lunes, 27 de octubre de 2008

Reseña de Latidos de Caracas

EN CARACAS AÚN SE PUEDE LATIR
por Bruno Mateo


La novela Latidos de Caracas escrita por Gisela Kozak Rovero que resultó finalista en el Premio de Novela “Miguel Otero Silva” (1999) bajo el título Rapsodia como bien dice la edición de Alfaguara es una historia de amor que se desarrolla en la ciudad de Caracas en donde sus protagonistas Andrés un joven de diecinueve años estudiante de Artes de la Universidad Central de Venezuela cinéfilo y Sarracena arquitecta diez años mayor que él se conocen en un charla acerca de la ciudad que hace Enrique, profesor gay de Artes amigo de Sarracena. A partir de ese momento los dos empiezan una relación sexual entre ambos. Todo comienza así, sin embargo a medida que el devenir narrativo se da; los amantes se inmiscuyen en otro derrotero: el amor -que aunque universal- para el momento cronológico de la historia años 1990 es considerado cursi. La narración de Kozak se hace bastante ligera, se describen con acuciosidad los lugares típicos de las zonas más conocidas por todas y todos los caraqueños de a pie: Sabana Grande y sus alrededores llegando incluso hasta los límites de la Iglesia Santa Teresa ubicada en el centro, pero lo interesante es que esta descripción se mezcla con la anunciación de la relación amatoria de Andrés y Sarracena en cuanto a la parte emocional y a la aparte física sexual en sí. Hay una escena descriptiva sexual que ocurre en las cercanías de Caracas: el junquito. Aquí la autora juega con un intercambio de papeles (roles) en cuanto a la actividad sexual, es decir, la mujer logra penetrar al hombre sin que por ello implique ningún rasgo de homosexualidad en el varón. Se trata sólo de sensorialidad.

La pareja se debate entre su realidad y su amor – se puede hablar de amor-. Ella tiene una edad más avanzada que él. La familia del chico la desprecia. La considera una “asalta cunas” y “depravada”. Tal vez ella por la misma coacción que hace la construcción socio cultural de las imágenes identitarias sobre las personas cae, en la misma etiquetación cultural. Ella tiene miedo de amar a ese “chamo” y por el otro lado Andrés (el chamo) no logra totalmente encender sus motores y terminar de afianzar la relación. La novela va sucediéndose en escenas rápidas hilvanadas con delicada pericia, con un lenguaje mordaz e inteligente. Frases muy urbanas con referentes culturales contemporáneos como la alusión a películas hollywoodenses a sitios conocidos por los que vivimos y padecemos a Caracas. Una narración totalmente urbana con signos lingüísticos endémicos de la Capital de Venezuela. El humor mordaz que raya casi en la violencia determinado por el lenguaje es llevado con suave tino por Kozak Rovero en la novela hasta hacer de las y los lectores unos cómplices, alcahuetes de la relación de Andrés y Sarracena. Quizás por un deseo implícito de querer humanizar a la ciudad.

La última parte de la novela se narra casi en forma telegráfica, estrategia de estilo que se puede percibir también en los cuentos Pecados de la Capital y otras historias (2005) de la autora. Lo que produce el efecto de rapidez en el discurso hasta la culminación de la historia con un final bastante visual con la imagen del mendigo con la botella en la mano que pareciera que golpeará a Sarracena sentada en el café pensando en su amor imposible y que es salvada por Andrés en una especie de escena del teatro romántico de fines del siglo XIX dando la posibilidad de creer que en Caracas aún se puede latir de amor.

