jueves, 17 de febrero de 2011

Discurso y manipulación: Discusión teórica y algunas aplicaciones


Discurso y manipulación: Discusión teórica y algunas aplicaciones*
Discourse and manipulation: Theoretical discussion and some applications

Teun van Dijk

Universidad Pompeu Fabra

Discurso

La manipulación, tal como es definida aquí, se realiza mediante el discurso, en sentido amplio, es decir, incluyendo características no verbales, como gestos corporales y faciales, diseño de la impresión, cuadros, música, sonido, etc. Obsérvese que aun cuando las estructuras del discurso en sí no son manipulativas, solo tienen esa función o efecto en situaciones comunicativas específicas y según cómo son interpretadas por los participantes en sus modelos contextuales. Por ejemplo, tal como se estipuló anteriormente, la manipulación es una práctica social de abuso de poder que involucra grupos dominantes y grupos dominados, o instituciones y sus clientes. Esto significa que, en principio, un ‘mismo’ discurso (o fragmento de discurso) en una situación comunicativa puede ser manipulativo y no serlo en otra situación. Es decir, el significado manipulativo (o evaluación crítica) del texto oral o escrito depende de los modelos contextuales de los receptores –incluyendo sus modelos de los hablantes o escritores y las intenciones que se les atribuye. También hemos visto que el discurso manipulativo ocurre típicamente en la comunicación pública controlada por élites corporativas, académicas, mediáticas, burocráticas o política dominante. Esto también significa restricciones contextuales, a saber, sobre los participantes, sus roles, sus relaciones y sus acciones y cogniciones típicas (conocimientos, metas). En otras palabras, el discurso se define como manipulativo, en primer lugar, en términos de los modelos contextuales de los participantes.

Y, sin embargo, aunque las estructuras discursivas per se no son necesariamente manipulativas, algunas de ellas pueden ser más eficientes que otras en el proceso de influir en las mentes de los receptores a favor de sus propios intereses. Por ejemplo, tal como ya se sugirió, los titulares se usan típicamente para expresar los tópicos y señalar la información más importante de un texto y, por ello, se pueden utilizar para asignarle peso (extra) a hechos que en sí no serían tan importantes. Y viceversa, discursos acerca de hechos o estados de cosas que son muy relevantes para los ciudadanos o clientes pueden no incluirse en los titulares si enfatizan las características negativas de grupos o instituciones dominantes. Es decir, la prensa nunca publica narraciones acerca del racismo ni mucho menos enfatiza esta información mediante grandes titulares en primera página (van Dijk, 1991).
La estrategia general de una auto-presentación positiva y una presentación negativa de los otros es muy típica en esta descripción sesgada de los hechos a favor de los intereses propios, mientras que se culpa de los hechos y situaciones negativas a los oponentes o los Otros (inmigrantes, terroristas, juventud, etc.). Esta estrategia, como se acostumbra a hacer, se puede aplicar a las estructuras de muchos niveles del discurso (para ejemplos y detalles, véase, por ejemplo van Dijk, 2003):

• Estrategias generales de interacción
- Auto-presentación positiva
- Presentación negativa de los otros
• Macroactos de habla que implican Nuestras ‘buenas’ obras y Sus ‘malos’ actos, por ejemplo, acusación, defensa.
• Macroestructuras semánticas: selección de tópico
- (Des)enfatizar los tópicos negativos/positivos acerca de Ellos/Nosotros.
• Actos de habla locales que implementan y apoyan los globales, esto es, afirmaciones que prueban las acusaciones
• Significados locales Nuestras/Sus acciones positivas/negativas
- Dar muchos/pocos detalles
- Ser general/específico
- Ser vago/específico
- Ser explícito/implícito
- Etc.
• Lexicón: selección de palabras positivas para Nosotros y negativas para Ellos
• Sintaxis local
- Oraciones activas vs. pasivas, nominalizaciones: (Des)enfatiza Nuestra/Su agentivización y responsabilidad positiva/negativa
• Figuras retóricas
- Hipérboles vs. eufemismos para significados positivos/negativos
- Metonimias y metáforas que enfatizan nuestras/sus propiedades positivas/negativas
• Expresiones: sonoras y visuales
- Enfatizar (fuerte, etc.; grande, negritas, etc.) significados positivos/negativos
- Ordenar (al inicio, al final; arriba, abajo, etc.) significados positivos/negativos

