freudiano útil para cualquier cosa inexplicable del
comportamiento humano.
En
Inolvidable, nombre del monólogo, la
puesta en escena, la ambientación con el pianista en vivo nos remitió a un pasado de la historia muy poco contada
fuera de los predios educativos teatrales (si acaso lo hacen); la historia del
grupo Los Caobos, ubicado en la Torre Polar de Plaza Venezuela, creado por
Carlos Márquez y Juana Sujo por allá en la Caracas de los años 50´s, época en
que llegaron Horacio Peterson, Jesús Gómez Obregón, Alberto de Paz y Mateos.
Momento histórico en el que el teatro
venezolano se abre a una nueva modernidad cuando autores nacionales como César
Rengifo, el llamado Padre del Teatro moderno en Venezuela, irrumpen en la
escena y abren distintas formas estéticas y dramáticas cónsonas con el teatro
universal.
Desde mi humilde posición, les grito: ¡Bravo! A
personas como el Señor Carlos Márquez quien ha recorrido tantos escenarios
llevando diversión, reflexión, emoción, o sea, llevando teatro, cine y
televisión durante tanto tiempo, pero lo más loable de todo, lo ha hecho con
mucha humildad.
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