domingo, 26 de octubre de 2008

SABANA GAY. 2da. parte


LA HOMOSEXUALIDAD ES UN SECRETO
por Bruno Mateo

A partir de esta breve panorámica por la historia de la homosexualidad pasaré a tratar de explicar una hipótesis a partir de Sabana Grande ubicado en Caracas como lugar frecuentado por una inmensa cantidad de gays y lesbianas que ha permitido, a mi parecer, la consolidación de un espacio al que se puede identificar como lugar de reunión de gays y lesbianas y que trae como corolario un determinado imaginario homosexual basado en una tácita identidad.
La hipótesis es el hecho de ser homosexual se convierte en un secreto que configura la identidad y condiciona los lazos afectivos entre los individuos homosexuales y que encuentra un espacio geográfico fijo - como lo es sabana grande- para desarrollarse en la práctica.
En países de América Latina se han hecho investigaciones (Kornblit, 1998) las cuales muestran que en el desarrollo de la formación de una identidad individual la relación con los otros significativos está fuertemente determinada por la manera de socializar la información relativa a la orientación homosexual.
Es importante preguntarse no el origen ni las causas de las prácticas sexuales, como señaló J. Weeks (1995) con respecto al tema, lo interesante es indagar sobre los significados que una cultura particular da a la conducta homosexual y conocer los efectos de las significaciones.
Homosexualidad es la tendencia a buscar placer sensual mediante contactos físicos con personas del mismo sexo más que con las personas del sexo opuesto (Dover, 1982:13)
La identidad homosexual no siempre es adoptada independientemente. Por el contrario, la invención de la “homosexualidad” ha sido atribuida en general de modo heterónomo por parte de los especialistas.
En nuestra Sociedad la homosexualidad es una dimensión de la personalidad que constituye un motivo de estigmatización, de señalamiento, discriminación y por consecuencia de exclusión.
La homosexualidad pareciera tener dos características principales que la determinan: por un lado que se realiza en secreto, no es evidente ante los ojos heterosexistas, pero es posible ser identificada como secreto entre los mismos homosexuales. Se puede ocultar con relativa facilidad, por otro lado la homosexualidad no se comparte en todos los ámbitos sociales (familia, escuela, iglesia, etc.) Es decir que una o un niño o adolescente que desarrollará una vida homosexual se cría en un ambiente heterosexual.
Ahora bien, un secreto tal vez implica ciertos aspectos: es aquello de lo que no se habla, lo que se oculta con recelo. El secreto puede construir nexos afectivos y sociales y he aquí donde se hace menester un lugar o espacio físico específico, llámese LAS DOS BARRAS en el callejón de las puñaladas en pleno bulevar de Sabana Grande o el PULLMAN ubicado en la paralela a éste. Estas relaciones afectivas o de complicidad entre los gays incentivan a un tipo particular de interacción y de conflicto.
Hay antropólogos como es el caso de Andras Semplini (1984) que dice que “es secreto, según la etimología, lo que ha sido separado y puesto aparte (se-cernere). El acto constitutivo del secreto es un acto de rechazo que implica al menos dos seres –personas o grupos- ligados por una relación negativa; el que detenta el contenido puesto a un lado y el destinatario al que se apunta por dicho contenido negado (…) salvo para la teología, no hay secreto en sí, sin blanco o destinatario al menos originario. Una vez consumada la separación ¿en qué se transforma la sustancia puesta a un lado? (…) en algo oprimido, apretado, constreñido, es decir cargado de tensión, cargado de la tensión del rechazo que ha instituido el secreto y que hay que mantener o preservar…”
Los homosexuales son individuos estigmatizables, sólo por el hecho de invisibilizarse dentro de la Sociedad, lo que implica que pueden ser “descubiertos”. En este sentido, la efectiva comunicación y del secreto compartido conforman un recurso fundamental del que dispone el individuo estigmatizable, es decir, el gay.
