miércoles, 5 de mayo de 2010

SABANAGAY (Ensayo sobre homosexualidad y espacio)


por Bruno Mateo
Twitter: @bruno_mateo
IG: @brunomateoccs

ACTITUDES NEGATIVAS DE LOS OTROS Y LOS PROPIOS HACIA LO HOMOSEXUAL.

El término homofobia nos remite a un rechazo solapado o manifiesto hacia las prácticas homosexuales y a los que las realizan. Es de acotar, que la palabra homofobia no es correcta, si se divide el vocablo, homo significa igual y fobia es una aversión o rechazo, es decir que homofobia sería rechazo a lo igual. Y sabemos por tradición lingüística que esta voz se aplica al miedo por lo homosexual.

La identidad homosexual no sólo abarca el deseo homoerótico, sino la visión del homosexual como tal lo que repercute en el imaginario específico que el sujeto tiene y que acompaña el deseo sexual por su mismo sexo.

En una investigación realizada para determinar en que medida hay actitudes negativas u “homosexofóbicas” se encontraron seis factores que engloban el rechazo:

1. La percepción de una dimensión de peligro ligada a los homosexuales junto con el deseo de que se los reprima legal y socialmente.
2. Disgusto y ansiedad personal despertada por homosexuales.
3. Preferencias por lesbianas antes que por los varones homosexuales.
4. Percepción en los homosexuales de manierismos correspondientes al otro género.
5. Actitud reprobatoria hacia la “ausencia” de moralidad en los homosexuales.
6. Preferencia por homosexuales varones frente a las lesbianas.

Desde el punto de vista del construccionismo la homofobia es estudiada como una construcción social que busca no sólo desvalorizar una práctica determinada, sino regular y normar un orden social. La identidad homosexual no sólo abarca el deseo homoerótico, sino la visión del sujeto como homosexual.

La homosexualidad como una identidad construida han sido articulados con enfoques construccionistas, tal es el caso del interaccionismo simbólico (Weinberg: 1983) en donde se plantea que el desarrollo de una identidad gay es más un proceso cultural que un “hecho” real o como dice Carlos Basilio Muñoz en su trabajo IDENTIDADES TRANSLOCADAS Y ORIENTACIÓN SEXUAL EN CARACAS: ARQUEOLOGÍA, GENEALOGÍA Y TECNOLOGÍA DE LA ORIENTACIÓN SEXUAL: “la homosexualidad es lo que una Sociedad decide hacer de ella, las sociedades occidentales hicieron el concepto, entre otras cosas “algo a explicar” aunque no consideramos explicar las causas de la heterosexualidad, sí nos preocupamos por descubrir las causas de la homosexualidad”

Los grupos homosexuales han vista debilitar las barreras que cercan esta realidad biológica a espacios reducidos. Los gays - he de acotar que utilizaré el término gay u homosexual indistintamente y que éstos remitirán a las personas que mantienen relaciones sexuales con personas de su mismo sexo- forman un grupo coherente, aunque persiste la característica de marginal. Se ha empezado a tomar conciencia de una identidad como colectivo y como seres individuales que forman parte de una Sociedad en un espacio y tiempo determinados y no solo recluido a un lugar reducido como lo es de hecho Sabana Grande.

El Construccionismo plantea que el individuo homosexual instaura una conexión entre “ejecutar” (conductas homosexuales) y “sentirse” y “ser” (homosexual) mediante la adjudicación de alguna definición aprendida o construida de la homosexualidad.

Con respecto a esta crisis de la identidad sexual la Literatura ha recogido esta problemática; como por ejemplo la novela Manuel Puig EL BESO DE LA MUJER ARAÑA, que evidencia en sus dos personajes principales Molina y Valentín este desmontaje en sus respectivas identificaciones con sus prácticas sexuales.

En EL BESO DE LA MUJER ARAÑA se hace evidente una revalorización de las significaciones implicadas en la noción de identidad. Aquí se observa la dinámica de cambio que se opera en las representaciones culturales normadas por la hegemonía heterosexista. Los personajes que se encuentran en un espacio íntimo se van (re)conociendo como sujetos alejados de la plataforma cultural del contexto. Se produce un fenómeno de desmontaje representacional, es decir, Molina y Valentín se cuestionan a lo largo de la novela sus respectivas imágenes de acuerdo a su género y su correspondencia con la identidad homo y heterosexual. Los dos presos tienen identidades propias y sin embargo en la dinámica de la narración ambas representaciones entran en crisis. Las imágenes se ven transformadas o desmitificadas, lo que hace pensar que las construcciones identitarias vienen dada por una posición de poder de un grupo sobre otro.

