lunes, 20 de junio de 2011

LA CRÓNICA PERIODÍSTICA. EVOLUCIÓN, DESARROLLO Y NUEVA PERSPECTIVA


LA CRÓNICA PERIODÍSTICA. EVOLUCIÓN, DESARROLLO Y NUEVA PERSPECTIVA
viaje desde la historia al periodismo interpretativo

Juan Carlos Gil González:

Licenciado en Periodismo y superado el período de docencia e investigación del doctorado en Periodismo;
Diploma de Estudios Avanzados (DEA). Redacción periodística y políticas de comunicación.
Investigador del "Grupo de Investigación en Comunicación y Cultura." Sevilla, España.
Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad de Sevilla.

1.b) La crónica y la literatura:

No hizo falta mucho tiempo para que la crónica sobrepasara los escuetos límites históricos a los que se circunscribía. Si hasta estos momentos hemos sostenido que el género guardaba una íntima relación con la historia, su imbricación con la literatura hizo posible que agrandase su campo semántico.

Pronto se empezaron a utilizar en el género crónica formas típicas del relato de ficción. Además de las dos características ya mencionadas, la crónicas dedicadas a difundir los viajes de los aventureros renacentistas, las tomas heroicas de ciudades, los descubrimientos del Nuevo Mundo(5) ... introducen narraciones, descripciones, creación de mundos imaginarios y alternativos, diálogos, retratos de personajes, comparaciones... más propios de la ficción literaria que de la rigurosidad histórica.

En estas crónicas de tema histórico aparecen relacionados elementos históricos junto con otros claramente inventados y fabulosos. Son narraciones que tratan un tema concreto, caso por ejemplo de Las Cruzadas, que se fueron enriqueciendo con abundantes materiales alejados de las fuentes y cercanos a la imaginación de sus autores. La literatura medieval española está salpicada de ejemplos en los que se repiten estas características, pongamos por caso, Crónica del condestable Miguel Lucas de Iranzo, Crónica del famoso cavallero Cid Ruy Díaz Campeador Crónica Serracina, de Pedro del Corral... entre un amplio abanico de posibilidades. En estas crónicas la ficción constituye una forma de representación gracias a la cual el autor plasma en el texto mundos que, globalmente considerados, no tienen consistencia en la realidad objetiva, ya que su existencia es puramente intencional. Son pues textos que se escapan a los criterios habituales de verdad/falsedad y responden a la lógica de la ficción ajustándose como criterio vertebrador a la coherencia interna.

Teóricos, no sólo de la moderna Periodística sino también historiadores de la literatura, han señalado que la génesis de la novela como género literario, encuentra sus primeros retazos en este tipo de relatos en los que se combinan los datos históricos con la tradición oral más un generoso barniz imaginativo. En esta línea Bernal defiende que "se puede imaginar un hilo conductor que nos lleve desde la crónica histórica medieval (narración de acontecimientos por un testigo) pasando por la historia y los cronicones hasta las primeras manifestaciones de la novela moderna (libros de caballería, novelas de espacio)." (Bernal, 1997 p. 39).

También Baquero Goyanes nos explica que "a consecuencia del éxito de los llamados documentos del tiempo -reportajes, memorias, relatos de guerras, crónicas etc,- no pocas novelas presentan sus mismas características, llegando a ser difícil, en algún caso, precisar a cuál de los dos géneros pertenece los que estamos leyendo." (Baquero, 1993, p. 55).

A los rasgos ya apuntados, hay que añadir uno más y sin duda matizar otro. Del maridaje de la crónica con la literatura destacamos la pasión por la palabra que demuestra el cronista. Es un artesano que dibuja en letra impresa el suceso que está viendo, del que es testigo e incluso, en ocasiones, del que es partícipe. En la crónica novelística el lenguaje es un elemento esencial y no promocional. No es sólo un recurso retórico sino un modo distinto de enfrentarse a los hechos. La peculiaridad es que esa forma peculiar, singular y diferente de crear mundos alternativos sorprende y se sitúa en un limbo literario muy cercano al periodismo.

El mensaje se adapta al estilo del autor y no a la inversa. El talento del escritor consiste en describir con minuciosidad de orfebre el rasgo seleccionado sin aburrir al lector. El cronista literario o el literato cronista emplean la retórica como artilugio para embellecer el mensaje coloreándolo. Escribir con regusto, saboreando las palabras, es superar la monotonía de un hecho; es ampliarlo con matices nuevos. El lenguaje así entendido no es sólo vehículo de comunicación sino también un artificio de deleitación.

