El maestro sufí contaba siempre una parábola al finalizar cada clase, pero los alumnos no siempre entendían su sentido…
-Maestro-lo encaró uno de ellos-una tarde-. Tú nos cuentas los cuentos pero no nos explicas su significado…
-Pido perdón por eso- se disculpó el maestro-
Permíteme que en señal de reparación te convide con un rico durazno.
-Gracias maestro- respondió halagado el discípulo
-Quisiera para agasajarle, pelarte tu durazno yo mismo. ¿Me permites?
-Sí, muchas gracias- dijo el alumno-
-¿Te gustaría que, ya tengo en mi mano el cuchillo, te lo corte en trozos para que te sea más cómodo…?
-Me encantaría,…pero no quisiera de su hospitalidad, maestro…
-No es un abuso si yo te lo ofrezco. Sólo deseo complacerte…Permíteme también que te lo mastique antes de dártelo…
-No maestro. ¡No me gustaría que hiciera eso!- se quejó sorprendido el discípulo-
El maestro hizo una pausa y dijo:
-Si yo les explicara el sentido de cada cuento…sería como darles a comer una fruta masticada.
De la sabiduría sufí
viernes, 3 de agosto de 2007
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