El Construccionismo plantea que el individuo homosexual instaura una conexión entre “ejecutar” (conductas homosexuales) y “sentirse” y “ser” (homosexual) mediante la adjudicación de alguna definición aprendida o construida de la homosexualidad.

En un ensayo escrito por Philippe Ariés sobre el libro de Michael Pollack LA HISTORIA DE LA HOMOSEXUALIDAD se plantea que “la vulgata homosexual” de la actualidad rechaza a menudo los modelos del afeminado y del paidófilo (pedófilo) y lo sustituye por una imagen machista, deportista, súper viril aunque conserve algunos rasgos adolescentes como la cintura estrecha. Ariés plantea que “la tolerancia frente a la homosexualidad derivaría de un cambio en la representación de los sexos no sólo de sus funciones, de sus roles en la profesión y en la familia sino de sus imágenes simbólicas”.

Actualmente asistimos a una especie de normalización de la sexualidad y de la homosexualidad, las cuales han llegado a caminos demasiados lejos como para ceder a las presiones judiciales y sobre todos morales. Es menester acotar que este terreno ganado y el lugar de aceptación al cual se ha llegado no se debe al sólo hecho de la tolerancia por parte de la Sociedad y a una laxitud generalizada. Hay algo, según Pollack, más profundo, más sutil, y sin dudar más estructural y contundente: los modelos de la Sociedad en su conjunto han cambiado la representación que se tiene de los homosexuales, inclusive la imagen que se tienen de sí mismos los gays.

Sin duda que el Cristianismo con su ideología (demás decirlo: hipócrita) de una moral sexual rigurosa ha configurado y sostenido -hasta el Papa actual Benedicto XVI- una sanción de la sodomía, término surgido de las prácticas sexuales de los hombres de Sodoma en la Biblia y etiquetado como perverso.

A finales del siglo XVII y comienzos del XIX el homosexual se convierte en un monstruo, es un individuo anormal. Ya en el siglo XIX el gay era considerado un anormal y perverso. La Iglesia Católica reconocía que éste era un hombre-mujer, un hombre afeminado. Esa era la imagen. La víctima no era responsable de la aberración de la homosexualidad, pero había que mantenerlo a raya. Siempre se encontraba en la mirada de los censores (Sociedad) como sospechoso que podía corromper a los hombres normales. El homosexual u hombre afeminado que para ellos era lo mismo estaba predispuesto a seducir a sus allegados y llevarlos por los mismos derroteros. Siempre se tenía que desconfiar de un hombre afeminado.

Cuando el homosexual salía de su escondite impuesto por la Sociedad era para sumarse al grupo de marginales y perversos hasta que la ciencia médica desde el siglo XVIII lo colocó en un portón de monstruos y horrores. La anomalía era sus prácticas sexuales y sus ambigüedades fenotípicas.
La Iglesia ha condenado en todo momento la homosexualidad (Sodomie ratione sexus) como una perversión horrenda. ¿Es así de tan antinatural? ¿No es acaso una expresión de nuestra naturaleza fundamentalmente bisexual?

Según Goethe -anticlerical declarado- la homosexualidad es tan antigua como la propia humanidad, y por lo mismo, natural.
Sólo a manera de referencia se citan una pequeña lista de homosexuales en la Antigüedad:
• Hierón de Siracusa
• Filipo de Macedonia
• Alejandro Magno
• Minos
• Solón
• Platón
• Aristóteles

El Antiguo Testamento en la cultura hebrea impuso la pena de muerte para la homosexualidad: “si alguien se acuesta con un hombre como una mujer, ambos han cometido abominación y deben morir”
Durante el Cristianismo Pablo condenó la práctica homoerótica de los hombres y (en un pasaje) la de las mujeres. La Sociedad cristiana persiguió a la perversión durante mil quinientos años con castigos severos.

El amor homosexual fue considerado en Occidente durante mucho tiempo como un crimen grave. Las leyes penales de Carlo I (“cabeza secular de la cristiandad y protector de la Iglesia”) que siguieron vigente en ciertos lugares hasta finales del siglo XVIII llevan a la hoguera a quienes realizaran relaciones sexuales entre hombre y hombre y mujer y mujer. En Inglaterra solo en 1957 se despenalizó la homosexualidad entre adultos. En la Alemania Nazi, el Fuhrer aplicó fuertemente el artículo 175 del Código Penal por el que fueron juzgados y castigados por homosexualidad entre 1937 y 1939 aproximadamente 24000 hombres.