Estas estrategias y movidas en diversos niveles del discurso difícilmente son sorprendentes, porque implementan el cuadrado ideológico usual de la polarización de grupos discursivos des/enfatizar buenas/malas cosas nuestras/de ellos que uno encuentra en todos los discursos ideológicos (van Dijk, 1999). Dado que la manipulación socio-política, como la hemos discutido aquí también implica dominación (abuso de poder), es muy posible que tal manipulación también sea ideológica. Así pues, los discursos manipulativos que siguieron a los ataques terroristas del 11 de septiembre y de marzo en Nueva York y Madrid, respectivamente, estaban plagados de ideologías racistas, anti-árabe, anti-Islam, antiterrorista, nacionalista; enfatizando la naturaleza malvada de los terroristas y la libertad y principios democráticos de las naciones ‘civilizadas’. Por ello, si Bush y sus partidarios quieren manipular a los políticos y/o a los ciudadanos de Estados Unidos de Norteamérica para que acepten ir a la guerra contra Irak, se comprometan en una serie de acciones a nivel mundial en contra de los terroristas y sus protectores (comenzando con Afganistán), y adopten una ley que limita seriamente los derechos civiles de los ciudadanos, entonces ese discurso será masivamente ideológico. Es decir, lo hacen, enfatizando ‘Nuestros’ valores fundamentales (libertad, democracia, etc.) que contrastan con los ‘malos’ valores atribuidos a los ‘Otros’. Así consiguieron hacer creer a los ciudadanos, traumatizados por el ataque a las Torres Gemelas, que el país estaba bajo ataque y que solo una ‘guerra contra el terrorismo’ podía evitar una catástrofe. Y los que no acepten este argumento pueden ser acusados de ser poco patriotas.

Análisis mucho más detallados de estos discursos han mostrado que son fundamentalmente ideológicos de esta forma, y es posible que las manipulaciones socio-políticas siempre involucren ideologías, actitudes ideológicas y estructuras discursivas ideológicas (véase el número especial doble en Discourse & Society 15(3-4), 2004, acerca de los discursos del 11 de septiembre editado por Jim Martin y John Edwards). Si muchos líderes de Europa Occidental, incluyendo al ex Primer Ministro Aznar y más recientemente también a Tony Blair, quieren limitar la inmigración para aumentar el apoyo de los votantes, entonces estas políticas y discursos manipulativos son también muy ideológicos, implicando los sentimientos nacionalistas, la polarización Nosotros/Ellos y una representación sistemáticamente negativa de los Otros en términos de valores, características y acciones negativos (delincuencia, entrada ilegal, violencia, etc.).

Aunque la manipulación socio-política es generalmente ideológica y los discursos manipulativos presentan los patrones de polarización ideológica en todos los niveles de análisis, las estructuras discursivas y las estrategias de manipulación no pueden reducirse simplemente a los de cualquier discurso ideológico. De hecho, podemos tener discursos socio-políticos que no son manipulativos, como los debates parlamentarios persuasivos o una discusión en un periódico o en la televisión. En otras palabras, dado nuestro análisis del contexto socio-cognitivo del discurso manipulativo, necesitamos examinar las restricciones específicas formuladas anteriormente, como la posición dominante del manipulador y la falta de conocimiento relevante de los receptores.

Tal como se sugirió anteriormente, no es probable que existan estrategias discursivas que solo sean usadas en la manipulación. El lenguaje es raramente tan específico (se usan en muchas situaciones diferentes y por gente muy diferente, de diferentes convicciones ideológicas). Esto quiere decir que, las mismas estructuras discursivas se usan en la persuasión, la información, la educación y otras formas legítimas de comunicación. Sin embargo, dada una situación social específica, puede haber estrategias específicas preferentes en la manipulación, esto es, prototipos manipulativos. Por ejemplo, tipos específicos de falacias se pueden usar para persuadir a la gente para que crean o hagan algo, por ejemplo, aquellas que son difíciles de resistir, como la falacia de la autoridad que consiste en dirigirse a los devotos católicos con el argumento de que también el Papa cree o recomienda tal acción, o dirigirse a los musulmanes señalando que tal cosa también es recomendada por el Corán.