En Latino América desde el siglo XX, la legislación no prohíbe las relaciones sexuales a mutuo acuerdo entre personas del mismo sexo. Lo único que se pide -no legalmente sino socialmente- es su discreción. La problemática se presenta cuando se transgreden los límites de lo privado (zonas espaciales geográficamente determinadas) y la homosexualidad se vuelve públicamente detectada.
Esta relación se puede interpretar como si los heterosexuales y los homosexuales hubieran hecho un pacto implícito en cuanto al grado de tolerancia social hacia la homosexualidad a cambio de la discreción y el secreto e invisibilidad.
Este mínimo de aceptación mal llamada tolerancia conviene a muchos gays para esconder su secreto. Es decir, un poco de discreción una vida homoerótica más o menos feliz y normal puede ser vivida, en el interior de los límites impuestos por la comunidad, a pesar de mantener una doble vida con todas sus complicaciones e implicaciones. Se exige crear un muro de contención, una zanja que divida a la homosexualidad en dos áreas separadas: lo público y lo privado.
Esta separación espacio temporal de las prácticas homosexuales repercute en las maneras de seducción, a al vida en pareja y a la actividad sexual. La experiencia ha dado cuenta del riesgo que corren los gays relativos a las ITS infecciones de transmisión sexual ITS incluyendo el virus VIH SIDA. En la medida que exista una discriminación ligada a espacios o lugares específicos que recluyen a los homosexuales en esa misma medida las relaciones afectivas, la consolidación de parejas estables y la toma de riesgos o separación del sexo y el afecto (amor) entre otras prácticas sociales devenidas de las relaciones homosexuales se verán afectadas (Polack 1988 y 1993, Pecheny 2000)
La homosexualidad y sus pares homoeróticos siempre han existido y existirán. Lo que cambia históricamente es su grado de evidencialidad o visibilidad (Sebreli: 1997) Este autor ilustra este hecho con la imagen de “las ciudades bajo ciudades”. Tales espacio urbanos tienen sus propios códigos de lenguaje y de conductas llegando incluso a elaborar un complejo constructo imaginario común. En términos tradicionales de la jerga lingüística gay, este espacio o lugar es un sitio “de ambiente” y está formado por “los que entienden” la nota o “entendidos” diferenciándose de los “nada que ver” (Silvori 2000)
Para Michael Pollack (1993: 216-217) “la conquista de las libertades sexuales se hizo gracias al refuerzo de una sociabilidad específica e indirecta, como la que indica el término ghetto”.
La liberación de la vida homosexual implica necesariamente su desarrollo en un lugar, sitio o espacio privado que se pone a resguardo de las miradas heterosexuales.
La vida privada o secreta de los gays se realiza en ciertos espacios físicos que pueden ser llamados áreas homosociales como por ejemplo parte del bulevar de Sabana Gay, perdón quise decir Sabana Grande.
La mayor dificultad que se plantea en una sociedad homofóbica como la caraqueña no se refiere al plano de lo puramente en el plano de lo sexual de la identidad homosexual, sino es por la potencial libertad y su visibilidad en el espacio público como pueden ser el afecto o el amor. Incluso en las Sociedades intolerantes las actividades sexuales entre personas del mismo sexo pueden ser practicadas en sitios secretos, oscuros y clandestinos, en las paredes de los bares, hoteles, saunas baños o recovecos ausentes de luz, lo que plantea mayores inconvenientes es la manifestación, según Mario Pecheny en su trabajo DE LA “NO DISCRIMINACIÓN” AL “RECONOCIMIENTO SOCIAL”. UN ANÁLISIS DE LA EVOLUCIÓN DE LAS DEMANDAS POLÍTICAS DE LAS MINORÍAS SEXUALES EN AMÉRICA LATINA, de la homosexualidad como una relación afectiva. En este sentido, la influencia de la discriminación se percibe más en la cohibición de algunos gestos propios de una pareja, por ejemplo, besarse en público o caminar de manos tomadas por el bulevar.
Los espacios físicos de sociabilidad enteramente gay se encuentran por lo general referidos a lugares de seducción o de “crossing” como lugares de levante, saunas o bares al estilo de las DOS BARRAS , LA TORTILLAo el sauna la COCHINERA en la calle de los hoteles cerca del bulevar. Estos lugares se consideran clandestinos, muchas veces con la complicidad de la Sociedad heterosexista. Esto dificulta la constitución de un movimiento socio político que aspira a ser público.