Es importante y se recibe con beneplácito que Sigmund Freud (1856-1939) haya rechazado la pretendida diferenciación que se hace de los individuos homosexuales, el psicoanálisis se niega a admitir que estas personas formen un grupo característico diferente al resto de los mortales.
Los enfoques de la medicina moderna acerca de que la homosexualidad cambiaron cuando la Asociación Americana de Psiquiatras declaró que no era una enfermedad en el año 1974 y la Organización Mundial de Salud en 1981.

La liberación política de los homosexuales gracias al proceso democratizador de los años mil novecientos ochenta configura un contexto favorable al planteamiento de las luchas por los derechos de las comunidades gays y el desarrollo de movimientos reivindicativos de las mujeres y minorías sexuales apoyados por las redes y movimientos sociales trasnacionales (Keck y Skkink 1998)

Hace unos cuantos años atrás, tal vez una treintena, a la homosexualidad se le habría concedido una importancia a la amistad dudosa, al amor que empuja a un hombre hacia otro, o una mujer a otra y a afectos radicales que terminan en trágicos acontecimientos. Ejemplos: Aquiles con su furia por la muerte de su entrañable “amigo” Patroclo que desencadena la legendaria y literaria guerra en la ILÍADA o el caso de Harmodio y Aristogitón (el adulto y el efebo en el 514 a.C), los antiguos amantes de Miguel Ángel (1475-1564). El sentimiento no está erradicado de los grupos gays, sino que la construcción de la imagen que se tiene de ésta pospone el afecto y lo reemplaza por la acción meramente sexual.


LA HOMOSEXUALIDAD ES UN SECRETO

A partir de esta breve panorámica por la historia de la homosexualidad pasaré a tratar de explicar una hipótesis a partir de Sabana Grande ubicado en Caracas como lugar frecuentado por una inmensa cantidad de gays y lesbianas que ha permitido, a mi parecer, la consolidación de un espacio al que se puede identificar como lugar de reunión de gays y lesbianas y que trae como corolario un determinado imaginario homosexual basado en una tácita identidad.

La hipótesis es el hecho de ser homosexual se convierte en un secreto que configura la identidad y condiciona los lazos afectivos entre los individuos homosexuales y que encuentra un espacio geográfico fijo - como lo es sabana grande- para desarrollarse en la práctica.

En países de América Latina se han hecho investigaciones (Kornblit, 1998) las cuales muestran que en el desarrollo de la formación de una identidad individual la relación con los otros significativos está fuertemente determinada por la manera de socializar la información relativa a la orientación homosexual.

Es importante preguntarse no el origen ni las causas de las prácticas sexuales, como señaló J. Weeks (1995) con respecto al tema, lo interesante es indagar sobre los significados que una cultura particular da a la conducta homosexual y conocer los efectos de las significaciones.

Homosexualidad es la tendencia a buscar placer sensual mediante contactos físicos con personas del mismo sexo más que con las personas del sexo opuesto (Dover, 1982:13)

La identidad homosexual no siempre es adoptada independientemente. Por el contrario, la invención de la “homosexualidad” ha sido atribuida en general de modo heterónomo por parte de los especialistas.

En nuestra Sociedad la homosexualidad es una dimensión de la personalidad que constituye un motivo de estigmatización, de señalamiento, discriminación y por consecuencia de exclusión.
La homosexualidad pareciera tener dos características principales que la determinan: por un lado que se realiza en secreto, no es evidente ante los ojos heterosexistas, pero es posible ser identificada como secreto entre los mismos homosexuales. Se puede ocultar con relativa facilidad, por otro lado la homosexualidad no se comparte en todos los ámbitos sociales (familia, escuela, iglesia, etc.) Es decir que una o un niño o adolescente que desarrollará una vida homosexual se cría en un ambiente heterosexual.

Ahora bien, un secreto tal vez implica ciertos aspectos: es aquello de lo que no se habla, lo que se oculta con recelo. El secreto puede construir nexos afectivos y sociales y he aquí donde se hace menester un lugar o espacio físico específico, llámese LAS DOS BARRAS en el callejón de las puñaladas en pleno bulevar de Sabana Grande o el PULLMAN ubicado en la paralela a éste. Estas relaciones afectivas o de complicidad entre los gays incentivan a un tipo particular de interacción y de conflicto.