Así, introducimos el criterio contextual de que los receptores de la manipulación –como una forma de abuso de poder– pueden ser definidos como víctimas, y esto significa que deben de algún modo ser caracterizadas como carentes de los recursos fundamentales para resistir, detectar o evitar la manipulación. Fundamentalmente, esto puede implicar:

a) Ausencia o insuficiente conocimiento relevante –de modo que no se pueden formular contra-argumentaciones frente a aseveraciones falsas, incompletas o prejuiciadas–.
b) Normas, valores e ideologías fundamentales que no se pueden negar o ignorar.
c) Emociones fuertes, traumas, etc., que hace vulnerable a la gente.
d) Posiciones sociales, profesiones, estatus, etc., que inducen a la gente a tender a aceptar los discursos, argumentos, etc., de personas, grupos u organizaciones de élite.

Estas son condiciones típicas de la situación social, emocional y cognitiva del evento comunicativo y también se incorporan, en parte, de los modelos contextuales de los participantes, es decir, controlan sus interacciones y discursos. Por ejemplo, si los receptores del discurso manipulativo sienten miedo de un hablante, esto se representará en sus modelos contextuales, y lo mismo es válido para sus posiciones relativas y la relación de poder entre ellos y el hablante. Y a la inversa, para que la manipulación sea exitosa, los hablantes tienen que tener un modelo mental de los receptores y su (falta de) conocimiento, sus ideologías, emociones, experiencias anteriores, etc.

Obviamente, no es necesario que todos los receptores tengan las propiedades ideales del blanco de la manipulación. Puede ser suficiente que un grupo grande o mayoritario tenga tales propiedades. Por eso, en la mayoría de las situaciones reales habrá gente escéptica, cínica, incrédula o disidente que serán impermeables a la manipulación, pero mientras estas no dominen los medios de comunicación de circulación principal, o las élites institucionales u organizacionales, el problema de los contra-discursos son menos serios para los manipuladores.
Reiteramos, que el ejemplo reciente más típico ha sido la guerra contra Irak, dirigida por Estados Unidos, en la que la mayoría de los principales medios de comunicación apoyaron al Gobierno y al Congreso, y las voces críticas fueron efectivamente marginadas. En cuanto estas voces se hacen más poderosas y más difundidas, como sucedió con la guerra contra Vietnam, la manipulación funciona en forma menos eficiente y finalmente puede llegar a ser inútil, porque los ciudadanos tienen suficiente contra-información y contra-argumentos como para resistir el discurso manipulativo. De hecho, como fue el caso después del ataque terrorista con bombas en Madrid, los ciudadanos pueden resentir tanto la manipulación que se vuelvan en contra del manipulador y voten para sacarlos de sus cargos.

Dadas estas restricciones contextuales, podemos centrarnos en aquellas estructuras discursivas que, presuponen tales restricciones:

a) Enfatizan la posición, el poder, la autoridad o superioridad moral del hablante o sus fuentes –y, de ser relevante, la posición inferior, la falta de conocimientos de los receptores, etc. –.
b) Enfocan las (nuevas) creencias que el manipulador quiere que el receptor acepte como conocimiento, así como en los argumentos, pruebas, etc., que hacen que esas creencias sean más aceptables.
c) Desacreditan fuentes o creencias alternativas (disidentes).
d) Apelan a las ideologías, actitudes y emociones relevantes de los receptores.

En resumen, y en términos muy informales, la estrategia general del discurso manipulativo consiste en enfocar discursivamente aquellas características sociales y cognitivas de los receptores que los hacen más vulnerables, menos resistentes, a la manipulación, que los hacen crédulos y víctimas dispuestas a aceptar creencias y hacer cosas que normalmente no harían. Es aquí donde juega un papel la condición esencial de dominación e desigualdad.

