viernes, 21 de enero de 2011

La negritud como tipología de lo social en el teatro de César Rengifo

Obras: “Manuelote” y “Los Hombres de los cantos amargos”

por el Dr. José Luis Gámez. Profesor exclusivo del IUPC (Instituto Pedagógico de Caracas)




Luego de una revisión, muy general, del texto “Contribución a la historia de las culturas negras en Venezuela colonial” (2001), de José Marcial Ramos Guedez, se pudo observar en el capítulo V, “Balance crítico de las fuentes y proyecciones de las supervivencias de origen africano en la mentalidad de la sociedad venezolana”, que los pensamientos expresados en los discursos literarios se abocan, principalmente, a reflejar desde la sublimación del escritor, el tratamiento del negro en la poesía y la novela; obviando así, de alguna manera, el mensaje expresado en el discurso dramático desde la perspectiva de la negritud.

Se pretende en esta investigación propiciar un aporte, ampliando la visión del negro como motor del imaginario creativo del autor dramático. Para ello se seleccionaron dos obras de un autor representativo del teatro venezolano, cuyo discurso, muestra la interacción de los negros en dos contextos diferentes pero con una misma finalidad que determina la libertad. La Guerra Federal desde 1858, y la Guerra de Independencia en 1814. Allí la participación del negro es fundamental en la emancipación social con ideales libertarios; claramente se muestra esta premisa en “Los hombres de los cantos amargos” y “Manuelote”, ambos textos escritos por César Rengifo.

Al examinar la presencia y los aportes de la cultura africana en la literatura del siglo XIX y del siglo XX y específicamente en el teatro, se encuentran constantes temáticas con variantes estilísticas: el negro como sinónimo de sublevación y rebeldía por la búsqueda de su libertad es una de ellas. Las variantes estilísticas son aquellas que orientan las transformaciones del discurso y convino, para este efecto, precisar aspectos concretos que visualicen la evolución del romanticismo al realismo considerando la textualidad como objeto estético.

El romanticismo plantea una concepción de la tipología ideal en el personaje, afianzando los elementos que le dan singularidad y peculiaridad al tipo para exaltar específicamente la tipología criolla. Ocurre en la plástica a través de la idealización del paisaje natural y en la literatura del cono sur, en la que el gaucho, por ejemplo, funciona como tipología a través de la virtud del espíritu aventurero ligado siempre al espíritu libertario. El negro no escapa de esa visión de la tipología criolla pero concebida como un mestizaje.

En la visión romántica de la tipología del negro están presentes elementos relacionados con el ejercicio de la libertad, porque en el negro se encuentra por su propia condición y procedencia histórica, a un ser que se debate entre someterse o liberarse, resignarse al sometimiento o lanzarse a la aventura, a veces incierta, de la libertad. La visión realista muestra a un negro más comprometido con lo social, con una conciencia crítica que orienta sus pensamientos y sus acciones hacia el logro de reivindicaciones como otro ser humano de importancia, que ha sido, por razones ajenas a su voluntad, obligado a vivir en una condición esclavista no propia de su cultura originaria.

El negro se hace esclavo y a la vez se hace libre en América. El negro en África, en su estado natural posee una especia de libertad sin conciencia. Cuando se habla de África como territorio de procedencia de la negritud americana, se piensa en un lugar mítico, incierto y hasta abstracto.

Es la literatura americana la que da a la negritud dos alcances uno con relación a la libertad y otro con relación a la esclavitud. Su lucha por la libertad es una lucha más que por la sobrevivencia es para insertarse en una sociedad, para tener sentido de pertenencia, para generarse una identidad.

La presencia de la negritud como sinónimo de la libertad va a significar un especial proceso de transformación en nuestra literatura, y el teatro no escapa de ello, en la medida en que evoluciona el realismo desde el romanticismo, pero un realismo de conciencia crítica social, de denuncia y comentario social. En la medida en que el romanticismo se aproxima a las fronteras de realismo, el personaje negro se encamina hacia una transición de la tipología ideal romántica a la tipología social realista. A partir de aquí interesa abordar la negritud desde la tipología de lo social más allá de la frontera estilística romántica.