Con este mimo hacia el lenguaje se consigue que la suma de significados de las proposiciones sea inferior al sentido total del texto. Es decir, como proponía Hegel, que la Totalidad sea superior a la suma de las partes que la componen. El testimonio de González Ruano, maestro del articulismo es esclarecedor:

A nosotros, generación universitaria, no nos gusta la miseria. Por primera vez, la literatura entró en el periódico por necesidad económica, pero sin querer renunciar a sus derechos y a sus esperanzas. Este es el secreto de una espléndida generación de cronistas, que es una auténtica generación de escritores "en periódicos." (González, 1996, pp. 402-403).

También debemos matizar la preponderancia del firmante. Éste como ya dijimos no es una persona cualquiera, sino que es un creador nato. El orden cronológico del suceso, la selección ajustada a la verosimilitud y la explotación de las múltiples variables del lenguaje deben florecer en la pluma del autor del texto.

El que firma, es el que debe dar consistencia y coherencia a los materiales narrativos. Se le pide que revele y manifieste el sentido de los hechos, porque gracias a su experiencia personal, literaria, histórica, periodística... los receptores consideran que es la persona pertinente para cumplir con éxito la función de comunicar.

El autor, considerado no como individuo anónimo sino como persona que escribe e inventa, tiene una gran trascendencia en la composición de la historia difundida en papel impreso. La firma de un texto significa que tenemos un responsable que es el encargado de reflexionar, enjuiciar o deleitar a los receptores con su mensaje. Como bien dice Foucault, "hay que entender al autor como principio de agrupación del discurso, como unidad y origen de sus significaciones, como foco de su coherencia." (Foucault, 1999, pp. 29-30).

Habrá que considerar pues, que el autor particular y conocido es una exigencia inherente al género crónica. Desde sus relaciones con la historia, pasando por la literatura hasta desembocar en el periodismo, el cronista ha sido siempre un sujeto que ha firmado sus escritos, hecho que conlleva una responsabilidad añadida: esta identificación del texto con su autor facilita el nacimiento de un compromiso, de un vínculo simbólico entre emisor y receptor.

Así pues, aunque Acosta Montoro(6), apueste por el reportaje, es preferible defender que el nexo de unión entre la literatura y el periodismo es la crónica. Ésta "es, entre todos los géneros periodísticos, el que más ha contribuido a mantener la conexión entre literatura y periodismo. Tanto que puede ser considerada como el eslabón que ilustra el proceso evolutivo que lleva desde el terreno exclusivo de la literatura al de la pura información." (Bernal, 1997, p. 39).

Es más que evidente que el reportaje comparte no pocas características con la crónica, pero no es menos cierto que este género es una invención genuinamente periodística y por tanto dicha exclusividad impide que sea considerado como instrumento de unión entre el relato de ficción (literario) y el factual (de hechos). De lo que se deduce, que él no puede ser considerado el enlace entre la literatura y el periodismo.

Este razonamiento no echa por tierra la comunión entre el reportaje y los relatos de no ficción. A partir del denominado Nuevo Periodismo(7) empezaron a surgir novelas en las que predominaban las técnicas del reportaje informativo, es decir, contar una historia impregnada de la retórica de la objetividad, con acercamiento crítico a las fuentes...
Gracias a este plural legado, tanto histórico como literario, se han conformando los rasgos peculiares de este género, hoy fundamental en el periodismo tanto escrito como audiovisual.