Tal como se formuló anteriormente, estas estrategias del discurso manipulativo parecen ser mayoritariamente semánticas, en otras palabras, focalizan el contenido del texto o del enunciado. Sin embargo, como es el caso en la implementación de las ideologías, estos significados preferentes pueden enfatizarse o desenfatizarse de la manera corriente, como se explicó anteriormente: al (des)topicalizar los significados, mediante actos de habla específicos, significados locales, más o menos precisos o específicos, manipulando la información explícita vs. implícita, la lexicalización, las metáforas y otras figuras retóricas, así como, mediante la expresión y realización específicas (entonación, volumen, rapidez; disposición, tipo de letra, fotos, etc.). Por tanto, la poderosa posición del hablante puede enfatizarse mediante un contexto muy formal, la vestidura, el tono de voz, la selección léxica, etc., como un discurso oficial del presidente dirigiéndose a la nación o al Congreso. La confiabilidad de las fuentes puede destacarse aún más, mencionando fuentes de autoridad, mediante el uso de fotos, etc., como también fue el caso para demostrar la presencia de armas de destrucción masiva en Irak. Se pueden activar y apelar a las emociones mediante palabras emotivas especiales, retórica dramática (hipérboles, etc.) fotografías, etc. Un oponente o disidente puede ser desacreditado mediante la muestra usual de la polarización Nosotros/ Ellos, mencionada anteriormente. Cada uno de estos rasgos discursivos de manipulación debe ser examinado más detalladamente para ver cómo se formulan, cómo funcionan en el texto y en el enunciado y cómo logran sus funciones y sus efectos.

Un ejemplo: La legitimización de Tony Blair de la guerra contra Irak

Ahora bien, examinemos un ejemplo de un bien conocido discurso manipulativo, cuando el Primer Ministro Tony Blair en marzo 2003 legitimó la decisión de su gobierno de ir a la guerra junto al Presidente de Estados Unidos e invadir Irak. Este es un ejemplo clásico que ha atraído mucha atención en la prensa y también de analistas académicos de diferentes disciplinas. El caso es importante debido a que hasta la siguiente elección de mayo 2005, Tony Blair fue acusado de haber engañado consistentemente a los ciudadanos británicos acerca de su decisión.

Examínese el siguiente fragmento inicial de su debate:

(1) Al comienzo, yo digo que está bien que el Congreso discuta este tema y emita un juicio. Es la democracia que es nuestro derecho, pero por la cual otros batallan en vano. Por otra parte, yo les digo que no miro en menos las posiciones que se oponen a la mía. Esta es indudablemente una difícil decisión, pero también es una decisión dura: retirar nuestras tropas ahora y devolvernos, o mantenerse firme al curso que ya hemos fijado. Yo creo apasionadamente que debemos mantener el curso. La pregunta planteada con mayor frecuencia no es “¿por qué importa?” Sino “¿por qué importa tanto?”. Henos aquí, el Gobierno, frente a su más difícil prueba, su mayoría en riesgo, la renuncia del Gabinete por un tema de política, los principales partidos internamente divididos, gente que está de acuerdo en todo lo demás –.

Ah, sí, por supuesto. Los Liberales Demócratas –unificados, como siempre, en el oportunismo y el error.

[Interrupción]
Tony Blair comienza su discurso con una captatio benevolentii bien conocido, que es, al mismo tiempo, un movimiento de la estrategia general de una auto-presentación positiva, al enfatizar sus credenciales democráticas: respeto por el Parlamento y las opiniones de otros, así como el reconocimiento de la dificultad de la elección acerca de ir o no ir a la guerra. Aquí la manipulación consiste en sugerir que el Parlamento de Gran Bretaña (aún) tenía el derecho a decidir si ir o no a la guerra, aunque era evidente que esa decisión ya se había tomado el año anterior. En la siguiente oración, Blair también insiste que él/nosotros/ellos deben mantenerse firme, lo que también es una movida estratégica de auto-presentación positiva. Y, finalmente, cuando se refiere a su ‘apasionada creencia’ vemos que, junto a sus argumentos racionales, Blair también presenta su lado emocional (y por ello vulnerable), enfatizando de este modo la fuerza de sus creencias.