Hay antropólogos como es el caso de Andras Semplini (1984) que dice que “es secreto, según la etimología, lo que ha sido separado y puesto aparte (se-cernere). El acto constitutivo del secreto es un acto de rechazo que implica al menos dos seres –personas o grupos- ligados por una relación negativa; el que detenta el contenido puesto a un lado y el destinatario al que se apunta por dicho contenido negado (…) salvo para la teología, no hay secreto en sí, sin blanco o destinatario al menos originario. Una vez consumada la separación ¿en qué se transforma la sustancia puesta a un lado? (…) en algo oprimido, apretado, constreñido, es decir cargado de tensión, cargado de la tensión del rechazo que ha instituido el secreto y que hay que mantener o preservar…”

Los homosexuales son individuos estigmatizables, sólo por el hecho de invisibilizarse dentro de la Sociedad, lo que implica que pueden ser “descubiertos”. En este sentido, la efectiva comunicación y del secreto compartido conforman un recurso fundamental del que dispone el individuo estigmatizable, es decir, el gay.

En  Latino América desde el siglo XX, la legislación no prohíbe las relaciones sexuales a mutuo acuerdo entre personas del mismo sexo. Lo único que se pide -no legalmente sino socialmente- es su discreción. La problemática se presenta cuando se transgreden los límites de lo privado (zonas espaciales geográficamente determinadas) y la homosexualidad se vuelve públicamente detectada.

Esta relación se puede interpretar como si los heterosexuales y los homosexuales hubieran hecho un pacto implícito en cuanto al grado de tolerancia social hacia la homosexualidad a cambio de la discreción y el secreto e invisibilidad.

Este mínimo de aceptación mal llamada tolerancia conviene a muchos gays para esconder su secreto. Es decir, un poco de discreción una vida homoerótica más o menos feliz y normal puede ser vivida, en el interior de los límites impuestos por la comunidad, a pesar de mantener una doble vida con todas sus complicaciones e implicaciones. Se exige crear un muro de contención, una zanja que divida a la homosexualidad en dos áreas separadas: lo público y lo privado.

Esta separación espacio temporal de las prácticas homosexuales repercute en las maneras de seducción, a al vida en pareja y a la actividad sexual. La experiencia ha dado cuenta del riesgo que corren los gays relativos a las ITS infecciones de transmisión sexual ITS incluyendo el virus VIH SIDA. En la medida que exista una discriminación ligada a espacios o lugares específicos que recluyen a los homosexuales en esa misma medida las relaciones afectivas, la consolidación de parejas estables y la toma de riesgos o separación del sexo y el afecto (amor) entre otras prácticas sociales devenidas de las relaciones homosexuales se verán afectadas (Polack 1988 y 1993, Pecheny 2000)

La homosexualidad y sus pares homoeróticos siempre han existido y existirán. Lo que cambia históricamente es su grado de evidencialidad o visibilidad (Sebreli: 1997) Este autor ilustra este hecho con la imagen de “las ciudades bajo ciudades”. Tales espacio urbanos tienen sus propios códigos de lenguaje y de conductas llegando incluso a elaborar un complejo constructo imaginario común. En términos tradicionales de la jerga lingüística gay, este espacio o lugar es un sitio “de ambiente” y está formado por “los que entienden” la nota o “entendidos” diferenciándose de los “nada que ver” (Sivori 2000)

Para Michael Pollack (1993: 216-217) “la conquista de las libertades sexuales se hizo gracias al refuerzo de una sociabilidad específica e indirecta, como la que indica el término ghetto”.
La liberación de la vida homosexual implica necesariamente su desarrollo en un lugar, sitio o espacio privado que se pone a resguardo de las miradas heterosexuales.

La vida privada o secreta de los gays se realiza en ciertos espacios físicos que pueden ser llamados áreas homosociales como por ejemplo parte del bulevar de Sabana Gay, perdón quise decir Sabana Grande.

La mayor dificultad que se plantea en una sociedad homofóbica como la caraqueña no se refiere al plano de lo puramente en el plano de lo sexual de la identidad homosexual, sino es por la potencial libertad y su visibilidad en el espacio público como pueden ser el afecto o el amor. Incluso en las Sociedades intolerantes las actividades sexuales entre personas del mismo sexo pueden ser practicadas en sitios secretos, oscuros y clandestinos, en las paredes de los bares, hoteles, saunas baños o recovecos ausentes de luz, lo que plantea mayores inconvenientes es la manifestación, según Mario Pecheny en su trabajo DE LA “NO DISCRIMINACIÓN” AL “RECONOCIMIENTO SOCIAL”. UN ANÁLISIS DE LA EVOLUCIÓN DE LAS DEMANDAS POLÍTICAS DE LAS MINORÍAS SEXUALES EN AMÉRICA LATINA, de la homosexualidad como una relación afectiva. En este sentido, la influencia de la discriminación se percibe más en la cohibición de algunos gestos propios de una pareja, por ejemplo, besarse en público o caminar de manos tomadas por el bulevar.