viernes, 24 de octubre de 2008

Caracas y sus esquinas



La esquina del Conde.

Los cronistas dicen con justa razón que la esquina del Conde debía llamarse en propiedad de Los Condes, pues frente a la casa solariega del conde de San Javier estaba situada la del Conde de la Granja (…)

(En la del Conde de San Javier), antes de su total destrucción, estuvo ubicada la Imprenta Nacional, después El Eco Venezolano y por último El Nuevo Diario, órgano de la dictadura gomecista. En aquella casona se instaló la Junta Suprema de Caracas el 20 de abril de 1810, y un año más tarde, 1811, se congregaron en sus salones los diputados del primer Congreso de Venezuela.

Refieren algunos que cuando Samuel Darío Maldonado andaba por las calles de Caracas persiguiendo los platanales y destruyendo los árboles, un día llegó hasta la vieja casona del Conde de San Javier en compañía de don Pedro Emilio Coll, empeñado en hacerle ver una figura que decía se desprendía de las escaleras hacia el corredor.

“Míralo, Pedro Emilio, allí viene el Conde de San Javier con su peluca blanca, sus zapatillas de tacón, su espada de empuñadura de plata…Viene hacia nosotros… Mira las luces… Allí, en la escalera” Don Pedro Emilio, con su habitual calma, responde: “tranquilízate, Darío, que no son sino imaginaciones tuyas, el Conde está muerto y enterrado hace más de dos siglos allí, en la capilla de la Catedral…”

Pero no fue posible quitarle la idea de la cabeza, y continuaba “viendo” al Conde bajar las escaleras armado de su espada de empuñadura de plata.


Carmen Clemente Travieso
Las esquinas de Caracas

(es de acotar que la foto fue sacada de Internet con un fin netamente divulgativo sin que por ello se reciba ninguna remuneración)

miércoles, 8 de octubre de 2008

ABIERTA CONVOCATORIA DEL PREMIO INTERNACIONAL DE NOVELA

En su XVI edición

EL MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA CULTURA A TRAVÉS DE LA FUNDACIÓN CENTRO DE ESTUDIOS LATINOAMERICANOS RÓMULO GALLEGOS convoca a todos los escritores de habla castellana a participar en el Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos, en su XVI Edición, que se otorgará el día 2 de agosto del año 2009 y cuyo propósito es honrar y perpetuar la obra del eminente novelista venezolano Rómulo Gallegos, además de estimular la actividad creadora de los escritores de habla castellana.

PRIMERA
El premio se concederá al autor o autora de la mejor novela postulada, escrita y publicada en idioma castellano, durante el bienio que fije la Convocatoria y consistirá en medalla de oro, diploma y la cantidad de cien mil euros (€ 100.000,oo) o su equivalente en moneda nacional.
Las retenciones previstas en la legislación tributaria vigente serán asumidas por la Fundación Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos.

PARÁGRAFO ÚNICO
Para el certamen de 2009 se admitirán las novelas publicadas entre el 1ro de enero de 2007 y el 31 de diciembre de 2008.

SEGUNDA
Podrán concurrir todos los escritores, cualquiera sea el país de su residencia, con novelas escritas en idioma castellano y publicadas en primera edición durante el lapso señalado en estas bases.

TERCERA
Las obras deberán ser enviadas en número de diez (10) ejemplares a Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos, Fundación Celarg, Casa de Rómulo Gallegos, Av. Luis Roche, cruce con tercera transversal, Altamira, Caracas 1062, Venezuela, o al apartado de correos 69132, Altamira, Caracas 1062, Venezuela. En sobre aparte se incluirán los datos personales del autor: nombre y apellido, dirección, teléfono de contacto, correo electrónico y una breve nota bio-bibliográfica.
El plazo improrrogable de admisión de obras finaliza el 28 de febrero de 2009. Se admitirán las obras que hayan sido enviadas por correo y tengan matasellos de origen de esta fecha o anterior. La lista de participantes será publicada por este Centro al final del período de recepción de obras, en su página web: http://www.celarg.gob.ve

CUARTA
Para el otorgamiento del Premio la Fundación Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos, de acuerdo con lo establecido en el Artículo 5 literal de sus estatutos funcionales, designará al jurado.

QUINTA
El premio será otorgado por mayoría de votos y no podrá ser dividido ni declarado desierto. No se conferirán accésit ni menciones honoríficas y en ningún caso será otorgado más de una vez al mismo autor. La posibilidad de emitir una lista de finalistas quedará bajo la potestad del jurado calificador.

SEXTA
El jurado acompañará su veredicto con un juicio razonado sobre el valor de la obra premiada.

SÉPTIMA
El premio será entregado al ganador en acto público el día 2 de agosto de 2009, fecha conmemorativa del natalicio de Rómulo Gallegos, en la sede de la Fundación Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos.

OCTAVA
El autor de la novela ganadora otorga a la Fundación Celarg el derecho de publicar la novela durante un año en conjunto con Monte Ávila Editores Latinoamericana. Esta edición estará destinada solamente a su circulación en Venezuela y podrá alcanzar hasta 20.000 ejemplares.