El negro y la libertad parecen dos elementos simbióticos en la literatura y en el teatro latinoamericano, el negro como símbolo, sinónimo o arquetipo de la lucha por la libertad; porque en última instancia el logro o alcance de la misma es el objetivo principal del negro, es una necesidad vital que está presente en su grupo social.

Dramaturgos como Gilberto Pinto y Leoncio Martínez dan una visión del negro con una propuesta estética que se podría denominar mágica-social. Pinto en su obra “La noche de San Juan”, inspirada en “Sueño de una noche de verano” de Shakespeare, hace del negro parte de una fantasía y de una ilusión, que conectado con la magia, conforman una atmósfera bellamente evocada por sus personajes. Martínez con la obra “El salto atrás”, a partir del estilo costumbrista, hace un valioso aporte dentro de esta variante estilística, recrea una fuerte crítica a la discriminación del negro como un elemento despreciado por su grupo social.

En el teatro de César Rengifo se observa la superación definitiva del costumbrismo que deviene como una degeneración del romanticismo. El costumbrismo sintetiza los elementos que caracterizan las personas de un determinado lugar; y el costumbrismo-criollismo es precisamente lo que va a superar César Rengifo, esa visión estandarizada e inerte del color local, en donde el personaje no es visto como un ente dialéctico y cambiable en su conciencia, sino más bien como un ser domesticado. En esta dramaturgia se va de una visión romántica positivista a una concepción de compromiso sociopolítico en el teatro.

En el teatro de Rengifo se encuentra un personaje negro que se comporta como una tipología social. El teórico Jean Duvignaud, le da el tratamiento de “sombras colectivas”, siempre y cuando un personaje sintetice la idiosincrasia de un colectivo. El negro en este caso sintetiza la opresión de un grupo, un arquetipo social ligado a las luchas reivindicativas de los oprimidos, excluidos y humillados por las conciencias que representan las hegemonías del poder.

Específicamente en el caso del negro y su vinculación con la libertad, en el teatro de Rengifo se pueden encontrar dos alcances perfectamente diferenciables en las dos obras que se tomaron como referencia. Ante el dilema de la libertad el personaje negro transita por una dialéctica entre la conciencia y la conveniencia; es decir, la libertad entendida como conciencia social y como conveniencia social.

Por supuesto que desde un punto de vista progresivo la conciencia social aparece en un estadio superior a la conveniencia; ambas tienen repercusiones sociales distintas porque la libertad como conveniencia tiene repercusiones socioeconómicas, mientras que la libertad como conciencia tiene repercusiones fundamentalmente sociopolíticas. Por ejemplo en la obra “Los Hombres de los cantos amargos”, es muy claro el planteamiento de una libertad como conveniencia, dado los elementos socioeconómicos que propulsan el desarrollo del discurso en el texto.

Los dueños de los negros y de las haciendas toman la decisión de apoyar la liberación de los esclavos, porque los costos de manutención y la creciente población de los negros, era poco rentable desde el punto de vista de la producción, por tanto era preferible que el negro tuviera la condición de libre para luego ser contratado, sin la dependencia del amo cuya persona tenía que darle calzado, vestido, alimentación y techo donde vivir. En la medida que las rentas de las haciendas iban disminuyendo producto de los altos costos de mantenimiento de los esclavos, de igual forma iban surgiendo propuestas de conveniencia económica, hasta el Estado llegó a pagar un bono a los amos por cada esclavo que libertasen. Debe decirse, entonces, que la libertad de los esclavos, motivada por nobleza de alma y de conciencia fue una falsa proveniente de los sectores poderosos. Obedece, más bien, a la imposición de un nuevo orden en la estructura socioeconómica, el cual favorecería a una clase privilegiada en detrimento, por supuesto, de los oprimidos de siempre.

