jueves, 8 de enero de 2009

Freaks


Freaks, la parada de los monstruos

"Una obra maestra del género, que pese a ese corte en el metraje, perdura como un film repleto de dobles lecturas, alguna de ellas durísimas, y que podría tener vigencia incluso en nuestros dias con tanta adoración extrema al culto al cuerpo."

Director: Tod Browning
Estreno: 1932-02-17
Genero: Drama
Nacido como Charles Albert Browning un 12 de julio de 1880 en Louisville, Kentucky (USA), Tod Browning fue un caso excepcional durante el prolífico periodo del cine fantástico de los años 30, debido a que, al contrario que otros compañeros de profesión, su obsesión casi enfermiza por un cine bizarro y fuera de toda moda imperante en la época, le supuso ser considerado siempre una extravagancia dentro del cine de terror. Las crónicas lo describen como un hombre introvertido, maniático e imprevisible, que evitaba cualquier atisbo de popularidad al recluirse mucho de la prensa. A la temprana edad de 16 años, Browning ingresó en un circo ambulante, guiado por el amor creciente hacia una bailarina, lo que da buena muestra de los fundados conocimientos del cineasta por este mundo tan poco arraigado a la vida estable y tradicional. Entre el 1912 y el 1914 se traslada a Hollywood, donde conoce a D.W.Griffith y eso le supone el privilegio de intervenir como actor en "Intolerancia", del propio director. Después de intervenir en varios trabajos de encargo, sobretodo de guionista, Browning dirige su primera película en el año 1917, a partir de ese momento, inicia una prolífica y rica carrera con un elemento en común a lo largo de toda su obra, la manifestación de lo anormal en el ámbito de lo real. Si bien es cierto que el groso de su obra se desarrolló durante la época del cine mudo (con lugar incluso para la leyenda, como aquel film de nombre "London After Midnight", que hoy en dia está desaparecido, pero corre el rumor que el que posea una copia privada podría hacerse millonario cuando caduquen los derechos sobre la obra por parte de las productoras propietarias), también es verdad que ha sido especialmente reconocido y valorado con los años, y de manera absolutamente justa, por sus escasas incursiones a principios del cine sonoro durante los años 30. Películas como "Drácula" (1931), "La marca del vampiro" (1935) o "Muñecos Infernales" (1936) son hoy en dia brillantes manifestaciones del talento para la creación de grandes piezas de género por parte de su director. Pero sería "Freaks, la parada de los monstruos" (1932), la obra maestra de su carrera, el film que le haría pasar a los anales de la historia del cine fantástico en particular, y del séptimo arte en general, donde Browning demostraba su dominio de los elementos oscuros (no olvidemos que estudió psicología y era un reputado coleccionista de libros sobre magiay ocultismo), para ofrecernos una visión despiada de la condición humana.El argumento del film nos situa en la vida cotidiana de un grupo de integrantes de un circo ambulante, donde tenemos por un lado los personajes que interpretan a los empleados deformes, en este caso, enanos en la mayoria de casos, o bien tullidos que les faltan elementos de su cuerpo, sin contar la típica mujer barbuda, las dos siamesas o una persona mitad hombre, mitad mujer. Y por otro lado, las personas, digamos normales, que se encargan del resto de trabajos que componen los elementos del circo, en este caso, el forzudo Hercules, el payaso, los domadores o la manipuladora trapecista, protagonista de la base principal del relato, al pretender aprovecharse junto a Hercules, de la fortuna heredada por el enano Hans, con posterior intención de acabar con su vida para estar libre de toda atadura.Un halo de perturbación recorre los escasos, pero contundentes, 65 minutos del film. Browning nos introduce en un mundo que, como comentaba anteriormente, conocía a la perfección dada su experiencia en la vida real rodeado de tan peculiares seres. El hecho de contar para los principales papeles con verdaderos integrantes de circo, todos ellos deformes, considerados monstruos de feria, y no solo en el film (el rótulo que nos advierte sobre el trato recibido por estos seres en la realidad de la época es demoledor), le da al acabado final una extraordinaria capacidad de análisis semi-documental pese a partir de la base de un relato ficticio.