NOVENA
Lo no previsto en estas bases será decidido por el Consejo Directivo de la Fundación Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos, previa consulta con el Ministerio del Poder Popular para la Cultura de la República Bolivariana de Venezuela.

DÉCIMA
La participación en este Premio implica de forma automática la plena y total aceptación, sin reservas, de las presentes bases.


Fundación Celarg. Casa de Rómulo Gallegos. Av. Luis Roche, Altamira, Caracas 1062.
Tel. 212-285.54.97/ 212-286.67.08
e-mail: premioromulogallegos@celarg.gob.ve
http: // www.celarg.gob.ve

sábado, 4 de octubre de 2008

Por José Rafael Pocaterra

DE CÓMO PANCHITO MANDEFUÁ CENÓ CON EL NIÑO JESÚS.
por José Rafael Pocaterra

I

A tí que esta noche irás a sentarte a la mesa de los tuyos, rodeado de tus hijos, sanos y gordos, al lado de tu mujer que se siente feliz de tenerte en casa para la cena de navidad; a ti que tendrás a las doce de esta noche un puesto en el banquete familiar, y un pedazo de pastel y una hallaca y una copa de excelente vino y una taza de café y un hermoso “Hoyo de Monterrey”, regalo especial de tu excelente vicio; a ti que eres relativamente feliz durante esta velada, bien instalado en el almacén y en la vida, te dedico este cuento de Navidad, este cuento feo e insignificante, de Panchito Mandefuá, granuja billetero, nacido de cualquiera con cualquiera en plena alcabala, chiquillo astroso a quien el Niño Dios invitó a cenar.

II

Como una flor de callejón, por gracia de Dios no fue palúdico, ni zambo, ni triste; abrióse a correr un buen día calle abajo, calle arriba, con una desvergüenza fuerte de nueve años, un fajo de billetes aceitosos y paltó de casimir indefinible que le daba por las corvas y que era su magnífico macferland de profundos bolsillos profundos, con bolsillito un pequeño para los cigarrillos, que era su orgullo, y que le abrigaba en las noches del enero frío y en los días de lluvia hasta cerca de la madrugada, cuando los puestos de los tostaderos son como faros bienhechores en el mar de niebla, de frío y de hambre que rodea por todas partes en la soledad de las calles, al pobre hamponcillo caraqueño. Hasta cerca de media noche, después de hacer por la mañana la correría de San Jacinto y del Pasaje y el lance de doce a una en las puertas de los hoteles, frente a los teatros o por el boulevard del Capitolio, gritaba chillón, desvergonzado, optimista:

-Aquí lo cargooo…El tres mil seiscientos setenta y cuatro, el que no falla nunca ni fallando, ¡archipetaquiremandefuá…!

El día bueno, de tres mil billetes y décimos, Panchito se daba una hartada de frutas; pero cuando sonaban las doce y sólo- después de soportar empellones, palabras soeces, agrios rechazos de hombres fornidos que toman ron- contaban en la mugre del bolsillo catorce o dieciséis centavos por pedacitos vendidos, Panchito metíase a socialista, le ponía letra escandalosa a “La maquinita” y aprovechaba el ruido de una carreta o el estruendo de un auto para gritar obscenidades graciosísimas contra los transeúntes o el carruaje del General Matos o de cualquiera de esos potentados que invaden la calle con un automóvil enorme entre una alarido de cornetas y una hediondez de gasolina…; y terminaba desahogándose con un tremendo “Mandefuá” donde el muy granuja encerraba como en una fórmula anarquista todas sus protestas al ver, como él decía, las caraotas en aeroplano.
Quiso vender periódicos, pero no resultaba; los encargados le quitaron la venta: le ponía el “mandefuá” a las más graves noticias de la guerra, a las necrologías, a los pesares públicos:

-Mira hijito- le dijeron- mejor es que no saques el periódico, tú eres muy “Mandefuá”.

III


Tuvo, pues, Panchito su hermoso apellido Mandefuá, obra de él mismo, cosa esta última que desdichadamente no todos son capaces de obtener, y él llevaba aquel Mandefuá con tanto orgullo como Felipe, Duque de Orleans, usaba el apelativo de Igualdad en los días un poco turbios de la Convención, cuando el exceso de apellidos podía traer consecuencias desagradables.

