martes, 5 de marzo de 2013

La más fuerte

De izq a der: Estephanie Carrizales/Vanessa León

Por Bruno Mateo

 
Dentro de la vasta programación del FTC2013  organizado por Fundarte, la cual incluye un gran número de grupos de teatro nunca visto que hacen vida en Caracas,  se presentó en el “Eje del buen vivir”, Bellas Artes el monólogo “La más fuerte” (1888)  de August Strindberg dirigida por Sheila Colmenares, interpretado por Vanessa León y Estephanie Carrizales, una producción de Ángel Pelay para el naciente grupo “Las tres gracias”.

El montaje nos resultó un excelente trabajo  actoral y estético. Resulta que este intenso monólogo de la Señora X dirigido a la Señora Y (Amelia) ubicado en la fría Suecia nos lo ubican en la cálida zona tropical de Latinoamérica y entre los boleros más famosos de La Lupe las dos mujeres desnudan sus inquietudes amorosas por el mismo hombre. La esposa habla, la amante calla. La poderosa voz de la joven Estephanie Carrizales interpretando boleros nos dan un tiro certero a la pasión venezolana , a su vez la actuación justa de Vanessa León de una mujer frustrada que consiguió con una pírrica batalla a su marido nos lleva a compadecerla. La dirección de las actrices es un híbrido muy bien logrado entre las dos técnicas de actuación más usadas en el mundo: el naturalismo y el teatro físico.

Este monólogo fue llevado a escena estilo café concert, en donde los espectadores formamos parte del mismo montaje. Interactuamos directamente con el trabajo. Es un montaje bastante arriesgado por la combinación de géneros escénicos utilizados, pero debo decir con mucha responsabilidad que las jóvenes de “Las tres gracias” lo lograron. Tal vez, por su vasta preparación en la técnica actoral, las tres son egresadas de la Escuela nacional de artes escénicas César Rengifo y estudiantes de la Ucv, excepto Sheila Colmenares que es egresada de la misma casa de estudios. Lo que me lleva a pensar que la preparación académica y técnica es importante para enfrentar el teatro.

La puesta en escena y dirección general de Sheila Colmenares es atrevida. Atrevida en tanto tropicaliza una obra sueca con elementos propios de nuestra identidad: el bolero, el chiste que esconde el juego verbal sexualizado de los venezolanos, la voluptuosidad de las mujeres. Una mezcla de técnicas de actuación: la organicidad, el varieté, la interacción directa con el público, los movimientos propios de la biomecánica, todos con los boleros de La Lupe cantados  en vivo.  El montaje pasa de la comicidad;  de la diversión al drama; de la cantante simpática  a la mujer amante de un hombre casado envuelta en su propia baja autoestima; de la mujer irónica a la mujer rabiosa por estar atada a un hombre que no la ama. Es un trabajo muy rico en matices. Tal vez, no apto para ojos puristas del teatro. A aquellos espectadores acostumbrados al género natural y gracioso del teatro les chocará el montaje.

Un trabajo sencillo. Pocos elementos escenográficos. Un vestuario acorde con los personajes. Un montaje que, para quienes lo vimos, lo recordaremos como algo grato.

 

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