Los espacios físicos de sociabilidad enteramente gay se encuentran por lo general referidos a lugares de seducción o de “crossing” como lugares de levante, saunas o bares al estilo de LAS DOS BARRAS , LA TORTILLA o el sauna LA COCHINERA en la calle de los hoteles cerca del bulevar. Estos lugares se consideran clandestinos, muchas veces con la complicidad de la Sociedad heterosexista. Esto dificulta la constitución de un movimiento socio político que aspira a ser público.

Un poco para ilustrar lo anteriormente expuesto me permito colocar una entrevista hecha al Presidente de la ONG Alianza Lambda Venezuela defensora de los derechos de los homosexuales en Caracas 20 de marzo de 2004 a propósito de una denuncia impuesta ante las autoridades por agresiones homofóbicas:

“En Caracas, por ejemplo existe una población homosexual grande, muchos de los casos están fuera del closet, pero la gran mayoría aún se encuentra dentro de éste y acuden, escondidos a ghettos comercializados como única forma de vivir su homosexualidad. El temor a ser encontrados en sitios para homosexuales, de que en su trabajo se sepa esta condición o de que la familia se entere genere gran estrés y afecta la calidad de vida de muchas personas”

He aquí un ejemplo claro, triste y alegre a la vez, típica característica de los homosexuales: vivir en la ambigüedad sin una definición exacta en sus dimensiones como personas y funciones dentro de la Sociedad una situación que se produce cuando la homosexualidad encuentra su desarrollo sólo en pequeños o grandes lugares, no importa es igual, la conclusión es que el “mundo gay” se limita a ciertas linderos reales.

Hablar de una zona específica para el “sano” desarrollo de la práctica homosexual es hablar de un lugar de encajonamiento para su alcance dentro del sistema social ¿Por qué? La comunidad gay auto identificada como tal encuentra un asidero real para la comunicación socializada entre sus integrantes en Sabana Grande. Considero que el bulevar se ha convertido de alguna manera para los gays y lo no gays como una zona rosa (aunque no legalizada). Al etiquetar este lugar con un color rosa se está amanerando el discurso y no hay que olvidar que éste es generado por una sociedad heterosexista, por otra parte, la ausencia de una zona rosa legal ha limitado la vida de los homosexuales. Esta paradoja es un terreno ambiguo como todo lo que implica la homosexualidad masculina y el lesbianismo. Los individuos gays en Caracas no encuentran límites fijos en donde poder desahogar su seducción hacia su mismo sexo. Obsérvese que incluso manejo el término “desahogarse” porque esta es la construcción lingüística y cultural que se hace del homosexual: un ser reprimido que vive una doble vida. ¿Hasta qué punto el gay se debe identificar como tal? Y sí se dice gay como identidad de vida ¿esto no constriñe a los homosexuales a unos límites socio culturales ubicados geográficamente en un lugar? Por ejemplo Sabana Gay, como se le nombra en el submundo del secreto y de lo privado. A manera de chanza el bulevar que va desde Plaza Venezuela hasta Chacaíto se le nombra desde los finales años de los ochenta Chacaíto lesbians, Sabana Gay y Plaza transfor.

En este sentido, Sabana Grande representa para la comunidad GLBT de Caracas un espacio, por un lado, de liberación y plataforma para el desarrollo de una manera específica de vivir y por otro lado un espacio que ciñe la práctica de la identidad gay con todas las consecuencias que trae una limitación física en los individuos. Sabana Grande se convierte así en una cárcel que puede traer dos vertientes en distintos caminos antagónicos e inseparables a la vez: la frustración de una doble o mediocre vida con su implicada aceptación o la libertad para el desahogo emocional y sexual.

Sabana Grande representa para la homosexualidad caraqueña un lugar de descargue, un sitio en donde el gay sale del closet, un bulevar que dinamiza las prácticas homosexuales y la seducción de sus pares. Los individuos homosexuales pueden aquí liberar su otro lado, el lado que se empeña a invisibilizarse en los espacios públicos heterosexuales. Aquí el “secreto” se comparte bajo la mirada de los otros y tal vez con el miedo leve o intenso a ser descubiertos y hacerse visible. La pregunta es ¿hasta qué punto es sano para la dinámica y la identidad homosexual encerrarse y caminar por un bulevar? ¿Es que acaso este espacio de Sabana Grande puede convertirse en un lugar más amplio y metafóricamente hablando que extienda sus calles a otros espacios para que así la reivindicación del homosexual en realidad llegue sin esa tolerancia convenida en una Sociedad hipócrita? Quedan muchas preguntas no resueltas. Sólo interrogantes que la dinámica de la vida homosexual sabrá darle sus justas y precisas respuestas.

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