miércoles, 29 de agosto de 2007

Casa vieja

Sentarse en un restaurante y comer algún plato marcado en la carta del menú puede ser una experiencia que vaya más allá de la satisfacción del hambre. En la plaza de la Pastora, subiendo por la calle en donde se encuentra la vieja casa del pintor venezolano Arturo Michelena, actualmente museo, y diagonal a la iglesia de la parroquia se encuentra un restaurant llamado La Pastora. LLegar hasta allí se hace muy placentero, por supuesto debo decir que fui a horas del mediodia, cuando la delincuencia medianamente descansa. El comedero es una casa vieja. La puerta principal es bastante alta, la entrada al sitio está protegido con biombos. Paredes móviles que impiden el fisgoneo de las personas que pasan por el frente y así ofrecer a la clientela un poco de privacidad. Al sentarse y empezar a observar el lugar los ánimos se calman. No hay ningún traslado al pasado porque no hay nada antiguo. En la pared del fondo se observa un afiche o poster con una chica sexy al estilo de la cerveza Polar. Digo que elestres baja porque el sitio es silencioso. Las personas que comen allí parecen ser vecinos o conocidos. Todos se saludan y se sientan reposadamente en su mesa. El menú es básico. No hay nada de extraordinario en la comida. Se puede pedir mondongo, que creo es la especialidad de allí, todos los presentes lo pidieron. Yo comí asado negro. Me pareció muy sabroso. La carne tenía ese sazón caraqueño. Estaba media dulzona por el papelón. La ensalada rallada de zanahorias y repollo se hacía muy agradable al paladar y para rematar mi comida al pie del Ávila, un delicioso jugo de papelón con limón. Lo único que no me agradó fue que la comida servida era muy poca. No es que yo sea un tragón, sino que me he dado cuenta que los restaurantes de Caracas les ha dado por economizar en la comida que sirven y creo que eso desmejora la calidad del servicio. Después en la sobremesa me quedé mirando por las rendijas del biombo en la puerta principal, mi vista daba justo hacia la plaza. Ahí me imaginé lo hermosa que debió ser la zona de la Pastora a principio del siglo XX, cuando Caracas era un pueblo. De verdad que la ciudad capital fue totalmente desmembrada en su cultura. Hay quienes dicen que los tiempos pasados fueron mejores. No sé. Sólo puedo decir que a Caracas se le arrancó de un cuajo sus raíces. Por eso muchos andamos por la ciudad oliendo algún vestigio que nos pueda identificar como caraqueños.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Nuevamente me sorprende la descripción que haces, pues me resulta difícil imaginar un lugar así en una ciudad como Caracas. Pero parece que voy a tener que ir cambiando mis imágenes de esta ciudad...
Si me disculpas el atrevimiento, creo que el texto mejoraría si incidieses un poco más en la descripción del local, el tipo de personas, los meseros, la plaza... En cualquier caso me ha gustado. Andrés Gallego.

Ciudad Escrita dijo...

gracias, tomaré en cuenta tu sugerencia.

Por favor, aún no.