Como bien describe Umberto Eco en su último libro, en los contrastes de la vida es cuando adquiere verdadero significado cada uno de dichos contrastes, sin lo macabro, no existiría una base para considerar cualquier elemento de nuestra sociedad como bello, en esa eterna comparación es cuando nos damos cuenta que los polos opuestos van unidos de la mano, que suelen ser el reverso de la misma moneda. A lo largo del film, los seres deformes, o freaks como los llamaré a partir de este momento, dan muestra de un envidiable sentido del honor, la amistad y la educación extrema incluso (citar los dos enanos, Hans y Frieda, y su impecable caballerosidad), movidos por una belleza interior que en cambio se manifiesta de la forma contraria en los más "humanos". El resto de personajes son mostrados como fuertes, bellos y con una apariencia impoluta en su aspecto físico, pero por contra, esconden algunos de ellos la maldad más descarnada en su interior. Browning juega otra vez con este hecho, la dualidad entre la belleza física y espiritual, dando a entender que lo que esconde algo bello, en ocasiones es más monstruoso que cualquier malformación física.Significativo en este sentido es un hecho puntual en la película, la tan comentada cena de compromiso entre el enano Hans y la villana del relato, la trapecista ambiciosa y poco escrupulosa que pretende casarse para apoderase del dinero y luego acabar con la vida de tan educado ser (con la ayuda de su amante herculeo como comentaba anteriormente). Es esa humillante demostración de maldad y desprecio hacia el grupo de freaks, el detonante para que el comportamiento de estos seres se vuelva retorcido y macabro, unidos por un afan de supervivencia ante cualquier elemento externo. Pero no en vano, sutilmente insinuado por Browning como un virus repleto de maldad que se apodera poco a poco de seres en apariencia de buen corazón, sin resultar por ello casual el compromiso matrimonial , es decir, el choque entre los dos mundos, difumina la linea que separaba aquella dualidad de belleza física o moral, ya nada está a salvo de la maldad, ni tan siquiera aquellos de mayor pureza espiritual (citar como un ejemplo más el inocente clown transformado en amante vengador).Todo el film se encuentra repleto de escenas realmente desagradables y desalentadoras sobre la condición humana, marcado por un aprecio que sin duda sentía Browning por los seres menos agraciados de nuestra sociedad, escenas como la del principio del film, con la humillante actitud de tan despiadada mujer cuando deja caer su atuendo para que Hans, siendo un enano, se lo ponga, a sabiendas que su pequeña estatura convierte la situación en poco menos que una humillación rastrera y vil, o la propia escena de la cena, causante de una perturbación en el espectador que hiela el corazón, dan muestra clara que nos encontramos ante uno de los films más crueles de toda la historia del cine. Todo supone un constante desasosiego moral que acaba por crear una sensación de incomodidad pocas veces alcanzada por ningún cineasta a lo largo de la historia del cine.Se ha comentado incluso en multitud de análisis el hecho de considerar el film como un producto avanzado a su época, repleto de una modernidad dominante sobre el aspecto pulcro, impoluto e incluso superficialmente bello de las producciones de la época, sin poseer tampoco un final feliz que supusiera un contraste ante tanta maldad, a modo de catarsis colectiva de gran parte del cine de la época con respecto a la convulsa época que estaba pasando la sociedad americana. Ese hecho, si bien es cierto que considero que es incuestionable y le otorgó un aire de película maldita, incomprendida y masacrada en su época, no estoy convencido que supusiera una mirada moderna de las convenciones del género, más que nada porque ningún film ha vuelto a ese terreno que tan bien supo mostrar Browning, ni incluso films de 50 o 60 años más tarde han conseguido discurrir por esos terrenos tan peligrosos. En su defecto, ha supuesto la aportación de un gran cineasta a la historia del arte, y no solo del cine, siendo un caso excepcionalmente raro de película atemporal, no por la perdurabilidad de su propuesta (que también), sino por no pertenecer ni ajustarse a ningún movimiento cinematográfico o mirada social.Se trata de un film perdurable, extraordinario y una pieza capital del género fantástico, no tanto en su temática, sino en lo que siempre se ha denominado como la mirada fantástica, la forma con la cual ciertos cineastas irrepetibles supieron dotarle de una puesta en escena a sus films que intuian un tono fantástico, aún en films, o incluso escenas, alejados del género.

Múltiples leyendas corren sobre el film, empezando por el hecho que la película se vió cortada en casi 30 minutos, en los cuales, según dicen, Browning aún fue más lejos si cabe en su capacidad de perturbar al espectador. Con un final en el cual se dice que el personaje de Hercules era privado de su masculinidad, acabando como un eunuco más, y no siendo más que un enano en el cuerpo de un hombre. También el mero hecho de haber obligado a Browning a añadir un final más optimista con el personaje de Hans (aunque aún existe uno más alargado y optimista que no aporta nada destacable al film), quizás para compensar la terrorífica escena donde se ve el destino final de la manipuladora trapecista como aquello que siempre había detestado y despreciado, un monstruo de feria.Se comentaba además, que solo Browning podía relacionarse en el dia a dia con tales seres deformes que pueblan su film, siendo el único "normal" al que le permitan sentarse a la mesa con ellos, en una muestra clara del tono misterioso de este sensacional film, el cual, pese a quedar clara la sensación de film cortado, donde el ritmo narrativo transcurre en alguna secuencia del film con cierta desigualdad, tiene la capacidad de resultar tremendamente esclarecedor sobre tan singulares seres.Se podría debatir horas sobre las leyendas que transcurren paralelas a este film, lo cual solo haría que aumentar su aureola de film maldito, despreciado en su época al considerarlo grotesco y de mal gusto, pero lo que finalmente queda es una de las más curiosas y singulares muestras de cine fantástico, posiblemente el film que mejor ha sabido tratar esa dualidad de la belleza del interior del ser humano con respecto al físico, todo de una manera macabra y cruel, con incluso momentos de un humor negrísimo, como la escena del baile de los hijos deformes en el lago, un plano tremendamente duro e irónico, rozando el mal gusto pero sin caer en el. O sin ir más lejos, escenas como el cortejo por parte de dos hombres a las siamesas, repleto de humor negro llevado al extremo.En definitiva, una obra maestra del género, que pese a ese corte en el metraje, perdura como un film repleto de dobles lecturas, alguna de ellas durísimas, y que podría tener vigencia incluso en nuestros dias con tanta adoración extrema al culto al cuerpo por encima del intelecto o el corazón. Impactante y directa, cruel y mágica, la pura esencia del buen cine en definitiva.
Critica de "Freaks, la parada de los monstruos" publicada el 2008-01-17

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