Referencias bibliográficas

Acosta Montoro, J. (1973). Periodismo y literatura. Madrid: Guadarrama.
Alvar, C., Mainer, J.C., y Navarro, R. (1997). Breve historia de la literatura española. Madrid: Alianza.
Baquero Goyanes, M. (1997). ¿Qué es la novela? ¿Qué es el cuento? Murcia: Universidad de Murcia.
Bastenier, M. (2000). El blanco móvil. Curso de periodismo. Madrid: Ediciones El País.
Bernal Rodríguez, M. (1997). La crónica periodística. Tres aproximaciones a su estudio. Sevilla: Padilla Editores.
Borrat Mattos, H. (1989). El periódico, actor político. Barcelona: Gustavo Gili.
Brajos, A. (1993). La comunicación social en la encrucijada del siglo XV. El fenómeno de la imprenta. En Núñez de Prado. Comunicación social y poder. Madrid: Universitas.
Cebrián Herreros, M. (1992). Géneros informativos audiovisuales. Madrid: Paraninfo.
Corominas, J. (1976). Diccionario etimológico castellano e histórico. Madrid: Gredos.
Diezhandino, M.P. (1994). El quehacer informativo. El "arte de escribir" un texto periodístico. Bilbao: Universidad del País Vasco.
Foucault, M. (1999). El orden del discurso. Barcelona: Tusquets.
Gomis, L. (1991). Teoría del periodismo. Cómo se forma el presente. Barcelona: Paidós Comunicación.
González Ruiz, N. (1996). Enciclopedia del periodismo. Barcelona: Noguer.
Gutiérrez Palacio, J. (1984). Periodismo de opinión. Madrid: Paraninfo.
Haro Tecglen, E. (1998). Hijo del siglo. Crónica. Madrid: El País Aguilar.
Lázaro Carreter, F. (1977). El lenguaje en periodismo escrito. Madrid: Fundación Juan March.
Malmberg, M. (1991). Lingüística estructural y comunicación humana. Introducción al mecanismo del lenguaje y a la metodología lingüística. Madrid: Gredos.
Martín Vivaldi, G. (1987). Géneros periodísticos. Reportaje, crónica y artículo. Madrid: Paraninfo.
Martínez Albertos, J.L. (1983). Curso general de redacción periodística. Madrid: Mitre.
Martínez de Sousa, J. (1992). Diccionario de información, comunicación y periodismo. Madrid: Paraninfo.
Núñez Ladeveze, L. (1979). El lenguaje de los "media." Introducción a una teoría de la actividad periodística. Madrid: Pirámide.
Real Academia Española. (2001). Diccionario de la lengua española. Madrid: Espasa-Calpe.
VV.AA. (1988). Historia de la comunicación y de la prensa. Universal y de España. Madrid: Ediciones Atlas.
Vilarnovo, A., y Sánchez, J.F. (1992). Discurso, tipos de texto y comunicación. Pamplona: EUNSA.

Notas:

(1) Citado en Bernal Rodríguez, M. (1997). La crónica periodística. Tres aproximaciones a su estudio. Sevilla, Padilla Editores. P. 9-10.
(2) Véase, Corominas-Pascual, (1981). Diccionario crítico etimológico castellano e histórico. Madrid, Gredos
(3) Véase Real Academia Española, (2001). Diccionario de la lengua española. Madrid, Espasa-Calpe. 21ª Ed.
(4) Véase Valera, D. (1567). La Chrónica de España abreviada por mandado de doña Isabel, reyna de Castilla. Sevilla, Casa de Sebastián Trugillo.
(5) Para profundizar en el estudio de las crónicas de Indias consúltese el trabajo de Walter Mignolo "Cartas, crónicas y relaciones del descubrimiento y la conquista" en Madrigal, L.I. (1992). Historia de la literatura hispanoamericana. La época colonia. T.I, Madrid, Cátedra. P. 57-111.
(6) En su clásico libro Periodismo y literatura, Madrid, Guadarrama, 1973. T.I, P. 126-137, Acosta Montoro considera que el género que comparte más rasgos con la literatura es el reportaje y no la crónica. Es una postura que está bien fundamentada teóricamente pero que, a nuestro juicio, no considera que el género genuinamente latino y más antiguo es la crónica.
(7) Véase Wolf, T. (1992). El Nuevo periodismo. Barcelona, Anagrama; Berna, S. y Chillón, l. (1985). Periodismo informativo de creación. Barcelona, Mitre; Chillón, L. (1999). Periodismo y literatura: una tradición de relaciones promiscuas. Barcelona, Universitat Autónoma de Barcelona.
(8) Martínez Albertos, J.L. (1983). Curso general de redacción periodística. Madrid, Mitre. Este autor considera a la crónica como un género para la interpretación (híbrido), mientras que al artículo lo incluye dentro de los géneros para lo opinión y el comentario. Destacamos a este autor porque su influencia ha sido mucha y ha habido y hay un gran número de seguidores que defienden sus mismas tesis.
(9) Véase Borrat, H. (). El periódico, actor político. Barcelona, Gustavo Gili.

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