Incluso concede que el asunto es tan serio que por primera vez –debido a las opiniones y los votos, incluso al interior de su propio partido, en contra de la guerra en Irak– la mayoría de su gobierno está en peligro. En segundo lugar, él interpreta la bien conocida polarización de la oposición entre Nosotros (democracias) y Ellos (la dictadura), implicando políticamente con ello que quienes se oponen a la guerra podrían ser acusados de apoyar a Saddam Hussein –tratando así de silenciar a la oposición–. Ir a la guerra es, entonces, una manera de defender la democracia, un argumento implícito falaz que es muy común en la manipulación, a saber, asociar a los receptores con el enemigo y, por ello, como posibles traidores. Esta movida es luego apoyada por otra movida –ideológica–, a saber, la del nacionalismo. Esto se aplica cuando se refiere a ‘las tropas británicas’ que no pueden ser retiradas, lo cual también implica políticamente que no apoyar a las tropas británicas es desleal y también una amenaza para el Reino Unido, la democracia, etc.

Finalmente, después de la protesta en el Congreso por hablar solo de los dos principales partidos (Laborista y Conservador) él desacredita la oposición del partido Liberal Demócrata, ridiculizándolos y llamándolos oportunistas.

Vemos que incluso en esas pocas líneas ya están presentes todos los aspectos de la manipulación:
(a) la polarización ideológica (Nosotros/Democracias; nacionalismo: apoyar las tropas);
(b) auto-presentación positiva por superioridad moral (permite el debate, respeta la opinión de los otros, lucha por la democracia, mantenerse firme, etc.);
(c) énfasis en su poder a pesar de la oposición;
(d) descrédito al oponente, los liberales demócratas, por ser oportunistas;
(e) emocionalización del argumento (creencias apasionadas).
En resumen, aquellos que se oponen a la guerra son acusados implícitamente (y una vez explícitamente, como los social demócratas) por ser menos patrióticos, por no estar dispuestos a resistir la dictadura, etc.
Considérese este otro párrafo del discurso de Blair:

(2) El país y el Parlamento se reflejan mutuamente. Este es un debate que, a medida que ha pasado el tiempo, se ha vuelto menos amargo, pero no menos grave. Entonces, ¿por qué importa tanto? Porque el resultado de este asunto va a determinar ahora más que la suerte del régimen iraquí y más que el futuro del pueblo iraquí que ya ha sido brutalizado por tanto tiempo por Saddam Hussein, por importante que sean estos temas. Va a determinar la forma en la que Gran Bretaña y el mundo confronten la amenaza a la seguridad central del Siglo XXI, el desarrollo de Las Naciones Unidas, las relaciones entre Europa y los Estados Unidos, las relaciones al interior de la Unión Europea y la manera en la que Estados Unidos se comprometen con el resto del mundo. Así que difícilmente podría ser más importante. Determinará el patrón de la política internacional para la próxima generación.

La manipulación en este fragmento se hace aun más explícita. Primero, Blair continúa su auto-presentación positiva, enfatizando sus generosas y democráticas credenciales (reconociendo la oposición en el parlamento y el país). En segundo lugar, destaca retóricamente la seriedad del asunto (con el litote “no menos grave”). En tercer lugar, continúa la estrategia de la polarización ideológica (Nosotros/Democracia vs. Ellos/ Dictadura). En cuarto lugar, usa la hipérbole (“brutalizados”) para destacar que el Otro es malo. Y finalmente, y muy importante, extiende la oposición ideológica entre Nosotros y Ellos a un intra-grupo Nosotros, Europa, Estados Unidos y el resto del mundo, enfrentando la principal amenaza a la seguridad. En suma, lo que en realidad es, entre otras muchas cosas, lograr el control, junto con los Estados Unidos, del más importante país petrolero en el medio Oriente, con la excusa de las armas de destrucción masiva y el apoyo al terrorismo. Además de esta extensión del intra-grupo desde ‘Nosotros’ en el Reino Unido al resto del mundo ‘libre’ (una movida que uno podría llamar ‘globalización ideológica’), también somos testigos de otras movidas hiperbólicas para enfatizar la seriedad de la situación, por ejemplo, la extensión del tiempo: “para la próxima generación”.

En pocas palabras, vemos que la manipulación se centra en varios temas fundamentales: La lucha internacional entre el Bien y el Mal, la solidaridad nacional e internacional, la seriedad de la situación como conflicto internacional, auto-presentación positiva como fuerte (“firme”) y moralmente superior, la presentación negativa del otro (por ejemplo, de la oposición) como oportunista.