En “Manuelote” se siente un proceso progresivo de formación y conquista de una conciencia en el personaje, a partir de un hecho reflexivo y de muchas interrogantes. Al final, Manuelote asume una decisión de tipo política, de allí que la condición de ser libre va a estar ligada al compromiso ideológico. Se observa aquí la libertad como una cuestión de conquista por estadios desde la metaforización.
En un parlamento Manuelote dice que él es un negro bruto y un negro escaso por el sólo hecho de que no entiende lo que está sucediendo y la situación social que le ha tocado vivir; sin embargo, este mismo hecho le permite hacerse una serie de preguntas que, precisamente, son las que van a ir contribuyendo a la sensibilización y a la gestación de un estado de conciencia sociopolítica muy diferente a la que hasta ahora había asumido. Ese puesto, de que habla, lo ha ganado la conciencia, arriba a esta decisión como un proceso de concientización netamente social.

Entonces no es la negritud vista solamente desde el punto de vista etnográfico, etnológico, sino una negritud que ha dejado de ser un simple símbolo de la libertad para convertirse en referencia política por la lucha de la reivindicación de los oprimidos.

“Manuelote” y “Los hombres de los cantos amargos”, terminan siendo ese tránsito que va desde una liberación de conciencia a una liberación por conveniencia. De allí que César Rengifo, a través de la cultura negra como un aporte de la cultura africana, representa una transformación no sólo desde el punto de vista estilístico, rompiendo con el romanticismo y el criollismo en el teatro para entrar en la fase del realismo social; sino, también, el rompimiento de la configuración de un personaje idealizado, romántico y doméstico, para crear uno que luche por ser más digno, menos vejado, menos humillado y menos oprimido.

Se habla entonces de una retención, de una adaptación y de una reinterpretación de los aportes culturales del negro. Rengifo retiene la esencia de la negritud desde su cultura ancestral, adapta la tipología del negro a los esquemas de lucha social integral más allá del problema de la negritud y reinterpreta, desde el punto de vista político, la figura del negro dándole un alcance casi mítico. Ejemplo de ello son José Leonardo Chirinos y Pedro Camejo, mejor conocido como Negro Primero.

Se plasma la presencia de una negritud que deviene de la dialéctica siguiente: la libertad por conveniencia de la estructura económica y política y la libertad por conciencia social que deviene de los oprimidos.
En adelante se muestran dos cuadros ejemplarizantes de cómo desde la estructura lingüística, expresada en textos teatrales, la hermenéutica y la semiótica, se van fusionando en el campo interpretativo. Allí los contenidos textuales son signos que se desarticulan en diversos significados, los cuales, a través de palabras claves, se ubican en un referente dentro de una lógica interpretativa del lenguaje; tal es el caso de “Manuelote” y de “Los hombres de los cantos amargos”.

El personaje Popo, revela el sueño de libertad como un instante mágico ligado a expresiones rituales propias de la cultura espiritual del negro. Ya no es el hábito de bailar sobre tizones encendidos, sino más bien una inversión del orden establecido. Ahora la danza será con gritos y los tizones acompañados con fuegos caerán en forma de lluvia sobre sus pieles, incendiando intensamente el fuego de la rabia contenida en su interior. Además, una música de tambores redobla e invita a la participación viva de todos para la lucha.

La libertad se comprende, de esta manera, como una exigencia de la trascendencia que a través de la mediumnidad, pide la incorporación de los sometidos a unirse como fuerza física para enfrentar al adversario y poder alcanzar el sueño anhelado: la igualdad y la justicia considerando la relación del hombre por el hombre.

En cuanto a la condición, la libertad comienza a gestarse como posible solución a un problema de índole económico que afecta a sectores representativos de la burguesía de la época (1854 - 55). Tanto los banqueros como los hacendados sienten una fuerte depresión o crisis causada por la prosecución de la manutención de los esclavos; se afectan así las relaciones comerciales abriendo paso, por conveniencia, a las relaciones laborales. Condición esta aprovechada por los políticos para ganar adeptos, empleando como propaganda la liberación de los esclavos como un acto de humanidad.

Las decisiones de los negros ante la oferta de indemnización por faena trabajada se divide. Para algunos les parece conveniente por el momento mientras ocurre la transición, aceptar la condición del pago de sueldo. Para otros, sin embargo, les parece humillante y la continuación de la esclavitud y el sometimiento pero de una manera disimulada. Estos últimos deciden tomar las armas, hacerle frente a los opresores explotadores para alcanzar una auténtica libertad e igualdad.


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