domingo, 10 de febrero de 2008

Nazareno de San Pablo

El limonero del señor
Andrés Eloy Blanco (1897-1955)

En la esquina de Miracielos agoniza la tradición.

¿Qué mano avara cortaría el limonero del Señor...?

Miracielos; casuchas nuevas, con descrédito del color;antaño hubiera allí una tapia y una arboleda y un portón.

Calle de piedra; el reflejo encalambrado de un farol;hacia la sombra, el agua fuerte abocetada de un balcón, a cuya vera se bajara, para hacer guiños al amor, el embozo de Guzmán Blanco

En algún lance de ocasión.

En el corral está sembrado, junto al muro, junto al portón, y por encima de la tapia hacia la calle descolgó un gajo verde y amarillo el limonero del Señor.

Cuentan que en pascua lo sembrara, el año quince, un español, y cada dueño de la siembra de sus racimos exprimió la limonada con azúcar para el día de San Simón.

Por la esquina de Miracielos, en sus Miércoles de dolor, el Nazareno de San Pablo pasaba siempre en procesión.

Y llegó el año de la peste; moría el pueblo bajo el sol;con su cortejo de enlutados pasaba al trote algún doctor y en un hartazgo dilataba su puerta «Los Hijos de Dios».

La Terapéutica era inútil;andaba el Viático al vapor y por exceso de trabajo se abreviaba la absolución.

Y pasó el Domingo de Ramos y fue el Miércoles del Dolor cuando, apestada y sollozante,la muchedumbre en oración, desde el claustro de San Felipe hasta San Pablo, se agolpó.

Un aguacero de plegarias asordó la Puerta Mayor y el Nazareno de San Pablo salió otra vez en procesión.En el azul del empedrado regaba flores el fervor;banderolas en las paredes,candilejas en el balcón,el canelón y el miriñaque el garrasí y el quitasol;un predominio de morado de incienso y de genuflexión.

—¡Oh, Señor, Dios de los Ejércitos. La peste aléjanos, Señor...!

En la esquina de Miracielos hubo una breve oscilación;los portadores de las andas se detuvieron; Monseñor el Arzobispo, alzó los ojos hacia la Cruz; la Cruz de Dios, al pasar bajo el limonero,entre sus gajos se enredó.Sobre la frente del Mesías hubo un rebote de verdor y entre sus rizos tembló el oro amarillo de la sazón.

De lo profundo del cortejo partió la flecha de una voz:—¡Milagro...! ¡Es bálsamo, cristianos, el limonero del Señor...!

Y veinte manos arrancaban la cosecha de curación que en la esquina de Miracielos de los cielos enviaba Dios.

Y se curaron los pestosos bebiendo el ácido licor con agua clara de Catuche, entre oración y oración.

Miracielos: casuchas nuevas; la tapia desapareció.¿Qué mano avara cortaría el limonero del Señor...?¿Golpe de sordo mercachifleo competencia de Doctor despecho de boticario u ornamento de la población...?

El Nazareno de San Pablo tuvo una casa y la perdió y tuvo un patio y una tapia y un limonero y un portón.

¡Malhaya el golpe que cortara el limonero del Señor...!

¡Mal haya el sino de esa mano que desgajó la tradición...!Quizá en su tumba un limonero floreció un día de Pasión y una nueva nevada de azahares sobre la cruz desmigajó, como lo hiciera aquella tarde sobre la Cruz en procesión, en la esquina de Miracielos,

¡el limonero del Señor...!

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