Pero Panchito era menos ambicioso que el Duque y bastábale su “medio real podrido”- como gritaba desdeñosamente tirándoles a los demás de la blusa o pellizcándoles los fondillos en las gazaperas del Metropolitano.

-Una grada para muchacho, bien ¡Mandefuá!

De sus placeres más refinados era el irse a la una del día, rasero con la estrecha sombra de las fachadas, y situarse perfectamente bajo la oreja de un transeúnte gordo, acompasado, pacífico; uno de esos directores de ministerio que llevan muchos paqueticos, un aguacate y que bajan a almorzar en el sopor bovino del aperitivo:

- El mil setecientos cuarenta y siete ¡mandefuá!
- Granuja ¡atrevido!

Y Panchito, escapando por la próxima bocacalle, impertérrito:

-Ese es premiado, ¡no se caliente mayoral!

El título de Mayoral lo empleaba ora en estilo epigramático, ora en estilo
Elevado, ora como honrosa designación para los doctores y generales del interior a quienes les metía su numeroso archipetaquiremandefuá.
Y con su vocablo favorito, que era panegírico, ironía, apelativo –todo a su tiempo-, una locha de frito y un centavo de cigarros de a puño comprado en los kioscos del mercado, Panchito iba a terminar la velada en el Metro con “Los misterios de Nueva York”, chillando como un condenado cuando la banda apresaba a Gamesson advirtiéndole a un descuidado personaje que por detrás le estaba apuntando un apache con una pistola o que el leal perro del comandante Patouche tenía el documento escondido en el collar. Indudablemente era una autoridad en materia de cinematógrafo y tenía orgullo de expresarlo entre sus compañeros, los otros granujas:

-Mira, vale, para que a mí me guste una película tiene que ser muy crema.