En el resto de su discurso, que no analizaremos aquí, Blair utiliza las siguientes movidas manipulativas:

a) historia de las secuelas de la anterior guerra contra Irak, la importancia del asunto de las armas de destrucción masiva (ADM), las malas intenciones de Hussein y las engañosas inspecciones de armas por parte de la ONU, etc.
b) descripción de las ADM: ántrax, etc.
c) repetidas expresiones de dudas acerca de la credibilidad de Hussein
d) repetidas auto-presentaciones positivas: detalles acerca de su disposición para llegar a acuerdos, por ser razonables (“Una vez más yo desafío a cualquiera a describir esto como una proposición poco razonable”).

Es decir, esta parte es esencialmente lo que faltaba en la primera: una descripción detallada de ‘los hechos históricos’, hasta la Resolución 1441 del Consejo de Seguridad, como una legitimación de la guerra.

Aunque este único ejemplo, obviamente, no presenta todas las estrategias relevantes del discurso manipulativo, hemos encontrado algunos de sus ejemplos clásicos, tales como enfatizar el propio poder y superioridad moral, desacreditar a los opositores, dando detalles de los ‘hechos’, polarización entre Nosotros y Ellos, presentación negativa del Otro, alineamiento ideológico (democracia, nacionalismo), apelación emocional, etc.

Los miembros del Parlamento no son precisamente personas estúpidas y no hay dudas de que ellos comprenden perfectamente muchas de las movidas de Blair de legitimización y manipulación. Sin embargo, existe un punto crítico en el que son menos poderosos que el Gobierno: carecen de la información decisiva, por ejemplo, de los servicios secretos, acerca de las armas de destrucción masiva como para ser capaz de aceptar la legitimidad de la invasión a Irak. En segundo lugar, la mayoría laborista en el Senado, aun cuando muchos se oponían a la invasión –como la mayoría de los ciudadanos británicos– difícilmente pueden rechazar la moción de Blair sin riesgo para el gobierno laborista. Sabemos que solo unos pocos políticos laboristas desafían abiertamente al liderazgo del partido y, en consecuencia, estarían dispuestos a arriesgar sus trabajos. En tercer lugar, tal rechazo también significaría desafiar a Estados Unidos y perjudicar su amistad con el Reino Unido. Afortunadamente, nadie en el Senado puede defender moralmente una muestra de falta de solidaridad con los tropas británicas en el exterior –y ser re-elegido–. Y, finalmente, no apoyar esta moción se podría explicar (y se ha hecho) como una defensa de Saddam Hussein: una doble atadura y una situación Catch 21 (trampa 21) en la que, especialmente la izquierda, que se dedica más intensamente a la lucha contra la dictadura, difícilmente puede estar en desacuerdo con el argumento manipulativo.

Estos criterios también diferencian entre manipulación y legítima persuasión, aun cuando en la vida real estos dos tipos de control mental se superponen. Es decir, muchas de las estrategias usadas también se pueden aplicar en la retórica parlamentaria perfectamente legítima. Sin embargo, en este caso de lo que se define como una emergencia nacional e internacional, incluso un parlamento poderoso como el británico, puede ser manipulado para que acepte la política del Primer Ministro de unirse con Estados Unidos en lo que se presenta como la guerra en contra de la tiranía y el terrorismo. Tanto contextualmente –el hablante como líder del partido laborista y Primer Ministro, los receptores como miembros del Parlamento y ciudadanos británicos, etc.– así como textualmente, Blair define la situación en tal forma que pocos miembros del Parlamento pueden rechazarlo, aun cuando saben que están siendo manipulados y probablemente también les estén mintiendo.

En resumen, los miembros del Parlamento son, en muchas formas, ‘víctimas’ de la situación política y, por ello, pueden ser manipulados por los que están en el poder, como sucedió en Estados Unidos. Al aceptar las razones dadas por Blair en su discurso, y con ello legitimar la guerra, son manipulados para que acepten no solo creencias específicas, por ejemplo acerca de la seguridad internacional, sino también la moción y con ello estar de acuerdo en mandar tropas a Irak.

No hay comentarios:

Por favor, aún no.