IV

Panchito iba una tarde calle arriba pregonando un número “premiado” como si lo estuviese viendo en la bolita… Detúvose en una rueda de chicos después de haber tirado de la pata a un oso de dril que estaba en una tienda del pasaje y contemplando una vidriera donde se exhibían aeroplanos, barcos, una caja de soldados, algunos diávolos, un automóvil y un velocípedo de “ir parado”… Y, de paso rayó con el dedo y se lo chupó, un cristal de la India a través del cual se exhibían pirámides de bombones, pastelillos y unos higos abrillantados como unas estrellas.
En medio del corro malvado, vio una muchachita sucia que lloraba mientras contemplaba regada por la acera una bandeja de dulces; y como moscas, cinco o seis granujas, se habían lanzado a la provocación de los ponqués y de los fragmentos de quesillo llenos de polvo. La niña lloraba desesperada, temiendo el castigo.
Panchito estaba de humor; cinco números enteros y seis décimos ¡ochenta y seis centavos! La sola tarde después de haber comido y “chuchado”… Poderoso. Iría al Circo que daba un estreno, comería hallacas y podría fumarse hasta una cajetilla. Todavía le quedaban dos bolívares con que irse por ahí, del Maderero abajo para él sabía qué… ¡Una noche buena crema!
Seguía llorando la chiquilla y seguían los granujas mojando en el suelo y chupándose los dedos…
Llegó un agente. Todos corrieron, menos ellos dos.
-¿Qué fue? ¿Qué pasó?
Y ella sollozando:
Que yo levaba para la casa donde sirvo esta bandeja, que hay cena para esta noche y me tropecé y se me cayó y me van a echar látigo…
Todo esto rompiendo a sollozar.
Algunos transeúntes detenidos encogiéronse de hombros y continuaron.
-Sigan, pues- les ordenó el gendarme.
Panchito siguió detrás de loa llorosa.
-Oye, ¿cómo te llamas tú?
La niña se detuvo a su vez, secándose el llanto.
-¿Yo? Margarita
-¿Y ese dulce era de tu mamá?
-Yo no tengo mamá.
-¿Y papá?
-Tampoco
-¿Con quién vives tú?
-Vivía con una tía que me “concertó” en la casa en que estoy.
-¿Te pagan?
-¿Me pagan qué?
Panchito sonrío con ironía, con superioridad:
-Guá, tu trabajo: al que trabaja se le paga, ¿no lo sabías?
Margarita entonces protestó vivamente:
-Me dan la comida, la ropa y una de las niñas me enseña, pero es muy brava.
-¿Qué te enseña?
-A leer… Yo sé leer, ¿tú no sabes?
Y Panchito, embustero y grave:
-¡Puah! Como un clavo… Y sé vender billetes, y gano para ir al cine y comer frutas y fumar de a caja…
-Dicho y hecho, encendió un cigarrillo… Luego, sosegado:
-¿Y ahora qué dices allá?
-Diga lo que diga, me pegan…- repuso con tristeza, bajando la cabecita enmarañada.
-¿Y cuánto botaste?
-Seis y cuartillo, aquí está lista- y le alargó un papelito sucio.
-¡Espérate, espérate!- le quitó la bandeja y echó a correr.
Un cuarto de hora después volvió:
-Mira, eso era lo que se te cayó, ¿nojerdá?
Feliz, sus ojillos brillaron y una sonrisa le iluminó la carita sucia.
-Sí… eso.
Fue a tomarla, pero él la detuvo:
- ¡No, yo tengo más fuerza, yo te la llevo!
-Es que es lejos- expuso tímida.
-¡No importa!
Por el camino él le contó, también que no tenía familia, que las mejores películas eran en las que trabajaba Gamesson y que podían comerse un gofio…
-Yo tengo plata, ¿sabes?- y sacudió el bolsillo de su chaquetón tintineante de centavos.
Y los dos granujas echaron a andar.
Los hociquillos llenos de borona, seguían charlando de todo. Apenas si se dieron que llegaban.
-Aquí es… dame.
Y le entregó la bandeja.
Quedarónse viendo ambos los ojos:
-¿Cómo te pago yo?- le preguntó con tristeza tímida.
Panchito se puso colorado y balbuceó:
-Si me das un beso.
-¡No, no! ¡Es malo!
-¿Por qué…?
-Guá, porque sí…
Pero no era Panchito Mandefuá a quien se convencía con razones como ésta; y la sujetó por los hombros y le pegó un para de besos llenos de gofio y de travesura.
-Grito…, que grito…
Estaba como una amapola y por poco tira otra vez la dichos dulcera.
-Ya está, pues, ya está.
De repente se abrió en ante portón. Un rostro de garduña, de solterona fea y vieja apareció:
¡Muy bonito el par de vagabunditos estos!- gritó.
El chico echó a correr. Le pareció escuchar a la vieja mientras metía dentro a la chica de un empellón.
-Pero, Dios mío, ¡qué criaturas tan corrompidas éstas desde que no tienen edad! ¡Qué horror!

V

¡Era un botarate! No le quedaban sino veintiséis centavos, día de Noche Buena… Quien lo mandaba a estar protegiendo a nadie…
Y sentía en su desconsuelo de chiquillo una especie de loca alegría interior… No olvidaba en medio de su desastre financiero, los dos ojos, mansos y tristes de Margarita. ¡Qué diablos! El día de gastar se gasta “archipetaquiremandefuá…
A las once salió del circo. Iba pensando en el menú: hallacas de “a medio”, un guarapo, café con leche, tostadas de chicharrón y dos “pavos rellenos” de postre. ¡Su cena famosa! Cuando cruzaba hacia San Pablo, un cornetazo brusco, un soplo poderoso y Panchito Mandefuá apenas quedó, contra la acera de la calzada, entre los rieles del eléctrico, un harapo sangriento, un cuerpecito destrozado, cubierto con un paltó de hombre, arrollado, desgarrado, lleno de tierra y de sangre..
Se arremolinó la gente, los gendarmes abriéndose paso…
-¿Qué es? ¿Qué sucede allí?
-¡Nada hombre! Que un auto mató a un muchacho “DE LA CALLE”
-¿Quién…? ¿Cómo se llama…?
-¡No sé sabe! Un muchacho billetero, un granuja de esos que están bailándole a uno delante de los parafangos…- informó, indignado, el dueño del auto que guiaba un “trueno”.

VII

Y así fue a cenar en el Cielo, invitado por el Niño Jesús esa Noche Buena, Panchito Mandefuá….







Por favor, aún no.